SACRO MONTE DE VARALLO
Varios autores
1486-1850
Arquitectura, escultura en
terracota y madera y pintura al fresco
Sacro Monte de Varallo, Varallo
Sesia (Vercelli, Italia)
Arquitectura, escultura y pintura manierista
y barroca
LOS SACRO MONTES
PREALPINOS
La Unesco describe los Sacro Montes
del Piamonte y Lombardía del siguiente modo: “Los nueve Sacro Montes de
Italia septentrional son grupos de capillas y de otros elementos arquitectónicos
realizados entre finales del siglo XV y finales del siglo XVII, consagrados a
varios aspectos de la fe cristiana. Además de su significado religioso
simbólico, tienen también una gran belleza gracias a la hábil integración de
los elementos arquitectónicos en paisajes naturales rodeados de colinas, bosques
y lagos. Además, contienen obras de arte muy importantes en forma de frescos y
esculturas”.
En 2003, el Comité del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco incluyó
estos lugares en su lista por distintos motivos, entre ellos la realización de
una obra de arquitectura y de arte sagrado inmersa en un paisaje natural, con
objetivos didácticos y religiosos, que alcanzó su máxima expresión en los Sacro
Montes de la Italia septentrional y que tuvo una profunda influencia en el
desarrollo posterior del fenómeno en el resto de Europa. Los Sacro Montes
italianos representan una lograda integración de las bellas artes en paisajes
de gran belleza, con obras realizadas por motivos religiosos en un período
crítico de la historia de la Iglesia católica.
|
Sacro Monte de Varallo |
Los Sacro Montes reconocidos por la Unesco están ubicados principalmente
en el arco alpino, cerca de los lagos o en el límite de los valles surcados por
los ríos afluentes del Po y recorridos por viejas e importantes vías de
comunicación. La ubicación panorámica y emergente de estos complejos religiosos
sobre collados o montes, con un itinerario dividido en diferentes capillas, se
ha convertido en una importante referencia territorial, tanto para Lombardía
como para el Piamonte.
Probablemente una de sus finalidades, considerando la posición
estratégica de estos montes sacralizados, que bordean al norte el territorio de
la llanura padana, era proteger simbólicamente aquella zona de las influencias
reformistas del norte a través de representaciones que exponían el dogma
católico de una forma muy asequible. Los
precedentes de las representaciones que aquí aparecen hacen remontarnos a la
figura de San Francisco de Asís, que en 1223 realizó la representación del
primer pesebre en su convento de Greccio (Umbría). También está relacionada la
fundación de los Sacro Montes con la defensa de las ideas contrarreformistas, así
como con los recuerdos jerosolimitanos, con la custodia de Tierra Santa y el
ritual de los Vía Crucis.
En casi todos los Sacro Montes, de los nueve conservados, fueron padres
franciscanos a quienes se atribuye la iniciativa de la construcción de cada
complejo religioso. Fueron sus creadores Bernardino Caimi en Varallo, Tommaso
de Florencia en Montaione y Michelangelo de Montiglio en Belmonte. El padre
franciscano y arquitecto Cleto de Castelletto Ticino trabajaba en Orta y los predicadores
Giovan Battista Aguggiari en Varese, Fedele de San Germano en Oropa y
Gioacchino de Cassano y Andrea de Rho en Domodossola. Recordemos también que
entre 1731 y 1751 otro franciscano, Leonardo de Porto Maurizio, fue quien
erigió nada más y nada menos que 572 Vía Crucis en toda Italia, y que se debe a
los padres Costantino Cerri y Giuseppe Latini su restauración en el siglo XIX y
el renacimiento del Sacro Monte de Crea. Los Menores observantes o Capuchinos y
los seguidores de San Francisco de Asís han sido siempre los más sensibles y
promotores de estas transposiciones teatrales que fusionan escultura y pintura.
De la lectura de los acontecimientos históricos y de la génesis que
acompañó la formación de los Sacro Montes, vemos que en la mayor parte de los
casos su construcción está vinculada a un santuario preexistente —con memoria
de un antiguo culto pagano— o con un lugar consolidado de devoción sobre todo mariana,
dotado por consiguiente, de una fuerte connotación territorial socio-religiosa
y a veces reconvertidos en poblaciones ya famosas por su historia y tradición.
Esto supone —en base a la relación recíproca que se instaura— una nueva
creación, un complemento a lo ya existente o una sustitución de lo anterior.
Las consagraciones y los temas narrados en cada complejo sufren la influencia
de las devociones preexistentes en el lugar y del particular momento
religioso-cultural de la época de su fundación.
|
Entrada. Capilla 1: Adán y Eva, el Pecado Original Monumentos a Bernardino Caimi y Gaudenzio Ferrari |
En Varallo prevalece la vida de Cristo, en Orta la vida de San Francisco
de Asís, en Oropa la vida de la Virgen María, mientras que en Varese y en
Ossuccio es la oración mariana del Rosario la que se visualiza en los quince Misterios.
Con la intención de recorrer con Cristo las etapas de su Pasión, según el
modelo de la Vía Dolorosa recorrida por Jesús en Jerusalén, se transforma el
Sacro Monte de Crea y se construyen los Sacro Montes del Calvario de
Domodossola y de Belmonte. En Ghiffa la devoción de la Santísima Trinidad
resultará más difícil y abstracta de exponer, por lo que en su realización se
recurrirá a un tema más habitual e inmediato como es el Vía Crucis.
DE JERUSALÉN A LOS
SACROMONTES
El itinerario histórico comienza en Tierra Santa, en los orígenes del cristianismo,
en los lugares que fueron testigos del Nacimiento, Vida, Pasión, Muerte y
Resurrección de Cristo. Por devoción y penitencia, a partir del siglo IV, estos
lugares se convirtieron en meta de peregrinación.
|
Capilla 1: Adán y Eva, el Pecado Original |
En la Edad Media, la peregrinación era un aspecto importante de la
religión y para la vida de todo cristiano representaba una experiencia
particularmente intensa. En aquella época, las grandes metas de los peregrinos
eran tres: Santiago de Compostela, Roma y Jerusalén. Tras la debilitación de la
influencia occidental en Oriente y con la preponderancia de la potencia turca,
la peregrinación hacia la Tierra Santa perdió las connotaciones de fenómeno de
masas para convertirse en una aventura muy costosa, en la que incluso se corría
el riesgo de no regresar. Al mismo tiempo, empezaban a faltar las bases para
poder realizar una peregrinación: inestabilidad política, desarrollo de la
agricultura y mejora de las condiciones generales de vida que contribuyeron también
a hacer que disminuyera este deseo. Tanto fue así, que para dar la posibilidad a
quienes no se podían enfrentar a los inconvenientes de un viaje tan costoso y lleno
de aventuras, y para mantener siempre vivo el sentido de la peregrinatio,
se introdujeron en Italia ciertas prácticas sustitutivas para adquirir, sin poner en
peligro la propia vida, una indulgencia como la que se habría conseguido en
Tierra Santa.
|
Capilla 2: La Anunciación |
Durante todo el siglo XV, la peregrinación hacia un lugar particular
como un santuario relacionado con alguna práctica de religiosa de piedad,
representó un modo para sustituir la visita a Jerusalén. El vínculo ideal se
podía acentuar aún más si estos lugares elegidos, además de conservar alguna
reliquia importante, poseían también, en la veneración, en las formas
arquitectónicas y en las artes figurativas, alguna alusión a los Lugares
Santos, para así evocar al peregrino la Santa Jerusalén Celeste.
Algunos frailes de la Orden de Menores de San Francisco, presentes en
Tierra Santa entre finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI, a su regreso
quisieron reconstruir con fidelidad topomimética los Santos Lugares de
Palestina. Para paliar las dificultades de la peregrinación a Tierra Santa,
surgió la Nueva Jerusalén de Varallo Sesia en Piamonte, ideada por el padre
Bernardino Caimi y la Nueva Jerusalén de Montaione en Toscana, promovida por el
padre Tommaso de Florencia. La intención era reconstruir fielmente algunos lugares
de Palestina para sustituir a los reales, dadas las dificultades para la visita
directa.
|
Capilla 3: La Visitación y detalle de Zacarías |
Estas dos realizaciones dieron vida a una peregrinación ideal a Tierra
Santa, no arriesgada ni costosa y por lo tanto repetible. Estos ejemplos
contemporáneos entre sí, por su explícita referencia a la Tierra Santa, se
pueden denominar jerosolimitanos y representan dos momentos emblemáticos. La
Nueva Jerusalén de Varallo Sesia, por su ubicación geográfica prealpina, sufriría
varias transformaciones, reflejo de los cambios de las diferentes épocas, de las
condiciones histórico-religiosas y políticas y del modo de entender la devoción
y el uso de las artes al servicio de la religión cristiana. En cambio, la Nueva
Jerusalén de San Vivaldo, situada en el centro de Italia, llegará casi
inalterada hasta nosotros como testimonio del espíritu fundador original.
|
Capilla 4: El sueño de José |
En el período que siguió al Concilio de Trento, con el aliento de la
Contrarreforma y de San Carlos Borromeo (1538-1584), así como de los obispos de
las diócesis que dependían de él, tomaron forma en el territorio de los Alpes y
la zona prealpina noroccidental una serie de recorridos de devoción denominados
genéricamente como Sacro Montes. Abandonadas las intenciones originarias
de fiel correspondencia topográfica propia de la Nueva Jerusalén, esto se reemplazó
por un aspecto cronológico-narrativo. Sobre la base de estos renovados
objetivos, se modifica el primitivo asentamiento de Varallo Sesia y se fundan a
finales del siglo XVI los Sacro Montes de Crea y de Orta. A principios del XVII
toma forma el de Varese y en las décadas siguientes los de Oropa, Ossuccio, Domodossola,
Ghiffa y Belmonte.
|
Capilla 5: Llegada de los Reyes Magos |
EL GRAN TEATRO MONTANO
Visitar un Sacro Monte puede convertirse, aún hoy, en un momento lleno
de emociones, de sorpresas y de misterio. Sin lugar a dudas, esto ya ocurría en
los siglos XVI y XVII, cuando una gran parte de la población era analfabeta o
de modesta cultura, más fácil de sugestionar ante la visión de las escenas
sagradas presentes en las capillas con una actitud dramática, propia del teatro,
para cautivar y emocionar al visitante.
Entrar en la sombra de los edificios sagrados, asomarse a través de las
celosías, descubrir las expresiones tan humanas de las esculturas con la luz de
los rayos de sol que se filtran por las pequeñas cúpulas, es siempre una
experiencia que asombra y cautiva. Las escenas representadas con evidente
teatralidad y dramatismo, narran vivos momentos a los que los escultores dieron
una forma tan sumamente real, fotográfica diríamos hoy, con figuras que parecen
dotadas de vida. Las numerosas esculturas de ángeles y santos, de hombres y mujeres,
de niños y animales, evocan situaciones vivas, reforzadas por la ambientación
pictórica y decorativa de los interiores, así como por el juego de luces y
sombras, todo ello escrupulosamente estudiado por los artistas.
|
Capilla 6: La Natividad |
Colocar centenares de figuras dentro de pequeños edificios, situados en
las terrazas escarpadas de un monte aislado, era una empresa compleja y el
resultado era la suma de numerosos y convergentes esfuerzos de diferentes
artistas y artesanos: capataces, escultores y modeladores, pintores y carpinteros,
cristaleros y herreros, a los que se añadían involuntarios colaboradores, como
los mismos familiares obligados a seguir a los artistas errantes a sus lugares
de trabajo. Los artífices de los Sacro Montes, en su conjunto, fueron muchos y
cada uno, con su propio papel y su propio taller de colaboradores y alumnos
actuaba como en una compañía teatral: firmaba contratos, creaba proyectos y
escenografías que, una vez aprobadas, se representaban en las capillas y a
veces se repetían en otro lugar si surgía un nuevo encargo.
El aspecto de teatralidad de las escenas se destacaba también porque, en
el primer período de formación de los Sacro Montes, las capillas estaban abiertas
al público y el recorrido de visita permitía acercarse a los personajes. El visitante
podía leer en los personajes realizados en terracota policromada la expresión
de una sonrisa o de un gesto, el detalle de las indumentarias y la trama de los
tejidos, el dibujo de los botones o el fluir de los cabellos auténticos. La
veracidad de los detalles narrativos contribuía a dar fuerza a la veracidad del
mensaje religioso.
|
Capilla 7: La Adoración de los Pastores |
Ese período duró poco, los recorridos cambiaron y pasaron a convertirse
en escenas a contemplar, dejando el peregrino de ser actor para convertirse en
espectador, ya que en un principio se colocaron rejas de madera y de hierro
forjado después, en los pasos de tránsito para proteger las obras y para
secundar las intenciones didáctico-religiosas impuestas por las prescripciones tridentinas.
Las escenas se organizaron de modo que se pudieran ver bien desde ciertos
puntos de vista prefijados y, por consiguiente, realizadas como esculturas de
aspecto real, pero acabadas sólo por el lado que quedaba a la vista, con
frescos y decoraciones en las paredes que servían de fondo para ambientar los
iconos visuales deseados por el director de la escena.
Así se afirmó y se desarrolló en centenares de capillas, pobladas de
esculturas y distribuidas por los montes de Piamonte y de Lombardía, el gran
teatro montano que todavía hoy, después de cinco siglos, sigue siendo meta de
fieles apasionados, de amantes del arte y de espectadores curiosos que no
quedan defraudados por su espectacularidad.
|
Capilla 8: La Presentación en el Templo |
LOS TALLERES
Entre finales del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII es cuando
se produce la construcción de los Sacro Montes, con las numerosas capillas y
las escenas plástico-pictóricas que contienen, hecho que contribuyó a formar
artesanos especializados y talleres de artistas que, según las ocasiones, se
desplazaban incluso de una localidad a otra. El hecho coincide cronológicamente
con el auge de las procesiones de Semana Santa en España, donde movidos por el
mismo espíritu contrarreformista del Barroco, los escultores componían escenas
pobladas de personajes que definían los distintos “pasos” de la Pasión,
adquiriendo su auténtico sentido cuando al desfilar por la calle acentuaban su
carácter teatral a través del movimiento. Asimismo, el modo de trabajar los talleres
difería muy poco en ambos territorios.
En aquella época, el taller de un maestro era, para un joven artista, un
ambiente que tenía que frecuentar obligatoriamente para poderse afirmar en el
campo de la pintura, escultura o arquitectura, mientras que para los clientes
estos talleres eran una referencia obligatoria si querían encargar la
realización, en breve tiempo, de obras complejas, ya que, entre obras de
construcción, techos, frescos y estatuas, había que emplear numerosos artesanos
y éstos tenían que estar bien coordinados entre sí para reducir el tiempo de
ejecución, ya de por sí muy largo como trabajo multidisciplinar. Esta actividad
en los Sacro Montes llegó a ocupar entre quinientas y seiscientas familias de
pintores y escultores, entre ellos muchos como capataces que se ocupaban
también de la construcción de las capillas y que dedicaron su obra a realizar
estos grandes teatros montanos.
|
Capilla 10: Exterior e interior de la Huída a Egipto |
El pintor, escultor y arquitecto Gaudenzio Ferrari, desde los primeros
trabajos en el Sacro Monte de Varallo había formado una escuela propia donde
tuvieron la posibilidad de crecer otros importantes artistas, entre ellos los pintores
Fermo Stella da Caravaggio, Giulio Cesare Luini y Bernardino Lanino. El maestro
realizaba las partes más expresivas, las manos, los rostros, además de los
frescos de los fondos más visibles y dejaba a sus alumnos que completaran la
obra para pasar prontamente a otra escena en un lugar diferente.
|
Izda: Capilla 10, detalle de San José de la Huída a Egipto Dcha: Capilla 11, la Matanza de los Inocentes |
Otros artistas destacados que integraron los talleres de arte en los
siglos XVI y XVII fueron los escultores flamencos Tabacchetti, Jean y Nicolas de
Wespin, el primero de los cuales trabajó primero en Varallo y después en Crea
con su hermano, así como el escultor valsesiano Giovanni d'Enrico y su hermano
el pintor Tanzio de Varallo, que trabajaron, solos o en grupo, en Varallo,
Orta, Crea y Oropa. En el siglo XVII, la saga iniciada por el escultor suizo Francesco
Silva, que trabajó en Varese y Ossucio, fue continuada por su hijo Agostino, mientras
que los hermanos amberinos della Rovere, Giovanni Battista y Giovanni Mauro,
pintores conocidos como los Flamenquinos, lo hicieron en Crea y en Orta, donde
trabajaron también los lombardos Carlo Francesco y Giuseppe Nuvolone, que en
Varese siempre lo hicieron juntos.
|
Capilla 12: El Bautismo de Cristo |
Otro importante autor fue el pintor conocido como Il Morazzone, así como
sus alumnos los Recchi, Giovanni Battista y Giovanni Paolo, que trabajaron
juntos en Varese y en Ossuccio. Del mismo modo, los escultores milaneses
Bussola, Dionigi y Ottavio trabajaron en su propio taller, el primero en
Varallo y después juntos en Orta, en Varese y en Domodossola.
Al tratarse de un trabajo multidisciplinar, la lista de artistas sería
interminable, llegando tal vez a la centena los que trabajaron desde los
tiempos de la fundación de los Sacro Montes hasta los primeros años del siglo
XVIII. Cada uno de ellos fue portador, de un lugar a otro, de ideas y de
técnicas a veces innovadoras, también de modelos y tipologías que contribuyeron
a hacer de los Sacro Montes un complejo y maravilloso sistema orgánico de
expresión artística.
EL CONJUNTO
PIONERO: EL SACRO MONTE DE VARALLO
|
Capilla 13: Las tentaciones de Cristo en el desierto |
La Nueva Jerusalén o Sacro Monte de Varallo es un santuario italiano
ubicado en Varallo Sesia, provincia de Vercelli, en el Piamonte. Es uno de los
nueve Sacro Montes del Piamonte y Lombardía declarados como Patrimonio Mundial
de la Unesco desde 2003. Se accede al recorrido desde una escalinata situada
detrás de la iglesia de Varallo o a través de un funicular, pues está
construido sobre una terraza natural situada a 600 metros de altitud desde la
que se divisa el centro histórico de Varallo.
Es el Sacro Monte más antiguo de todos los existentes en territorio italiano
y en el extranjero, remontándose su fundación al año 1486 y al fraile Bernardino
Caimi, de la Orden de los Menores Observantes de San Francisco, que a su
regreso de Jerusalén, donde había sido custodio de los Santos Lugares de Tierra
Santa, decidió reproducir una Nueva Jerusalén en el espolón rocoso que domina
el pueblo de Varallo. Eminente político y religioso, el padre Caimi, por
entonces embajador en la corte española, quiso reproducir los “Santos
Lugares para que viese Jerusalén quien no pudiese ir en peregrinación”,
recibiendo su iniciativa la ayuda de las familias más ricas de la zona. En ello
estuvo trabajando hasta su muerte en 1499, aunque la gran envergadura de su
proyecto le impidió verlo terminado.
|
Capilla 14: Encuentro de Jesús con la Samaritana |
El padre Caimi había concebido un conjunto monumental de capillas aisladas
cuyo interior cobijara grupos escultóricos de tamaño natural, con escenas
ambientadas con pinturas murales al fresco, que reprodujeran los pasajes más
importantes de la vida de Cristo, desde Belén y Nazaret hasta su Pasión y Muerte
en Jerusalén. Para ello se sirvió de los artistas más destacados de la zona,
como el prestigioso pintor, escultor y arquitecto Gaudenzio Ferrari di
Valduggia, iniciador de los trabajos y creador de un taller en el que se
formaron artistas que trabajaron en las diferentes escenas. Este artista fue el
creador del arquetipo de la puesta en escena de las capillas, pobladas de dinámicas
esculturas tridimensionales, de indumentaria colorida, expresiones naturales y
con barbas y cabellos como postizos reales, figuras que encontraban su
complemento en las pinturas murales que cubren paredes y bóvedas para hacer una
narración completa de la Historia Sagrada.
A la muerte del padre Caimi tomaron la dirección de las obras los padres
Candido Ranzo y Francesco da Marignano, que continuaron trabajando con
Gaudenzio Ferrari hasta 1529. Importantes pintores de esa primera etapa fueron su
alumno Fermo Stella da Caravaggio (1490-1562), Giulio Cesare Luini (1512-1565),
colega de Gaudenzio Ferrari, y Bernardino Lanino (1512-1578).
|
Capilla 15: Curación del paralítico de Carfarnaúm |
Durante la Reforma Católica, bajo la dirección de Carlo Buscapè, obispo
de Novara, el Sacro Monte de Varallo recibió un nuevo impulso para ilustrar un
catecismo en el que aparecieran representados todos los hechos de la Vida,
Pasión y Muerte de Cristo. El área se organizó en dos zonas bien delimitadas de
acuerdo a la planta general trazada por el arquitecto Galeazzo Alessi. Una con
capillas diseminadas por la orografía más baja del jardín, con el terreno en
pendiente y rodeado de una densa vegetación, que están dedicadas a la infancia
y vida pública de Jesús.
Otra ocupando la cima plana del monte con las características de una
pequeña ciudad —precedida de la Puerta Aúrea— con su estructura urbanística y
complejas arquitecturas que sugieren palacios porticados en torno a dos plazas,
la de los Tribunales (plaza civil) y la del Templo (plaza religiosa), que vienen
a emular la ciudad de Jerusalén con los pasajes de la Pasión que tuvieron lugar
dentro y cerca de sus murallas, desde la Entrada triunfal al Santo Sepulcro. El
proceso se culminó en dos etapas, una entre 1570 y 1590, en que se levantaron las
capillas del jardín, con sus frescos y esculturas, y otra entre 1593 y 1640,
cuando se urbanizó la plataforma superior en forma de plazas que conducen al
santuario, con caminos empedrados y jardines a la italiana y capillas en las
que se representa el ciclo de la Pasión al completo, con algunas escenas
impactantes por su composición.
|
Capilla 17: La Transfiguración en el Monte Tabor. Exterior. al fondo, e interior |
Entre los escultores de esta segunda etapa son destacables los trabajos
de Jean de Wespin, apodado Tabacchetti (1568-1615), Giovanni d’Enrico
(1559-1644) y su ayudante Giacomo Ferro, y Dionigi Bussola (1615-1687). Las
capillas incluyen importantes composiciones pictóricas, sobresaliendo las realizadas
por Il Morazzone (1573-1626), Antonio d’Enrico, conocido como Tanzio da Varallo
(1575-1633), Cristoforo Martinolio, Il Rocca (1599-1662), seguidor de Il Morazzone,
Melchiorre Gherardini, Il Ceranino (1607-1668) y Pier Francesco Gianoli
(1624-1692). En esta segunda etapa destacan las elegantes arquitecturas, que adquieren
la forma de palacios enriquecidos con pórticos, debidas a Galeazzo Alessi
(1565-1569), Domenico Alfano (1590-1603), Giovanni d’Enrico (1559-1644) y
Bartolomeo Ravelli (1602-1640).
|
Capilla 18: La Resurrección de Lázaro |
Terminado el proceso constructivo y decorativo, el Sacro Monte de
Varallo ofrece en su recorrido 45 capillas aisladas, que cobijan más de 800
esculturas en madera y terracota policromada, junto a importantes ciclos de
frescos, y la basílica de la Asunción como final del recorrido, donde recibe
culto la Dormición de la Virgen y el apoteósico conjunto de la Asunción sobre
el altar mayor. En 1980 el conjunto del Sacro Monte fue declarado como Reserva
Natural Especial y en 2003, como ya se ha dicho, fue incluido por la Unesco
como Patrimonio de la Humanidad, después de permanecer durante muchos años como
un patrimonio desconocido y, en cierto modo, abandonado a su suerte.
Informe: J. M.
Travieso.
Fotografías:
Web del Sacro Monte de Varallo.
|
Capilla 19: Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén |
|
Capilla 20: La Última Cena |
|
Izda. Capilla 21: La Oración del Huerto. Dcha. Capilla 22: Cristo despierta a los discípulos dormidos |
|
Capilla 23: El Prendimiento. Detalle de las pinturas |
|
Capilla 24: Jesús ante el tribunal de Anás. Exterior y detalle |
|
Capilla 25: Jesús ante el tribunal de Caifás |
|
Capilla 27: Jesús conducido ante Pilatos por primera vez. Exterior e interior |
|
Capilla 27: Jesús conducido ante Pilatos por primera vez Detalle de las pinturas de Tanzio da Varallo |
|
Capilla 28: Jesús en la corte de Herodes |
|
Capilla 29: Jesús ante Pilatos por segunda vez |
|
Izda. Capilla 30: La Flagelación. / Dcha. Capilla 31: La Coronación de espinas |
|
Capilla 33: Ecce Homo, detalle |
|
Capilla 33: Ecce Homo. Grupo y detalle. Pinturas de Il Morazzone |
|
Capilla 34: Pilatos se lava las manos |
|
Capilla 35: Jesús condenado a muerte |
|
Capilla 36: Camino del Calvario. Detalle del encuentro con la Verónica |
|
Izda. Capilla 37: Cristo clavado en la cruz / Dcha. Capilla 38: La Crucifixión |
|
Capilla 38: Detalles de la Crucifixión, soldados jugando a los dados y la Virgen acompañada |
|
Capilla 39: El Descendimiento y detalle |
|
Izda. Capilla 40: La Piedad / Dcha. Capilla 41: Jesús depositado en el sudario |
|
Capilla 45: Basílica de la Asunción y detalle del interior |
|
Gaudenzio Ferrari. Ciclo de pinturas de la Vida de Cristo Iglesia de Santa Maria delle Grazie, Varallo |
* * * * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario