Estampas y recuerdos de Valladolid
Teatro Lope de Vega en 1911 |
Corrían los años 80 cuando Valladolid contaba con
este envidiable espacio escénico al que en fechas señaladas acudían compañías
de prestigio internacional, aunque la mayor parte del año funcionara como sala
de cine. Por entonces ya presentaba un aire decadente que formaba parte de su
encanto, pues en aquel tiempo eran impensables las restauraciones integrales de
estos templos del ocio y la cultura. Ningún aficionado al teatro puede olvidar
la magia creada en su escenario por el actor, bailarín y coreógrafo inglés
Lindsay Kemp con su espectáculo Flowers,
tan fantástico y tan auténtico como el propio teatro. Visto desde la época
actual, aquello fue una suerte de ensoñación en la que a Valladolid llegaban
los creadores más vanguardistas porque así lo permitía el Teatro Lope de Vega.
Pero aquello se acabó porque poco a poco el recinto
fue acusando los achaques de la edad, hasta entrar en un estado de coma que terminó
con su cierre el 30 de abril de 2000. Desde entonces aparecieron la añoranza y
los temores, puesto que en él pusieron sus ojos sucesivos negociantes que
hacían presagiar la pérdida definitiva de un espacio tan privilegiado en pleno
corazón de la ciudad.
Sin embargo, en nuestros días hay motivos para la
esperanza, puesto que, después de superar insidiosos años de polémicas
administrativas, de pasar por manos de sucesivos propietarios, ha surgido una
iniciativa, alentada por el Ayuntamiento de Valladolid, para recuperarlo para
las artes escénicas y otras actividades culturales, como ya ha ocurrido, con lo
que ello supone para el pulso vital de la ciudad, con los teatros Calderón y
Zorrilla ¡Esperemos que tales expectativas se hagan realidad!
Fachada del teatro antes y después de la restauración de 2010 |
El Teatro Lope de Vega hoy día es un edificio
histórico protegido y como tal es conveniente recordar un poco de su historia.
La iniciativa de su construcción surgió a mediados del siglo XIX, cuando
Valladolid conoció un espectacular desarrollo que trastocó el carácter
conventual de la ciudad para mostrar afanes cosmopolitas acordes con la época. Entre las
construcciones destinadas al ocio se planteó la construcción de un teatro en la
misma línea de aquellos que se levantaban en las principales ciudades
españolas.
La traza fue encargada al arquitecto Jerónimo de la
Gándara, que diseñó una elegante sala con forma de herradura con 370 butacas, un
anfiteatro a cuatro alturas y palcos próximos a la embocadura, un espacioso
escenario a la italiana de 11 metros de ancho y 10,50 de fondo y 13 camerinos,
completándose con una fachada de aire neoclasicista en el discreto espacio que
flanqueaban dos viviendas de la calle María de Molina. Es, por tanto, el teatro
más antiguo de Valladolid.
Con la pompa acostumbrada, el teatro se inauguró el
6 de diciembre de 1861 con la puesta en escena de la comedia El premio del buen hablar como homenaje
a su autor, el poeta y dramaturgo al que se adjudicó la titularidad del teatro: Lope de
Vega. Tres años después, el 28 de septiembre de 1864, se inauguraba también el
Teatro Calderón, obra del mismo arquitecto.
A partir de entonces se convirtió en un punto de
referencia de la actividad vallisoletana de teatro y variedades, incorporándose
a principios del siglo XX a las proyecciones de cine mudo. Así mantuvo su dualidad
como teatro y como cine, conociendo en 1920 una remodelación de la fachada en
la que, aunque se mantuvo la estructura determinada por los tres vanos de
puertas y ventanas y una cornisa de remate, se eliminó el frontón superior, en
cuyo centro aparecía colocado un medallón en relieve con el busto del escritor
madrileño, y se sustituyó por un frontispicio, ligeramente más alto, que como
la mayor parte de la fachada fue revestido de azulejos de Talavera de
inspiración barroca, repitiendo la colocación del busto del ilustre dramaturgo
en un medallón de cerámica pintada. También fue incorporada sobre las puertas
una visera protectora de la lluvia sobre soportes metálicos fundidos.
Ya remozado
al gusto historicista de la época, el coliseo ofrecería la novedad del cine
sonoro poco después de finalizar la Guerra Civil, con el estreno el 9 de enero
de 1940 de la película La Sirena del Puerto, dirigida por Erle C. Kenton en 1937. Así se mantuvo hasta 1960, año en el que sufrió una nueva remodelación que afectó especialmente al vestíbulo, perviviendo en su doble faceta de cine y teatro hasta el 30 de abril de 2000, fecha en que cerró sus puertas definitivamente.
En ese momento se dibujaba un futuro incierto por
lo que supone el deterioro de los edificios sin uso y abandonados. En un
intento de preservarle, en abril de 2006 el teatro fue adquirido en subasta
pública por Caja Duero por siete millones de euros con la intención de rehabilitarle, pero el proyecto quedó
dormido por los efectos de la aguda crisis económica. Se presentía lo peor, aunque la
intervención en la fachada y las cubiertas en febrero de 2010 supuso un buen
presagio.
Interior del teatro en 2006. Foto: El Día de Valladolid |
Tras los recientes acontecimientos que afectaron a
la banca, el teatro ha pasado a ser propiedad del Banco Ceiss, que tras la
insistente petición del Ayuntamiento de Valladolid, y con la implicación de la
Junta de Castilla y León, en febrero de 2016 ha iniciado un estudio de posible
financiación para realizar la rehabilitación integral del edificio y devolverle
a la vida activa de Valladolid. Esperemos que el proyecto en el que participan
estas tres instituciones llegue a buen puerto y podamos celebrar desde aquí tan
importante acontecimiento como es el volver a disponer de los tres teatros
tradicionales —Calderón, Zorrilla y Lope de Vega— en plena actividad.
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