28 de diciembre de 2011

Visita virtual: LA FONTANA DE TREVI, celebración barroca de la abundancia


FONTANA DE TREVI
Nicola Salvi (Roma, 1697 - 1751)
1732-1762
Mármol
Piazza di Trevi, Roma
Escultura barroca tardía

     La célebre Fontana de Trevi, uno de los reclamos turísticos de la ciudad de Roma, no es una fuente común, sino una obra de arte concebida bajo la mentalidad de la sociedad barroca del primer tercio del siglo XVIII. La fuente tiene veinte metros de ancho y veintiséis de altura y, lejos de ubicarse como referente visual de un cruce urbanístico o presidiendo el centro de una plaza, como era lo habitual en su tiempo, ocupa lo que sería la fachada posterior del palacio de los duques de Poli, a la que se encuentra adosada, de modo que en ella se establece una fusión de elementos arquitectónicos con otros escultóricos, ambos apoyados en el uso del agua, cuyo movimiento produce sobre el conjunto efectos pictóricos cambiantes por el efecto de la luz que son acompañados por el sonido producido por los fluidos. De esta forma preside una recoleta plaza organizada a modo de teatro, que incluye un pequeño graderío, en la que la fuente, la más grande de Roma, ocupa lo que sería un hipotético escenario.


     La Fontana de Trevi fue encargada por el papa Clemente XII al arquitecto Nicola Salvi, que contribuyó al embellecimiento de la Ciudad Eterna con esta fuente que llegaría a ser su obra más conocida. La fuente sigue una tradición romana implantada en el siglo XV por la que se colocaría una fuente al final de los acueductos que desde tiempos imperiales suministraban el agua a la ciudad. En este caso se recogía el agua del acueducto denominado Aqua Virgo, que recogía las aguas de un manantial situado a 22 km. de Roma, según la mitología descubierto por una virgen romana llamada Trivia en el año 19 a. C., que llegó a estar en uso durante más de cuatrocientos años y llegaba hasta los Baños de Agripa, pero que había sido parcialmente destruido durante la invasión de los godos, obligando a recurrir a las aguas del Tíber, usadas como cloaca.

     En época de bonanza, una de las principales misiones urbanas fue recuperar estos conductos vitales, tarea emprendida primero por el papa Nicolás V en 1453 y continuada en los siglos XVI y XVII. En 1629 fue el papa Urbano VIII quien solicitó a Bernini una fuente para ocupar el desagüe del Aqua Virgo, que situada de frente al Palacio del Quirinal podría ser disfrutada por el pontífice, aunque la muerte de éste impidió llevar a cabo el proyecto, que sería retomado por Clemente XII cien años después tras convocar un concurso en 1730 que no fue ganado por Nicola Salvi, a pesar de lo cual se le encomendó el costoso proyecto, que fue comenzado en 1732 y culminado al cabo de treinta años en el cruce de tres calles próximas al Quirinal.

     El conjunto escultórico de la fuente, realizado en mármol por Pietro Bracci, representa el reino universal del mar, con la figura central de Neptuno, dios de los océanos, que preside un carro con forma de venera que es guiado por dos tritones que conducen a dos briosos caballos alados sobre el fondo marino, sugerido por estratos naturales simulados, poblados por diferentes arbustos y conchas y un flujo continuo de agua que surge desde distintos manantiales que en forma de cascadas vierten sus aguas a un gran pilón inferior con forma de amplio estanque de aguas agitadas. La figura de Neptuno es rotunda, monumental, dinámica y musculosa, con un aire majestuoso inspirado en el Moisés de Miguel Ángel, destacando sobre el resto por su enorme tamaño.

     El fondo arquitectónico adopta la forma de un gran arco de triunfo romano, coronado por las armas papales de Clemente XII, que se antepone a la estricta fachada del palacio. La figura del dios marino se inserta dentro de una exedra sustentada sobre cuatro columnas exentas que realzan los efectos de claroscuro y proporcionan un aspecto de templo clásico. Está flanqueada por monumentales columnas corintias en cuyos intercolumnios se abren hornacinas en las que se ubican las alegorías de la Abundancia, que porta un cesto de frutos y vierte el agua de un cántaro, y de la Salud, que sujeta una lanza y una copa de la que bebe una serpiente, esculturas de excelente factura clasicista realizadas por Filippo della Valle. Sobre estas hornacinas aparecen dos altorrelieves de gran tamaño, colocados en la última fase de construcción, con escenas que ilustran sobre el descubrimiento del manantial por la virgen Trivia y la presentación de los planos al emperador Agripa para la construcción del acueducto Aqua Virgine.

     La fachada del fondo responde a los cánones de un elegante palacio romano. Aparece organizada en cuatro pisos y está articulada por pilastras corintias adosadas de orden gigante, sintetizando el clasicismo de la arquitectura romana con elementos creados por Miguel Ángel en otros palacios romanos, como el trazado rústico del piso inferior, de origen florentino, el orden gigante en las plantas nobles, los frontones sobre las ventanas, triangulares y arqueados, y el ático de menor altura y con frisos ornamentados.

     El conjunto crea un juego ilusionista donde el movimiento del agua contrasta con la rigidez clásica de la fachada, dejando oculto un acertado trabajo de ingeniería hidráulica que mediante acueductos subterráneos permite el flujo permanente de fuentes, cascadas y estanque, un trabajo que llegó a resentir su salud. En él Salvi pone de manifiesto no sólo sus dotes artísticas para la creación, sino sus conocimientos de matemáticas, astronomía, anatomía, de las obras maestras precedentes del Renacimiento y del Barroco y de la arquitectura clásica romana, logrando una celebridad que en 1745 tuvo su compensación con su admisión en la Congregazione dei Virtuosi del Pantheon de Roma.

     Cuando murió Nicola Salvi en 1751 dejó la obra sin terminar, siendo continuada por Giuseppe Pannini según sus planos, aunque incorporó unos relieves mucho más barroquizantes representando el hallazgo del manantial por Trivia y la presentación de los planos del acueducto a Agripa que en cierto modo rompen con el clasicismo previsto por Salvi.

     Otro tanto ocurre con las alegorías de las Cuatro Estaciones y el emblema triunfal de Clemente XII que remata el conjunto y que aparece flanqueado por dos figuras de ángeles que tañen sus trompetas e indican quien fue el impulsor de la obra, que aparece en una gran inscripción propagandística convertida en una proclamación de salubridad.

     De todo este proceso, Roma recibió como legado la fuente más conocida en el mundo, un conjunto de arquitectura, escultura e ingeniería hidráulica convertido en una fiesta barroca que adquiere un significado especial durante los rigores del estío por su función de elemento humidificador, convirtiéndose en un canto de alabanza al más preciado de los elementos de la naturaleza: el agua y todos los bienes que este favorece.

     La Fontana de Trevi fue restaurada en 1998, año en que se instaló un nuevo circuito hidráulico provisto de bombas de circuito cerrado y elementos antioxidantes, tras lo cual se procedió a una limpieza general de la piedra de todo el conjunto.

     Esta sugestiva fuente, antaño enclavada en un discreto lugar, se hizo célebre entre los visitantes de la ciudad hasta forjarse una avispada leyenda por la que quienes arrojan una moneda al estanque aseguran su regreso a Roma. La masiva afluencia de turistas para efectuar este rito por un lado degradó la fuente y por otro llegó a aportar suculentas recaudaciones que eran recogidas por el municipio para sufragar alimentos para los romanos necesitados. Hoy sigue siendo un enclave emblemático y romántico para quienes desean revivir situaciones de ficción sugeridas por la fuente en obras literarias, composiciones musicales y películas como alabanza a la belleza creada con el agua y la piedra.


Informe: J. M. Travieso.

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