Tú me
levantas, tierra de Castilla,
en la rugosa
palma de tu mano,
al cielo que
te enciende y te refresca,
al cielo, tu
amo.
Tierra
nervuda, enjuta, despejada,
madre de
corazones y de brazos,
toma el
presente en ti viejos colores
del noble
antaño.
Con la
pradera cóncava del cielo
lindan en
torno tus desnudos campos,
tiene en ti
cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti
santuario.
Es todo cima
tu extensión redonda
y en ti me
siento al cielo levantado,
aire de
cumbre es el que se respira
aquí, en tus
páramos.
¡Ara
gigante, tierra castellana,
a ese tu
aire soltaré mis cantos,
si te son
dignos bajarán al mundo
desde lo
alto!
MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936)
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