24 de julio de 2023

Theatrum: LA INMACULADA CONCEPCIÓN, una iconografía inusual y pionera en España


 


INMACULADA / ANUNCIACIÓN / ISAÍAS Y SALOMÓN

Anónimo

Finales siglo XV

Pintura mural

Museo de Valladolid

Procedente del convento de San Juan y San Pablo, Peñafiel (Valladolid)

Pintura gótica. Estilo hispanoflamenco

 

 


EL  ORIGEN  DE  LA  PINTURA

En el año 1320 don Juan Manuel, el altivo y conflictivo nieto de Fernando III, más recordado por su faceta de escritor, fundaba el Monasterio de San Juan y San Pablo en la población vallisoletana de Peñafiel. Para este infante, señor de Peñafiel, que siempre se mostró insatisfecho en sus deseos de intromisión en la vida política castellana, esta fundación debía tener un valor muy especial, pues no solo se localizaba en la más preciada de sus posesiones en el corazón de Castilla, sino que además fue elegida como lugar de su enterramiento y sucesores, así como depósito de su obra literaria, siendo el convento confiado a la Orden de Predicadores (padres dominicos), por la que había mostrado sus preferencias. Este convento, que fue concluido en 1348, mantuvo la advocación de San Juan durante todo el siglo XIV, siendo en una documentación de 1407 donde también aparece con el nombre de San Pablo.


     A consecuencia de un incendio producido en 1749, que obligó a la reconstrucción de parte del complejo gótico-mudéjar, es probable que se cubriera con una capa de yeso un importante conjunto de pinturas murales góticas que permanecieron ignoradas durante muchos años. Durante la ocupación francesa, el convento fue saqueado y mutilado el sepulcro de don Juan Manuel y su esposa. Tras el abandono del convento en 1836, a consecuencia de la desamortización, en 1882 fue cedido a los Padres Pasionistas, quienes entre 1920 y 1930 hicieron trabajos para adecuar el complejo arquitectónico. Es entonces cuando se descubren las pinturas murales distribuidas por distintos lugares de la iglesia, siendo la mayor parte de ellas arrancadas de los muros y trasladadas en 1940 al Museo de Valladolid, donde se siguen mostrando en la actualidad.

Entre las pinturas murales se encuentran dos ciclos realizados tras la muerte del infante don Juan Manuel, entre 1360 y 1380, por un pintor llamado Alfonso —que firma uno de los murales— que sigue los cánones del estilo gótico lineal, con algunas influencias del gótico italianizante. Uno está dedicado a Santa María Magdalena, con una serie de compartimentos que narran escenas de su vida, y otro encargado por fray Juan de Villalumbroso —según figura en una inscripción del mural— que muestra el Juicio Final, que incluye el relato del Encuentro de los tres vivos y los tres muertos.

     Junto a estas pinturas, se encuentra otro conjunto, realizado a finales del siglo XV en estilo hispanoflamenco por un desconocido pintor, que ocupaba el fondo de un arcosolio situado en la nave de la Epístola de la iglesia, junto a la puerta, presidido por la figura de la Inmaculada Concepción, que aparece flanqueada por las figuras del arcángel San Gabriel y de la Virgen, configurando una Anunciación, así como figuras en grisalla de profetas en los muros del intradós del arcosolio, Isaías en la parte izquierda y Salomón en la derecha, ambos portando filacterias con inscripciones en caracteres góticos. 

LA  INMACULADA  CONCEPCIÓN  DE  PEÑAFIEL 

Esta pintura mural no tiene nada que ver con el resto de pinturas góticas que decoraban la iglesia del convento de San Juan y San Pablo de Peñafiel, ofreciendo, como apuntaba Gratiniano Nieto, más interés por el tipo iconográfico que representa que por sus valores artísticos.

    La figura de la Virgen, de 1,45 m. de altura, aparece en posición frontal y colocada de pie sobre la media luna, doblemente coronada, con las manos cruzadas a la altura del pecho, vestida con una túnica violácea cerrada al cuello con un broche y ornamentada con salpicaduras de pequeñas ramas con triples granadas doradas, rodeada de una mandorla, enmarcada por un paño de vivos colores colocado al fondo, a modo de dosel, y con el cuerpo rodeado por una filacteria con la inscripción: EGO AMICTA SOLE ET LUNA SUB PEDIBUS MEIS CLAMABAN PARTURIENS (Soy amiga del sol y la luna que bajo mis pies clamaban para dar a luz).

La figura de la Inmaculada está representada bajo la fórmula de la mujer apocalíptica, inspirada directamente en el capítulo XII del Apocalipsis, en el que San Juan narra: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Pero en su seno se incluye la representación de Cristo infante colocado sobre el sol, lo que constituye una iconografía poco frecuente en el arte cristiano, que como indica la inscripción de la filacteria hace referencia al privilegio de la Encarnación, que queda complementada con la escena de la Anunciación que la acompaña y las figuras laterales de los profetas que mejor ensalzaron la pureza inmaculada de la Virgen: Isaías al anunciar su maternidad virginal (Is. 7, 14) y Salomón (Cant. 4, 7).

     Esta inclusión de la figura del Infante sobre el vientre de la Virgen está relacionada con la iconografía de la Expectación del Parto, popularmente conocida como Virgen de la O, advocación muy extendida en la Iglesia de Toledo, pero que aplicada sobre la Inmaculada con los atributos del Apocalipsis es realmente sorprendente por su escasez. El iconógrafo e historiador Chandler Rathfon Post lo interpretó como una fusión de la idea de la Virgen de la Esperanza, muy extendida en España cuando se realiza el mural, con la idea de la Inmaculada Concepción, igualmente muy arraigada en territorio hispano desde muy antiguo.

A este respecto, es importante señalar que si las representaciones de la Virgen de la O se pueden encontrar con cierta frecuencia hasta el siglo XV, realizadas por los primitivos pintores hispanos, no ocurre lo mismo con las representaciones de la Inmaculada. Si tenemos en cuenta la opinión del historiador Elías Tormo de que no existen representaciones indudables de la Inmaculada anteriores al siglo XVI, la imagen de Peñafiel supondría la representación más antigua, de cuantas se conocen en España, de un tipo iconográfico mariano que en los siglos siguientes estará íntimamente ligado al arte español.

     Es posible que la creación de esta iconografía fuese inspirada por algún fraile dominico de los que por entonces habitaban el Monasterio de San Pablo, pues hay que recordar que los Padres del Concilio de Nicea determinaron expresamente que la composición de las imágenes religiosas no debe dejarse a la iniciativa de los artistas, pues si el arte solo pertenece al pintor, la ordenación y la disposición del tema pertenece a los miembros de la Iglesia. De este modo, sugerida por un religioso, el pintor plasmaría por primera vez en el arte español el tema de la mujer concebida sin pecado y predestinada desde el comienzo de los siglos a ser la Madre de Dios hecho hombre, tal y como se sentencia en los Proverbios: «desde los más remotos tiempos fui constituida, desde los orígenes, antes que la tierra fuese. Antes que los abismos fui engendrada yo, antes que fuesen las fuentes de abundantes aguas; antes que los montes fuesen cimentados, antes que los collados, fui yo concebida» (Prov. 8, 23-25).


     Por otra parte, no deja de ser paradójico que el tema aparezca en el contexto del convento dominico de San Pablo de Peñafiel, pues es bien sabido que en la controvertida doctrina de la Inmaculada Concepción se produjo un enfrentamiento de posturas entre los franciscanos, favorables a la doctrina inmaculista, y los dominicos, contrarios a la misma, por lo que la presencia de esta pintura testimonial tan temprana se convierte en algo inexplicable en el ámbito dominico.

En definitiva, en la pintura de la Inmaculada Concepción de Peñafiel, fuera cual fuera su inspiración, el pintor plasmó las dos cualidades fundamentales que diferencian a la Virgen María de los demás mortales: El haber sido concebida Inmaculada y el haber sido Virgen a pesar de ser madre. Cualidades que tan delicada y sublimemente se cantan en las letanías marianas.

Respecto al estilo de la pintura y seguramente debido a su deficiente estado de conservación, se han apuntado diferentes teorías. Si Post la relacionó con el entorno del Maestro de San Ildefonso, a finales del siglo XV, esta idea fue desechada por Gratiniano Nieto, que la consideró obra de la primera mitad de dicho siglo, con dificultad para encajarla en determinada escuela. Otra propuesta fue planteada por Juan José Martín González, que la relacionaba con el círculo de Nicolás Francés, datándola por tanto en el segundo cuarto del siglo XV, aunque personalmente me decanto con la percepción expresada por Fernando Gutiérrez Baños de que se trata de un mural realizado en el estilo hispanoflamenco que desde mediados del siglo XV se realizó en buena parte del territorio español, un estilo que recogía el giro realista producido en el final del periodo tardogótico que tuvo su origen a principios del siglo XV en los Países Bajos. Tampoco es desdeñable la idea de Eloisa Wattenberg de que la presencia de la granada en la túnica de la Virgen, además de ser un símbolo de fecundidad, pudiera aludir a la conquista de la Granada nazarita de 1492, con lo que la pintura dataría de los años finales del siglo XV. 

Anunciación, Museo de Valladolid
LA ESCENA DE LA ANUNCIACIÓN Y LOS PROFETAS ISAÍAS Y SALOMÓN

Desgraciadamente, las figuras que componen estas escenas presentan un lamentable estado de conservación. De la escena de la Anunciación, compuesta por la figura del arcángel San Gabriel y de la Virgen, colocadas por separado a los lados de la Inmaculada, tan sólo son apreciables ciertos rasgos del arcángel que podrían presentar matices italianizantes, pero siguiendo los modelos flamencos tan apreciados en España. Estas demacradas figuras tan sólo ponen de manifiesto que la pintura mural continuó teniendo un especial protagonismo en los siglos del gótico, desmintiendo el tópico de que en el entorno vallisoletano las artes del dibujo y el color se desarrollaron preferentemente en retablos u otro tipo de soportes, como vidrieras y miniaturas.

Igual aspecto mutilado presentan las dos figuras sedentes, pintadas en grisalla, en el intradós del arcosolio, colocadas en nichos fingidos que aparecen cubiertos con arcos de medio punto y pilastras ornamentadas en la embocadura. Ambos representan a dos profetas que se distinguieron por el ensalzamiento de las virtudes de la Virgen.

Arcángel San Gabriel de la Anunciación, Museo de Valladolid

     En la parte izquierda se encuentra Isaías, identificado por la inscripción que aparece en una filacteria colocada en la parte superior. Tanto su difuminada figura, cubierta por un tocado al uso de la época, como la inscripción que contiene la filacteria que sostiene son imposibles de interpretar con seguridad por las lagunas producidas por la pérdida de pigmentos fundamentales.

Otro tanto ocurre en la figura de Salomón, identificado de la misma manera con una filacteria situada en la parte superior. Aparece coronado en su condición de rey y a su lado, junto a la cabeza, se aprecia un pequeño ídolo que constituye un atributo aplicado a su iconografía. Sujeta una filacteria en la que se lee la inscripción: TOTA PU : ES : AMICA ME. 

 

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 

Arcángel San Gabriel de la Anunciación, Museo de Valladolid

Bibliografía 

GUTIÉRREZ BAÑOS, Fernando: Murales góticos en la provincia de Valladolid: visión panorámica y nuevas aportaciones. Conocer Valladolid, 2019, Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, Ayuntamiento de Valladolid, 2021, pp. 167-197. 

HERNANDO GARRIDO, José Luis: La Pintura gótica en la Ribera del Duero: el arte de contar historias. Biblioteca: estudio e investigación, nº 17, 2002, pp. 154-155. 

NIETO, GALLO, Gratiniano: Una representación de la Inmaculada en el siglo XV. Boletín del Seminario de Arte y Arqueología (BSAA), Tomo 11, 1944-1945, pp. 109-118. 

WATTENBERG GARCÍA, Eloísa: Guía del Museo de Valladolid. Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, Salamanca, 1996, p. 179. 


Lucillo con la pintura mural de la Inmaculada
Museo de Valladolid










Izda: Profeta Isaías / Dcha: Profeta Salomón
Lucillo de la Inmaculada, Museo de Valladolid











Lucillo con la pintura mural de la Inmaculada
Museo de Valladolid














Convento de San Pablo de Peñafiel, de donde procede la pintura mural de la Inmaculada
Sepulcro del Infante don Juan Manuel en el convento de San Pablo de Peñafiel








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