CRISTO
DESPOJADO Y CRISTO DE LA HUMILDAD
José Antonio
Hernández Navarro (Los Ramos, Murcia 1954)
1993 y 2004
Madera policromada
Iglesia de
San Andrés e iglesia del convento de Santa Isabel, Valladolid
Imaginería
sacra contemporánea
La nueva imaginería religiosa
Hace ahora veinte años que algunas cofradías de
Valladolid iniciaron la incorporación de nuevas tallas a los desfiles
procesionales de Semana Santa, la mayor parte de ellas elaboradas por
imagineros de nuestros días. Los principales motivos, en líneas generales, han
sido fundamentalmente dos: el deseo de cubrir ciertas lagunas en el relato
evangélico relativo a las representaciones de la Pasión y el afán de ciertas
cofradías por crear o incrementar su propio patrimonio artístico.
Las diferentes iniciativas no siempre han tenido
igual fortuna. Incluso algunos casos incitan a preguntar si lo que se ha
aportado era realmente necesario. Sin ánimo de crear polémica, algo estéril en este
asunto, creo que sería necesaria una mayor rigurosidad en la valoración
estética de las nuevas obras, especialmente en Valladolid, donde el extraordinario
nivel artístico de las escenas con representaciones sacras heredadas de los
talleres barrocos, con creaciones antológicas legadas por los grandes maestros,
pone un listón tan alto y dificulta sobremanera el estar a la altura de lo ya
existente, constituyendo algunos casos, que prefiero omitir, un verdadero
atentado al talento y los afanes creativos de Juan de Juni, Francisco Rincón,
Gregorio Fernández, Andrés Solanes, Juan Antonio de la Peña, Bernardo Rincón,
los Rozas, etc., que con tanta fortuna hicieron tangibles en madera sus
creencias religiosas en la sociedad que les tocó vivir.
J.A. Hernández Navarro. Detalle de la Coronación de Espinas, 1982 Cofradía del Santo Cristo del Perdón, Murcia |
Esta arriesgada brecha, comprensible en otros
lugares que no cuentan con tan preciado patrimonio, fue abierta el año 1993 por
la Cofradía del Santo Cristo del Despojo, fundada oficialmente en 1943 en el
seno de la Juventud Obrera Católica. Podemos comprender la preocupación de esta
cofradía, que durante muchos años estuvo desfilando con imágenes cedidas por la
Cofradía penitencial de Jesús Nazareno y el Museo Nacional de Escultura, por
disponer de sus propias imágenes titulares, máxime cuando su Cristo titular era
una poco afortunada talla realizada por Claudio Cortijo en 1801.
Asentada la cofradía en la iglesia de San Andrés, ya
con plena autonomía después de desvincularse de la JOC en 1967, en los inicios
de los años 90 se planteó el encargo de una nueva imagen titular del
depauperado Cristo del Despojo, siendo su mayor preocupación el encontrar un
imaginero a la altura de las circunstancias.
Entre los posibles candidatos surgió la figura de
José Antonio Hernández Navarro, un escultor murciano que en 1982 había
sorprendido en el campo de la imaginería religiosa española con el grupo de la Coronación de Espinas realizado para la
Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón de la ciudad de Murcia, una admirable
escena de incuestionables valores dramáticos y técnicos, perfectamente ajustada
a la estética tardobarroca implantada por Francisco Salzillo en aquella ciudad.
Tan buena aceptación tuvo aquella obra que alentó nuevas peticiones al escultor
llegadas desde Cartagena, Archena y Murcia durante la década de los 80, siempre
con resultados gratificantes, como en el caso del paso del Ascendimiento o Elevación de
la Cruz realizado para la misma cofradía murciana en 1988.
J.A. Hernández Navarro. Cristo Despojado, 1993, Valladolid |
Cristo Despojado
Iglesia de San Andrés, Valladolid
Cofradía Penitencial del
Santísimo Cristo Despojado, Cristo Camino del Calvario y Nuestra Señora de la
Amargura
Conocedora de estos trabajos, la Cofradía
vallisoletana del Santo Cristo del Despojo se decantó por el imaginero
murciano, que por entonces no había cumplido los 40 años. Ajustándose fielmente
al momento pasional requerido, José Antonio Hernández Navarro fue dando forma
al nuevo Cristo Despojado, que fue
terminado y entregado en 1993, constituyendo todo un acontecimiento en
Valladolid la presentación de una imagen tan moderna de Cristo que habría de
enfrentarse a las geniales creaciones barrocas de Gregorio Fernández. Pocos
años antes se había iniciado, en buena parte potenciado por Luis Luna Moreno,
un proceso de recomposición de los pasos tradicionales vallisoletanos a partir
de las figuras almacenadas en el Museo Nacional de Escultura, por lo que la
nueva incorporación despertaba aún mayor expectación.
En principio la imagen del Cristo Despojado resultaba "extraña" en el repertorio
procesional vallisoletano, a pesar de su impecable ejecución, su correcta
anatomía y el original planteamiento estético del momento previo a la
Crucifixión. Por decirlo con términos un poco frívolos, la renovada iconografía
sugería un poco la imagen difundida tras el éxito de "Jesucristo
Superstar", el controvertido musical estrenado en Broadway en 1971 que
alcanzaría resonancia internacional. Sin embargo, por la calidad del trabajo se
integró con normalidad en el repertorio procesional vallisoletano y al poco
tiempo, aparte de que nadie añoraba la obra de Claudio Cortijo, la Cofradía del
Santo Cristo del Despojo estaba segura de haber acertado, aportando para la
historia artística de la Semana Santa vallisoletana el nombre de un nuevo
imaginero que, como Juan Guraya con la Sagrada
Cena, con raíces no castellanas, había afrontado con valentía y superado un
reto tan complicado.
J.A. Hernández Navarro. Izda: Cristo del Perdón, 2006, Aspe (Alicante) Dcha: Cristo Despojado, 1993, Valladolid |
El Cristo
Despojado de José Antonio Hernández Navarro, con un tamaño que excede
ligeramente el natural, aparece en total desnudez, apenas amortiguada por un
ajustado paño de pureza con los cabos cayendo al frente. Con un estudio
anatómico impecable, su juvenil figura recrea el momento del expolio con un
comedido gesto de súplica a través de las manos levantadas a la altura de la
cintura, la cabeza ligeramente girada hacia la derecha y el rostro elevado con la
mirada perdida e implorante. Huyendo de la gesticulación artificiosa, concentra
su emotividad en sus bellos rasgos faciales, con una boca entreabierta que permite
contemplar los dientes y grandes ojos postizos de cristal, a diferencia de la
corona, que está tallada y con espinas adosadas. Las carnaciones de su
policromía están tratadas como una pintura de caballete, resaltando luces y
sombras para acentuar la definición anatómica, con escasas y comedidas llagas que
amortiguan su dramatismo. En este sentido está inevitablemente más cerca de los
amables modelos salzillescos que del patetismo castellano.
J.A. Hernández Navarro. Ntra Sra. de la Amargura, 2000, Valladolid |
La aceptación de la nueva talla incitó a la cofradía
a encargar de nuevo al mismo escultor, siete años más tarde, la imagen de
Nuestra Señora de la Amargura en su condición de Dolorosa. A esta figura
aislada terminada en el año 2000, a pesar de su intención de ajustarse a la
estética vallisoletana le toca el díficil e imposible papel de compararse con Nuestra Señora de la Vera
Cruz de Gregorio Fernández o la Virgen de las Angustias de Juan de Juni,
artistas por los que José Antonio Hernández Navarro manifiesta sentir admiración, pero
ya se sabe, las comparaciones, aparte de odiosas, son inevitables, y esta
imagen, muy a nuestro pesar, no tiene la magnificencia y la capacidad de conmover de aquellas.
La talla murciana de Cristo Despojado reposa a lo largo del año en una capilla de la
iglesia de San Andrés convertida en la imagen titular de la hermandad, que
desde el año 2010 ha cambiado su titulación por otra tan larga como la de "Cofradía
Penitencial del Santísimo Cristo Despojado, Cristo Camino del Calvario y
Nuestra Señora de la Amargura".
J.A. Hernández Navarro. Cristo de la Humildad, 2004, Valladolid |
Cristo de la Humildad
Iglesia del convento de Santa Isabel, Valladolid
Cofradía de Nuestro Padre Jesús
Atado a la Columna
Aún recibiría José Antonio Hernández Navarro un
nuevo encargo para Valladolid: el llamado Cristo
de la Humildad, realizado el año 2004 para la Cofradía de Nuestro Padre
Jesús Atado a la Columna. En esta ocasión el escultor murciano realizó un
modelo evolucionado sobre la iconografía cristológica según los cánones
estéticos que definen su propio estilo, adaptando a la representación del
momento previo a la Flagelación el prototipo por él creado y presente en las
abundantes obras realizadas para diversas poblaciones murcianas hasta ese
momento.
La figura en nada recuerda a los modelos barrocos,
tomando el momento que antecede a los latigazos en la columna como pretexto
para plasmar un desnudo sumamente estilizado acorde a los cánones estéticos de nuestro tiempo, a lo
que se suman unos rasgos faciales ya inconfundibles en la obra del imaginero,
con un gesto de ensimismamiento que se aleja de la impronta salzillesca
presente en sus modelos anteriores. José Antonio Hernández Navarro ajusta el ideal corporal de nuestros días a un Cristo atlético, alto
y delgado, que permanece estático y meditativo junto a la columna de la tortura en el inicio de la tragedia, al tiempo que sujeta la
clámide en la mano. Sus valores
plásticos quedan realzados por los efectos pictóricos de la policromía.
J.A. Hernández Navarro. Izda: Ecce Homo, 2007, Bullas (Murcia) Dcha: Cristo de la Humildad, 2004, Valladolid |
Como hicieran los grandes maestros del pasado,
Hernández Navarro define en la anatomía y especialmente en la cabeza un
prototipo inconfundible de larga melena con un mechón sobre la frente, discreta
barba de dos puntas y ojos almendrados de cristal, con un gesto ajeno a lo que
ocurre en su entorno. El modelo es repetido por el escultor en otras obras,
siendo la figura más próxima el Ecce Homo
que hiciera en 2008 para la Cofradía de Los Coloraos de Bullas (Murcia), hecho
que no debe interpretarse como producción seriada, sino como el hallazgo de un
modelo personal de gran aceptación por parte de las cofradías. El Cristo de la Humildad recibe culto a lo
largo del año en la iglesia del convento de Santa Isabel, donde la Cofradía
tiene su sede canónica.
J.A. Hernández Navarro. Izda: Cristo de la Flagelación, 2007, Zaragoza Dcha: Cristo de la Humildad, 2004, Valladolid |
El imaginero José Antonio
Hernández Navarro
En febrero de 2013 siete cofradías murcianas
celebraron los 30 años de imaginero de José Antonio Hernández Navarro con una
exposición en el antiguo convento de San Antonio de Murcia en la que se
mostraban 25 de sus obras elaboradas en las últimas décadas, especialmente
apreciadas en aquella tierra por ser consideradas herederas del genio de
Salzillo.
José Antonio Hernández Navarro nació el 4 de
diciembre de 1954 en el Rincón de Almodóvar, enclave perteneciente a la pedanía
murciana de Los Ramos, hijo de Juan Antonio Hernández e Isabel Navarro. Allí se
crió junto a sus tres hermanos iniciando sus estudios en Alquerías, pero pronto
sintió una vocación artística que no fue bien aceptada por su padre, a pesar de
lo cual, ayudado por un profesor del instituto, comenzó a asistir al taller de
la escultora Elisa Seiquer. Allí se puso en contacto con el artesano belenista
Pedro Serrano Moñino, con el que, gracias a la recomendación del párroco
Francisco Arnaldos, empezó a colaborar a los 15 años, al tiempo que asistía a
clases de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios.
En 1972, cuando tenía 18 años y con ímpetu
autodidacta, realizó su primera escultura, la Virgen de la Huerta, pasando a
trabajar en el taller belenista de los célebres hermanos Manuel y Juan Antonio
Griñán, con los que estuvo colaborando hasta 1986.
J.A. Hernández Navarro. Izda: Cristo del Ascendimiento, 1988, Murcia Dcha: Cristo del Amor, 2010, Murcia |
Un hecho trascendental cambiaría el rumbo de su vida
en 1982, cuando la Cofradía del Perdón de Murcia convocó un concurso para la
realización del paso procesional de la Coronación
de Espinas. Según manifiesta el propio escultor, la pericia alcanzada en la
elaboración de figuras para belén fue determinante para que eligieran su
proyecto tras presentar la maqueta requerida, con infinidad de pequeños
detalles propios del arte belenista, que después convirtió en un espectacular
paso de estilo salzillesco (iglesia de San Antolín de Murcia) que despertó admiración
y motivó la demanda de otras obras por distintas hermandades y cofradías,
permitiéndole abrir en el barrio de la Estación de Los Ramos de Murcia su
propio taller, en el que tuvo como colaborador a Francisco Moreno Galiana, el que
fuera su profesor de vaciado y sacado de puntos en la Escuela de Artes y
Oficios.
A partir de entonces su trayectoria ha sido
imparable, avalado por el éxito de obras comprometidas, como el Cristo Despojado realizado en 1993 para
Valladolid, habiendo realizado con fines procesionales prácticamente todos los
episodios evangélicos, especialmente pasionarios, para cofradías de distintas
poblaciones murcianas, así como de Valladolid, Cuenca y Zaragoza, lo que le facilitó
renovar el taller en 1997 y ser nombrado académico de la Real Academia de Santa
María de la Arrixaca en el año 2000.
J.A. Hernández Navarro. Izda: Cristo del Auxilio en la Caída, 1997, Cuenca Dcha: Cristo de Getsemaní, 1996, Murcia |
En tan pocos años su obra refleja una inevitable
evolución desde la imaginería de rápida ejecución, especialmente en imágenes de
vestir, hasta la eliminación total de postizos en favor de un trabajo de talla
integral, manteniendo un difícil equilibrio entre la tradición que reclaman sus
clientes y la innovación estética, siempre procurando la creación de modelos
originales y buscando nuevas soluciones desde la admiración a Berruguete, Juan
de Juni, Gregorio Fernández, Juan Martínez Montañés, Alonso Cano, Pedro de
Mena, Salzillo, etc.
Los prototipos de José Antonio Hernández Navarro,
hoy día tan valorados y admirados, hace que encontremos abundantes tallas con
rasgos similares a los dos Cristos de Valladolid. El Cristo Despojado tiene su homólogo en el Cristo del Perdón, realizado en 2006 para la hermandad del mismo
nombre de Aspe (Alicante), mientras que los rasgos del Cristo de la Humildad se repiten especialmente en el Cristo de la Flagelación de Zaragoza (1998), en el Ecce Homo de Bullas (2008) y en el Cristo del Amor de Murcia (2010), etc.
Todas estas imágenes están hermanadas por la fina gubia de este murciano
consagrado, que ha aportado lo que Javier Burrieza, en un arrebato pasional, ha
denominado "los salzillos de Valladolid".
Informe: J. M. Travieso.
Adjuntamos, por su valor informativo y documental, dos vídeos con una entrevista
realizada al escultor por el colectivo murciano Sentir Cofrade.
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