NIÑO JESÚS DORMIDO SOBRE UNA
CALAVERA
Anónimo
Siglo XVI
Alabastro
Museo de Valladolid (Depósito del Museo Nacional de Escultura)
Escultura renacentista
En los comienzos del Renacimiento, surge una nueva iconografía del Niño Jesús
en la que aparece recostado y dormido plácidamente sobre una cruz o una
calavera, determinando una imagen cargada de crueldad por condensar dos
significados antagónicos: la vida, representada por el tierno infante, y la
muerte, explícita en la cruz como símbolo de tormento o en la calavera como
símbolo universal del postrero destino humano. Dicha iconografía, completamente
ajena al relato evangélico, hunde sus raíces en las representaciones clásicas
de Eros —dios del amor y la fertilidad— y Tánatos —personificación de la muerte
sin violencia—, aunque en este caso también está patente una alusión a Hipnos
—hermano gemelo de Tánatos que personifica el sueño—, mostrando una
interpretación, reelaborada desde la óptica cristiana, cuyo significado podría
entenderse como el abandono del alma a la voluntad divina.
Respondiendo a estos presupuestos, en la escultura labrada en alabastro
que realizada por un desconocido escultor durante el siglo XVI se conserva en
el Museo de Valladolid, se aglutinan las características formales que se generalizaron
en este tipo de representación, tales como la anatomía mórbida del Niño Jesús, su
completa desnudez, sus cabellos ensortijados, su posición recostada y sumido en
un profundo e inocente sueño apoyado su cabeza y sus manos sobre una calavera, presentándose
con un evidente naturalismo que, inspirado en las representaciones de Cupido o putti,
convierte la representación en una metáfora sobre el destino del hombre, que
debe recordar que nació solo para morir.
Un ejemplo que refleja esta mentalidad, después extendida en la variedad
de “vanitas”, podemos encontrarlo en los grabados del pintor y grabador holandés
Hendrik Goltzius (Haarlem, 1558-1617), que muestran una alegoría sobre la
fugacidad de la vida. Tanto en el grabado realizado hacia 1590 y conservado en
el British Museum de Londres, como en el impreso en 1594, perteneciente a la
Biblioteca Nacional de España de Madrid (ver ilustraciones), aparecen putti
de cuerpo entero y desnudos que apoyados sobre una calavera aparentemente se
limitan a jugar haciendo burbujas de jabón insustanciales, frágiles, de brillo
y duración instantánea, que se deshacen sin dejar rastro. La alegoría se
acompaña además de otras existencias fugaces, como las flores y el humo que
emana de una urna humeante, desplegando de esta manera toda una serie de ideas
fúnebres.
Esta reflexión del “Homo bulla est” (el hombre es como una pompa de
jabón) tiene su origen en la Antigüedad, especialmente en el poeta y filósofo Marco
Terencio Varrón (Rieti, 116-27 a.C.) y en Marco Anneo Lucano (Corduba, 39-Roma,
65), poeta romano de origen hispano, siendo recogida en los Adagios del
humanista, teólogo cristiano y neerlandés Erasmo de Rotterdam (1466-1536), de
donde pasa a las artes plásticas. Esta alegoría sobre la fugacidad de la vida, representada
metafóricamente por un niño que, inspirado en los putti o cupidos, duerme con
placidez recostado sobre un cráneo, se convertiría en una iconografía habitual
del arte español desde el siglo XVI, con numerosas representaciones
escultóricas y pictóricas realizadas por artistas barrocos durante el siglo
XVII.
Es el madrileño Fray Juan Interián de Ayala (1657-1730), sacerdote
mercedario, teólogo y tratadista de estética, quien en su tratado El pintor
christiano y erudito (Madrid, 1782), refiriéndose a las metáforas visuales,
declara que estas “no pertenecen a la historia, quanto son objeto de
piadosas meditaciones”. En cuanto a las representaciones del Niño Jesús
dormido sobre una cruz o una calavera, en ocasiones sobre ambos elementos,
encuentra un significado profundo: "Cristo Señor Nuestro desde el
primer instante de su concepción, aceptó espontáneamente la muerte y acerbísima
pasión, que le impuso su Eterno Padre, viviendo siempre aparejado para ella y
pensando en ella muchas veces: sabiendo muy bien que con su muerte vencería a
la misma muerte y al demonio".
De modo que la sugestiva escultura del Museo de Valladolid viene a ser
una variante iconográfica de la tipología denominada “Niño de la Pasión”, que
combina la inocencia infantil con el dolor inexorable de su sacrificio y muerte,
convirtiéndose en una alegoría del dogma de la Redención, pues la figura de
Cristo niño viene a simbolizar el Amor Divino, que culminará con la
Resurrección imponiéndose al sueño de la muerte.
Imágenes infantiles con idéntico simbolismo, realizadas en alabastro o
mármol, incitando a una reflexión sobre la muerte, también fueron incorporadas
a los conjuntos funerarios durante el siglo XVI, aunque proliferaron, de
acuerdo a la religiosidad contrarreformista, en oratorios, conventos y
clausuras durante el siglo XVII, abarcando una gran variedad de materiales,
como madera, mármol, peltre, plomo, cera o marfil. En todos casos con la
intención, propia del barroco, de conmover al espectador a través de los
sentidos e incitar a la meditación.
Esta escultura llegó al Museo de Valladolid, a consecuencia de la
desamortización, procedente del Convento de San Pablo de Valladolid, donde se
conservaba en una urna acristalada. No obstante, en una antigua documentación
de dicho museo se refiere que su procedencia fue el desaparecido Convento de
Clérigos Menores, un dato imposible de confirmar.
También en Valladolid, existe un ejemplar similar, en alabastro policromado y de la misma época, en el Monasterio de las Huelgas Reales.
Informe y
fotografías: J. M. Travieso
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Anónimo, s. XVI. Niño Jesús dormido sobre una calavera Alabastro policromado Monasterio de las Huelgas Reales, Valladolid |
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Anónimo griego, s. III-II a.C. Eros dormido, Metropolitan Museum, Nueva York Foto: The Met |
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Hendrick Goltzius. Niño apoyado en una calavera, grabado Izda: Hacia 1590, British Museum, Londres Dcha: 1594, Biblioteca Nacional de España, Madrid |
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Esteban de Rueda. Niño Jesús dormido sobre una calavera Colección Fontaneda, Castillo de Ampudia (Palencia) |
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Anónimo andaluz s. XVII. Niño Jesús dormido sobre una calavera Convento de Santa Paula, Sevilla
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Niño Jesús dormido con una calavera. Madera policromada Izda: Anónimo, 1690, Museo Marés, Barcelona Dcha: Taller granadino, s. XVII, Museo del Romanticismo, Madrid |
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