RETABLO DE
SAN FRANCISCO
Escultura: Juan de Juni
(Joigny, Borgoña 1506-Valladolid 1577)
Pintura: Anónimo, seguidor de Antonio Vázquez
Pintura: Anónimo, seguidor de Antonio Vázquez
Hacia 1555
Madera policromada
y pintura
Iglesia del
convento de Santa Isabel de Hungría, Valladolid
Escultura y
pintura renacentista española. Manierismo
EL RETABLO DE SAN FRANCISCO
En el lado del Evangelio de la iglesia del convento
de monjas franciscanas de Santa Isabel, próximo al retablo mayor, se encuentra
un retablo de pequeño tamaño cuya especial importancia radica en albergar una
de las esculturas más personales y representativas del arte de Juan de Juni, maestro al que además se atribuye la
traza del mismo.
No existe documentación que avale el encargo de este
retablo, aunque se apunta que pudiera haber sido solicitado a Juan de Juni por
don Francisco de Espinosa en torno a 1555. El doctor Francisco de Espinosa y su
esposa, doña Juana de Herrera, habían adquirido en 1550 el patronazgo de la
capilla de San Francisco para su enterramiento, así como para su hijo el doctor
Jerónimo de Espinosa, casado en 1531 con doña Isabel de Monteser, y todos sus
descendientes, habiendo profesado en el convento de Santa Isabel desde 1552 dos
de sus hijas, doña Catalina de Herrera, que sería abadesa del convento, y doña
Juana1.
En la capilla, que se abre a la nave de la iglesia en
el tramo intermedio del lado del Evangelio mediante una reja, también comunicada
con la clausura mediante una puerta y recorrida en su perímetro interior por
una bancada en cerámica de Talavera, la abadesa Catalina de Herrera estableció
en 1562 la cofradía de San Sebastián, homologada en indulgencias con la
basílica de las catacumbas de San Sebastián de Roma, con la iglesia de la
Porciúncula de Asís y con el altar de San Sebastián del Hospital de la Caridad
de Valladolid según una bula expedida en 1560 por el papa Pío IV a petición de
fray Bernardo de Fresneda que se conserva en el archivo conventual2.
Su altar aparece presidido por otra imagen de San Francisco igualmente
perteneciente a Juan de Juni, aunque según una tradición fundamentada en la
aparición de calaveras en los netos laterales del retablo que hoy tratamos, lo
que sugiere estar destinado a un ambiente funerario, éste habría sido concebido
para presidir dicha capilla. Después, por razones desconocidas, habría sido
colocado en el lugar que ocupa en la nave de la iglesia.
El retablo, que aglutina diseños de arquitectura,
escultura y pintura, está formado por banco, un cuerpo y ático, distribuido en
tres calles separadas por columnas corintias acanaladas con decoración de
grutescos en su tercio inferior, conformando un conjunto de composición muy
equilibrada en el que se funden motivos manieristas con otros de fuerte
clasicismo, de acuerdo a la tendencia mostrada por Juan de Juni en la mazonería
de sus últimas obras retablísticas.
Los espacios están ocupados por una colección de
seis pinturas alusivas a santos franciscanos que son obra de un pintor
desconocido, aunque indudablemente seguidor o discípulo de Antonio Vázquez, el
prolífico pintor de la escuela vallisoletana3. A la gubia de Juan de
Juni pertenecen la imagen del santo titular y los trabajos de los putti atlantes situados en el banco, así
como aquellos tan originales que aparecen en los tableros colocados sobre las
pinturas laterales, en actitud de cubrirse con los pliegues de un paño que se
continúa por la calle central, y la serie de cabezas de querubines del friso que
recorre el retablo a la altura de la cornisa.
El banco presenta tres pinturas que están separadas
por ángeles atlantes en el centro y rematadas con calaveras sobre estípites en
los extremos. Representan a los lados San Francisco en oración y la imposición
del hábito al santo, mientras en el centro se muestra la muerte del santo
fundador.
San Bernardino de Siena y San Pedro y San Pablo |
De mayor formato son las pinturas que flanquean la
hornacina central, una referida al predicador franciscano San Bernardino de
Siena, que aparece con el Niño Jesús en el pecho en lugar del Crismón IHS como atributo tradicional, y
la otra con las figuras de San Pedro y San Pablo como pilares de la Iglesia
portando sus atributos de las llaves y la espada respectivamente. En el ático,
bajo un frontón partido en el que figura la inscripción "En este altar se gana todo lo que en el
altar de San Sebastián de la Caridad de esta villa", y flanqueada por
dos bolas ornamentales en los extremos, aparece la célebre escena de la
estigmatización de San Francisco según el relato de San Buenaventura.
LA IMAGEN DE SAN FRANCISCO DE JUAN DE JUNI
De todo el conjunto la pieza más importante es la
extravagante imagen de San Francisco creada por Juni, especialmente llamativa
por la desproporción de escala entre la hornacina en que se aloja y el tamaño
de la figura, de tal manera que ponerse de pie sería imposible, así como por la
compleja disposición del cuerpo en torno a un eje helicoidal, con el cuerpo
arrodillado hacia la derecha y el torso girado hacia la izquierda, como si
luchara por liberarse del estrecho marco que delimitan las columnas, una
composición paradigmática de estricto manierismo que llega a resultar
inexplicable por producir una sensación de angustia espacial por la anatomía
moviéndose en el espacio al límite de sus posibilidades.
San Francisco en oración |
En un ejercicio alegórico, Juan de Juni utiliza el espacio opresor de la hornacina como metáfora sobre la opresión de la
vida mundana sobre el alma, recurriendo a pequeños detalles resueltos
con gran habilidad, como el pie flexionado entre los complicados pliegues que forma
el hábito, la mano que sujeta un libro y un crucifijo desplegada hacia el
espectador y la otra replegada contra el pecho, en gesto de aceptación de los
dolores de la Pasión al dejar visible el estigma en la mano, así como la cabeza
ladeada y con la mirada a lo alto en gesticulación suplicante. Paradójicamente,
el hábito del santo que renunció a todos los bienes terrenales, en lugar de
ajustarse a la austeridad del poverello
de Asís, aparece lujosamente policromado con motivos florales dorados de distintos tamaños,
resaltando en la figura el trabajo de encarnación a pulimento en tonos muy
lechosos.
La maestría de Juan de Juni consigue dotar de un
alto contenido emocional y dramático a una composición tan cerrada, expresado
fundamentalmente a través del movimiento de las manos y la expresión del
rostro, consiguiendo, a partir de todos los atributos tradicionales, una nueva
y extraña iconografía manierista del santo de Asís que pone de manifiesto la
capacidad creativa de Juni y su afán por innovar permanentemente en el campo de
la imaginería policromada, trabajando para ello en muchos casos, como en éste,
en el arriesgado filo de la navaja buscando una expresividad renovadora.
Muerte de San Francisco |
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 URREA, Jesús. Revisión y
novedades junianas en el V Centenario de su nacimiento. Boletín del Museo
Nacional de Escultura nº 10, Valladolid, 2006, p. 12.
2 Ibídem.
3 BRASAS EGIDO, José Carlos. El
pintor Antonio Vázquez. Institución Cultural Simancas, Excma. Diputación Provincial
de Valladolid, 1985.
Imposición del hábito a San Francisco |
Estigmas de San Francisco y figuras de querubines |
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