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Andrés Solanes. JUDAS, paso de la Oración del Huerto, 1628-1630, Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
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Giotto. Prendimiento y Beso de Judas, 1304-1306 Capilla de los Scrovegni, Padua |
La presencia de la figura de Judas en las representaciones de Semana
Santa era algo tan necesario como lo fue en otras facetas del arte para
establecer el desencadenante de los diferentes episodios de la Pasión desde el mismo
momento de la Última Cena, siendo repetidamente representado por los artistas
aludiendo a la traición que se narra en los evangelios de Mateo, Marcos y
Lucas.
Es en el Evangelio de San Mateo donde se especifica el precio de la
traición: “Entonces uno de los Doce —el llamado Judas Iscariote— fue a los
sumos sacerdotes y preguntó ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?
Así que le asignaron treinta monedas de plata. Desde entonces Judas miraba una
oportunidad de entregarle”. (Mateo 26:14-16).
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Caravaggio. El Beso de Judas, 1602 National Gallery of Ireland, Dublín |
Asimismo, en la misma narración evangélica se especifica como la
traición se consumó en el huerto de Getsemaní mediante el célebre Beso de Judas:
“Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente
con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos
del pueblo. Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: «Al que yo
besare, ese es: prendedle». Y enseguida se acercó a Jesús y dijo «¡Salve,
maestro!». Y le besó” (Mateo 26: 47-49). Este pasaje, narrado de forma similar
en los Evangelios de Marcos (14: 43-45) y Lucas (22: 47-48) fue repetidamente recogido
en el arte, siendo una de las representaciones más elocuente el fresco del Beso
de Judas realizado por Giotto entre 1304 y 1306 en la capilla de los Scrovegni
de Padua.
La traición de Judas está considerada como uno de los episodios claves
de la trágica semana que culminó con la Crucifixión, de modo que la recompensa de
treinta monedas de plata al traidor y el prendimiento en Getsemaní, muchas
veces sintetizado en el Beso de Judas, fueron motivo de inspiración de una extensa
iconografía cristiana que forzosamente debía estar presente en los pasos
procesionales de Valladolid, afanados en el siglo XVII en representar al
detalle los episodios de los cinco misterios dolorosos para incitar a la
reflexión y la piedad de los fieles vallisoletanos.
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Francisco Salzillo. Beso de Judas, paso del Prendimiento,1765 Museo Salzillo, Murcia |
PASO DE LA ORACIÓN DEL HUERTO. ANDRÉS SOLANES, 1628-1630.
Localización: Cristo y ángel en la iglesia penitencial de la Vera Cruz; Judas y tres sayones en el Museo Nacional de Escultura
Propietario: Cristo y ángel, Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz, Valladolid; Judas y tres sayones, Museo Nacional de Escultura
En el año 1623 la Cofradía de la Santa Vera Cruz se hallaba en pleno
proceso de renovación de sus pasos procesionales a escala monumental, obras que
iba encargando al taller que el gran maestro Gregorio Fernández tenía establecido
en Valladolid. Ya disponía del Azotamiento del Señor, realizado entre
1619 y 1620, y de la Coronación de espinas realizado igualmente en 1620
en colaboración con el taller. En 1623 los encargos se continuaron con el paso
del Descendimiento, para el que Gregorio Fernández trabajó personalmente
cumpliendo escrupulosamente los plazos estipulados en el contrato. No ocurrió
lo mismo con la Cofradía de la Vera Cruz, que incumplió los pagos acordados con
el escultor, lo que motivó que este realizara una reclamación judicial que
enfrió las relaciones entre el artista y la cofradía, para la que no volvió a
trabajar. Seguramente este fuera el motivo por el qué en 1628, cuando el
cabildo de la Vera Cruz decidió encargar un nuevo paso de La Oración del
Huerto, para sustituir otro anterior de papelón —citado por Tomé Pinheiro
da Veiga en su Fastiginia— tuviera que recurrir al escultor
vallisoletano Andrés Solanes, discípulo e imitador de Gregorio Fernández que
desde un año antes ya disponía de su propio taller independiente y que se
habría de ajustar a la estética de su maestro como ningún otro.
Andrés Solanes estuvo trabajando en el encargo desde 1628 a 1630 —según
consta en las cartas de pago— fusionando en el nuevo paso procesional dos
escenas bien diferenciadas: la Oración del Huerto y el Prendimiento.
Sobre una larga plataforma, pintada y ambientada por Gregorio Guijelmo en 1628,
Andrés Solanes fue incorporando a Cristo suplicante en el huerto de Getsemaní,
ante un ángel que sobre un peñasco le ofrece el cáliz de amargura, y en otro
espacio separado por un olivo a Judas indicando con el dedo a una autoridad y dos
soldados a quién debían apresar, consumando su traición. El monumental paso
procesional desfiló por primera vez el Jueves Santo de 1630 a hombros de sesenta
costaleros, siendo uno de los más voluminosos de cuantos desfilaron en la
Semana Santa de Valladolid durante el siglo XVII.
El paso presenta algunas peculiaridades, como ser en el que hace acto de
presencia en Valladolid la significativa figura de Judas, al que Andrés Solanes
confiere los matices de un álter ego de la figura de Jesús, tanto por sus
rasgos faciales como por estar revestido de una amplia túnica y un voluminoso
manto que se apoya sobre el brazo extendido hacia adelante, con la mano con gesto
suplicante en el caso de Jesús y acusador en el de Judas. Junto a este, que
seguramente sujetaría en su mano derecha la bolsa con las treinta monedas, se
colocarían un representante de la autoridad, como parece delatar su actitud
altiva y su destacado turbante, y dos soldados armados, uno de ellos sujetando
un farol para sugerir el desarrollo nocturno de la acción.
Se convirtió en una costumbre que a lo largo del año las cofradías
acogieran en altares y retablos de sus penitenciales a las imágenes titulares
de cada paso, relegando a los personajes secundarios a los almacenes para
incorporarlos a los pasos únicamente durante las celebraciones de Semana Santa.
En el siglo XVIII, cuando por influencia de las ideas de la Ilustración se
produjo una decadencia de las procesiones, los pasos monumentales tuvieron que
reducir el número de figuras por la disminución del número de costaleros. Esto
afectó al paso de la Oración del Huerto, del que en 1769 se eliminó la
presencia de Judas y la soldadesca, reduciendo el paso al grupo de Cristo y el
ángel, tal y como aparece en nuestros días.
Como remate, en el proceso desamortizador en siglo XIX, toda la ingente
serie de personajes segundarios procesionales de las cofradías fueron
almacenados en el recién creado Museo Provincial de Valladolid, ubicado en el
Palacio de Santa Cruz (reconvertido en 1933 en Museo Nacional de Escultura, con
sede en el Colegio de San Gregorio), donde sin orden ni concierto sufrieron un
paulatino deterioro que borró de la memoria las primitivas composiciones, pues
sólo algunas figuras tuvieron como única referencia documental de su
procedencia algunas elementales marcas incisas realizadas con premura, como el caso
de una pequeña cruz en el hombro para indicar su procedencia de la Cofradía de
la Vera Cruz. Con todo y con eso, la figura de Judas estuvo considerada durante
mucho tiempo, entre las obras almacenadas, como una representación de San Juan.
Esta diáspora escultórica dio lugar a un auténtico rompecabezas cuando
en las últimas décadas del siglo XX se comenzó la ardua tarea de intentar
recomponer los pasos con sus figuras originales, entre ellos el de la Oración
del Huerto, que incluso en el año 1993 llegó a desfilar temporalmente con la
incorporación de las figuras de Judas y el sayón del farol. En la actualidad,
un nutrido grupo de esculturas antaño pertenecientes a la Cofradía de la Vera
Cruz, en Semana Santa pasan a engrosar composiciones de otras cofradías, como
la de las Siete Palabras, siendo incluso cedido el paso de Andrés Solanes a la
Cofradía de la Oración del Huerto y San Pascual Bailón, fundada en 1939, para
las procesiones del Lunes, Jueves y Viernes Santo, aunque en ningún caso con la
figura del apóstol traidor, que todavía a fecha de hoy es un verdadero
desconocido entre los vallisoletanos.
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Andrés Solanes. JUDAS, 1628-1630 Museo Nacional de Escultura |
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Andrés Solanes. JUDAS Y CRISTO. Paso de la Oración del Huerto, 1628-1630 Museo Nacional de Escultura / Iglesia de la Vera Cruz, Valladolid |
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Andrés Solanes. Capitán del paso de la Oración del Huerto, 1628-1630 Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
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Andrés Solanes. Sayón del farol y sayón del casco bicorne Paso de la Oración del Huerto, 1628-1630 Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
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Andrés Solanes. Detalles del sayón del farol y sayón del casco bicorne Paso de la Oración del Huerto, 1628-1630 Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
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Recomposición parcial del paso en 1993 Foto: Blog Arte en Valladolid |
PASO DE LA SAGRADA CENA. JUAN GURAYA URRUTIA, 1942-1958
Localización: Iglesia de San Pedro Apóstol, Valladolid
Propietario: Cofradía Penitencial y Sacramental de la Sagrada Cena
El segundo de los pasos vallisoletanos en que aparece la figura de Judas
Iscariote es mucho más reciente y completamente distinto en su iconografía,
mostrando la capacidad creativa del escultor vasco en una figura completamente
novedosa en su concepción, ya que unifica el hecho de la traición, simbolizada
en la bolsa con monedas que aprieta con su mano derecha, con el gesto de
desesperación, incluso de arrepentimiento, de su reptante gestualidad corporal,
en la que el escultor, evitando la expresión de vergüenza del traidor al
sentirse descubierto, priva al espectador de contemplar su rostro, que queda
oculto bajo el brazo izquierdo cruzado y la piel que cubre su cabeza.
La actitud de Judas, como la del resto de los apóstoles, responde al
gesto de sorpresa ante el anuncio de Jesús, durante la Última Cena, de que
sería traicionado por uno de ellos. Ese momento, en que se produce tan
impactante revelación, fue el elegido por el escultor bilbaíno Juan Guraya
Urrutia cuando en 1942 le fue encargado el monumental paso por la Cofradía de
la Sagrada Cena de Valladolid. Sin embargo, el momento que aparece representado
en el paso actual es visiblemente la institución de la Eucaristía, justificada
por las especies del pan y del vino (espigas y uvas) que Cristo levanta en sus
manos. Este cambio, que vino producido por los avatares en la talla de las
trece figuras que componen el paso, vamos a tratar de explicarlo.
En primer lugar, hay que recordar que la Cofradía Sacramental de la
Sagrada Cena fue constituida oficialmente en 1940, como respuesta a la labor de
recuperación de las tradicionales procesiones de Semana Santa emprendida por el
arzobispo Gandásegui desde 1920. Esta comenzó su andadura alumbrando el paso
del Camino del Calvario que realizara Gregorio Fernández en 1614, cedido
por el Museo Nacional de Escultura, aunque desde un primer momento tanto Andrés
Gamboa Murcia, director espiritual de la Cofradía, como Ángel Gómez Caminero,
su primer Presidente, mostraron interés por disponer de un paso propio.
Con tal fin, el 18 de mayo de 1942 eran presentadas ante el arzobispo García
y García las bases de un concurso público a nivel nacional, para elegir el
modelo y el imaginero que realizaría el paso, que debería ajustarse
escrupulosamente a la tradición escultórica castellana. Para tal efecto, se
estableció un jurado de expertos constituido por un grupo de personalidades
académicas muy significativas: Faustino Herranz, catedrático de Arqueología del
Seminario Diocesano, como representante del arzobispado; Cayetano Mergelina,
rector de la Universidad de Valladolid; Francisco de Cossío, director del Museo
Nacional de Escultura; Narciso Alonso Cortés, presidente de la Real Academia
Provincial de Bellas Artes; y el arquitecto Juan Agapito y Revilla, vocal de la
Comisión de Monumentos. Ellos serían quienes evaluasen los bocetos, maquetas y
presupuestos de acuerdo a las bases del concurso. El proyecto elegido,
presentado bajo el lema Corpus Christi, correspondía al escultor Juan Guraya Urrutia, residente en Las Arenas, Guecho (Bilbao), cuya propuesta era
acompañada de un boceto muy genérico realizado en barro.
Tiempo después, la comisión
presidida por Cayetano Mergelina solicitó al escultor el envío de la figura de
Cristo completamente acabada y policromada, de cuya valoración dependería la
adjudicación definitiva del paso, petición que fue aceptada por Juan Guraya,
que la realizó en 1946. El análisis de la escultura recibida en Valladolid,
junto a una serie de bocetos de los apóstoles en escayola, suscitó juicios
satisfactorios generalizados, contando con el reconocimiento no sólo de Andrés
Gamboa, sino también de personalidades como Narciso Alonso Cortés, Esteban
García Chico y Fernando Chueca Goitia, ocasionalmente residente en Valladolid.
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Juan Guraya Urrutia. JUDAS, paso de la Sagrada Cena, 1957 Iglesia de San Pedro Apóstol, Valladolid |
En ese momento la situación económica de Juan Guraya era precaria, lo
que motivó peticiones a la Cofradía de pagos que no siempre fueron atendidos, dando
lugar a unas relaciones desiguales entre esta y el escultor, cuyo afán era
conseguir una obra a la altura de los grandes imagineros castellanos, superando
en calidad al trabajo del paso de la Última Cena que realizara en 1943
para la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Bilbao, compuesto por imágenes de
vestir, únicamente con las cabezas, manos y pies tallados. Los continuos
cambios del escultor en la disposición de las manos y las indumentarias, junto
a las reiteradas peticiones monetarias por su situación precaria, dieron lugar
a la demora en el envío de los apóstoles del proyecto vallisoletano, cuyo
conjunto tardó dieciséis años en completarse.
Durante el proceso había surgido un nuevo problema. En 1953 Juan Guraya
viajó a Valladolid para atender la solicitud de la Cofradía de que ensamblara
la figura de Cristo junto a cuatro de los apóstoles recibidos, apreciando que
la escala de la figura de Jesús, cuyas facciones estaban tomadas de su hijo
(según éste declaró en 1989), quedaba empequeñecida por el tamaño de los
apóstoles. Ante esta deficiencia, Juan Guraya se comprometió a realizar una
nueva figura de Cristo.
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Juan Guraya Urrutia. JUDAS, paso de la Sagrada Cena, 1957 Iglesia de San Pedro Apóstol, Valladolid |
Con la generosa asignación mensual al escultor de 4.000 pesetas,
realizada por Juan María Roger, hermano mayor de la Cofradía, Juan Guraya pudo
cumplir su deseo de viajar a Tetuán para captar y tomar modelos de rostros y
atuendos árabes para caracterizar a los apóstoles pendientes de tallar. En la
ciudad marroquí conoció a un musulmán cuyos rasgos le parecieron idóneos para
la nueva figura de Cristo, cuya cabeza esculpió con la rotundidad de un Zeus
olímpico, siendo la escultura resaltada con una radiante policromía aplicada
por el dorador Isidro Cucó, que junto a Enrique Nieto Ulibarri también se
ocuparía de la policromía del conjunto, tallado en pino de Soria.
Fue entonces cuando el sentido de la composición, referida al anuncio de
la traición de Judas durante la Última Cena —con Cristo abalanzado sobre la
mesa y una agitada disposición de los apóstoles—, cambió por otro nuevo: la solemne
Institución de la Eucaristía, seguramente por influencia del reverendo Andrés
Gamboa, con el que el escultor había mantenido una fluida relación epistolar. El momento representado está en consonancia con el célebre cuadro de la Última Cena pintado hacia 1510 por Juan de Juanes (Museo del Prado).
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Juan Guraya Urrutia. Detalle de JUDAS y la bolsa de monedas Paso de la Sagrada Cena, iglesia de San Pedro Apóstol, Valladolid |
En este proceso de composición del paso de la Sagrada Cena, la última
figura realizada por Juan Guraya fue la de Judas, que llegó a Valladolid en
1957 y cuyo precio ya alcanzó las 34.800 pesetas. Esta expresiva figura, que se
retuerce en el suelo apretando la bolsa con las treinta monedas de plata, pasó
a ocupar el extremo opuesto al que ocupa Cristo en la mesa, apareciendo aislada
del resto de los apóstoles y ocultando su identidad, con un destacado
protagonismo en la escena.
El nuevo paso fue bendecido en la catedral de Valladolid el 30 de marzo
de 1958, Domingo de Ramos, por el arzobispo José García Goldáraz, desfilando
por primera vez el 3 de abril de aquel año, durante el Jueves Santo de la
Semana Santa. Por su parte, la primera versión de Cristo de 1946, que
permaneció muchos años olvidada por la cofradía, fue recuperada y restaurada
por Mariano Nieto, comenzando a desfilar como Jesús de la Esperanza en 1979.
Informe y fotografías:
J. M. Travieso.
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Juan Guraya Urrutia. Las dos versiones de Cristo para el paso de la Sagrada Cena de Valladolid |
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Juan de Juanes. Última Cena, h. 1510, Museo del Prado Foto: Museo del Prado |
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Juan Guraya Urrutia. Montaje de la Sagrada Cena en la catedral para el Pregón de la Semana Santa 2015, Valladolid Foto: Chema Concellón |
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Juan Guraya Urrutia. Última Cena, 1943 Cofradía de la Vera Cruz, Bilbao |
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