19 de julio de 2013

Theatrum: CRISTO Y SUS HERMANOS, ecos de imaginería murciana en Valladolid








CRISTO DESPOJADO Y CRISTO DE LA HUMILDAD
José Antonio Hernández Navarro (Los Ramos, Murcia 1954)
1993 y 2004
Madera policromada
Iglesia de San Andrés e iglesia del convento de Santa Isabel, Valladolid
Imaginería sacra contemporánea







La nueva imaginería religiosa
Hace ahora veinte años que algunas cofradías de Valladolid iniciaron la incorporación de nuevas tallas a los desfiles procesionales de Semana Santa, la mayor parte de ellas elaboradas por imagineros de nuestros días. Los principales motivos, en líneas generales, han sido fundamentalmente dos: el deseo de cubrir ciertas lagunas en el relato evangélico relativo a las representaciones de la Pasión y el afán de ciertas cofradías por crear o incrementar su propio patrimonio artístico.

Las diferentes iniciativas no siempre han tenido igual fortuna. Incluso algunos casos incitan a preguntar si lo que se ha aportado era realmente necesario. Sin ánimo de crear polémica, algo estéril en este asunto, creo que sería necesaria una mayor rigurosidad en la valoración estética de las nuevas obras, especialmente en Valladolid, donde el extraordinario nivel artístico de las escenas con representaciones sacras heredadas de los talleres barrocos, con creaciones antológicas legadas por los grandes maestros, pone un listón tan alto y dificulta sobremanera el estar a la altura de lo ya existente, constituyendo algunos casos, que prefiero omitir, un verdadero atentado al talento y los afanes creativos de Juan de Juni, Francisco Rincón, Gregorio Fernández, Andrés Solanes, Juan Antonio de la Peña, Bernardo Rincón, los Rozas, etc., que con tanta fortuna hicieron tangibles en madera sus creencias religiosas en la sociedad que les tocó vivir.  

J.A. Hernández Navarro. Detalle de la Coronación de Espinas, 1982
Cofradía del Santo Cristo del Perdón, Murcia
Esta arriesgada brecha, comprensible en otros lugares que no cuentan con tan preciado patrimonio, fue abierta el año 1993 por la Cofradía del Santo Cristo del Despojo, fundada oficialmente en 1943 en el seno de la Juventud Obrera Católica. Podemos comprender la preocupación de esta cofradía, que durante muchos años estuvo desfilando con imágenes cedidas por la Cofradía penitencial de Jesús Nazareno y el Museo Nacional de Escultura, por disponer de sus propias imágenes titulares, máxime cuando su Cristo titular era una poco afortunada talla realizada por Claudio Cortijo en 1801.
Asentada la cofradía en la iglesia de San Andrés, ya con plena autonomía después de desvincularse de la JOC en 1967, en los inicios de los años 90 se planteó el encargo de una nueva imagen titular del depauperado Cristo del Despojo, siendo su mayor preocupación el encontrar un imaginero a la altura de las circunstancias.

Entre los posibles candidatos surgió la figura de José Antonio Hernández Navarro, un escultor murciano que en 1982 había sorprendido en el campo de la imaginería religiosa española con el grupo de la Coronación de Espinas realizado para la Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón de la ciudad de Murcia, una admirable escena de incuestionables valores dramáticos y técnicos, perfectamente ajustada a la estética tardobarroca implantada por Francisco Salzillo en aquella ciudad. Tan buena aceptación tuvo aquella obra que alentó nuevas peticiones al escultor llegadas desde Cartagena, Archena y Murcia durante la década de los 80, siempre con resultados gratificantes, como en el caso del paso del Ascendimiento o Elevación de la Cruz realizado para la misma cofradía murciana en 1988.

J.A. Hernández Navarro. Cristo Despojado, 1993, Valladolid
Cristo Despojado
Iglesia de San Andrés, Valladolid
Cofradía Penitencial del Santísimo Cristo Despojado, Cristo Camino del Calvario y Nuestra Señora de la Amargura
Conocedora de estos trabajos, la Cofradía vallisoletana del Santo Cristo del Despojo se decantó por el imaginero murciano, que por entonces no había cumplido los 40 años. Ajustándose fielmente al momento pasional requerido, José Antonio Hernández Navarro fue dando forma al nuevo Cristo Despojado, que fue terminado y entregado en 1993, constituyendo todo un acontecimiento en Valladolid la presentación de una imagen tan moderna de Cristo que habría de enfrentarse a las geniales creaciones barrocas de Gregorio Fernández. Pocos años antes se había iniciado, en buena parte potenciado por Luis Luna Moreno, un proceso de recomposición de los pasos tradicionales vallisoletanos a partir de las figuras almacenadas en el Museo Nacional de Escultura, por lo que la nueva incorporación despertaba aún mayor expectación.

En principio la imagen del Cristo Despojado resultaba "extraña" en el repertorio procesional vallisoletano, a pesar de su impecable ejecución, su correcta anatomía y el original planteamiento estético del momento previo a la Crucifixión. Por decirlo con términos un poco frívolos, la renovada iconografía sugería un poco la imagen difundida tras el éxito de "Jesucristo Superstar", el controvertido musical estrenado en Broadway en 1971 que alcanzaría resonancia internacional. Sin embargo, por la calidad del trabajo se integró con normalidad en el repertorio procesional vallisoletano y al poco tiempo, aparte de que nadie añoraba la obra de Claudio Cortijo, la Cofradía del Santo Cristo del Despojo estaba segura de haber acertado, aportando para la historia artística de la Semana Santa vallisoletana el nombre de un nuevo imaginero que, como Juan Guraya con la Sagrada Cena, con raíces no castellanas, había afrontado con valentía y superado un reto tan complicado.

J.A. Hernández Navarro. Izda: Cristo del Perdón, 2006, Aspe (Alicante)
Dcha: Cristo Despojado, 1993, Valladolid
El Cristo Despojado de José Antonio Hernández Navarro, con un tamaño que excede ligeramente el natural, aparece en total desnudez, apenas amortiguada por un ajustado paño de pureza con los cabos cayendo al frente. Con un estudio anatómico impecable, su juvenil figura recrea el momento del expolio con un comedido gesto de súplica a través de las manos levantadas a la altura de la cintura, la cabeza ligeramente girada hacia la derecha y el rostro elevado con la mirada perdida e implorante. Huyendo de la gesticulación artificiosa, concentra su emotividad en sus bellos rasgos faciales, con una boca entreabierta que permite contemplar los dientes y grandes ojos postizos de cristal, a diferencia de la corona, que está tallada y con espinas adosadas. Las carnaciones de su policromía están tratadas como una pintura de caballete, resaltando luces y sombras para acentuar la definición anatómica, con escasas y comedidas llagas que amortiguan su dramatismo. En este sentido está inevitablemente más cerca de los amables modelos salzillescos que del patetismo castellano.


J.A. Hernández Navarro. Ntra Sra. de la Amargura, 2000, Valladolid
La aceptación de la nueva talla incitó a la cofradía a encargar de nuevo al mismo escultor, siete años más tarde, la imagen de Nuestra Señora de la Amargura en su condición de Dolorosa. A esta figura aislada terminada en el año 2000, a pesar de su intención de ajustarse a la estética vallisoletana le toca el díficil e imposible papel de compararse con Nuestra Señora de la Vera Cruz de Gregorio Fernández o la Virgen de las Angustias de Juan de Juni, artistas por los que José Antonio Hernández Navarro manifiesta sentir admiración, pero ya se sabe, las comparaciones, aparte de odiosas, son inevitables, y esta imagen, muy a nuestro pesar, no tiene la magnificencia y la capacidad de conmover de aquellas.

La talla murciana de Cristo Despojado reposa a lo largo del año en una capilla de la iglesia de San Andrés convertida en la imagen titular de la hermandad, que desde el año 2010 ha cambiado su titulación por otra tan larga como la de "Cofradía Penitencial del Santísimo Cristo Despojado, Cristo Camino del Calvario y Nuestra Señora de la Amargura".

  
J.A. Hernández Navarro. Cristo de la Humildad, 2004, Valladolid
Cristo de la Humildad
Iglesia del convento de Santa Isabel, Valladolid
Cofradía de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna
Aún recibiría José Antonio Hernández Navarro un nuevo encargo para Valladolid: el llamado Cristo de la Humildad, realizado el año 2004 para la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna. En esta ocasión el escultor murciano realizó un modelo evolucionado sobre la iconografía cristológica según los cánones estéticos que definen su propio estilo, adaptando a la representación del momento previo a la Flagelación el prototipo por él creado y presente en las abundantes obras realizadas para diversas poblaciones murcianas hasta ese momento.

La figura en nada recuerda a los modelos barrocos, tomando el momento que antecede a los latigazos en la columna como pretexto para plasmar un desnudo sumamente estilizado acorde a los cánones estéticos de nuestro tiempo, a lo que se suman unos rasgos faciales ya inconfundibles en la obra del imaginero, con un gesto de ensimismamiento que se aleja de la impronta salzillesca presente en sus modelos anteriores. José Antonio Hernández Navarro ajusta el ideal corporal de nuestros días a un Cristo atlético, alto y delgado, que permanece estático y meditativo junto a la columna de la tortura en el inicio de la tragedia, al tiempo que sujeta la clámide en la mano. Sus valores plásticos quedan realzados por los efectos pictóricos de la policromía.

J.A. Hernández Navarro. Izda: Ecce Homo, 2007, Bullas (Murcia)
Dcha: Cristo de la Humildad, 2004, Valladolid
Como hicieran los grandes maestros del pasado, Hernández Navarro define en la anatomía y especialmente en la cabeza un prototipo inconfundible de larga melena con un mechón sobre la frente, discreta barba de dos puntas y ojos almendrados de cristal, con un gesto ajeno a lo que ocurre en su entorno. El modelo es repetido por el escultor en otras obras, siendo la figura más próxima el Ecce Homo que hiciera en 2008 para la Cofradía de Los Coloraos de Bullas (Murcia), hecho que no debe interpretarse como producción seriada, sino como el hallazgo de un modelo personal de gran aceptación por parte de las cofradías. El Cristo de la Humildad recibe culto a lo largo del año en la iglesia del convento de Santa Isabel, donde la Cofradía tiene su sede canónica.



J.A. Hernández Navarro. Izda: Cristo de la Flagelación, 2007, Zaragoza
Dcha: Cristo de la Humildad, 2004, Valladolid
El imaginero José Antonio Hernández Navarro
En febrero de 2013 siete cofradías murcianas celebraron los 30 años de imaginero de José Antonio Hernández Navarro con una exposición en el antiguo convento de San Antonio de Murcia en la que se mostraban 25 de sus obras elaboradas en las últimas décadas, especialmente apreciadas en aquella tierra por ser consideradas herederas del genio de Salzillo.

José Antonio Hernández Navarro nació el 4 de diciembre de 1954 en el Rincón de Almodóvar, enclave perteneciente a la pedanía murciana de Los Ramos, hijo de Juan Antonio Hernández e Isabel Navarro. Allí se crió junto a sus tres hermanos iniciando sus estudios en Alquerías, pero pronto sintió una vocación artística que no fue bien aceptada por su padre, a pesar de lo cual, ayudado por un profesor del instituto, comenzó a asistir al taller de la escultora Elisa Seiquer. Allí se puso en contacto con el artesano belenista Pedro Serrano Moñino, con el que, gracias a la recomendación del párroco Francisco Arnaldos, empezó a colaborar a los 15 años, al tiempo que asistía a clases de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios.
    
En 1972, cuando tenía 18 años y con ímpetu autodidacta, realizó su primera escultura, la Virgen de la Huerta, pasando a trabajar en el taller belenista de los célebres hermanos Manuel y Juan Antonio Griñán, con los que estuvo colaborando hasta 1986.

J.A. Hernández Navarro. Izda: Cristo del Ascendimiento, 1988, Murcia
Dcha: Cristo del Amor, 2010, Murcia
Un hecho trascendental cambiaría el rumbo de su vida en 1982, cuando la Cofradía del Perdón de Murcia convocó un concurso para la realización del paso procesional de la Coronación de Espinas. Según manifiesta el propio escultor, la pericia alcanzada en la elaboración de figuras para belén fue determinante para que eligieran su proyecto tras presentar la maqueta requerida, con infinidad de pequeños detalles propios del arte belenista, que después convirtió en un espectacular paso de estilo salzillesco (iglesia de San Antolín de Murcia) que despertó admiración y motivó la demanda de otras obras por distintas hermandades y cofradías, permitiéndole abrir en el barrio de la Estación de Los Ramos de Murcia su propio taller, en el que tuvo como colaborador a Francisco Moreno Galiana, el que fuera su profesor de vaciado y sacado de puntos en la Escuela de Artes y Oficios.

A partir de entonces su trayectoria ha sido imparable, avalado por el éxito de obras comprometidas, como el Cristo Despojado realizado en 1993 para Valladolid, habiendo realizado con fines procesionales prácticamente todos los episodios evangélicos, especialmente pasionarios, para cofradías de distintas poblaciones murcianas, así como de Valladolid, Cuenca y Zaragoza, lo que le facilitó renovar el taller en 1997 y ser nombrado académico de la Real Academia de Santa María de la Arrixaca en el año 2000.      

J.A. Hernández Navarro. Izda: Cristo del Auxilio en la Caída, 1997, Cuenca
Dcha: Cristo de Getsemaní, 1996, Murcia
En tan pocos años su obra refleja una inevitable evolución desde la imaginería de rápida ejecución, especialmente en imágenes de vestir, hasta la eliminación total de postizos en favor de un trabajo de talla integral, manteniendo un difícil equilibrio entre la tradición que reclaman sus clientes y la innovación estética, siempre procurando la creación de modelos originales y buscando nuevas soluciones desde la admiración a Berruguete, Juan de Juni, Gregorio Fernández, Juan Martínez Montañés, Alonso Cano, Pedro de Mena, Salzillo, etc.

Los prototipos de José Antonio Hernández Navarro, hoy día tan valorados y admirados, hace que encontremos abundantes tallas con rasgos similares a los dos Cristos de Valladolid. El Cristo Despojado tiene su homólogo en el Cristo del Perdón, realizado en 2006 para la hermandad del mismo nombre de Aspe (Alicante), mientras que los rasgos del Cristo de la Humildad se repiten especialmente en el Cristo de la Flagelación de Zaragoza (1998), en el Ecce Homo de Bullas (2008) y en el Cristo del Amor de Murcia (2010), etc. Todas estas imágenes están hermanadas por la fina gubia de este murciano consagrado, que ha aportado lo que Javier Burrieza, en un arrebato pasional, ha denominado "los salzillos de Valladolid". 

Informe: J. M. Travieso.


Adjuntamos, por su valor informativo y documental, dos vídeos con una entrevista realizada al escultor por el colectivo murciano Sentir Cofrade.



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