LA VIRGEN BLANCA
Anónimo
Segundo tercio del siglo XIV
Piedra caliza policromada
Museo Diocesano de Arte Sacro, Catedral
de Vitoria-Gasteiz
Escultura gótica
La devoción a la “Virgen Blanca” fue introducida en Vitoria en el siglo
XII por el rey Sancho VI de Navarra, el Sabio, y su esposa, la reina consorte
Sancha de Castilla, pasando a venerarse en la entonces iglesia románica de San
Miguel1. En el segundo tercio del siglo XIV fue encargada una imagen
de la misma realizada en piedra caliza policromada —la Virgen Blanca más
antigua que se conserva en Vitoria— que, según algunos autores, fue colocada en
el mainel de la portada de la iglesia, aunque en el siglo XVI se cita en el ábside
del remozado templo. Debido a la extraordinaria devoción, en 1788 fue trasladada
al exterior de la iglesia de San Miguel, donde quedó entronizada bajo una
hornacina neoclásica colocada en el machón central de los dos arcos que dan
acceso al pórtico de la iglesia, permaneciendo constantemente accesible a la
devoción popular del pueblo vitoriano en el espacio denominado Plaza del
Machete, llegando a dar nombre a la extensa plaza que se despliega ante ella a
un nivel inferior. En 1921 fue proclamada patrona de Vitoria-Gasteiz, título
que ostenta en la actualidad.
A causa del deterioro sufrido por los factores climáticos, en 2008 fue
sustituida por una copia, mientras que el original conocía en el año 2016 un
proceso de restauración, siendo finalmente la imagen entregada en depósito en diciembre
de aquel año, para su correcta conservación, en el Museo Diocesano de Arte
Sacro de Vitoria, que ocupa un considerable espacio en el interior de la
catedral vitoriana.
La Virgen Blanca es una escultura gótica labrada en piedra que
representa a la Virgen en posición frontal, de pie y sujetando con su brazo
izquierdo la figura del Niño Jesús. El grupo escultórico, que es esbelto, de
canon estilizado y correctas proporciones, alcanza una altura de 2,07 metros. De
acuerdo a los postulados del arte gótico, los personajes sagrados aparecen
humanizados, resaltando el carácter maternal de María, que presenta el ideal de
belleza amable sin abandonar una actitud majestuosa que es reforzada por
aparecer coronada, acusando la influencia de las imágenes marianas colocadas en
el parteluz de las catedrales del gótico francés (Notre-Dame de Amiens, Notre
Dame de París, etc.). La escultura reposa sobre una peana marmórea ovalada.
La Virgen viste una túnica que cae formando gruesos pliegues verticales,
con cuello redondo que deja asomar parte de una liviana camisa y un joyel prendido
al frente. Está ceñida a la cintura por una correa decorada con tachones con
forma de flores cuadrifoliadas poco resaltadas que discurre por el centro en la
parte inferior, donde la túnica forma pliegues duros entre los que asoman
zapatos terminados en punta. Cubre el cuerpo un manto con una cenefa labrada
con motivos vegetales (zarzillos), sujeto sobre los hombros por un triple
cordón y recogido bajo el brazo derecho para cruzarse hacia el lado opuesto
formando suaves pliegues en diagonal que equilibran el sentido vertical de la
figura. Su rostro ovalado, que esboza una leve sonrisa, aparece enmarcado por
las ondulaciones que forma una toca que cae hasta los hombros dejando visible
parte de la melena simétrica y ondulada. Sobre ella reposa una corona —como reina
de los cielos— decorada con óvalos, rombos y círculos en relieve y rematada con
cuatro florones.
En su mano derecha sujeta el Tocón de Jesé, una pequeña vara de
la que brota un retoño que simboliza a ella misma y al Divino Infante,
siguiendo la interpretación hecha por San Jerónimo —el término vara
equivalente a virgen— de la profecía de Isaías: “Saldrá un vástago del
tronco de Isaí (Jesé), y un retoño de sus raíces brotará (Is. 11, 1).
El Niño, reposando sentado sobre el brazo izquierdo de la Virgen, aparece
igualmente en posición frontal y esbozando una tímida sonrisa, sin establecer
ninguna relación afectiva con María. Viste una larga túnica, con la mano derecha
bendice y en la izquierda sujeta el orbe que le define como Cristo Cosmocrátor,
es decir, como gobernador del mundo, aunque prescinde de la corona.
No obstante, esta imagen devota y de notable calidad artística, ofrece
algunas características desconcertantes. En primer lugar, sus líneas ajustadas
a la escultura del segundo tercio del siglo XIV, junto a su canon estilizado, sus
medidas y su movimiento contenido, inducen a pensar que fuera concebida para
ser colocada en el parteluz de la portada de la iglesia de San Miguel, como
ocurrió con la célebre Virgen Blanca de la catedral de León y en otros
templos del gótico hispano, más si se tiene en cuenta que actualmente dicho
parteluz está ocupado por una escultura de San Miguel que no se corresponde con
la portada.
Por otra parte, una serie de recursos plásticos, como el moldurado de
los coroneles de la corona, el serpenteante zigzag de la toca y la forma de
organizar los pliegues redondeados del manto sobre el brazo derecho se ajustan
a soluciones renacentistas, planteándose la hipótesis de que pudiera haber sido
realizada por un escultor en los inicios del Renacimiento imitando una imagen
preexistente de época anterior2. Esta idea fue expresada por José
Colá y Goiti3, que considera que fue realizada en el siglo XVI. No
obstante, no se dispone de documentación que pueda aclarar este asunto, pues
tan sólo en el libro de la fábrica parroquial se citan en 1596 los gastos
realizados en el “chapitel de Nuestra Señora la Blanca”. A este respecto, Salvador
Andrés Ordax opina que la escultura sigue los característicos modelos del siglo
XIV, aunque manteniendo las influencias del XIII, así como que presidiera el
parteluz de la primitiva portada de la iglesia de San Miguel, aunque fuera
realizada de forma independiente al conjunto escultórico de la portada, siendo
esta teoría4 sobre el modelo iconográfico y su ubicación original la
que presenta mayor solidez.
La simple contemplación de la imagen permite advertir que ha sido
retocada en sucesivas ocasiones y muy a fondo, hecho que refrendan los libros
de cuentas de la Cofradía de la Blanca, que citan frecuentes retoques y
restauraciones que han contribuido a enmascarar el aspecto original de la escultura.
En el proceso de restauración integral llevado a cabo el año 2016 por Servicio
de Restauración de la Diputación Foral de Álava, se pudo comprobar que la
escultura está labrada en piedra caliza paleocena de los Montes de Vitoria —litotipo
Lumaquela de Ajarte— y que a lo largo del tiempo la escultura conoció una
secuencia de hasta once cambios en su policromía. La policromía visible en la
actualidad, en la que predominan los blancos, azules y ocres rojizos,
posiblemente fue aplicada a finales del siglo XIX.
Informe y
fotografías: J. M. Travieso.
Notas
1 LAHOZ GUTIÉRREZ, Mª Lucía: Acerca de la Virgen Blanca de Vitoria. Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País (R.S.B.A.P.), LI 1, San Sebastián, 1995, p. 285.
2 ENCISO VIANA, Emilio: Parroquia de San Miguel. Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria, T. III, Vitoria, 1970, p. 192.
3 COLÁ Y GOITI, José: La Virgen Blanca Patrona de Vitoria, Vitoria, 1901, pp. 78-85.
4 ANDRÉS ORDAX, Salvador: Arte. País Vasco. Colección Tierras de España, Fundación Juan March, Madrid, 1987, p. 190.
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Sala 3. Museo Diocesano de Arte Sacro, Vitoria |
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Entrada al Museo de Arte Sacro, Catedral de Vitoria |
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Copia de la Virgen Blanca. Iglesia de San Miguel, Vitoria Fotografía tomada de la red |
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Virgen Blanca de la Catedral de León, hacia 1280 Andrés Seoane. Copia en el exterior, 1954, Catedral de León |
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