SANTO CRISTO DE
CASTILVIEJO
Santuario de
Castilviejo
Medina de
Rioseco (Valladolid)
A unos cuatro kilómetros de Medina de Rioseco, Ciudad
de los Almirantes, en un atractivo enclave arbolado se encuentra la ermita de
Nuestra Señora de Castilviejo, una construcción clasicista levantada a mediados
del siglo XVI por Juan de Hermosa, arquitecto que participó en otras iglesias
de la ciudad y que colocó sobre el arco de su sobria fachada el escudo de Luis
Enríquez, VI Almirante de Castilla y II duque de Medina de Rioseco. En su
interior, la capilla mayor presenta un suntuoso retablo barroco, trazado en
1712 por Joaquín Benito Churriguera, que fue elaborado por el ensamblador
Carlos Carnicero y dorado y policromado por Tomás de Sierra y Manuel de la
Puerta, contando con notables esculturas del vallisoletano Antonio Gautúa. El
retablo lleva incorporado un camarín en cuyo transparente se muestra la discreta
imagen de la Virgen de Castilviejo,
copia del original románico de 60 cm de altura y realizado en madera de peral
que, según la tradición, fue encontrado por un labrador entre las ruinas de un
viejo castillo. La primitiva escultura mariana desapareció a finales del siglo
XX.
(Foto Iglesia en Valladolid) |
Junto a la capilla mayor, en la parte izquierda o
lado del evangelio, se encuentra un retablo colateral que fue realizado en el
primer cuarto del siglo XVIII para albergar un crucifijo del siglo XVI de autor
anónimo: el Cristo de Castilviejo, talla
que fue propiedad de la Cofradía de Nuestra Señora de la Consolación. Este
aparece dentro de un nicho trilobulado en cuyo fondo fue pintado un sencillo
paisaje con las figuras de los dos ladrones, estando flanqueado por dos ángeles
realizados por Antonio Gautúa en 1715 para el altar mayor. Corona el ático la
pintura de la Virgen del Pópulo.
El Cristo de
Castilviejo comparte con la Virgen la extraordinaria devoción popular que
se les profesa en Medina de Rioseco, puesta de manifiesto anualmente cuando el
8 de septiembre se celebra una concurrida romería en honor de la Virgen, fiesta
que se repite el domingo siguiente a esa fecha con la procesión del Cristo de
Castilviejo.
La especial devoción a este crucifijo viene
determinada por haber sido protagonista, en junio de 1602, de una sudoración
inexplicable que fue interpretada como un hecho milagroso, fenómeno del que
dieron fe numerosos testigos.
Ese año Medina de Rioseco y toda la comarca sufría
una prolongada sequía que amenazaba con la imposibilidad de recolectar las cosechas
en el inminente verano. Como en otras apuradas ocasiones, se organizaron las
correspondientes rogativas para evitar la catástrofe. Con este fin, fue
trasladada la imagen de la Virgen de
Castilviejo a la iglesia de Santa María de Mediavilla para celebrar la novena,
así como la imagen del Cristo de
Castilviejo, que junto a ella sería sacada en la procesión que recorrería
las calles riosecanas en la madrugada del sábado 8 de junio.
(Foto Iglesia en Valladolid) |
Cuando el crucifijo salía de la iglesia a las 6 de
la mañana, Luisa de Castroverde, esposa de un sastre riosecano, percibió que
del Cristo emanaban gotas de agua, hecho que comunicó a unos hermanos del
Trabajo. Estos lo transmitieron al sacristán mayor, que reaccionó con enfado e
incredulidad. Sin embargo, cuando la procesión regresaba a la iglesia en el
mediodía, el rumor se había extendido por la población, siendo numerosas las
personas que acudieron a la puerta de la iglesia para comprobarlo.
Ante el tumulto, tras la entrada del alcalde Juan
Cuadrado, del regidor Luis Vázquez, del escribano municipal Gaspar de Gauna, de
sacerdotes, religiosos y otras personas avisadas, la iglesia fue cerrada y la
imagen colocada en la capilla de los Benavente, aislada por una reja, donde los
presentes pudieron comprobar a la luz de las velas la sudoración del Cristo en
todo su cuerpo, especialmente en las manos, nariz, boca y barba, discurriendo
hasta las piernas, como pudo comprobar el dominico fray Matas Ortiz. Intentando
aliviar a la imagen de las gotas de agua, el licenciado Arcayos y el predicador
de San Francisco intentaron secar la imagen con unos corporales, pero el agua brotaba
de nuevo. Convencidos todos del portento milagroso, sin fraude ni manipulación
posible, se decidió proclamarlo con el repique de las campanas de la iglesia.
(Foto Iglesia en Valladolid) |
El fenómeno fue comunicado al obispado de Palencia,
diócesis a la que pertenecía por entonces Medina de Rioseco, que ordenó una
investigación, dirigida por el arcediano del Alcor, para comprobar su
autenticidad. En ella declararon varios testigos que pusieron de manifiesto
haber experimentado una sugestión colectiva, relatando los más dispares
testimonios personales. También se encargó al escultor Mateo Enríquez que
hiciera unas catas en la talla para detectar posibles fraudes, dictaminando que
la talla era maciza y de madera de peral, ratificando las pruebas ante un juez
eclesiástico, ante un letrado del Regimiento de la villa y ante el corregidor,
dando fe de los hechos cuatro escribanos por separado.
Mientras el fiscal eclesiástico era reacio a la
consideración de milagro, siguiendo las prevenciones de la Iglesia, el letrado
del Regimiento sentenció el 21 de agosto que “El dicho caso debe tenerse por milagro que Nuestro Señor Jesucristo fue
servido de hacer y obrar en su sancta imagen y figura para bien de los fieles
cristianos…”.
Otro de los mandatos de la sentencia fue la creación
de un relicario que preservase los corporales con que se limpió el sudor de la
imagen, elemento que fue ofrecido a la veneración de los fieles riosecanos en
el altar de San Juan de la iglesia de Santa María y que en la actualidad se
conserva en la iglesia-museo de San Francisco.
Igualmente, se instituyó la Fiesta del Sudario, que
todos los años rememoraba el prodigio con una misa solemne en la ermita de
Castilviejo, repicando en la víspera las campanas de todas las iglesias
riosecanas y con fiestas y fuegos artificiales en la Ciudad de los Almirantes.
Esta fiesta, que no ha pervivido en el tiempo, fue transformada en la concurrida romería
anual por la pradera de la ermita.
Por su interés documental, a continuación se muestra
el acta firmado por el escribano Gaspar de Gauna el 10 de junio de 1602:
Medina de
Rioseco, 10 de junio de 1602. Yo gaspar de gauna secrivano publico y del numero
y ayuntamiento desta noble y leal villa de medina de rioseco aprovado por su
magestad doi fee y berdadero testimonio a los que la presente vieren en como el
savado proximo pasado que se contaron ocho de junio deste año de mil y
seisçientos y dos a ora de las diez del dia antes mas que menos se enpeço a
dibulgar por esta villa y entre los vecinos della quel cristo cruçificado de la
confradia de los hermanos desta villa ques de nuestra señora de la consolaçion
estaba sudando el qual se avia traido juntamente con nuestra señora de
castilviejo a la dicha villa a causa de los tenporales y asi como lo oi fui
adonde estaba el dicho cristo crucificado con juan cuadrado alcalde ordinario
desta villa y luis vazquez regidor della y llegando a la dicha yglesia la alle
zerrada y muy gran cantidad de gente a la puerta della y preguntandoles que
acian alli y por que causa estaba çerrada la puerta de la iglesia dixeron que
iban a ver el milagro del sudor del cristo crucificado y llamando el dicho
alcalde abrieron la puerta y entre con los susodichos dentro de la dicha
yglesia en la qual alle mucha xente y llegando junto al dicho cristo
crucificado me puse encima de un banco questava distante del rostro del cristo
y el mio cosa de una tercia de bara y mirandole con mucha atencion con una bela
ençendida vi una gota de sudor o agua muy grande pendiente del pico de la nariz
y en el bozo del lavio vi estarle sudando todo y un gota de agua o sudor en la
barva y vi y oi deszir a religiosos y sacerdotes questaban presentes mirando lo susodicho que no avia parte en el cristo que no sudase y entre ellos vi que fray matas ortiz de la orden de santo domingo con un dedo de la mano derecha llego a una pantorrilla del dicho cristo crucificado y le saco moxado cerificandose el fraile deste misterio y ansimismo vi al licenciado arcayos clerigo y beneficiado desta villa questando ençima de un banco con una bela encendida en la mano y unos corporales en la otra mostrando y diçiendo que por partes de la cabeza del cristo nariz y barba sudaba señalando y mostrando a otros religiosos y personas questavan presentes las gotas de sudor o agua del dicho cristo en las partes dichas le dixe limpiase aquella gota de sudor o agua que tenia en la nariz con unos coporales que tenia en la mano y haçiendolo vi tomo los dichos corporales el predicador de san francisco y los llego a sus oxos y le oy descir le avia moxado el dicho sudor o agua los oxos suyos y asimismo le dixe llegase los dichos corporales a mis oxos por la parte que avia linpiado la dicha gota de agua o sudor en los dichos corporales que seria del tamaño de medio quarto poco mas o menos y ansimismo tocando con dichos corporales por la dicha parte en los oxos de muchas personas que alli estaban presentes y en este
Procesión del Cristo de Castilviejo (Foto Iglesia en Valladolid) |
Informe: J. M. Travieso.
Antigua postal de la Ermita de Castilviejo Fundación Joaquín Díaz, Urueña (Valladolid) |
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