13 de marzo de 2023

Visita virtual: LA VIRGEN BLANCA, una imagen majestuosa y humanizada







LA VIRGEN BLANCA

Anónimo

Segundo tercio del siglo XIV

Piedra caliza policromada

Museo Diocesano de Arte Sacro, Catedral de Vitoria-Gasteiz

Escultura gótica

 

 






     La devoción a la “Virgen Blanca” fue introducida en Vitoria en el siglo XII por el rey Sancho VI de Navarra, el Sabio, y su esposa, la reina consorte Sancha de Castilla, pasando a venerarse en la entonces iglesia románica de San Miguel1. En el segundo tercio del siglo XIV fue encargada una imagen de la misma realizada en piedra caliza policromada —la Virgen Blanca más antigua que se conserva en Vitoria— que, según algunos autores, fue colocada en el mainel de la portada de la iglesia, aunque en el siglo XVI se cita en el ábside del remozado templo. Debido a la extraordinaria devoción, en 1788 fue trasladada al exterior de la iglesia de San Miguel, donde quedó entronizada bajo una hornacina neoclásica colocada en el machón central de los dos arcos que dan acceso al pórtico de la iglesia, permaneciendo constantemente accesible a la devoción popular del pueblo vitoriano en el espacio denominado Plaza del Machete, llegando a dar nombre a la extensa plaza que se despliega ante ella a un nivel inferior. En 1921 fue proclamada patrona de Vitoria-Gasteiz, título que ostenta en la actualidad.

     A causa del deterioro sufrido por los factores climáticos, en 2008 fue sustituida por una copia, mientras que el original conocía en el año 2016 un proceso de restauración, siendo finalmente la imagen entregada en depósito en diciembre de aquel año, para su correcta conservación, en el Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria, que ocupa un considerable espacio en el interior de la catedral vitoriana.    

La Virgen Blanca es una escultura gótica labrada en piedra que representa a la Virgen en posición frontal, de pie y sujetando con su brazo izquierdo la figura del Niño Jesús. El grupo escultórico, que es esbelto, de canon estilizado y correctas proporciones, alcanza una altura de 2,07 metros. De acuerdo a los postulados del arte gótico, los personajes sagrados aparecen humanizados, resaltando el carácter maternal de María, que presenta el ideal de belleza amable sin abandonar una actitud majestuosa que es reforzada por aparecer coronada, acusando la influencia de las imágenes marianas colocadas en el parteluz de las catedrales del gótico francés (Notre-Dame de Amiens, Notre Dame de París, etc.). La escultura reposa sobre una peana marmórea ovalada.

     La Virgen viste una túnica que cae formando gruesos pliegues verticales, con cuello redondo que deja asomar parte de una liviana camisa y un joyel prendido al frente. Está ceñida a la cintura por una correa decorada con tachones con forma de flores cuadrifoliadas poco resaltadas que discurre por el centro en la parte inferior, donde la túnica forma pliegues duros entre los que asoman zapatos terminados en punta. Cubre el cuerpo un manto con una cenefa labrada con motivos vegetales (zarzillos), sujeto sobre los hombros por un triple cordón y recogido bajo el brazo derecho para cruzarse hacia el lado opuesto formando suaves pliegues en diagonal que equilibran el sentido vertical de la figura. Su rostro ovalado, que esboza una leve sonrisa, aparece enmarcado por las ondulaciones que forma una toca que cae hasta los hombros dejando visible parte de la melena simétrica y ondulada. Sobre ella reposa una corona —como reina de los cielos— decorada con óvalos, rombos y círculos en relieve y rematada con cuatro florones.


     En su mano derecha sujeta el Tocón de Jesé, una pequeña vara de la que brota un retoño que simboliza a ella misma y al Divino Infante, siguiendo la interpretación hecha por San Jerónimo —el término vara equivalente a virgen— de la profecía de Isaías: “Saldrá un vástago del tronco de Isaí (Jesé), y un retoño de sus raíces brotará (Is. 11, 1).

El Niño, reposando sentado sobre el brazo izquierdo de la Virgen, aparece igualmente en posición frontal y esbozando una tímida sonrisa, sin establecer ninguna relación afectiva con María. Viste una larga túnica, con la mano derecha bendice y en la izquierda sujeta el orbe que le define como Cristo Cosmocrátor, es decir, como gobernador del mundo, aunque prescinde de la corona.

No obstante, esta imagen devota y de notable calidad artística, ofrece algunas características desconcertantes. En primer lugar, sus líneas ajustadas a la escultura del segundo tercio del siglo XIV, junto a su canon estilizado, sus medidas y su movimiento contenido, inducen a pensar que fuera concebida para ser colocada en el parteluz de la portada de la iglesia de San Miguel, como ocurrió con la célebre Virgen Blanca de la catedral de León y en otros templos del gótico hispano, más si se tiene en cuenta que actualmente dicho parteluz está ocupado por una escultura de San Miguel que no se corresponde con la portada.

     Por otra parte, una serie de recursos plásticos, como el moldurado de los coroneles de la corona, el serpenteante zigzag de la toca y la forma de organizar los pliegues redondeados del manto sobre el brazo derecho se ajustan a soluciones renacentistas, planteándose la hipótesis de que pudiera haber sido realizada por un escultor en los inicios del Renacimiento imitando una imagen preexistente de época anterior2. Esta idea fue expresada por José Colá y Goiti3, que considera que fue realizada en el siglo XVI. No obstante, no se dispone de documentación que pueda aclarar este asunto, pues tan sólo en el libro de la fábrica parroquial se citan en 1596 los gastos realizados en el “chapitel de Nuestra Señora la Blanca”. A este respecto, Salvador Andrés Ordax opina que la escultura sigue los característicos modelos del siglo XIV, aunque manteniendo las influencias del XIII, así como que presidiera el parteluz de la primitiva portada de la iglesia de San Miguel, aunque fuera realizada de forma independiente al conjunto escultórico de la portada, siendo esta teoría4 sobre el modelo iconográfico y su ubicación original la que presenta mayor solidez.       

     La simple contemplación de la imagen permite advertir que ha sido retocada en sucesivas ocasiones y muy a fondo, hecho que refrendan los libros de cuentas de la Cofradía de la Blanca, que citan frecuentes retoques y restauraciones que han contribuido a enmascarar el aspecto original de la escultura. En el proceso de restauración integral llevado a cabo el año 2016 por Servicio de Restauración de la Diputación Foral de Álava, se pudo comprobar que la escultura está labrada en piedra caliza paleocena de los Montes de Vitoria —litotipo Lumaquela de Ajarte— y que a lo largo del tiempo la escultura conoció una secuencia de hasta once cambios en su policromía. La policromía visible en la actualidad, en la que predominan los blancos, azules y ocres rojizos, posiblemente fue aplicada a finales del siglo XIX.
 

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 



Notas

1 LAHOZ GUTIÉRREZ, Mª Lucía: Acerca de la Virgen Blanca de Vitoria. Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País (R.S.B.A.P.), LI 1, San Sebastián, 1995, p. 285.

2 ENCISO VIANA, Emilio: Parroquia de San Miguel. Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria, T. III, Vitoria, 1970, p. 192.

3 COLÁ Y GOITI, José: La Virgen Blanca Patrona de Vitoria, Vitoria, 1901, pp. 78-85.

4 ANDRÉS ORDAX, Salvador: Arte. País Vasco. Colección Tierras de España, Fundación Juan March, Madrid, 1987, p. 190.

 

 














Sala 3. Museo Diocesano de Arte Sacro, Vitoria










Entrada al Museo de Arte Sacro, Catedral de Vitoria










Copia de la Virgen Blanca. Iglesia de San Miguel, Vitoria
Fotografía tomada de la red










Virgen Blanca de la Catedral de León, hacia 1280
Andrés Seoane. Copia en el exterior, 1954, Catedral de León






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