31 de julio de 2023

Theatrum: CRISTO ATADO A LA COLUMNA, el sugestivo brillo cerúleo del alabastro


 






CRISTO ATADO A LA COLUMNA

Diego de Siloé (Burgos, h. 1490 – Granada, 1563)

Hacia 1530

Alabastro policromado, 33,30 x 22,30 cm

Museo Nacional de Escultura, Valladolid

Escultura renacentista española

 

 






     Durante el Renacimiento, frente a lo que sucedía en Aragón, en Castilla solamente fue abundante el uso del alabastro en los conjuntos funerarios en base a los deseos de perduración, eternidad y prestigio social. Sin embargo, esto no ocurrió en la escultura devocional y en los relieves para retablos, constituyendo un caso excepcional la obra realizada entre 1539 y 1543 por Alonso Berruguete y Felipe Bigarny en la espectacular sillería alta de la catedral de Toledo, donde la mezcla de madera de nogal de los sitiales y del alabastro de Cogolludo (Guadalajara) en los relieves del coronamiento superior, junto a la sillería baja tallada entre 1495 y 1498 por Rodrigo Alemán, dieron como resultado una de las grandes creaciones europeas de su tiempo.

De modo que, a diferencia del uso generalizado del alabastro en Aragón, en Castilla las realizaciones en este material, considerado como semiprecioso y de lujo, fueron escasas y generalmente de pequeño formato, en su mayor parte destinadas al ámbito doméstico u oratorios como piezas exquisitas por sus peculiares propiedades lumínicas. En el repertorio conservado figuran pequeñas piezas devocionales realizadas por los mejores escultores que trabajaron en Castilla, como Diego de Siloé, Alonso Berruguete, Juan de Juni o Gregorio Pardo (hijo de Felipe Bigarny), por citar algunos, que fueron autores de pequeños relieves que sorprenden por su carácter pictórico y estilo italianizante, concitando su plástica un interés especial por mostrarse a mitad de camino entre la pintura y la escultura1.

     Junto a las obras de estos afamados artífices, tuvieron una gran difusión en Castilla pequeños relieves devocionales de la Piedad, que colocada ante un paisaje y con resonancias flamencas repiten una iconografía con escasas variantes, desconociéndose si fueron elaborados en algún obrador castellano o importados de los Países Bajos a través de los intercambios comerciales. Sirvan de ejemplo los conservados en el Museo de San Antolín de Tordesillas (Valladolid), en la iglesia de San Juan de Castrojeriz (Burgos) y en el Museo de Valladolid, que muestran su carácter suntuario.

Otra iconografía muy divulgada en los relieves de alabastro renacentistas fue la de la Virgen con el Niño, con la figura insertada en un tondo ovalado, representada de medio cuerpo, en actitud afectiva y a veces acompañada de cabezas de querubines, siendo constante la gestualidad del Niño acariciando la cara de María. Este grupo de relieves, difundidos desde la escuela de Burgos, tuvieron a Diego de Siloé como principal creador después de su regreso de Italia en 1519, caracterizándose por su extremado refinamiento y por la influencia de las composiciones cuatrocentistas florentinas, convirtiendo la belleza, la delicadeza y la ternura en objetivo primordial.

     Una buena muestra del trabajo de Diego de Siloé es el relieve que, sobre una peana en bronce dorado, donara a la capilla de los Condestables de la catedral de Burgos don Pedro Fernández de Velasco, cuarto Condestable de Castilla, hoy conservada en el tesoro de la misma. La novedosa iconografía mariana fue repetida por este escultor en el relieve realizado entre 1519 y 1528 y que desde algún lugar de Castilla fue a parar al Victoria & Albert Museum de Londres. Otro magnífico tondo alabastrino con esta iconografía es el que se atribuye a Juan de Juni y que se conserva en el Instituto Gómez-Moreno de la Fundación Rodríguez-Acosta de Granada, que evoca las creaciones de los grandes maestros florentinos. No obstante, sería Gregorio Pardo el autor en serie de este tipo de relieves que como delicadas joyas fueron destinadas a oratorios nobiliarios y sedes catedralicias. A él corresponde el relieve del Metropolitan Museum de Nueva York (hacia 1530), el del Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid (hacia 1540) y otros que circulan en el mercado del arte.

     Tampoco faltaron pequeños relieves en alabastro con temas referidos a pasajes de la Pasión, en los que se estimula la piedad mediante la presentación de un Cristo humanizado que muestra su padecimiento. Estos alcanzan una notable calidad en el Llanto sobre Cristo muerto, atribuido a Alonso Berruguete y perteneciente a la Colección Marañón de Toledo, el Cristo camino del Calvario atribuido a Juan de Juni de una colección particular de Valladolid, el relieve del Ecce Homo de autor anónimo que se conserva en el Museo de San Antolín de Tordesillas y el Cristo atado a la columna de Diego de Siloé, recientemente incorporado a los fondos del Museo Nacional de Escultura.

EL PEQUEÑO RELIEVE EN ALABASTRO DE CRISTO ATADO A LA COLUMNA

Pequeño en su formato, pero de loable grandeza artística, es este relieve devocional en el que el pasaje de la Flagelación es mostrado en un escenario con una estructura evidentemente clásica cuya finura establece una estrecha frontera entre el ejercicio escultórico y el pictórico. En él Diego de Siloé recrea una parte del Pretorio de Poncio Pilatos en Jerusalén, donde procurando la reproducción de un espacio real y evitando la simetría, ordena dos columnas de orden jónico en primer término que encuentran su contrapunto en otras dos columnas pintadas colocadas al fondo, elementos que salieron a la luz —estaban ocultas bajo un repinte azul que unificaba el fondo— durante el proceso de su reciente restauración, lo que permite apreciar la original concepción del espacio en la búsqueda de perspectiva y profundidad, fusionando los efectos pictóricos con los escultóricos.

     Para reforzar el sentido de profundidad, el escultor incluye una techumbre reticular que sugiere una sencilla cubierta de madera con casetones dorados según los modelos habituales en el siglo XVI, así como un elemental solado irregular de lajas de piedra sobre el que descansan las basas de las columnas en la que se marcan los puntos de fuga. De este modo sencillo, consigue establecer un espacio creíble en el que ninguno de los elementos queda al azar, de acuerdo a los afanes que había experimentado el arte italiano del Quattrocento. Esta reconstrucción fragmentaria del espacio está perfectamente calculada para que, evitando el error en la perspectiva geométrica, el protagonista de la escena quede centrado y destacado.

Así aparece la figura de Cristo, abrazado a una columna jónica que aparece completa siguiendo un convencionalismo extendido en el siglo XVI, estableciendo una compensación de volúmenes entre el arqueamiento anatómico del cuerpo lacerado del flagelado y la rígida verticalidad de la columna, en este caso colocando a la figura con un escorzo corporal y serpenteante ajeno a las posiciones de frente o de espaldas habituales en la iconografía del tema hasta ese momento. En la escena no aparecen representados los verdugos con el fin de exaltar la soledad de Cristo y el padecimiento humano después de haber sufrido la tortura, estableciendo un momento de reflexión previo a la Coronación de espinas y la presentación al pueblo como Ecce Homo.     

     El escultor no intenta recrear el momento de la flagelación, sino sus consecuencias, presentando a Cristo abrazando la columna, elemento del martirio, tratada como un objeto voluntario de suplicio y sin atisbo de la mínima violencia, sin gesto de rechazo al estar maniatado y, bien al contrario, con un elocuente gesto de aceptación y entrega, de acuerdo a los principios de la piedad medieval. Esta visión del tema tendría múltiples comentarios en la oratoria sagrada, como aparece en un pequeño tratado de oración anónimo, cuya primera edición fue impresa en 1526 en la imprenta de Nicolás Tierri de Valladolid2, en el que se cita a Cristo y la columna de esta manera: "O Señor mío coluna eres immovible movedor general de las cosas movibles, sostenedor de las criaturas. A ti están arrimados los cielos y de ti sostenidos, y tu arrimado y atado a la coluna porque no cayas ni te defiendas, y mas porque yo me arrime y me tenga a ti sin caer ni apartar de ti".

De esta manera, en el relieve se realza el carácter simbólico de la columna, que se convierte en uno de los atributos más importantes de la Pasión, el primero después de la cruz, como elemento de martirio con el que Cristo se funde asumiendo su papel, cuyo débil e inestable cuerpo tiene que sujetarse al elemento de tortura para no derrumbarse, aumentando así la carga dramática y el patetismo de la escena, lo que viene a suponer la pervivencia del último gótico centroeuropeo, aquí matizado por una suavidad idealizada tomada del arte italiano.

     Las características de la anatomía de Cristo, con una musculatura resaltada, un tórax vigoroso a pesar de su disposición de perfil, la nariz recta a la romana, la mirada hacia abajo con los ojos rasgados, la boca entreabierta, la barba bífida, el cabello cayendo en forma de mechones alargados y filamentosos, así como los dedos finos y alargados, responden a una constante que Diego de Siloé aplicó en las diversas versiones de Cristo flagelado en madera policromada, entre las que destacan las dos existentes en la catedral de Burgos, de distintos tamaños, y el denominado Jesús del Perdón de la iglesia de San José de Granada.

En este relieve el escultor aplica un paño de pureza muy elaborado, con numerosos pliegues abultados y formando estrías siguiendo una disposición muy similar a la que presenta el Ecce Homo realizado en madera policromada hacia 1520 y que se guarda en la iglesia de Santa María de Dueñas (Palencia). En este caso aparece policromado en oro, al igual que la minuciosa soga que amarra sus muñecas y los reflejos dorados del cabello, perdidos con el paso del tiempo, junto los pequeños regueros de sangre que discurren por la espalda y el rostro.

DIEGO DE SILOÉ
Izda: Detalle de la Degollación de San Juan Bautista, 1525-1529, Museo Nacional de Escultura
Dcha: Detalle de Cristo atado a la columna, hacia 1530, Museo Nacional de Escultura

     Los estilemas del torso inclinado de Cristo, los rasgos fisionómicos y los brazos maniatados repiten los que el escultor utilizara en el cuerpo de San Juan Bautista en el relieve de su degollación, realizado entre 1525 y 1529 en madera de nogal e incorporado a la sillería baja del monasterio de San Benito el Real de Valladolid, hoy en el Museo Nacional de Escultura. El modo elegante de representar la figura es un recurso para resaltar el dolor y la intensidad dramática contenida a través de la imagen, que se presenta ante el espectador como una obra delicada plena de elegancia, con el aliciente del brillo cerúleo que proporciona el alabastro.
 


DIEGO DE SILOÉ, ÁGUILA DEL RENACIMIENTO ESPAÑOL 

DIEGO DE SILOÉ
Degollación de San Juan Bautista, 1525-1529
Sillería baja del coro de San Benito el Real
Museo Nacional de Escultura, Valladolid

     El burgalés Diego Siloé era hijo del gran maestre Gil de Siloé, escultor de origen germánico que había asentado su taller en Burgos. Junto a él iniciaría su formación en el más estricto estilo gótico, aunque a la muerte paterna en 1501, continuó su aprendizaje junto al escultor borgoñón Felipe Bigarny, igualmente establecido en esta ciudad castellana, con el que colaboró en distintas obras y con el que conoció las tendencias de la escultura renacentista italiana. Para contactar directamente con las nuevas formas, en unión del también escultor burgalés Bartolomé Ordóñez viajó a Italia, donde por un periodo de dos años visitó, estudió y trabajó en algunos de los más importantes centros artísticos, captando la estética de las nuevas formas renacentistas —verdad y belleza— que por entonces ya se manifestaban en todo su esplendor.

Allí, junto a su innato sentido de la elegancia, afianzó el conocimiento de la anatomía y el dominio de las proporciones y de la técnica en el tratamiento de los distintos materiales, encauzando un nuevo lenguaje expresivo que evoluciona desde el goticismo aprendido junto a su padre hasta unas formas sosegadas —de fuerte carga melancólica— puramente renacentistas. Entre sus primeras obras documentadas en Italia se encuentra la decoración y la escultura de la capilla Caracciolo de Vico, en la iglesia de San Giovanni a Carbonara de Nápoles, donde trabajó en compañía de Bartolomé Ordóñez y donde es identificable el estilo de cada uno de ellos.   

Izda: DESIDERIO DE SETIGNANO sobre modelo de Donatello,
Virgen con el Niño, h. 1460, Victoria & Albert Museum, Londres
Dcha: DIEGO DE SILOÉ, Virgen con el Niño, h. 1530
Museo Nacional de Escultura, Valladolid

     Tras su regreso a España en 1519, de inmediato comienza a realizar distintas obras para la catedral de Burgos, como el Sepulcro del obispo D. Luis de Acuña de la capilla de Santa Ana o de la Concepción, realizado en albastro. En noviembre de ese mismo año presentaba al Cabildo el proyecto de la Escalera Dorada, una de las más importantes creaciones arquitectónicas del Renacimiento español, que incluye un variado repertorio de relieves decorativos de origen italiano. Demostrando una admirable versatilidad, fue el autor de uno de los arcos triunfales que con alegorías, escenas e inscripciones se levantaron en Burgos con motivo de la llegada del emperador Carlos después de la Guerra de las Comunidades.

Desde ese momento su actividad fue imparable, realizando esculturas en variados tipos de materiales: madera policromada, piedra y alabastro. Entre las obras destacadas se encuentra el pequeño Retablo de Santa Ana de la Capilla de la Concepción de la catedral de Burgos, labrado en piedra en 1522, y especialmente las esculturas del retablo mayor y los dos colaterales de la Capilla del Condestable. En uno de estos retablos colaterales, dedicado a Santa Ana y realizado a petición de doña Mencía de Mendoza, esposa del Condestable, que su padre Gil de Siloé había dejado incompleto a su muerte, Diego de Siloé incorporó un magnífico grupo de Cristo muerto entre dos ángeles en el que su estilo ya aparece definido. Lo mismo se aprecia en el retablo situado en el lado opuesto y dedicado a San Pedro, al que aporta un nutrido santoral en el que figuran las delicadas tallas como San Juan Bautista o el impresionante relieve de San Jerónimo penitente. Otro tanto ocurre en el retablo mayor de la Purificación, en el que colaboró con Felipe Bigarny, con esculturas de carácter italianizante que permiten identificar las pertenecientes a las gubias de cada uno de ellos.

Alabastros de DIEGO DE SILOÉ
Izda: Virgen con el Niño, 1519-1528, Catedral de Burgos
Dcha: Virgen con el Niño, h. 1530, Metropolitan Museum, Nueva York

     Su versatilidad en el uso de materiales y el ajuste a las nuevas formas aprendidas en Italia quedan patentes en la escultura de San Sebastián, obra maestra en mármol realizada hacia 1523 para la iglesia de la Visitación de Barbadillo de Herreros (Burgos) y en los tondos ovalados con la Virgen y el Niño que, igualmente en alabastro, elabora entre 1519 y 1528, de los que se conservan uno en el tesoro de la Capilla del Condestable de la catedral burgalesa y otro en el Victoria & Albert Museum de Londres. Otra variante que realiza en alabastro de la iconografía de la Virgen con el Niño es la pequeña placa de plástica cuatrocentista, de reciente adquisición por el Museo Nacional de Escultura, en la que sigue el modelo de la Madonna Dudley que se conserva en el Victoria & Albert Museum, realizada hacia 1460 por Desiderio da Settignano, que a su vez se inspira en un modelo de Donatello.

En 1528 Diego de Siloé abandona Burgos para fijar su residencia en Granada, donde desarrolla trabajos esencialmente de arquitectura, una diciplina que ya había abordado con anterioridad, como en la ya citada Escalera Dorada catedralicia o en la torre de la parroquia de Santamaría del Campo, cuyo contrato había firmado en 1527 tras presentar un proyecto a un concurso convocado entre arquitectos. En Granada fue solicitado por el duque de Sesa para terminar la iglesia del Convento de San Jerónimo que a la muerte de Jacobo el Indaco había quedado inconclusa, aunque su primera obra en territorio andaluz fueron las estatuas orantes de los Reyes Católicos de la Capilla Real de Granada. Entre sus obras arquitectónicas más relevantes en Andalucía se encuentran la Catedral de Granada y las trazas de la iglesia de San Salvador de Úbeda (Jaén).

Anónimo. Cristo flagelado, alabastro, s. XVI
Museo Iglesia de San Antolín, Tordesillas (Valladolid)

     En la catedral granadina, aunque tuvo que adaptarse a las trazas proyectadas por Enrique Egas, consiguió levantar un majestuoso edificio en el que destacan soluciones plenamente renacentistas en el alzado de las naves, la composición de los soportes y la organización de la cabecera, con una capilla mayor de planta circular que Chueca Goitia calificó como “la más noble capilla mayor del orbe cristiano”.

Diego de Siloé moría en Granada el 22 de octubre de 1563. Dejaba tras de sí una estela de todo tipo de obras imposibles de sintetizar en esta ocasión, oscilando desde el magnífico relieve de la Degollación de San Juan Bautista (1525-1529) de la sillería del coro bajo de la iglesia de San Benito el Real de Valladolid, en madera de nogal, hoy en el Museo Nacional de Escultura, y su intervención en 1544 en la sillería del coro del monasterio granadino de San Jerónimo, al suntuoso sepulcro de Alonso de Fonseca y Acevedo, arzobispo de Santiago de Compostela, realizado en mármol en 1529 y asentado en el Convento de la Anunciación (Úrsulas) de Salamanca, así como los bultos funerarios del sepulcro de Rodrigo Mercado de Zuazola, obispo de Mallorca y Ávila, ubicado en la capilla de la Piedad de la iglesia de San Miguel Arcángel de Oñate (Guipúzcoa), labrado en mármol entre 1528 y 1529, pasando por las trazas arquitectónicas para la Sacristía de la catedral de Sevilla y las realizadas para las catedrales de Guadix y Málaga.                  

Anónimo. Relieves en alabastro de la Piedad, s. XVI
Izda: Museo Iglesia de San Antolín, Tordesillas (Valladolid)
Centro: Iglesia de San Juan, Castrojeriz (Burgos)
Dcha: Museo de Valladolid

 
  Informe y fotografías: J. M. Travieso

 







Alabastros de ALONSO BERRUGUETE
Izda: Llanto sobre Cristo muerto, Colección Marañón, Toledo
Dcha: Alegoría de la Redención, Museo Nacional de Escultura
 
Notas

1 ARIAS MARTÍNEZ, Manuel: Relieves de Alabastro en Castilla: Unicum y modelo seriado. Siloe, Berruguete, Juni. Revista Ars&Renovatio, núm. 7, Centro de Estudios de Arte del Renacimiento, Teruel, 2019. p. 106.

2 ARIAS MARTÍNEZ, Manuel: Cristo atado a la columna. Ficha catalográfica CE2925 en la Web del Museo Nacional de Escultura, CERES.es, Red Digital de Colecciones de Museos de España.







Alabastros atribuidos a JUAN DE JUNI
Izda: Camino del Calvario, Colección particular, Valladolid
Dcha: Virgen con el Niño, Instituto Gómez Moreno,
Fundación Rodríguez Acosta, Granada















Alabastros de GREGORIO PARDO
Izda: Virgen con el Niño, Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid
Dcha: Virgen con el Niño, Mercado del arte














DIEGO DE SILOÉ. Cristo atado a la columna, madera policromada,Catedral de Burgos
 OTRAS ESCULTURAS DE DIEGO DE SILOÉ

















DIEGO DE SILOÉ. Detalle de Cristo atado a la columna,
madera policromada, Catedral de Burgos
















DIEGO DE SILOÉ
Izda: Cristo atado a la columna, madera policromada, Catedral de Burgos
Dcha: Jesús del perdón, madera policromada, iglesia de San José, Granada




















DIEGO DE SILOÉ
Ecce Homo, madera policromada, h. 1520, iglesia de Santa María, Dueñas (Palencia)



















Izda: DIEGO DE SILOÉ y BARTOLOMÉ ORDÓÑEZ, San Sebastián, mármol, 1518-1519,
Capilla Caracciolo de Vico, iglesia de San Giovanni a Carbonara, Nápoles
Dcha: DIEGO DE SILOÉ. San Sebastián, mármol, h. 1523, iglesia de la Visitación, Barbadillo de Herreros (Burgos)



















DIEGO DE SILOÉ
Sepulcro del canónigo Diego de Santander, h. 1523
Catedral de Burgos



















DIEGO DE SILOÉ
San Jerónimo penitente y San Juan Bautista, madera policromada, retablo de San Pedro
Capilla del Condestable, Catedral de Burgos




















DIEGO DE SILOÉ
Izda: San Miguel Arcángel, madera policromada, 1530, iglesia de Sta. María la Real, Sasamón (Burgos)
Dcha: San Jerónimo penitente, alabastro, 1540, Bode Museum, Berlín















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