SAN JUAN EVANGELISTA
Pedro de Ávila (Valladolid,
1678-1755)
1714-1715
Madera policromada
Catedral de Valladolid
Escultura barroca. Escuela
castellana
Para realizar las imágenes titulares, destinadas a presidir cada uno de los retablos, fue elegido el prestigioso escultor Pedro de Ávila, cuyo taller era por entonces el más destacado del ámbito vallisoletano, todavía heredero de la impronta dejada en la escultura religiosa por el gran maestro Gregorio Fernández desde ochenta años antes, aunque siguiendo un estilo tamizado por la obra de su padre Juan de Ávila y de su suegro Juan Antonio de la Peña. Él fue el artífice de las esculturas, a tamaño ligeramente superior al natural, de María Magdalena, San José con el Niño, San Miguel venciendo al demonio, San Pedro y San Juan Evangelista, recibiendo por cada una de ellas la nada desdeñable cantidad de 1.600 reales de vellón.
SAN JUAN EVANGELISTA / EL DISCÍPULO AMADOEsta escultura, cuyo contrato está debidamente documentado y que ha visto
revitalizado su aspecto tras la reciente restauración de 2015, respecto a sus
características estilísticas marca un hito de duda y confusión en la obra de Pedro
de Ávila, especialmente si se compara con las esculturas de María Magdalena,
San José con el Niño, San Miguel venciendo al demonio y San
Pedro que el escultor talló al mismo tiempo para la catedral vallisoletana.
La gracilidad dieciochesca de aquellas, con cuerpos que presentan un elegante movimiento
cadencial basado en el clásico contrapposto, agitación en los paños
formando efectistas diagonales y minuciosos pliegues “a cuchillo” que caracterizan
la evolución de su obra en aquellos años, se torna en una figura del joven evangelista
carente de movimiento, un tanto amazacotado y desprovisto de la expresividad
habitual del escultor, concentrando sus mayores valores en la talla de la cabeza.
Para entender este inaudito cambio de estilo, hemos de remitirnos a un sonado hecho histórico que trastocó la vida cotidiana de Valladolid. Antes conviene aclarar que la imagen de San Juan Evangelista presidía un retablo barroco, como ya se ha dicho realizado por Pedro Ribas y dorado por Santiago Montes, que estaba colocado en una capilla catedralicia situada a los pies de la nave del Evangelio del templo. Sobre ella se levantaba la única torre que con función de campanario había sido erigida, entre 1703 y 1709, sin ajustarse con fidelidad al proyecto herreriano.
Sin embargo, el 31 de mayo de 1841, tras casi todo un mes de lluvias torrenciales
y fuertes vientos, se produjo el hundimiento parcial de la Buena Moza, donde
tenían su vivienda Juan Martínez y su esposa la campanera Valeriana Pérez, que
fue rescatada con vida al quedar atrapada bajo una viga en la capilla de San
Juan Evangelista. El derrumbe produjo la destrucción del retablo, afectando
también, como opina Javier Baladrón, especialista en la saga de escultores de
los Ávila, a la imagen de San Juan Evangelista, de la que únicamente debió de
quedar intacta la cabeza1.
En los trabajos de consolidación de la base de la torre, el cabildo tuvo
que recomponer la bóveda de la capilla, encargando un nuevo retablo que en
estilo neoclásico fue realizado en 1846 por el ensamblador vallisoletano Jorge
Somoza. Al mismo tiempo, se debió encargar a un desconocido escultor la
recomposición del cuerpo del evangelista para poder insertar la magnífica cabeza
original, testigo del refinamiento de Pedro de Ávila, que contrasta con la
tosquedad del nuevo cuerpo incorporado2, dando lugar a una escultura
que fue denostada por Casimiro González García-Valladolid3 por su
falta de naturalismo.
El nuevo cuerpo muestra una túnica de tono verdoso con un amplio cuello
vuelto que deja asomar una camisa blanca interior, con un amplio manto rojo que
sujeto al hombro derecho se desliza vertical por la espalda y por el frente se
cruza produciendo caprichosos pliegues de aspecto redondeado, en ambas vestiduras
con cenefas doradas recorriendo los bordes. No obstante, lo mas significativo
es su ajuste a la iconografía del milagro de San Juan en Éfeso, cuando
Aristodemo, sumo sacerdote del templo de Diana, le conminó a beber de una copa
envenenada para poner a prueba su fe en Cristo, prueba de la que salió
victorioso. El pasaje queda explícito en la copa que sujeta en su mano derecha,
mientras la mano izquierda, que debía sujetar el libro del Evangelio, aparece un
tanto inexpresiva al haberse perdido el objeto que sujetara, muy distinta al
sentido declamatorio que muestran las esculturas de Pedro de Ávila realizadas
por esas fechas.
La cabeza muestra una delicada policromía, con el cabello en tonos caoba
y el rostro con acertados matices, como las mejillas sonrosadas y una barba
incipiente siguiendo la tradición de presentar al evangelista barbilampiño,
recordando el modelo elaborado por su padre, Juan de Ávila, en el San Juan del
Calvario de la iglesia del Colegio de San Albano de Valladolid.
Esta escultura de San Juan Evangelista fue tomada como imagen titular por la refundada Cofradía del Discípulo Amado, conocida como la de los periodistas, que en 2011 fue aprobada canónicamente como Cofradía del Discípulo Amado y Jesús de Medinaceli. Desde el año 2015, en que fue restaurada, participa con dicha cofradía en la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor que se celebra en Valladolid en la tarde del Viernes Santo.
PEDRO DE ÁVILA EN EL PANORAMA ESCULTÓRICO VALLISOLETANOPedro de Ávila, como otros cuantos escultores barrocos, durante mucho
tiempo ha visto su personalidad artística ensombrecida en Valladolid por la
deslumbrante obra de Gregorio Fernández y algunos de sus discípulos. Sin
embargo, fue un gran maestro en los albores del siglo XVIII, perteneciente a
una importante saga de escultores y autor de una prolífica obra en la que
paulatinamente fue introduciendo nuevas formas tomadas de la escultura
italiana, madrileña y andaluza, destacando en su estilo, junto a otros
estilemas personales, la aplicación de los “pliegues a cuchillo” en las
indumentarias.
Cuarto hijo del reconocido escultor Juan de Ávila y de Francisca Ezquerra,
nació en Valladolid en 1678. Tras iniciarse en el taller paterno, en el que
seguramente crecería como colaborador, pasó al taller de Juan Antonio de la
Peña, llegando a contraer matrimonio en 1700 con una hija de éste, María
Lorenza de la Peña. Junto a este escultor gallego, afincado en Valladolid, realizó
numerosas colaboraciones para Valladolid y su entorno. Entre 1705 y 1707
realizaría un hipotético viaje a Madrid en el que conoció la obra de escultores
napolitanos, madrileños y andaluces, como Pedro de Mena y José de Mora, captando
la técnica de los “pliegues a cuchillo” de los talleres franceses establecidos
en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, técnica que como seña
personal introdujo en la escuela castellana de su tiempo.
Desgraciadamente, su trayectoria profesional quedó interrumpida por el padecimiento de ceguera, pasando su puesto de privilegio en la escultura vallisoletana al escultor riosecano Pedro de Sierra (1702-1761), igualmente renovador desde 1730 de la escultura local. Padeciendo de incapacidad laboral, en sus últimos años Pedro de Ávila vivió acogido por su sobrina María Barba, aunque el esposo de esta no le proporcionó buenos tratos a su avanzada edad, cuando padecía ceguera y estaba sumido en la pobreza y la soledad. El gran maestro murió en 1755 en el Hospital de San Juan de Dios de Valladolid, también conocido como Hospital de los Desamparados, donde fue enterrado.
Pedro de Ávila María Magdalena, San José con el Niño, San Miguel y San Pedro Imágenes encargadas en 1714 junto a San Juan Evangelista para la Catedral de Valladolid |
Pedro de Ávila Piedad, hacia 1700, Colegio de San Albano, Valladolid |
1 BALADRÓN ALONSO, Javier: Los Ávila: una familia de escultores barrocos vallisoletanos. Tesis doctoral de la Facultad de Filosofía y Letras del Dpto. de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid, 2016, p. 900.
2 Ibidem.
3 GONZÁLEZ GARCÍA-VALLADOLID, Casimiro: Valladolid, sus recuerdos y sus grandezas: religión, historia, ciencias, literatura, industria, comercio y política, Tomo I, Imprenta de Juan Rodríguez Hernando, Valladolid, 1900-1902, p. 351.
4 BALADRÓN ALONSO, op. cit. pp. 900-901.
Pedro de Ávila Izda: Dolorosa, h. 1700, Catedral de Orense Centro: Dolorosa, 1714-1720, Museo Nacional de Escultura, Valladolid Dcha: Dolorosa, 1714-1725, Iglesia de San Marcos, Sevilla |
Pedro de Ávila Izda: Magdalena, 1719, Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid Dcha: Inmaculada, 1721, Iglesia Oratorio de San Felipe Neri, Valladolid |
Pedro de Ávila San Pedro y San Pablo, 1720, Retablo mayor de la Iglesia Oratorio de San Felipe Neri, Valladolid |
Pedro de Ávila Virtudes en yeso: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza, h. 1729 Pechinas de la cúpula de la iglesia de Santa Cruz, de las Comendadoras de Santiago (Las Francesas) Valladolid |
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