1 de abril de 2016

Fastiginia: El Teatro Lope de Vega, añoranza de un espacio mágico







Estampas y recuerdos de Valladolid









Teatro Lope de Vega en 1911
Corrían los años 80 cuando Valladolid contaba con este envidiable espacio escénico al que en fechas señaladas acudían compañías de prestigio internacional, aunque la mayor parte del año funcionara como sala de cine. Por entonces ya presentaba un aire decadente que formaba parte de su encanto, pues en aquel tiempo eran impensables las restauraciones integrales de estos templos del ocio y la cultura. Ningún aficionado al teatro puede olvidar la magia creada en su escenario por el actor, bailarín y coreógrafo inglés Lindsay Kemp con su espectáculo Flowers, tan fantástico y tan auténtico como el propio teatro. Visto desde la época actual, aquello fue una suerte de ensoñación en la que a Valladolid llegaban los creadores más vanguardistas porque así lo permitía el Teatro Lope de Vega.

Pero aquello se acabó porque poco a poco el recinto fue acusando los achaques de la edad, hasta entrar en un estado de coma que terminó con su cierre el 30 de abril de 2000. Desde entonces aparecieron la añoranza y los temores, puesto que en él pusieron sus ojos sucesivos negociantes que hacían presagiar la pérdida definitiva de un espacio tan privilegiado en pleno corazón de la ciudad.

Sin embargo, en nuestros días hay motivos para la esperanza, puesto que, después de superar insidiosos años de polémicas administrativas, de pasar por manos de sucesivos propietarios, ha surgido una iniciativa, alentada por el Ayuntamiento de Valladolid, para recuperarlo para las artes escénicas y otras actividades culturales, como ya ha ocurrido, con lo que ello supone para el pulso vital de la ciudad, con los teatros Calderón y Zorrilla ¡Esperemos que tales expectativas se hagan realidad!


Fachada del teatro antes y después de la restauración de 2010
El Teatro Lope de Vega hoy día es un edificio histórico protegido y como tal es conveniente recordar un poco de su historia. La iniciativa de su construcción surgió a mediados del siglo XIX, cuando Valladolid conoció un espectacular desarrollo que trastocó el carácter conventual de la ciudad para mostrar afanes cosmopolitas acordes con la época. Entre las construcciones destinadas al ocio se planteó la construcción de un teatro en la misma línea de aquellos que se levantaban en las principales ciudades españolas.

La traza fue encargada al arquitecto Jerónimo de la Gándara, que diseñó una elegante sala con forma de herradura con 370 butacas, un anfiteatro a cuatro alturas y palcos próximos a la embocadura, un espacioso escenario a la italiana de 11 metros de ancho y 10,50 de fondo y 13 camerinos, completándose con una fachada de aire neoclasicista en el discreto espacio que flanqueaban dos viviendas de la calle María de Molina. Es, por tanto, el teatro más antiguo de Valladolid.

Con la pompa acostumbrada, el teatro se inauguró el 6 de diciembre de 1861 con la puesta en escena de la comedia El premio del buen hablar como homenaje a su autor, el poeta y dramaturgo al que se adjudicó la titularidad del teatro: Lope de Vega. Tres años después, el 28 de septiembre de 1864, se inauguraba también el Teatro Calderón, obra del mismo arquitecto.

A partir de entonces se convirtió en un punto de referencia de la actividad vallisoletana de teatro y variedades, incorporándose a principios del siglo XX a las proyecciones de cine mudo. Así mantuvo su dualidad como teatro y como cine, conociendo en 1920 una remodelación de la fachada en la que, aunque se mantuvo la estructura determinada por los tres vanos de puertas y ventanas y una cornisa de remate, se eliminó el frontón superior, en cuyo centro aparecía colocado un medallón en relieve con el busto del escritor madrileño, y se sustituyó por un frontispicio, ligeramente más alto, que como la mayor parte de la fachada fue revestido de azulejos de Talavera de inspiración barroca, repitiendo la colocación del busto del ilustre dramaturgo en un medallón de cerámica pintada. También fue incorporada sobre las puertas una visera protectora de la lluvia sobre soportes metálicos fundidos. 

     Ya remozado al gusto historicista de la época, el coliseo ofrecería la novedad del cine sonoro poco después de finalizar la Guerra Civil, con el estreno el 9 de enero de 1940 de la película La Sirena del Puerto, dirigida por Erle C. Kenton en 1937. Así se mantuvo hasta 1960, año en el que sufrió una nueva remodelación que afectó especialmente al vestíbulo, perviviendo en su doble faceta de cine y teatro hasta el 30 de abril de 2000, fecha en que cerró sus puertas definitivamente.

En ese momento se dibujaba un futuro incierto por lo que supone el deterioro de los edificios sin uso y abandonados. En un intento de preservarle, en abril de 2006 el teatro fue adquirido en subasta pública por Caja Duero por siete millones de euros con la intención de rehabilitarle, pero el proyecto quedó dormido por los efectos de la aguda crisis económica. Se presentía lo peor, aunque la intervención en la fachada y las cubiertas en febrero de 2010 supuso un buen presagio.

Interior del teatro en 2006. Foto: El Día de Valladolid
Tras los recientes acontecimientos que afectaron a la banca, el teatro ha pasado a ser propiedad del Banco Ceiss, que tras la insistente petición del Ayuntamiento de Valladolid, y con la implicación de la Junta de Castilla y León, en febrero de 2016 ha iniciado un estudio de posible financiación para realizar la rehabilitación integral del edificio y devolverle a la vida activa de Valladolid. Esperemos que el proyecto en el que participan estas tres instituciones llegue a buen puerto y podamos celebrar desde aquí tan importante acontecimiento como es el volver a disponer de los tres teatros tradicionales —Calderón, Zorrilla y Lope de Vega— en plena actividad.





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