5 de abril de 2021

Excellentiam: CRISTO DE LA BUENA MUERTE, una atribución justificada en Nava del Rey


 









SEÑOR DE LA BUENA MUERTE
Alejandro Carnicero (Íscar, Valladolid, 1693 - Madrid, 1756)
Hacia 1736
Madera policromada
Iglesia de los Santos Juanes, Nava del Rey (Valladolid)
Cofradía del Señor de la Buena Muerte de Nava del Rey
Escultura tardobarroca castellana

 






     Durante la primera mitad del siglo XVIII ejercieron su oficio con prestigio dos magistrales escultores nacidos en la provincia de Valladolid. El más conocido es Luis Salvador Carmona (1708-1767), natural de Nava del Rey, que junto con el murciano Francisco Salzillo (1707-1783) alcanzaría la cumbre de la escultura policromada dieciochesca. El otro, más desconocido no sólo por el gran público, sino también por la investigación histórico-artística, es el iscariense Alejandro Carnicero y Miguel (1693-1756), que comparte con Salvador Carmona la evolución desde una formación en la tradición barroca castellana, con influencias del arte andaluz e italiano, hacia una sensibilidad más refinada e impregnada del sentimiento rococó difundido desde la Corte, procurando la belleza formal, la gracilidad de las actitudes, las composiciones equilibradas y el abandono de los excesos dramáticos del siglo anterior.

Ahora vamos a referirnos a la magnífica escultura de un Cristo crucificado que bajo la advocación de Señor de la Buena Muerte se conserva en la iglesia de los Santos Juanes de Nava del Rey, del cual, aunque no existe documentación que lo avale, pienso que es acertada su atribución a Alejandro Carnicero, siguiendo un criterio basado tanto en razones estilísticas como circunstanciales que más adelante serán expuestas.

EL POLIFACÉTICO ALEJANDRO CARNICERO

     Alejandro Carnicero nació en Íscar (Valladolid) el 17 de junio de 1693 y allí fue bautizado nueve días más tarde. Nada se sabe del entorno familiar, aunque es posible que su padre se dedicara a la actividad artística, pues con ese apellido se citan diferentes artistas que trabajaban para iglesias de la provincia de Valladolid. Hacia 1707, apenas superados los 14 años, llega a Salamanca, donde ingresa como aprendiz en el taller de José de Larra Domínguez1, cuñado de José Benito, Joaquín y Alberto Churriguera, familia a la que estaría vinculado durante gran parte de su vida, al igual que su establecimiento laboral en la ciudad del Tormes.

Ceán Bermúdez apunta, en su Diccionario de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España (publicado en Madrid en 1800), que entre los años 1712 y 1716 colaboró con su maestro José de Larra realizando unos relieves del retablo mayor de la Catedral de Zamora. Esta colaboración se repetiría entre 1714 y 1719 en la realización de unos medallones pétreos para las enjutas de los arcos y las paredes altas de la capilla mayor y el crucero de la Catedral Nueva de Salamanca, donde José de Larra dirigió un equipo formado por Francisco Antonio Martínez de la Fuente, Francisco Esteban, Alonso Rodríguez y Alejandro Carnicero, que dieron forma a diez medallones pétreos colocados en el exterior y cuarenta y ocho en el interior, de los cuales los que representan a San Jerónimo, San Gregorio, San Agustín y San Ambrosio correspondieron a Carnicero. Desde 1719 a 1726 son pocas las noticias del artista, que comienza a trabajar independizado de su maestro, con el que, no obstante, mantiene sus colaboraciones.

     Se cree que en 1719 se desplazó a Valladolid, donde posiblemente realizó su aprendizaje en dibujo, pintura y grabado, pues ese año firmaba un grabado de la Virgen de los Siete Cuchillos2 que se venera en la iglesia de las Angustias de Valladolid y cuya plancha se encuentra en el Museo Nacional de Escultura.

A partir de 1723 reaparece en Salamanca, donde realiza los grabados de San Pedro de Alcántara y San Andrés Avelino, en cuya firma se identifica como escultor. En 1724 vuelve a colaborar con José de Larra en el equipo dedicado a realizar el coro de la Catedral Nueva de Salamanca, obra dirigida por Alberto Churriguera, para el que realiza los tableros de San Lucas y San Marcos, los del mayor calidad del conjunto. Su primera obra escultórica es una Virgen del Rosario que elabora en 1726 para la desaparecida parroquia salmantina de San Román.

Entre 1724 y 1727 Alejandro Carnicero realiza en Salamanca los pasos procesionales de la Flagelación o Los Azotes (del que se conserva un dibujo preparatorio en la Biblioteca Nacional de Madrid) y La Caña, a petición de Manuel Francisco Pérez de Parada, mayordomo de la Cofradía de la Vera Cruz, en los que manifiesta su dependencia de los modelos creados por Gregorio Fernández en Valladolid, influencia que se repite en otras de sus obras. El 20 de abril de 1727 recibe el hábito de Terciario Carmelita, siendo nombrado el 7 de diciembre maestro de novicios. Ese año realizaba un San Miguel Arcángel para la parroquia de Santa María de Alaejos (Valladolid).

     En abril de 1728 recibe de esa orden la petición de un grupo escultórico que representa a La Virgen del Carmen entregando el escapulario a San Simón Stock para ser colocado en la desaparecida capilla del Convento de Carmelitas, grupo conservado parcialmente recientemente restaurado— en la iglesia salmantina del Carmen de Abajo. En 1730, a la muerte del importante tallista Pedro de Gamboa, en el inventario de sus bienes se cita a Alejandro Carnicero como deudor por una imagen de vestir para la iglesia de San Román.

Entre 1730 y 1735 Alejandro Carnicero acomete una de sus obras más originales: 21 medallones para el denominado Pabellón Real y 20 para el Pabellón de los Conquistadores de la Plaza Mayor de Salamanca, comenzada a construir por Alberto Churriguera. Colocados en las enjutas de los arcos de los soportales, representan a Reyes y Conquistadores de la historia de España, todos con su cartela acreditativa.

       En 1731 recibía el encargo de una imagen de San Miguel Arcángel para el retablo de la parroquia de Tarazona de Guareña (Salamanca), trasladándose hacia 1735 a Valladolid, donde el 21 de febrero de ese año recibe de Manuel Mayo la petición de una imagen de Santiago a caballo3. Al padecer una crisis repentina, en el verano de 1733 ingresa en el Hospital de Dementes de Valladolid, permaneciendo en esta ciudad, tras su recuperación, hasta finales de 1738.

Según Ceán Bermúdez, en 1736 realizaba la formidable escultura de San Miguel Arcángel para el Hospital de San Miguel de Nava del Rey (Valladolid), actualmente depositada en la iglesia de los Santos Juanes de esa población, contratando ese mismo año un San Martín partiendo su capa con un pobre para la parroquia de Cogeces de Íscar, como imagen titular de la cofradía allí existente. Asimismo, Martín González atribuye a Alejandro Carnicero la Piedad que corona el Retablo de la Buena Muerte de la iglesia de San Miguel de Valladolid (antigua Casa Profesa de la Compañía de Jesús), que habría sido realizada entre 1737 y 1738 y cuyo modelo repetiría diez años más tarde en el retablo mayor de la Catedral de la Asunción de Coria (Cáceres). Obra de Carnicero es igualmente el San Juan Nepomuceno que se conserva en la vallisoletana iglesia de San Miguel, que procede de la desaparecida iglesia de San Julián4, lo mismo que la Virgen de la Compasión, actualmente en el Santuario Nacional de la Gran Promesa de Valladolid.

Paso procesional del Señor de la Buena Muerte
Iglesia de los Santos Juanes, Nava del Rey (Valladolid)

       En 1738 recibía como aprendiz a Manuel, hijo del carpintero Manuel Rivas, y hacia 1743 regresaba a Salamanca, desde donde trabajó para catedrales y monasterios foráneos, como en la Santa Eulalia destinada a la catedral de Oviedo en 1743; en los cuarenta y seis tableros de la sillería alta del Monasterio de Guadalupe (Cáceres) tallados en 1744; según Ceán Bermúdez, en el grupo de Santa Cecilia, las virtudes de la Mesura y la Armonía, tres figuras femeninas sin identificar y dos ángeles sentados, grupo realizado entre 1745 y 1750 para la caja del órgano de la Catedral de León5; en el medallón del rey Fernando VI —que ese año comenzó su reinado— solicitado para la Plaza Mayor de Salamanca; en el santoral realizado en 1748 para el retablo mayor de la Catedral de Coria, compuesto por la Asunción, la Piedad, San José, San Francisco, San Pedro de Alcántara y Santa Teresa; en ese momento también entrega una Santa Tecla que preside el retablo de la capilla de la misma advocación en la Catedral de Burgos. Otras esculturas fueron destinadas a Moraleja del Vino (Zamora) y Alaejos (Valladolid).

Durante la década de los cuarenta aparece por un tiempo documentado en Murcia, aunque en 1745 estaba de nuevo en Salamanca, donde en noviembre de ese año su tercera mujer, Manuela Mancio (antes había estado casado con Feliciana y Manuela de Leguina), tuvo a su hija Francisca Cecilia, que debió morir prematuramente. Con Manuela Mancio, natural de Valladolid, tuvo en enero de 1748 a Antonio Nicanor, su cuarto hijo. Por esos años fue fundador y hermano mayor de una cofradía de pintores y escultores que tenía su sede en la iglesia salmantina de San Adrián.

Alejandro Carnicero. Grabado de la Virgen
de los Cuchillos, 1719
Plancha Museo Nacional de Escultura, Valladolid

    En julio de 1749 Alejandro Carnicero se trasladó a Madrid para atender, junto a los artistas más acreditados del país, diversos encargos destinados al nuevo Palacio Real. En agosto de 1750 su esposa Manuela Mancio moría durante el parto de su hijo Anacleto, que tampoco sobrevivió. Para la fachada del Palacio Real realizó en piedra las esculturas de los reyes visigodos Sisebuto y Wamba y otra de Sancho el Mayor de Navarra, así como unos relieves6 de mármol de carácter histórico que representan el Consejo de Castilla y el Consejo de Órdenes Militares, que debían decorar las sobrepuertas de las galerías del piso principal del Palacio, aunque nunca se colocaron (actualmente se hallan recogidos en el Museo del Prado).

Alejandro Carnicero moría en Madrid el 6 de octubre de 1756, a los 63 años de edad. Su partida de defunción y su testamento fueron publicados por el Marqués de Saltillo. Por su prolífica y variada obra se convirtió en el representante más destacado de la escuela escultórica salmantina de la primera mitad del siglo XVIII. De sus cuatro hijos, Gregorio e Isidro también fueron escultores, Antonio llegó a ser pintor de cámara y José se dedicó al grabado, siguiendo la senda de su padre.

 

EL SEÑOR DE LA BUENA MUERTE   


La rotunda imagen del Señor de la Buena Muerte, que se conserva en la iglesia de los Santos Juanes de Nava del Rey, procede del patrimonio del antiguo Hospital de San Miguel, en cuya iglesia recibía culto en una capilla de la nave del Evangelio con forma de arco-hornacina y decorada con pinturas murales fingiendo cortinajes.

Alejandro Carnicero. Paso de la Flagelación, 1724-1727
Capilla de la Cofradía de la Vera Cruz, Salamanca

     Esta institución caritativa, ya citada en 1561, recibió la donación de cuantiosos bienes en 1709 por parte del franciscano terciario y devoto navarrés Antonio Alonso Bermejo —el Hermano Antonio—, lo que permitió reformar el antiguo edificio y renovar las salas de enfermos. El mismo benefactor solicitaba en 1725 al cabildo eclesiástico de los Santos Juanes la autorización para construir un nuevo templo, que sería concluido en 1737. Tanto la arquitectura barroca, como la profusión de obras artísticas, conferían a la iglesia una suntuosidad poco común en una institución caritativa.

Para la dotación del Hospital de San Miguel fueron requeridos notables artífices del momento, siendo buen ejemplo de ello el fastuoso retablo mayor, que elaborado entre 1736 y 1737 presentaba una hornacina central, flanqueada por estípites y columnas salomónicas, en cuyo interior albergaba la espectacular imagen de San Miguel Arcángel venciendo a Luzbel, una de las esculturas más sobresalientes de Alejandro Carnicero, que la realizó en Valladolid en 1736. Asimismo, las diferentes capillas acogieron importantes obras de Luis Salvador Carmona, como el grupo escultórico de San Joaquín con la Virgen Niña y un San José con el Niño. Todas estas imágenes citadas, actualmente se conservan en el iglesia de los Santos Juanes, pues tras un incendio en 1865 y el posterior estado de ruina de la iglesia, el patrimonio del hospital fue diseminado y paulatinamente víctima de un implacable expolio. Entre las obras trasladadas a la iglesia parroquial, también se incluyó el Señor de la Buena Muerte.

Alejandro Carnicero. Cristo de la Flagelación, 1724-1727
Capilla de la Vera Cruz, Salamanca

     Estas circunstancias permiten plantear la posibilidad de que la escultura de este Cristo crucificado, dada su alta calidad técnica y formal, también saliera de las gubias de Alejandro Carnicero, al igual que el impresionante San Miguel Arcángel que realizó como imagen titular de la institución, lo que coloca al escultor como suministrador de imágenes para la iglesia del centro hospitalario.

Pero aún son más contundentes las analogías estilísticas de este crucifijo con otras obras del escultor. Sirva como referencia la imagen de Cristo del paso de la Flagelación de la Cofradía de la Vera Cruz de Salamanca, documentada obra de Alejandro Carnicero que fue realizada pocos años antes. En ambos casos la iconografía es hereditaria de los modelos de Gregorio Fernández, repitiendo en uno y en otro los mismos estilemas, como el tratamiento de los cabellos, con abultados mechones rizados que remontan la oreja y dos pequeños rizos sobre la frente, la barba afilada y terminada en dos puntas, el bigote separado por el surco nasolabial o la boca entreabierta permitiendo contemplar los dientes y la lengua.

Alejandro Carnicero. Medallones de Pedro I el Cruel y
Colón, 1730-1735. Plaza Mayor de Salamanca

     Otro tanto se aprecia en la descripción del tórax, con el vientre hundido y las costillas marcadas, pero sobre todo en la articulación del paño de pureza, que en ambos casos se ajusta con un voluminoso anudamiento lateral —habitual en los crucificados fernandinos— y caídas del paño agitadas, con profusión de pliegues con curvaturas muy suaves y redondeadas, alejadas del duro aspecto metálico de los modelos de Gregorio Fernández. En ambos casos aparece una depurada anatomía que pretende la belleza formal, con una composición cadenciosa y equilibrada y una policromía muy moderada y sin efectos tremendistas.

Por todo ello el Señor de la Buena Muerte se puede adscribir a Alejandro Carnicero, que en esta escultura demuestra que desde el más puro barroco, incluyendo la influencia que los maestros de la escuela de Toro ejercieron sobre la escuela salmantina, el escultor evoluciona hacia los aires academicistas difundidos desde la corte madrileña.

Alejandro Carnicero. San Miguel Arcángel, 1736
Iglesia de los Santos Juanes, Nava del Rey (Valladolid) - Foto J.M.T.

     Este crucificado viene siendo acompañado desde antiguo de una imagen vestidera de la Dolorosa de comienzos del siglo XVIII, constituyendo ambas imágenes el paso titular de la Cofradía del Señor de la Buena Muerte, que fundada en 1987, con sede en la iglesia de los Santos Juanes e integrada exclusivamente por mujeres, desfila en Semana Santa por las calles de Nava del Rey cada Viernes Santo. Durante la Semana Santa de 2012, en que la cofradía celebraba sus bodas de plata, se celebró una procesión nocturna en la que la Hermandad de Veteranos Legionarios de Valladolid portó a hombros el Cristo de la Buena Muerte por las calles navarresas, siendo tanta la asistencia de personas y la espectacularidad de la procesión, que se ha incorporado en la programación oficial como Sábado de la Buena Muerte.     

Alejandro Carnicero. Piedad, 1737-1738
Retablo de la Buena Muerte, iglesia de San Miguel, Valladolid
Foto J.M.T.

  

Informe: J. M. Travieso.

Fotografías del Señor de la Buena Muerte del autor.

 


Notas

1 LÓPEZ-BORREGO, Rafael Manuel: Aportaciones a la vida y obra de Alejandro Carnicero, escultor del siglo XVIII, Boletín del Seminario de Arte y Arqueología (BSAA) nº 63, Universidad de Valladolid, 1997, p. 428.

2 La plancha de cobre del grabado de la Virgen de los Cuchillos, el primero de los conocidos de Alejandro Carnicero, se encuentra en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, al que fue donada por la Asociación de Amigos del Museo después de ser adquirida al anticuario barcelonés Palau Antiguitats en septiembre de 2017.

Alejandro Carnicero. Virgen de la Compasión, h. 1738
Santuario Nacional de la Gran Promesa, Valladolid - Foto J.M.T.

3 BRASAS EGIDO, José Carlos: Noticias documentales de artistas vallisoletanos en los siglos XVII y XVIII. Boletín del Seminario de Arte y Arqueología (BSAA) nº 50, Universidad de Valladolid, 1984, p. 471.

 4 ALBARRÁN MARTÍN, Virginia: El escultor Alejandro Carnicero en Valladolid. Boletín del Museo Nacional de Escultura, nº 11, 2007, pp. 30-41.

5 RIVERA BLANCO, Javier: Alejandro Carnicero y el órgano de la Catedral de León.  Boletín del Seminario de Arte y Arqueología (BSAA) nº 44, Universidad de Valladolid, 1978, pp. 485-490.

6 LORENTE JUNQUERA, Manuel: Los relieves marmóreos del Palacio Real de Madrid. Archivo Español de Arte, 1954, pp. 58-71.

 


Alejandro Carnicero 
Izda: San Juan Nepomuceno, h. 1738, iglesia San Miguel, Valladolid
Dcha: Santa Tecla, h. 1748, Capilla Sta. Tecla, Catedral de Burgos









Alejandro Carnicero. Rey Wamba, h. 1750
Plaza de Oriente, Madrid











Alejandro Carnicero. Relieves del Consejo de Órdenes Militares y del Consejo de Castilla, h. 1750
Museo del Prado, Madrid (Fotos Museo del Prado)







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