CRISTO YACENTE CON ÁNGEL
Mateo Cerezo, el Joven (Burgos, 1637 – Madrid, 1666)
1658
Óleo sobre lienzo, 253 x 135 cm.
Iglesia de San Lorenzo, Valladolid
Pintura barroca española
Una de las pinturas más interesantes del importante conjunto que se
conserva en la iglesia de San Lorenzo de Valladolid es un lienzo que representa
a Cristo yacente, una obra debida a los pinceles del pintor burgalés
Mateo Cerezo el Joven, que la realizó durante sus dos años de estancia en Valladolid
para atender los encargos del convento de Jesús y María. El tratadista de
pintura Antonio Palomino, cordobés y pintor de cámara del rey Felipe V, en su
obra Las vidas de los pintores y estatuarios eminentes españoles hace
referencia a esta pintura, por entonces conservada en la sacristía de la
iglesia, donde era expuesta en el altar mayor en las celebraciones del Viernes
Santo.
Gregorio Fernández. Cristo yacente, 1625-1630 Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
En este sentido, la versión pictórica del tema de Mateo Cerezo
constituye toda una innovación, aunque la escena representada no deja de sustraerse
al tipo iconográfico desarrollado por Gregorio Fernández, con el cuerpo extenuado
dispuesto para ser visto desde su lado derecho en su colocación en altares y
urnas, lo que permite la contemplación de las llagas de la frente, costado,
manos, rodillas y pies como huellas del tormento, depositado sobre un blanco
sudario y con la cabeza inclinada reposando sobre almohadones como gesto de
dignidad.
En la pintura de Mateo Cerezo, cuyo formato alcanza los 253 x 135 cm.,
lo que permite representar la figura de Cristo a tamaño natural, se incorpora
una ambientación espacial con un somero paisaje rocoso y un celaje tormentoso, en
el que se aprecia una vista del sepulcro en perspectiva, así como tres clavos y
la corona de espinas colocados en primer término sobre el sudario. En este caso,
el pintor incorpora en el extremo derecho de la composición la figura de un
ángel adolescente, que con gesto sufriente y reverencial sujeta el extremo del
sudario.
Como en toda su obra, la pintura muestra una extraordinaria calidad del
dibujo, destacando el trazado en escorzo del ángel y la descripción anatómica
de Cristo, cuya disposición del cuerpo inerte evoca el modelo que aparece en el
grabado del Llanto sobre Cristo muerto, realizado por José de Ribera en
1620 (Biblioteca Nacional de España, Madrid), que a su vez también se hace eco
de los modelos escultóricos de Gregorio Fernández.
El impacto que debió causar esta representación pictórica de Cristo
yacente dio lugar a numerosas imitaciones en Valladolid que se encuentran
repartidas tanto por iglesias locales —Santa María Magdalena y San Miguel— como
por conventos —monasterio de la Purísima Concepción y Santa Brígida—, así como
en parroquias de pueblos de la provincia, como Cabezón, Zaratán y Aldeamayor de
San Martín, trascendiendo el ámbito local para llegar al Monasterio de la Vid
(Burgos) y a la iglesia de San José de Madrid. En algunas de estas imitaciones,
la figura de Cristo adquiere significación eucarística o incluye en la escena la
figura de María Magdalena, como ocurre en la pintura conservada en el
refectorio del monasterio de la Purísima Concepción de Valladolid.
José de Ribera. Llanto sobre Cristo muerto, aguafuerte, 1620 Biblioteca Nacional de España, Madrid |
BREVE SEMBLANZA DEL PINTOR MATEO CEREZO EL JOVEN
Nacido en Burgos en 1637, fue hijo de un modesto pintor del mismo nombre, junto
al que inició sus primeros pasos artísticos. Antes de cumplir los 17 años se desplazó a
Madrid para realizar su formación en el taller de Juan Carreño de Miranda,
donde se revelaría como uno de los discípulos más prometedores, llegando a
colaborar en algunos encargos de gran envergadura encargados a dicho taller.
Dotado de una extraordinaria sensibilidad, fue asumiendo todo lo que veía en el
ámbito madrileño, donde tuvo la ocasión de estudiar la obra del flamenco Anton
van Dyck y especialmente la técnica y los tipos femeninos de Tiziano,
alcanzando la plena madurez artística en el ambiente cortesano.
Annibale Carracci. Piedad, h. 1603 Kunsthistorisches Museum, Viena |
A partir de 1660 comienza a realizar composiciones que presentan amplias y complejas escenografías, concebidas con un distinguido refinamiento que se manifiesta tanto en el conjunto de la obra como en los más menudos detalles.
Anónimo vallisoletano s. XVII. Cristo yacente Convento de la Concepción, Valladolid |
En ese tiempo comenzó a ser valorado por sus logros estéticos,
realizando numerosos temas devocionales, como el San Jerónimo penitente
que se le atribuye de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de
Madrid, la Aparición de la Virgen a San Francisco del Museo Lázaro
Galdiano de Madrid, los Estigmas de San Francisco del Museo del Prado o la
escena de Santo Tomás de Villanueva dando limosna a los pobres del Museo
del Louvre.
Arriba: Mateo Cerezo. Cristo yacente, 1658 Iglesia de San Lorenzo, Valladolid Abajo: Francisco Camilo. Cristo yacente, 2º tercio s. XVII Museo del Prado, Madrid |
Otro tanto ocurre con las representaciones de la Magdalena penitente,
místicas y cargadas de lirismo, siendo representativas las conservadas en el Rijksmuseum
de Amsterdam, en el Museo de Burgos, en el Museo de Bellas Artes de La Coruña o
en colecciones particulares, así como le serie de pinturas del Ecce Homo
en que Cristo aparece representado hasta la cintura sobre un fondo neutro,
entre las que son destacables las conservadas en el Museo de Burgos, en el
Museo de Bellas Artes de Budapest o en el Museo del Prado.
Otras de sus obras se ajustan a los postulados tridentinos mostrando una
iconografía singular cargada de simbolismo, como ocurre en El juicio de un
alma, realizada entre 1663 y 1664 y conservada en el Museo del Prado, donde
un alma personificada es enjuiciada por Cristo emperador con la intercesión de
la Virgen, Santo Domingo y San Francisco. Singular es también la iconografía del
Cristo de la Sangre del Museo de Burgos, donde tres pequeños ángeles
recogen en un cáliz la sangre que emana de las manos y pies de Cristo crucificado, con un paisaje de fondo fantasmagórico.
Mateo Cerezo. Retablo del convento de Jesús y María, Valladolid Adoración de los Pastores y Adoración de los Reyes, 1658 |
Mateo Cerezo murió prematuramente — a los veintinueve años— en Madrid en
1666, truncándose una prometedora carrera que con su prolífica obra ya estaba consolidada
en un momento en que la pintura española conocía una época dorada. A partir del
siglo XVIII sería ensalzado en toda Europa como uno de los pintores españoles
más populares, alcanzando sus obras, por su belleza y sensibilidad, una gran
popularidad después de su muerte, siendo copiadas y grabadas. De esta manera sus
creaciones llegaron a los virreinatos americanos y a buena parte de Europa,
contribuyendo a aumentar la fama de Mateo Cerezo como uno de los grandes pintores
de la escuela española del Barroco.
Mateo Cerezo. Asunción, 1658 Retablo del convento de Jesús y María, Valladolid |
Informe: J. M. Travieso.
Fotografías tomadas de la red.
Mateo Cerezo. San Jerónimo penitente, 1650-1666 Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid |
Mateo Cerezo Izda: Aparición de la Virgen a San Francisco, h. 1660 Museo Lázaro Galdiano, Madrid Dcha: Estigmatización de San Francisco, 1660 Museo del Prado, Madrid |
Mateo Cerezo. Inmaculada Concepción Izda: H. 1660, Museo del Prado Dcha: 1662-1666, Museo Splendor Fidei, Segovia |
Mateo Cerezo. Inmaculada Concepción Izda: 1664, Museo del Hermitage, San Petersburgo Dcha: 1657-1666, Colección particular |
Mateo Cerezo. La Magdalena penitente Izda: H. 1666, Museo de Bellas Artes de La Coruña Dcha: 1664-1666, Museo de Burgos |
Mateo Cerezo. Bodegón Izda: 1664, Museo del Prado, Madrid Dcha: 1666, Museo Nacional de San Carlos, México |
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