31 de marzo de 2023

Theatrum: JUDAS EN LA SEMANA SANTA DE VALLADOLID, un personaje necesario en el simulacro de la Pasión

Andrés Solanes. JUDAS, paso de la Oración del Huerto, 1628-1630, Museo Nacional de Escultura, Valladolid














Giotto. Prendimiento y Beso de Judas, 1304-1306
Capilla de los Scrovegni, Padua


     La presencia de la figura de Judas en las representaciones de Semana Santa era algo tan necesario como lo fue en otras facetas del arte para establecer el desencadenante de los diferentes episodios de la Pasión desde el mismo momento de la Última Cena, siendo repetidamente representado por los artistas aludiendo a la traición que se narra en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas.


Es en el Evangelio de San Mateo donde se especifica el precio de la traición: “Entonces uno de los Doce —el llamado Judas Iscariote— fue a los sumos sacerdotes y preguntó ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? Así que le asignaron treinta monedas de plata. Desde entonces Judas miraba una oportunidad de entregarle”. (Mateo 26:14-16).

Caravaggio. El Beso de Judas, 1602
National Gallery of Ireland, Dublín

     Asimismo, en la misma narración evangélica se especifica como la traición se consumó en el huerto de Getsemaní mediante el célebre Beso de Judas: “Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: «Al que yo besare, ese es: prendedle». Y enseguida se acercó a Jesús y dijo «¡Salve, maestro!». Y le besó” (Mateo 26: 47-49). Este pasaje, narrado de forma similar en los Evangelios de Marcos (14: 43-45) y Lucas (22: 47-48) fue repetidamente recogido en el arte, siendo una de las representaciones más elocuente el fresco del Beso de Judas realizado por Giotto entre 1304 y 1306 en la capilla de los Scrovegni de Padua.

La traición de Judas está considerada como uno de los episodios claves de la trágica semana que culminó con la Crucifixión, de modo que la recompensa de treinta monedas de plata al traidor y el prendimiento en Getsemaní, muchas veces sintetizado en el Beso de Judas, fueron motivo de inspiración de una extensa iconografía cristiana que forzosamente debía estar presente en los pasos procesionales de Valladolid, afanados en el siglo XVII en representar al detalle los episodios de los cinco misterios dolorosos para incitar a la reflexión y la piedad de los fieles vallisoletanos.       

Francisco Salzillo. Beso de Judas, paso del Prendimiento,1765
Museo Salzillo, Murcia

  











PASO DE LA ORACIÓN DEL HUERTO. ANDRÉS SOLANES, 1628-1630.
Localización: Cristo y ángel en la iglesia penitencial de la Vera Cruz; Judas y tres sayones en el Museo Nacional de Escultura
Propietario: Cristo y ángel, Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz, Valladolid; Judas y tres sayones, Museo Nacional de Escultura

     En el año 1623 la Cofradía de la Santa Vera Cruz se hallaba en pleno proceso de renovación de sus pasos procesionales a escala monumental, obras que iba encargando al taller que el gran maestro Gregorio Fernández tenía establecido en Valladolid. Ya disponía del Azotamiento del Señor, realizado entre 1619 y 1620, y de la Coronación de espinas realizado igualmente en 1620 en colaboración con el taller. En 1623 los encargos se continuaron con el paso del Descendimiento, para el que Gregorio Fernández trabajó personalmente cumpliendo escrupulosamente los plazos estipulados en el contrato. No ocurrió lo mismo con la Cofradía de la Vera Cruz, que incumplió los pagos acordados con el escultor, lo que motivó que este realizara una reclamación judicial que enfrió las relaciones entre el artista y la cofradía, para la que no volvió a trabajar. Seguramente este fuera el motivo por el qué en 1628, cuando el cabildo de la Vera Cruz decidió encargar un nuevo paso de La Oración del Huerto, para sustituir otro anterior de papelón —citado por Tomé Pinheiro da Veiga en su Fastiginia— tuviera que recurrir al escultor vallisoletano Andrés Solanes, discípulo e imitador de Gregorio Fernández que desde un año antes ya disponía de su propio taller independiente y que se habría de ajustar a la estética de su maestro como ningún otro.

     Andrés Solanes estuvo trabajando en el encargo desde 1628 a 1630 —según consta en las cartas de pago— fusionando en el nuevo paso procesional dos escenas bien diferenciadas: la Oración del Huerto y el Prendimiento. Sobre una larga plataforma, pintada y ambientada por Gregorio Guijelmo en 1628, Andrés Solanes fue incorporando a Cristo suplicante en el huerto de Getsemaní, ante un ángel que sobre un peñasco le ofrece el cáliz de amargura, y en otro espacio separado por un olivo a Judas indicando con el dedo a una autoridad y dos soldados a quién debían apresar, consumando su traición. El monumental paso procesional desfiló por primera vez el Jueves Santo de 1630 a hombros de sesenta costaleros, siendo uno de los más voluminosos de cuantos desfilaron en la Semana Santa de Valladolid durante el siglo XVII.       

El paso presenta algunas peculiaridades, como ser en el que hace acto de presencia en Valladolid la significativa figura de Judas, al que Andrés Solanes confiere los matices de un álter ego de la figura de Jesús, tanto por sus rasgos faciales como por estar revestido de una amplia túnica y un voluminoso manto que se apoya sobre el brazo extendido hacia adelante, con la mano con gesto suplicante en el caso de Jesús y acusador en el de Judas. Junto a este, que seguramente sujetaría en su mano derecha la bolsa con las treinta monedas, se colocarían un representante de la autoridad, como parece delatar su actitud altiva y su destacado turbante, y dos soldados armados, uno de ellos sujetando un farol para sugerir el desarrollo nocturno de la acción.

     Se convirtió en una costumbre que a lo largo del año las cofradías acogieran en altares y retablos de sus penitenciales a las imágenes titulares de cada paso, relegando a los personajes secundarios a los almacenes para incorporarlos a los pasos únicamente durante las celebraciones de Semana Santa. En el siglo XVIII, cuando por influencia de las ideas de la Ilustración se produjo una decadencia de las procesiones, los pasos monumentales tuvieron que reducir el número de figuras por la disminución del número de costaleros. Esto afectó al paso de la Oración del Huerto, del que en 1769 se eliminó la presencia de Judas y la soldadesca, reduciendo el paso al grupo de Cristo y el ángel, tal y como aparece en nuestros días.

Como remate, en el proceso desamortizador en siglo XIX, toda la ingente serie de personajes segundarios procesionales de las cofradías fueron almacenados en el recién creado Museo Provincial de Valladolid, ubicado en el Palacio de Santa Cruz (reconvertido en 1933 en Museo Nacional de Escultura, con sede en el Colegio de San Gregorio), donde sin orden ni concierto sufrieron un paulatino deterioro que borró de la memoria las primitivas composiciones, pues sólo algunas figuras tuvieron como única referencia documental de su procedencia algunas elementales marcas incisas realizadas con premura, como el caso de una pequeña cruz en el hombro para indicar su procedencia de la Cofradía de la Vera Cruz. Con todo y con eso, la figura de Judas estuvo considerada durante mucho tiempo, entre las obras almacenadas, como una representación de San Juan.      

     Esta diáspora escultórica dio lugar a un auténtico rompecabezas cuando en las últimas décadas del siglo XX se comenzó la ardua tarea de intentar recomponer los pasos con sus figuras originales, entre ellos el de la Oración del Huerto, que incluso en el año 1993 llegó a desfilar temporalmente con la incorporación de las figuras de Judas y el sayón del farol. En la actualidad, un nutrido grupo de esculturas antaño pertenecientes a la Cofradía de la Vera Cruz, en Semana Santa pasan a engrosar composiciones de otras cofradías, como la de las Siete Palabras, siendo incluso cedido el paso de Andrés Solanes a la Cofradía de la Oración del Huerto y San Pascual Bailón, fundada en 1939, para las procesiones del Lunes, Jueves y Viernes Santo, aunque en ningún caso con la figura del apóstol traidor, que todavía a fecha de hoy es un verdadero desconocido entre los vallisoletanos.   

 



Andrés Solanes. JUDAS, 1628-1630
Museo Nacional de Escultura

















Andrés Solanes. JUDAS Y CRISTO. Paso de la Oración del Huerto, 1628-1630
Museo Nacional de Escultura / Iglesia de la Vera Cruz, Valladolid














Andrés Solanes. Capitán del paso de la Oración del Huerto, 1628-1630
Museo Nacional de Escultura, Valladolid


















Andrés Solanes. Sayón del farol y sayón del casco bicorne
Paso de la Oración del Huerto, 1628-1630
Museo Nacional de Escultura, Valladolid



















Andrés Solanes. Detalles del sayón del farol y sayón del casco bicorne
Paso de la Oración del Huerto, 1628-1630
Museo Nacional de Escultura, Valladolid















Recomposición parcial del paso en 1993
Foto: Blog Arte en Valladolid


















PASO DE LA SAGRADA CENA. JUAN GURAYA URRUTIA, 1942-1958
Localización: Iglesia de San Pedro Apóstol, Valladolid
Propietario: Cofradía Penitencial y Sacramental de la Sagrada Cena

     El segundo de los pasos vallisoletanos en que aparece la figura de Judas Iscariote es mucho más reciente y completamente distinto en su iconografía, mostrando la capacidad creativa del escultor vasco en una figura completamente novedosa en su concepción, ya que unifica el hecho de la traición, simbolizada en la bolsa con monedas que aprieta con su mano derecha, con el gesto de desesperación, incluso de arrepentimiento, de su reptante gestualidad corporal, en la que el escultor, evitando la expresión de vergüenza del traidor al sentirse descubierto, priva al espectador de contemplar su rostro, que queda oculto bajo el brazo izquierdo cruzado y la piel que cubre su cabeza.

La actitud de Judas, como la del resto de los apóstoles, responde al gesto de sorpresa ante el anuncio de Jesús, durante la Última Cena, de que sería traicionado por uno de ellos. Ese momento, en que se produce tan impactante revelación, fue el elegido por el escultor bilbaíno Juan Guraya Urrutia cuando en 1942 le fue encargado el monumental paso por la Cofradía de la Sagrada Cena de Valladolid. Sin embargo, el momento que aparece representado en el paso actual es visiblemente la institución de la Eucaristía, justificada por las especies del pan y del vino (espigas y uvas) que Cristo levanta en sus manos. Este cambio, que vino producido por los avatares en la talla de las trece figuras que componen el paso, vamos a tratar de explicarlo.   

     En primer lugar, hay que recordar que la Cofradía Sacramental de la Sagrada Cena fue constituida oficialmente en 1940, como respuesta a la labor de recuperación de las tradicionales procesiones de Semana Santa emprendida por el arzobispo Gandásegui desde 1920. Esta comenzó su andadura alumbrando el paso del Camino del Calvario que realizara Gregorio Fernández en 1614, cedido por el Museo Nacional de Escultura, aunque desde un primer momento tanto Andrés Gamboa Murcia, director espiritual de la Cofradía, como Ángel Gómez Caminero, su primer Presidente, mostraron interés por disponer de un paso propio.  

Con tal fin, el 18 de mayo de 1942 eran presentadas ante el arzobispo García y García las bases de un concurso público a nivel nacional, para elegir el modelo y el imaginero que realizaría el paso, que debería ajustarse escrupulosamente a la tradición escultórica castellana. Para tal efecto, se estableció un jurado de expertos constituido por un grupo de personalidades académicas muy significativas: Faustino Herranz, catedrático de Arqueología del Seminario Diocesano, como representante del arzobispado; Cayetano Mergelina, rector de la Universidad de Valladolid; Francisco de Cossío, director del Museo Nacional de Escultura; Narciso Alonso Cortés, presidente de la Real Academia Provincial de Bellas Artes; y el arquitecto Juan Agapito y Revilla, vocal de la Comisión de Monumentos. Ellos serían quienes evaluasen los bocetos, maquetas y presupuestos de acuerdo a las bases del concurso. El proyecto elegido, presentado bajo el lema Corpus Christi, correspondía al escultor Juan Guraya Urrutia, residente en Las Arenas, Guecho (Bilbao), cuya propuesta era acompañada de un boceto muy genérico realizado en barro.

 

     Tiempo después, la comisión presidida por Cayetano Mergelina solicitó al escultor el envío de la figura de Cristo completamente acabada y policromada, de cuya valoración dependería la adjudicación definitiva del paso, petición que fue aceptada por Juan Guraya, que la realizó en 1946. El análisis de la escultura recibida en Valladolid, junto a una serie de bocetos de los apóstoles en escayola, suscitó juicios satisfactorios generalizados, contando con el reconocimiento no sólo de Andrés Gamboa, sino también de personalidades como Narciso Alonso Cortés, Esteban García Chico y Fernando Chueca Goitia, ocasionalmente residente en Valladolid.

Juan Guraya Urrutia. JUDAS, paso de la Sagrada Cena, 1957
Iglesia de San Pedro Apóstol, Valladolid

     En ese momento la situación económica de Juan Guraya era precaria, lo que motivó peticiones a la Cofradía de pagos que no siempre fueron atendidos, dando lugar a unas relaciones desiguales entre esta y el escultor, cuyo afán era conseguir una obra a la altura de los grandes imagineros castellanos, superando en calidad al trabajo del paso de la Última Cena que realizara en 1943 para la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Bilbao, compuesto por imágenes de vestir, únicamente con las cabezas, manos y pies tallados. Los continuos cambios del escultor en la disposición de las manos y las indumentarias, junto a las reiteradas peticiones monetarias por su situación precaria, dieron lugar a la demora en el envío de los apóstoles del proyecto vallisoletano, cuyo conjunto tardó dieciséis años en completarse.

Durante el proceso había surgido un nuevo problema. En 1953 Juan Guraya viajó a Valladolid para atender la solicitud de la Cofradía de que ensamblara la figura de Cristo junto a cuatro de los apóstoles recibidos, apreciando que la escala de la figura de Jesús, cuyas facciones estaban tomadas de su hijo (según éste declaró en 1989), quedaba empequeñecida por el tamaño de los apóstoles. Ante esta deficiencia, Juan Guraya se comprometió a realizar una nueva figura de Cristo.

Juan Guraya Urrutia. JUDAS, paso de la Sagrada Cena, 1957
Iglesia de San Pedro Apóstol, Valladolid

     Con la generosa asignación mensual al escultor de 4.000 pesetas, realizada por Juan María Roger, hermano mayor de la Cofradía, Juan Guraya pudo cumplir su deseo de viajar a Tetuán para captar y tomar modelos de rostros y atuendos árabes para caracterizar a los apóstoles pendientes de tallar. En la ciudad marroquí conoció a un musulmán cuyos rasgos le parecieron idóneos para la nueva figura de Cristo, cuya cabeza esculpió con la rotundidad de un Zeus olímpico, siendo la escultura resaltada con una radiante policromía aplicada por el dorador Isidro Cucó, que junto a Enrique Nieto Ulibarri también se ocuparía de la policromía del conjunto, tallado en pino de Soria.  

Fue entonces cuando el sentido de la composición, referida al anuncio de la traición de Judas durante la Última Cena —con Cristo abalanzado sobre la mesa y una agitada disposición de los apóstoles—, cambió por otro nuevo: la solemne Institución de la Eucaristía, seguramente por influencia del reverendo Andrés Gamboa, con el que el escultor había mantenido una fluida relación epistolar. El momento representado está en consonancia con el célebre cuadro de la Última Cena pintado hacia 1510 por Juan de Juanes (Museo del Prado).

Juan Guraya Urrutia. Detalle de JUDAS y la bolsa de monedas
Paso de la Sagrada Cena, iglesia de San Pedro Apóstol, Valladolid

     En este proceso de composición del paso de la Sagrada Cena, la última figura realizada por Juan Guraya fue la de Judas, que llegó a Valladolid en 1957 y cuyo precio ya alcanzó las 34.800 pesetas. Esta expresiva figura, que se retuerce en el suelo apretando la bolsa con las treinta monedas de plata, pasó a ocupar el extremo opuesto al que ocupa Cristo en la mesa, apareciendo aislada del resto de los apóstoles y ocultando su identidad, con un destacado protagonismo en la escena.

     El nuevo paso fue bendecido en la catedral de Valladolid el 30 de marzo de 1958, Domingo de Ramos, por el arzobispo José García Goldáraz, desfilando por primera vez el 3 de abril de aquel año, durante el Jueves Santo de la Semana Santa. Por su parte, la primera versión de Cristo de 1946, que permaneció muchos años olvidada por la cofradía, fue recuperada y restaurada por Mariano Nieto, comenzando a desfilar como Jesús de la Esperanza en 1979.     

 

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 




Juan Guraya Urrutia. Las dos versiones de Cristo para el paso
de la Sagrada Cena de Valladolid










Juan de Juanes. Última Cena, h. 1510, Museo del Prado
Foto: Museo del Prado










Juan Guraya Urrutia. Montaje de la Sagrada Cena en la catedral para el Pregón de la Semana Santa 2015, Valladolid
Foto: Chema Concellón



Juan Guraya Urrutia. Última Cena, 1943
Cofradía de la Vera Cruz, Bilbao





















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