16 de enero de 2023

Visita virtual: SACRO MONTE DE VARESE, estética y naturaleza impregnada de devoción mariana





SACRO MONTE DE VARESE

Arquitectura: Giuseppe Bernascone, il Mancino (Varese, ca 1560-ca 1625)

Escultura: Francesco Silva (Morbio Inferiore, Suiza, 1560-1643) y otros

Pintura: Varios pintores

1604-1698

Arquitectura, escultura en terracota policromada y pintura al fresco

Sacro Monte de Varese, Varese (Lombardía, Italia)

Arquitectura, escultura y pintura tardomanierista y barroca

 

 




Panorámica del Sacro Monte de Varese

     En un artículo anterior nos referíamos al Sacro Monte de Varallo, el primero de los construidos en la región prealpina italiana y concebido como una Nueva Jerusalén. En este caso tratamos del Sacro Monte de Varese, levantado en las proximidades de esta ciudad lombarda y relativamente próximo al de Varallo, que sirve de referencia para establecer la diferente tipología que adoptó cada uno de ellos, en este caso dedicado a los misterios del Rosario a partir de una secular devoción mariana preexistente en el enclave, pero manteniendo el recorrido por una serie de capillas levantadas en plena naturaleza —en este caso en el parque natural denominado Campo dei Fiori— en cuyo interior se ofrece a los peregrinos un notable conjunto de esculturas en terracota de tamaño natural y ciclos de pinturas al fresco que ambientan cada escena. Estos dos sacro-montes citados integran el grupo de nueve que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2003. 


PINCELADAS HISTÓRICAS SOBRE EL SACRO MONTE DE VARESE

Conjunto del santuario de Santa María del Monte

     El origen del Sacro Monte de Varese se pierde en la nebulosa del tiempo, pues según una leyenda en época romana sobre el elevado enclave se construyó una fortaleza. Otra leyenda proclama que fue San Ambrosio, obispo de Milán, quien en el año 389 levantó una iglesia en la cima del monte como agradecimiento a la victoria sobre los arrianos. Lo que está constatado es que durante los siglos IX y X, en época carolingio-ottoniana, se construyó una primitiva iglesia sobre la que en el siglo XI se erigió a un nivel superior un templo románico que bajo la advocación de Santa María del Monte era dependiente de la basílica de San Vittore de Milán. De nave única, estaba dotado de un nártex para acoger a los devotos, ya que por entonces ya era importante la afluencia al monte Orona de peregrinos llegados desde Milán y el cantón de Tesino, siendo utilizado el presbiterio preexistente como cripta, que decorada con importantes frescos románicos es el único elemento de aquella época conservado y visitable en la actualidad después de ser restaurado. En torno a la estratégica fortificación y al santuario, dependiente del obispado de Milán, fue surgiendo un caserío para alojar a eclesiásticos y trabajadores, así como un albergue de peregrinos. 

En 1045 Guido da Velate, recién nombrado arzobispo de Milán, convierte el enclave en cuartel general del ejército milanés para frenar a los enemigos del clero ambrosiano. Sin embargo, con la llegada al poder de la Casa de los Visconti, la fortaleza fue perdiendo su valor hasta ser desmantelada, manteniéndose la actividad del santuario, cuya popularidad continuó creciendo hasta las décadas finales del siglo XV.

     Entre 1472 y 1476 el conjunto fue radicalmente remodelado por voluntad de Galeazzo Maria Sforza, duque de Milán, según el proyecto del arquitecto Bartolomeo da Cremona, Il Gadio, que contó con la colaboración del arquitecto florentino Benedetto Ferrini. Por entonces se amplió el templo románico de una a tres naves, se construyeron tres ábsides en la cabecera y se aplicó un rico repertorio decorativo hasta convertirle en el santuario mariano más importante del ducado de Milán. Asimismo, en este periodo se incorporó al conjunto el monasterio de la Romita Ambrosiana, orden fundada por las beatas Caterina de Pallanza y Giuliana Puracelli, que en 1474 obtuvieron una bula del papa Sixto IV que concedía la autorización para su fundación, siguiendo la regla de San Agustín y las constituciones de la antigua Orden de San Ambroggio ad Nemus. Estas fundadoras del monasterio de monjas de clausura habían llegado a un eremitorio adyacente al santuario para llevar una vida de oración, contemplación, penitencia y asistencia a los peregrinos del santuario, siendo su ejemplo seguido por otras jóvenes mujeres. Las dos fueron proclamadas beatas en 1769, tras ser veneradas como santas por el pueblo desde su muerte.

En 1518, en plena efervescencia renacentista, un pórtico pétreo recubrió la antigua fachada románica y en 1598 se levantó la torre campanario según trazas de Giuseppe Bernascone. No obstante, el aspecto actual del Santuario de Santa María del Monte responde a las modificaciones realizadas en el siglo XVII, cuando la iglesia se transformó, según los gustos del barroco, alargándose la nave central, modificándose las cubiertas, incorporando una cúpula central y aplicando sobre los muros una abigarrada decoración. Los frescos de la cúpula son obra de Francesco Bianchi y Giuseppe Baroffio, mientras que la suntuosa decoración al fresco de bóvedas y naves se debe a Giovan Mauro della Rovere, Giovanni Paolo Ghianda, Salvatore Bianchi y los hermanos Giovan Francesco y Giovan Battista Lampugnani, cuyas escenas aparecen acompañadas de notables estucos barrocos. También en este momento fue remodelado el altar mayor, donde recibe veneración una primitiva imagen de la Virgen y el Niño, del siglo XIV, con las características de una Virgen Negra.

El monasterio fue suprimido en 1798 por decreto de la República Cisalpina, siendo buena parte de su bienes confiscados, dispersos o destruidos. Las monjas fueron albergadas en residencias laicas locales hasta 1822, año en que pudieron renovar la vida monástica con el compromiso de abrir una escuela y un internado para niñas, actividad que ejercieron hasta 1969, cuando se permitió a la comunidad de Romitas recuperar su función contemplativa y su dedicación a la oración, meditación y al estudio de la liturgia, el canto y los textos ambrosianos. 

Arco del Rosario/Misterios Gozosos. Entrada a la Vía Sacra
LA VÍA DE LAS CAPILLAS CON LOS MISTERIOS DEL ROSARIO 

Respecto al recorrido devocional del Sacro Monte de Varese, hemos de remontarnos a los albores del siglo XVII, cuando se producía un hecho trascendental.  Una de las monjas eremitas del monasterio, la hermana María Tecla Cid, fue quien concibió la idea de trazar un recorrido que comunicara el santuario con la llanura de Varese, es decir, desde la vecina ciudad hasta el monte de Santa María, a través de un recorrido que ofreciera consuelo a los peregrinos a través de la meditación sobre los Misterios del Rosario antes de llegar al santuario, meta final de la peregrinación. La idea encontró un apoyo entusiasta en el padre capuchino Giovanni Battista Aguggiari, que consiguió involucrar en la empresa a algunas nobles familias milanesas y realizar una colecta entre la comunidad de fieles de muchos lugares del amplio territorio circundante para llevar a cabo el proyecto.

Es conveniente recordar que el rezo del Rosario fue codificado en su forma actual por el papa Pío V en 1569, extendiéndose desde entonces como forma de rezo colectivo incluso en los ritos procesionales. Por otra parte, como tema iconográfico había alcanzado una notable popularidad en occidente a partir de la triunfal Batalla de Lepanto de 1571. Ello explica la buena aceptación que tuvo el que en las numerosas procesiones que ascendían desde Varese al santuario de Santa María del Monte, pudiese establecerse un ascenso escalonado, con paradas para orar y meditar ante los misterios representados plásticamente y con aspecto real en cada una de las capillas.  

Izda: Arco de San Carlos / Inicio de los Misterios Dolorosos
Dcha: Arco de San Ambrosio / Inicio de los Misterios Gloriosos

     Para realizar el proyecto de las capillas y su contenido, así como el recorrido escenográfico a lo largo de las laderas del monte, en 1604 fue convocado el arquitecto Giuseppe Bernascone, conocido como Il Mancino, que ejerció como director artístico en la realización de todo el complejo devocional, al que infundió una refinada fisionomía tardomanierista que constituyó la empresa más importante de su carrera profesional. Il Mancino, convertido en el director del complejo religioso, tuvo como colaboradores a los arquitectos Nuvolone y Legnanino, junto a un grupo de albañiles, carpinteros y estuquistas reclutados en las poblaciones de Varese, Como y Lugano.   

Dionigi Bussola. Detalle de la Crucifixión

     Gracias a las generosas donaciones, trece de las capillas ya estaban terminadas en 1623, cuando tan sólo habían transcurrido veinte años. Il Mancino coordinó las obras y dirigió a sus ayudantes hasta el año 1610, momento en que se interesó por el proyecto Federico Borromeo, cardenal y arzobispo de Milán que, tras una visita pastoral realizada en 1612, escribió los Decreti, una obra en la que establecía de modo detallado las disciplinas, el modo de realizar el plano de un Sacro Monte y todo un programa iconográfico a incorporar inspirado en los postulados artísticos postridentinos. Para Federico Borromeo los sacro montes piamonteses y lombardos deberían configurar una barrera defensiva del ideal de la fe católica frente a la Reforma protestante difundida por el norte de Europa, como testimonio de una fe antigua y popular que reflejara los ideales contrarreformistas de la Iglesia Católica en ese momento. El mismo cardenal supervisaba al tiempo la realización de los Sacro Montes de Orta (dedicado a San Francisco de Asís) y Arona (dedicado a San Carlos Borrromeo).

Después de una obligada interrupción a consecuencia de la peste que asoló el territorio desde 1630 a 1632, prosiguieron las obras, sobre todo la decoración de las capillas, hasta su total culminación en 1698, momento en que el Sacro Monte de Varese adquirió su forma actual, con esculturas en terracota policromada rodeadas de frescos cuya finalidad es ampliar de manera ilusionista las escenas que representan los diferentes Misterios. Asimismo, se incluyeron en el recorrido tres arcos triunfales que anteceden a los grupos de Misterios, el Arco del Rosario dando paso a las cinco capillas en que se representan los Misterios Gozosos, el Arco de San Carlos antecediendo a los cinco Misterios Dolorosos y el Arco de San Ambrosio como acceso a los cinco Misterios Gloriosos, incluyendo en el recorrido, cuya senda supera los 2 kilómetros, diversas fuentes y algunas grutas devocionales conmemorativas.

El estilo arquitectónico de las capillas, trazado por Il Mancino, así como de los arcos triunfales y las fuentes es muy variado, inspirándose en todos los casos en los modos estilísticos del manierismo italiano. Por su parte, las 300 esculturas que pueblan las capillas y los frescos que las adornan constituyen un complejo y elevado testimonio del arte sacro barroco que con carácter contrarreformista se realizó durante el siglo XVII en la zona milanesa. 

HITOS DEL RECORRIDO 

El recorrido se estableció siguiendo una precisa teoría arquitectónica y espacial, con un conjunto de rampas serpenteantes que libran un desnivel de 245 metros. Durante el itinerario, el peregrino inicia un recorrido a pie en medio de una sugerente naturaleza que está jalonada de fuentes para el refresco, de puntos panorámicos sobre el lago Varese y de elegantes capillas que incitan a una contemplación sosegada, todas ellas sorprendentes por su contenido artístico. 


Arco del Rosario (1607-1623)

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Carlo Antonio Buono
Restaurado en 1993

A través de este primer arco triunfal se accede a la Vía Sacra. Representa la cabecera de los Misterios Gozosos. Fue construido por Il Mancino en 1607 y está rematado con la imagen pétrea de la Virgen con el Niño —María, Puerta del Cielo— que entrega el Rosario a los peregrinos, obra atribuida a Carlo Antonio Buono. A los lados se encuentran las esculturas barrocas de Santo Domingo y San Francisco. Pasado el arco, en la izquierda se encuentra la monumental Fuente de la Samaritana. 

Primera capilla: La Anunciación
MISTERIOS GOZOSOS 


Primera Capilla: La Anunciación (1605-1610)
Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Cristoforo Prestinari
Restaurada en 1993

La colocación de la primera piedra, el 25 de marzo de 1605, inauguró oficialmente al grandioso proyecto de la Vía Sacra. La capilla presenta un elegante exterior clasicista que fue proyectado por Giuseppe Bernascone. Elevada sobre el nivel del terreno, tiene planta rectangular, con la fachada rematada por un frontón triangular clásico y tres de sus lados rodeados por un elegante pórtico con arcos sobre columnas jónicas. Sobre la arquería discurre un friso recorrido por grandes letras que expresan el saludo dirigido a la Virgen por el arcángel San Gabriel.

Primera capilla: La Anunciación. Esculturas de Cristoforo Prestinari

     El interior, que se puede observar a través de seis ventanas, reproduce una escena doméstica en una estancia de una casa patricia del siglo VII, con los muros pintados simulando ladrillos, un reclinatorio, una cama de madera y otros enseres y dos esculturas en terracota policromada que representan al arcángel San Gabriel y la Virgen, obras firmadas y fechadas por el escultor Cristoforo Prestinari en 1610, que fueron donadas por la comunidad de Orta. En la parte superior está la paloma del Espíritu Santo realizada en madera y rodeada de nubes y rayos dorados. Siguiendo las directrices de Federico Borromeo, la estancia rinde homenaje a la Santa Casa de Loreto. 


Segunda capilla: La Visitación
Segunda Capilla: La Visitación (1605-1624)

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Francesco Silva / Pintura: Giovan Paolo Ghianda
Restaurada en 1987

Construida en 1605 según un diseño de Giuseppe Bernascone, tiene planta rectangular y una fachada con cuatro gruesas columnas jónicas y un frontón triangular, sin pronaos, paralela a la Vía Sacra. Las esquinas están resaltadas por elegantes pilastras emparejadas sobre las que se colocan alargadas pirámides de piedra, con otra más pequeña sobre la linterna octogonal que proporciona luz a la capilla. Sobre el muro derecho se encuentra un reloj de sol que marca las horas al peregrino.  

Segunda capilla: La Visitación. Esculturas de Francesco Silva

     En el espacioso interior está representada la visita de María a su prima Isabel, madre del Bautista, que se puede observar a través de tres ventanas. La escena se compone de 12 esculturas en terracota realizadas por el tesino Francesco Silva, autor de la mayoría de las esculturas de las catorce capillas. Destaca la figura del venerable anciano Zacarías, que da la bienvenida a María, incluyéndose en la escena otros personajes ajenos a la historia, como un violinista ciego, un hombre con un cántaro sirviendo agua a un pobre, una mujer que ofrece su hospitalidad a otra y un niño conduciendo un burro, con un saco al hombro y vestido a la moda del siglo XVII, acompañado de un perro.

Es la primera capilla que aparece decoradas con grandes frescos, en este caso simulando una estancia cuya arquitectura se abre a un luminoso paisaje y con hornacinas fingidas ocupadas por personajes. Son obra de Giovan Paolo Ghianda, pintor nacido en Como, que los realizó en 1624. 


Tercera capilla: La Natividad y Adoración de los pastores
Tercera Capilla: La Natividad (1605-1623-1658)

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Marino Retti / Pintura: Carlo Francesco Nuvolone
Restaurada en 1983

Iniciada en 1605, presenta una arquitectura impresionante de planta elíptica, coronada por una linterna y precedida de un gran pronaos clasicista cuya función no sólo era como espacio de meditación de la escena representada, sino que también tenía la función práctica de proteger a los peregrinos del sol y de la lluvia. En la fachada del pronaos se encuentran dos hornacinas con las estatuas de San Juan Bautista y Zacarías, atribuidas a Martino Retti.

Tercera capilla: La Natividad. Esculturas de Marino Retti

     En su interior alberga el clásico Pesebre, compuesto con 14 figuras de terracota que igualmente son obra de Marino Retti y que se colocan entre lo más notable del arte barroco lombardo. El Niño aparece desnudo en un pesebre colocado bajo un rústico cobertizo mientras es contemplado por la Virgen arrodillada y San José sentado junto a ella y apoyado en un bastón. En torno al pesebre se sitúa un nutrido grupo de pastores, uno portando un cordero, otro con su perro, etc. En la parte derecha se colocan músicos con gaitas y flautas cuya música se une al Gloria que tocan y cantan en la parte superior de la choza un grupo de ángeles.

Los frescos son obra de Carlo Francesco Nuvolone y están relacionados con el tema central. De izquierda a derecha se representan la Adoración de los Reyes, que aparece fechada en 1658, el Anuncio a los pastores, la Matanza de los Inocentes, el Aviso del ángel a José y la Preparación para la Huida a Egipto. Los enmarcamientos fingidos fueron realizados por el pintor vareseño Francesco Villa.

En el exterior figuraba un mural al fresco de Nuvolone con la Huida a Egipto que sufrió un gran deterioro, siendo sustituido durante la restauración de 1983 por otro de Renato Guttuso que representa el mismo tema. 


Cuarta capilla: La Presentación  en el Templo
Cuarta Capilla: La Presentación en el Templo (1610-1617-1662)

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Francesco Silva / Pintura: Giovanni Ghisolfi
Restaurada en 1987

En la arquitectura de esta capilla Giuseppe Barnascone alcanza uno de sus mayores logros, tanto por la modulación arquitectónica del edificio como por la estudiada relación con el espacio circundante. Es un pequeño templo de planta central cuyo armonioso volumen es resaltado por la vegetación circundante al estar edificado en una pronunciada curva que enfila la subida hacia la Quinta Capilla, recortándose su silueta ante un paisaje de aspecto aéreo en el arranque de la ladera que conduce al valle de Olona. Domina el templo una cúpula con linterna y en la parte inferior el pórtico que rodea el edificio queda interrumpido por otros cuatro con forma de arco triunfal y coronados por estilizadas pirámides. Una inscripción en el arquitrabe y un gran escudo de armas recuerdan a la familia Omodei, que llevó a cabo la financiación de la capilla.

Cuarte capilla: La Presentación en el Templo. Esculturas de Francesco Silva

     El magnífico conjunto escultórico del interior es obra de Francesco Silva, que lo dejó firmado y fechado en 1617. La composición, formada por 20 esculturas, aparece concebida para ser vista desde tres puntos de vista diferentes, apareciendo desde la ventana central como una composición simétrica en cuyo eje se sitúa el sumo sacerdote Simeón, que recibe al Niño de manos de la Virgen, cuya figura se compensa con la de una mujer que entrega la ofrenda de dos palomas según el rito judío. Desde la ventana izquierda se observa una divertida digresión: un ladrón roba unas monedas mientras trata de acallar al perro que lo descubrió. Estas pinceladas anecdóticas basadas en la vida cotidiana trataban de acercar al espectador al hecho sagrado con naturalidad.

En los frescos, realizados en 1662 por el milanés Giovanni Ghisolfi, se representan personajes asomados a balcones que observan lo que ocurre en el centro, dando continuidad a las esculturas de Francesco Silva. 


Quinta capilla: Disputa de Jesús con los doctores en el Templo
Quinta Capilla: La Disputa de Jesús con los doctores en el Templo (1607-1654).

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Francesco Silva / Pintura: Nuvolone
Restaurada en 1992

Esta capilla, construida entre 1607 y 1623 y financiada por la ciudad de Varese, culmina los Misterios Gozosos. La arquitectura manierista se muestra imponente, realzada escenográficamente por su colocación sobre un tramo elevado respecto a la capilla anterior. Tiene planta rectangular, con las esquinas achaflanadas y una gran cúpula con tambor. De los tres pronaos destaca el central por su grandiosidad, con columnas jónicas que enmarcan el arco central y pilastras en los arcos laterales. Por detrás se eleva otra fachada alta rematada con un tímpano partido con escudos e inscripciones.

Quinta capilla: Disputa de Jesús con los doctores. Esculturas de Francesco Silva

     En el interior veinte esculturas modeladas en terracota por Francesco Silva representan una escena cargada de teatralidad en la que aparece la disputa de Jesús con los doctores en el Templo de Jerusalén. Un Jesús adolescente aparece entronizado en el centro realizando gestos elocuentes. En torno suyo los doctores, sentados en bancos con apoyabrazos multiformes, reaccionan con una gran variedad de actitudes y expresiones faciales. Unos meditan, otros conversan entre ellos, alguno señala con el dedo el pasaje de un libro, e incluso alguno se levanta enojado enumerando con los dedos sus objeciones. Al fondo de la disputa avanzan María y José expresando su sorpresa por localizar a su hijo en estas circunstancias.

Ambientan la escena frescos firmados y datados por Carlo Francesco Nuvolone, que asistido por el cuadraturista de Varese Francesco Villa recrea con un espacio ilusionista el interior del templo de Jerusalén. Por encima de las ventanas se incluyen episodios referidos a la Palabra de Dios. Unos en que la Palabra es leída y explicada, como en Moisés recibiendo las tablas de la ley y Esdrás leyendo el libro del Señor al pueblo. Otros referidos a la Palabra profetizada y escrita, representada por las sibilas, los profetas y los evangelistas, cuyas figuras ocupan los vanos, los lunetos y las pechinas de la cúpula. Sobre la pared del fondo se reproduce una arquitectura en perspectiva entre la que aparece el Arca de la Alianza.


Segundo Arco, dedicado a San Carlos (1620-1654).
Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Carlo Antonio Buono

Este arco triunfal marca el comienzo de los Misterios Dolorosos. Está construido con piedra de Brenno Useria que combina dos tonalidades en una arquitectura compacta y austera. Recibe su nombre de la escultura pétrea que lo corona —2,5 m de altura— y que representa a San Carlos bendiciendo, obra realizada hacia 1651 por Carlo Antonio Buono, primo del cardenal Federico Borromeo, durante cuyo episcopado se construyó el itinerario de la Vía Sacra. San Carlos era valorado por su vida de penitencia, oración y meditación sobre el dolor, lo que suponía un modelo para el peregrino que llegaba a este punto del camino. Junto al arco se levanta la segunda Fuente monumental, obra de 1654. 

Sexta capilla: La Oración del Huerto
MISTERIOS DOLOROSOS 


Sexta Capilla: La Oración del Huerto (1606-?).
Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Francesco Silva / Pintura: Bartolomeo Ghiandone
Restaurada en 1988

Precedida de pronaos, la capilla tiene forma rectangular sobre la que se inserta un ábside elíptico, con un cuerpo superior de forma octogonal en el que se abren cuatro ventanas. Para su edificación hubo que excavar la roca, levantar muros de contención y nielar el terreno, obras de ingeniería dirigidas por Giuseppe Bernascone. 

Sexta capilla: La Oración del Huerto. Esculturas de Francesco Silva 

     En el interior, nueve esculturas representan en el frente a Jesús orando en el huerto de Getsemaní, recibiendo el cáliz de manos del ángel y, en el lado derecho, los apóstoles Pedro, Santiago y Juan  dormidos, mientras en el lado izquierdo, la zona más sombría, un grupo de soldados reciben las indicaciones de Judas, que aprieta en su mano la bolsa con treinta monedas mientras señala a Jesús con una gran fuerza teatral.

Los frescos fueron realizados en el siglo XVII por Bartolomeo Ghiandone con un lenguaje propio del siglo XVI. Entre las monumentales figuras de San Mateo y San Lucas aparecen las escenas de Cristo identificándose ante los soldados, el Beso de Judas, el Prendimiento de Cristo y San Pedro cortando la oreja a Malco y Cristo apresado por los soldados. Las pinturas de la bóveda se atribuyen a Antonio Mondino, aunque por su deterioro fueron restauradas en el siglo XX por Poloni. 


La Gruta de las Beatas
Escultura: Francesco Silva

Entre la sexta y séptima capilla se encuentra la Gruta de las Beatas, que aparece precedida de una sencilla fachada de mampostería y en cuyo interior, en un escarpado natural, se colocan las esculturas de Caterina da Pallanza y Giuliana da Busto Arsizio-Verghera rememorando la vida ermitaña que llevaron en el lugar antes de fundar el monasterio de clausura de la Romita Ambrosiana. Son obra de Francesco Silva y aparecen representadas en oración —la beta Giuliana identificada por el velo blanco de novicia— y rodeadas de elementos igualmente modelados en terracota, como un libro, platos, una jarra, frutas, pan y hasta pequeños animales medio escondidos. 


Séptima capilla: La Flagelación
Séptima Capilla: La Flagelación (1606-1609).

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Martino Retti / Pintura: Il Morazzone
Restaurada en 1988

La airosa capilla se levanta sobre una plataforma a la que se accede por una escalera y que está delimitada por balaustres. Tiene forma circular y está precedida de un esbelto pronaos rematado con un frontón triangular sobre el que aparece el escudo de armas de la familia Litta, pues fue financiada por los nobles Francesco y Girolamo Litta, que tenían una hermana monja ingresada en el monasterio de la Romita.

Séptima capilla: La Flagelación. Esculturas de Martino Retti

     El interior muestra una dinámica composición de ocho figuras, modeladas por Martino Retti, en cuyo centro aparece Cristo atado a una columna baja, con una magnífica descripción anatómica, mientras es flagelado por un grupo de sayones con actitudes violentas y burlonas. La escena presenta diferentes puntos de vista dramáticos desde las ventanas laterales de la capilla, incluyendo motivos anecdóticos, como un perro negro que abre sus fauces hacia el espectador.

Los frescos, realizados entre 1608 y 1609, son obra de Pier Francesco Mazzucchelli, conocido como Il Morazzone, y representan a Cristo ante Caifás, Pilatos presentando a Jesús y Barrabás al pueblo y Cristo despojado de sus vestiduras. Se completa con ángeles pintados en los lunetos, incluyendo en dos de ellos los retratos de los hermanos donantes. 





Octava capilla: La coronación de espinas
Octava Capilla: La Coronación de Espinas (1623-1648).

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Francesco Silva / Pintura: Hermanos Giovan Battista y Giovan Paolo Recchi
Restaurada en 1986

La capilla tiene planta octogonal sobre la que se inserta una linterna cilíndrica perforada por óculos. Está precedida de un pronaos a dos aguas al que se accede por una escalera lateral que libra la inclinación del terreno, abriéndose un ventana central y dos laterales que permiten contemplar la equilibrada escena compuestas por diez figuras de terracota policromada, modeladas por Francesco Silva entre 1625 y 1626, dispuestas en torno a la de Cristo colocado en el centro, que destaca con su manto púrpura sobre los grotescos sayones, feos y desaliñados, que colocan la corona de espinas con palos mientras ríen tontamente y muestran sus lenguas.

Octava capilla: La coronación de espinas. Esculturas de Francisco Silva; pinturas de los hermanos Recchi

     Los frescos, aplicados en 1648 por los hermanos Gianbattista y Gianpaolo Recchi, seguidores y colaboradores de Il Morazzone, a modo de trampantojo componen ocho escenas sobre los muros que no tienen la fuerza expresiva de su maestro y que relatan la conducción de Cristo ante Caifás y episodios del Pretorio presididos por Pilatos.    

 





Novena capilla: Camino del Calvario
Novena Capilla: Camino del Calvario (1623-1654).

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Francesco Silva / Pintura: Giovan Paolo Recchi
Restaurada en 1986

La capilla está concebida por Giuseppe Bernascone para acoger a los personajes que animan el interior, con una compacta planta rectangular y un pronaos al frente con tres arcos sobre columnas y dispuesto paralelo al camino, al que se accede por escaleras laterales. Al contrario que las capillas precedentes, en este caso solamente existe una ventana central de tres vanos desde los que se contempla toda la escena, compuesta por veinte magníficas figuras realizadas por Francesco Silva.

Novena capilla: Camino del Calvario. Esculturas de Francesco Silva

     La escena representa una de las caídas de Cristo por el peso de la cruz en su camino al Calvario. Frente a él está Verónica arrodillada, cuyo gesto caritativo acaba de ser recompensado con la reliquia del rostro de Cristo sobre el lienzo. Esta hermosa figura de mujer, modelada con delicadeza, contrasta con el hombre con bocio que desde atrás tira con avidez de la cuerda atada a la cruz. En la escena se incluye a la Virgen, acompañada de las piadosas mujeres, soldados a caballo y dinámicas mujeres acompañadas de niños.


Novena capilla: Camino del Calvario. Esculturas de Francesco Silva

     Los frescos, realizados por Giovan Paolo Recchi en 1654, representan los muros de Jerusalén, junto a elegantes matronas, hombres con turbantes, soldados con estandartes y ángeles de diferentes tamaños.

 








Décima capilla: La Crucifixión
Décima Capilla: La Crucifixión (1623-1668).

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Dionigi Bussola / Pintura: Antonio Busca
Restaurada en 1985

Situada en la cima de una larga subida, es una elegante capilla de gran altura, con base rectangular y esquinas redondeadas, que está precedida de un pronaos con tres arcos sobre columnas dóricas que ocupan todo el ancho, de los cuales el central es más ancho. Sobre ellos se eleva la fachada con una tabula en la que aparece la inscripción "O vos omnes qui transitis per viam attendite et videte si est dolor sicut dolor meus" Jeremías 1, 12). Se corona con un tímpano roto en el que se inserta una cruz metálica.

Décima capilla: La Criucifixión. Esculturas de Dionigi Bussola
     El interior sorprende por la grandiosa forma en que el pasaje se presenta teatralizado, con más de cincuenta figuras vibrantes realizadas por Dionigi Bussola que constituyen una obra maestra de la escultura barroca lombarda. En la escena todo es acción. Un grupo de sayones elevan con esfuerzo una altísima cruz y se afanan por enderezarla con la ayuda de cuerdas y una escalera, mientras en primer término los dos ladrones son atados a las cruces dispuestas sobre el pavimento. En torno a las cruces se disponen personajes muy variados, como soldados a caballo con indumentarias muy elaboradas, un niño que juguetea entre la algarabía o una gitana con sus hijos, reservando el espacio izquierdo para la Virgen, que a punto del desmayo aparece acompañada por San Juan, María Salomé y María Cleofás, mientras en la parte derecha un grupo se juega a los dados el manto de Cristo. Curiosamente, el escultor viste unas figuras a la antigua usanza, mientras otros lucen la moda del siglo XVII, seguramente con la intención de que los peregrinos se implicaran en el pasaje.

Décima capilla: La Crucifixión

     Se complementa con frescos, realizados y firmados por Antonio Busca en 1668, en los que se representa una gloria abierta con un torbellino de ángeles afligidos que giran por las paredes curvas de la capilla. La feliz síntesis entre arquitectura, pintura y escultura, alcanza su punto máximo cuando, en los días próximos a la Pascua, hacia las tres de la tarde, entra por dos vanos un haz de luz que incide en Cristo en la cruz, aislándolo dramáticamente en la composición.






Décima capilla: La Crucifixión. Esculturas de Dionigi Bussola








Décima capilla: La Crucifixión. Esculturas de Dionigi Bussola


 











Tercer Arco, dedicado a San Ambrosio (1623-1699).
Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Carlo Antonio Buono
Restaurado en 1991

Este elegante y estilizado arco triunfal introduce a los Misterios Gloriosos. El arco está flanqueado por dos columnas jónicas sobre altos basamentos y rematado por un frontón curvo decorado con las figuras de un ángel, un león y cuatro pebeteros. Toma el nombre de San Ambrosio, que aparece en el vértice bendiciendo y que es obra atribuida a Carlo Antonio Buono, que rinde homenaje al santo que instauró localmente el culto a la Virgen. En uno de sus flancos hay una pequeña fuente para refrescar a los peregrinos. 

Undécima capilla: La Resurrección
MISTERIOS GLORIOSOS 


Undécima Capilla: La Resurrección (1622-1654).
Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Francesco Silva / Pintura: Isidoro Bianchi da Campione
Restaurada en 1991

Terminada en 1622, esta capilla, que fue erigida sobre los cimientos de una antigua torre medieval, tiene forma de paralelepípedo con un ábside semicircular y está precedida de un pronaos con tres arcos, de los que sobresale el central, al que se accede por escaleras laterales. El apoteósico interior se observa a través de una ventana serliana de tres vanos con rejas de hierro forjado.

Undécima capilla: La Resurrección. Esculturas de Francesco Silva

     El interior muestra, a través de nueve figuras modeladas por Francesco Silva en 1622, el milagro de la Resurrección. Cristo gravita triunfante portando un estandarte con una cruz roja sobre fondo blanco, símbolo de la victoria sobre la muerte. Alrededor del sepulcro descubierto, aparecen ocho soldados dispuestos simétricamente a cada lado. En primer término dos adormilados, más al centro otros dos que caen deslumbrados por el esplendor del Resucitado y al fondo otros cuatro que intentan en vano recurrir a las armas. En la parte superior una miríada de ángeles —músicos, armados, con palmas y coronas de laurel, sosteniendo el sol, la luna y las estrellas— rodean a la Trinidad formando filas ordenadas, con el Espíritu Santo inundando toda la cúpula de rayos de luz.

Undécima capilla: La Resurrección. Esculturas de Francesco Silva

     Los frescos fueron realizados entre 1650 y 1654 por el pintor Isidoro Bianchi da Campione, seguidor de Il Morazzone. Ofrecen varios registros, los centrales separados por pilastras con las esculturas fingidas en grisalla de David y Moisés. En la parte inferior se representa la Resurrección de los elegidos y en la superior la Aparición de Jesús a la Magdalena, la Aparición a la Virgen y la Aparición a los discípulos de Emaús. En la parte derecha se halla la Incredulidad de Santo Tomás y en la izquierda Cristo caminando sobre las aguas, escena casi rehecha en su totalidad en 1926 por Gerolamo Poloni.


Duodécima capilla: La Ascensión
Duodécima Capilla: La Ascensión (1624-1632).

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Francesco Silva / Pintura: Hermanos Lampugnani
Restaurada en 1989

La capilla fue iniciada en 1624 y consta de un cuerpo macizo de planta elíptica precedido de un pronaos con forma de arco triunfal animado con numerosos elementos escultóricos, como las esculturas pétreas de San Pedro y San Antonio de Padua atribuidas a Carlo Antonio Buono, que celebran la generosidad de los patronos mencionados en la inscripción colocada encima del arco: Giovan Pietro y Giovan Antonio, de la noble familia milanesa de los Carcano, cuyo escudo de armas destaca en lo alto del tímpano.

La escena escultórica se desarrolla en forma de dos semi círculos superpuestos bajo la figura de Cristo, que asciende al cielo entre el resplandor de rayos dorados tallados en madera. En la parte inferior, los apóstoles arrodillados en torno a la Virgen —en cuyo hombro Francesco Silva dejó grabada la fecha de ejecución en 1632— presencian con gestos de asombro el excepcional acontecimiento. Entre estos y Cristo discurre un semicírculo de nubes poblado por multitud de ángeles, cuyas figuras de prolongaban en los frescos. Desafortunadamente, los frescos visibles no son los originales que realizaran los hermanos Lampugnani en 1632, sino los que retocara Gerolamo Poloni casi en su integridad. 


Decimotercera capilla: El Pentecostés
Decimotercera Capilla : El Pentecostés (1623-1684).

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Francesco Silva / Pintura: Hermanos Grandi y Federico Bianchi
Restaurada en 1990

Aunque no se construyó la cúpula del diseño original, la capilla es una de las más bellas creaciones de Giuseppe Bernascone, de planta central octogonal y un elegante pórtico que lo rodea por completo, jalonado por una sucesión de hornacinas, que invitan al peregrino a caminar alrededor observando el interior desde distintos puntos de vista.

En el interior aparece la bajada del Espíritu Santo, en forma de pequeñas llamas, sobre las cabezas de los apóstoles y la Virgen, que están colocados en círculo y acompañados de dos santas que, como los espectadores, comparten la escena. Son quince figuras de terracota policromada modeladas por Francesco Silva posiblemente después de 1684, cuando el arquitecto Giulio Buzzi remató la linterna que corona el edificio.

Los frescos fueron elaborados por los hermanos Girolamo y Giovan Battista Grandi, que plasmaron ocho colosales columnas salomónicas como entorno arquitectónico, y por Federico Bianchi, que incorporó figuras de profetas entre las columnas. El conjunto pictórico fue intervenido por Poloni en el siglo XX ante el deterioro de algunas de sus partes. 


Decimocuarta capilla: La Asunción de la Virgen
Decimocuarta Capilla: La Asunción de María (?-1610-1623-1713).

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Francesco Silva / Pintura: Martino Retti y Pietro Gilardi
Restaurada en 1990

Esta capilla fue una de las primeras completadas del complejo diseñado por Giuseppe Barnascone, siendo terminada en 1610. Responde a un plan central de planta cuadrada y ángulos achaflanados, con cuatro pronaos iguales añadidos en el exterior que configuran una cruz griega. Afectada por un rayo, perdió la cúpula original, que hacia 1780 fue sustituida por un modesto techo rematado por una linterna ciega, obra del arquitecto Giulio Buzzi. Bajo los pronaos se abren cuatro ventanas, siendo la oriental la más panorámica que permite contemplar la dinámica composición de la Virgen elevándose sobre el sepulcro vacío rodeado de los apóstoles.

Decimocuarta capilla: La Asunción. Esculturas de Francesco Silva

     Las trece esculturas, así como los ángeles en terracota, son obra de Francesco Silva, que establece un repertorio de reacciones naturalistas de apóstoles asombrados, incrédulos o adoradores ante un hecho tan excepcional, todos ello tratados de forma individualizada. La mayestática figura de la Virgen ya habís sido colocada en el interior en 1623.

Los frescos, donde aparecen otra corte de ángeles pintados y una gloria abierta en la bóveda, con la figura de Cristo dispuesto a recibir a su Madre, se atribuyen a Martino Retti, siendo continuados en 1713 por Pietro Gilardi utilizando los cartones originales. No obstante, también fueron restaurados por Poloni en el siglo XX. 







Fuente de Moisés. Escultura de Gaetano Monti
Fuente de Moisés (1803-1834)

Arquitectura: Francesco Argenti de Viggiù / Escultura: Gaetano Monti

Al final del largo tramo de la Vía Sacra y poco antes del ingreso en el burgo, se encuentra la monumental Fuente de Moisés, construida entre 1803 y 1817 por el arquitecto Francesco Maria Argenti de Viggiù. Sobre un alto basamento, cuatro columnas jónicas configuran la parte central de la fachada neoclásica, enmarcando dos nichos laterales vacíos y otro central de mayor tamaño que alberga la estatua de Moisés que, recordando que el profeta hizo brotar agua del desierto, fue esculpida en 1831 por Gaetano Monti de Rávena. Es la única que se realizó de las nueve previstas.  


Decimoquinta capilla: Santuario de Santa María del Monte. Decoración barroca del interior
Decimoquinta Capilla: La Coronación de María, el Santuario (1660).

Arquitectura: Giuseppe Bernascone / Escultura: Francesco Silva / Pintura: Martino
Restaurada en 1982

Según la tradición, fue San Ambrosio en el siglo IV quien llevó la devoción a la Virgen a esta montaña, aunque sería en el año 922 cuando se cita documentalmente por primera vez la iglesia de Santa María del Monte. En el siglo XI se reconstruyó y amplió en estilo románico, siendo testimoniada su riqueza en fuentes escritas, pues de aquella modificación sólo se conserva la cripta que, datada en el año 1000, está recubierta con pinturas románicas que tras su restauración en 2013 se han abierto a las visitas.

Santuario de Santa María del Monte. Detalles decorativos del interior

     El santuario conoció una nueva reestructuración de gusto renacentista, realizada en 1472 por el arquitecto Bartolomeo Gadio por voluntad de Galeazzo Maria Sforza, duque de Milán. La mayoría de su rica decoración se ha perdido, pues el actual aspecto barroco corresponde a la definitiva remodelación del siglo XVII, cuando el santuario se convirtió en la capilla final de la serpenteante Vía Sacra, dedicada a la Coronación de la Virgen como el último de los Misterios del Rosario.   

En ella recibe culto en un suntuoso altar barroco la imagen de la Virgen con el Niño —Virgen negra— tallada en el siglo XIII, que según la tradición sustituye a otra del siglo IV. La totalidad de los elementos arquitectónicos del recinto —muros, arcos, lunetos, bóvedas, pechinas y cúpula— están recubiertos de pinturas barrocas al fresco que fueron realizadas por Giovan Mauro della Rovere, Giovanni Paolo Ghianda, Salvatore Bianchi y los Lampugnani, todas ellas enmarcadas en notables trabajos de estuco. 


Santuario de Santa María del Monte. Pinturas de la Cripta restaurada

Informe: J. M. Travieso.

Fotografías de la web del Sacro Monte de Varese. 




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