CICLO DE LA HISTORIA DE LA VIRGEN
VULNERATA
Diego Díez Ferreras (Carmona,
Sevilla, h. 1640 - Valladolid, 1697)
1679
Óleo sobre lienzo
Iglesia del Real Colegio de
Ingleses de San Albano, Valladolid
Pintura barroca. Escuela castellana
EL REAL COLEGIO
DE INGLESES DE SAN ALBANO
Durante el reinado de Isabel I, comenzó en Inglaterra una sangrienta persecución de los católicos que hizo que la formación de sacerdotes ingleses fuera imposible. Ante esta situación, la Iglesia buscó ayuda en otros países europeos. En 1568 el Cardenal William Allen estableció el Colegio de Ingleses de Douai, Francia, que contó con la protección del rey español Felipe II.
Tras la puesta en libertad de los seminaristas ingleses y con el padre Robert
Persons a la cabeza, encontraron alojamiento cerca del convento de Santa Clara.
En 1589 se fundaba el Real y Pontificio Colegio de Ingleses — Royal English
College— bajo la advocación de San Albano, considerado el primer mártir inglés
durante la conquista romana, ocupando una casa situada en el lugar del actual
edificio colegial, al que acudieron nuevos estudiantes procedentes de Douai,
entre ellos los futuros mártires Robert Drury y Roger Filcock. Este hecho fue conocido
por Isabel I que, tras ser proclamada reina en 1591, denunció el trabajo de
seminaristas y jesuitas de San Albano de Valladolid.
En otro orden de cosas, en esta confrontación entre España e Inglaterra,
hemos de referirnos a un hecho singular: el ataque por sorpresa, en 1596, de la
flota inglesa y sus aliados holandeses a la ciudad de Cádiz, donde se
sucedieron los hechos de la profanación de la Virgen Vulnerata que Diego
Díez Ferreras narra en las pinturas de la iglesia del Colegio de Ingleses de
Valladolid, a las que después nos referiremos con detalle.
Dicha iglesia fue construida, entre 1671 y 1676, por iniciativa de Manuel
de Calatayud, rector del Colegio de Ingleses en aquellos años, que tras un
arduo proceso de dificultades económicas, con paciencia realizó “demandas” a otras
casas jesuitas, personajes e instituciones de otros lugares de España,
incluidos los monarcas, consiguiendo recaudar los fondos necesarios para
encomendar al arquitecto Pedro Vivanco una nueva iglesia de plan central
inspirada en modelos cortesanos, como San Antonio de los Portugueses de Madrid,
aunque el modelo más próximo es la iglesia del convento de San Bernardo de Alcalá
de Henares, con planta elíptica, capilla mayor, seis capillas laterales y
cubierto con una gran cúpula ovalada.
Para colocar al culto la imagen de la Vulnerata, en 1677 se
encargó un retablo mayor al ensamblador Blas Martínez de Obregón, finalmente
realizado por Francisco Villota, donde se mantuvieron las esculturas del
retablo preexistente, realizadas a comienzos del siglo XVII por Francisco de
Rincón, que representan a los santos ingleses San Albano, titular del Colegio, al
mártir Tomás Beckett y a San Eduardo el Confesor, rey de Inglaterra.
Cúpula con pinturas de Diego Díez Ferreras |
Al mismo tiempo, las labores de pintura se encomendaron a Diego Díez Ferreras, que tras la muerte de Diego Valentín Díaz era el pintor más notable de la ciudad. Este se encargó de realizar los ocho lienzos colocados en la cúpula que representan al Salvador, la Inmaculada Concepción, San José con el Niño, Santa Isabel con San Juan Bautista niño, San Juan Evangelista, María Magdalena, San Joaquín y Santa Ana con la Virgen niña, a los que se sumaron las pinturas de ángeles sobre las puertas laterales del retablo mayor y posiblemente las incluidas en el retablo dedicado a los santos jesuitas. Pero sin duda, la obra pictórica más interesante es el ciclo de ocho pinturas de gran formato que, colocadas con grandes marcos sobre las tribunas que se abren a la nave, narran con detalle la historia de la Virgen Vulnerata y su llegada a Valladolid.
LA HISTORIA DE
LA VIRGEN VULNERATA SEGÚN DIEGO DÍEZ FERRERAS
Las pinturas, que fueron terminadas por Diego Díez Ferreras en 1679,
narran en forma de ocho monumentales viñetas la conmovedora historia de la que
fue protagonista una imagen de la Virgen con el Niño que fuera realizada en
madera de pino en un taller sevillano, a mediados del siglo XVI, y que recibía
culto en la catedral de Cádiz.
El contexto de la historia se encuentra en medio de la sangrienta guerra, no declarada, que estalló a finales del siglo XVI entre los reinos de Inglaterra y España, después de que en 1588 el rey Felipe II, apoyado por el papa Sixto V, enviara la primera Armada Española con el objetivo de restablecer el catolicismo en Inglaterra, encabezando un intento de derrocar a la reina protestante Isabel I, hecho al que sucedieron episodios intermitentes durante diecinueve años en el que los dos bandos obtuvieron éxitos militares, aunque ninguno pudo reclamar la victoria general.
Escena 1: Una flota inglesa y holandesa desembarca en el puerto español de CádizEn junio de 1596, una flota compuesta por 14.000 marineros ingleses y
holandeses, liderados por el conde de Essex, zarparon hacia el puerto sureño de
Cádiz con la intención de capturar la flota española en un ataque sorpresa,
como así ocurrió.
La pintura muestra en la parte derecha la tranquila llegada —sin resistencia—
de la flota inglesa a la costa de Cádiz, mientras en la parte izquierda se
recrea el altar de la Virgen en la catedral, al que acuden a orar ciudadanos gaditanos
temerosos de la invasión y algunas autoridades militares. Como nota anecdótica,
ante el altar aparecen tres niños que juegan a la guerra sobre caballos de
juguete.
Llegada a Cádiz del la flota inglesa y holandesa en 1596 |
Altar de la Virgen con el Niño en la catedral de Cádiz |
Cuando ingleses y holandeses llegaron a la ciudad de Cádiz, apenas
encontraron resistencia por estar desprevenidas las tropas españolas. Tras
imponerse los invasores, les fue permitido por sus comandantes el saqueo de la
ciudad, aunque con la orden expresa de que respetaran a los ciudadanos gaditanos,
que ante el inesperado ataque fueron en masa a pedir protección al popular altar
que en la catedral disponía la popular imagen de la Virgen con el Niño.
Ataque de ingleses y holandeses a la ciudad de Cádiz |
Los gaditanos acuden a la catedral a pedir protección |
Ante la tristeza de algunos fieles gaditanos, los soldados derriban a
golpes la imagen de la Virgen de su altar catedralicio.
La Virgen profanada en la catedral de Cádiz |
Los fieles gaditanos contemplan, con impotencia, como algunos soldados
de las tropas inglesas arrastran con saña la imagen de la Virgen María y el
Niño Jesús desde la catedral hasta la plaza del mercado, donde la someten a
toda clase de vejaciones.
La imagen arrastrada por los soldados ingleses |
Los soldados ingleses con sables y hachas acaban mutilando a golpes, en la plaza pública, la escultura devocional, a la que asestaron en la cara profundos cortes, la amputaron los brazos y redujeron a astillas la figura del Niño Jesús, del que quedaron como testigos unos muñones de los pies pegados al regazo de la Virgen. Los restos de la imagen profanada fueron arrojados a un vertedero situado fuera de la ciudad, de donde fueron parcialmente recuperados por doña Luisa de Padilla, esposa del conde de Santa Gadea, que por entonces ostentaba el cargo de Adelantado de Castilla. Este matrimonio decidió guardarla en un lugar de honor en la capilla de su palacio en Madrid.
Escena 6: La condesa llora tras acceder a que la Virgen mutilada sea llevada al Real Colegio de Ingleses de ValladolidEnterados los jesuitas del colegio vallisoletano de que la imagen profanada de la Virgen estaba custodiada en Madrid, el padre John Blackfan, procurador del English College, contando con el apoyo de los provinciales jesuitas, solicitó al Adelantado de Castilla y su esposa que fuera entregada la imagen al Colegio de Ingleses de Valladolid, donde se tendría la oportunidad de ver reparada la afrenta producida por sus compatriotas.
Los jesuitas solicitando la entrega de la imagen para el Colegio de Ingleses |
En la pintura se suceden las acciones. En la parte derecha un grupo de
jesuitas solicitan a los monarcas su intercesión para trasladar la imagen a
Valladolid, en la parte central se aprecia el arranque de la procesión con la
imagen sin brazos colocada sobre una carroza y a la izquierda la condesa Luisa
de Padilla llora al despedirse de la Virgen Vulnerata, a la que había
recubierto de un rico manto y había dotado de una corona de pedrería.
Llanto de la condesa al partir la imagen hacia Valladolid |
La esperada llegada de la imagen al Colegio de San Albano se produjo el 8
de septiembre de 1600, según orden de Felipe III, en forma de una solemne
procesión acorde con la pompa habitual en las celebraciones importantes. Su
esposa, Margarita de Austria había cedido una litera para ser trasladada en
secreto desde Madrid a Valladolid.
Siguiendo el protocolo, la imagen fue depositada en el desaparecido
convento del Carmen Calzado, desde el que el 7 de septiembre partió un cortejo formado
por nobles a caballo, cuatro padres jesuitas y veinticuatro seminaristas
ingleses acompañando a la imagen, que penetró en la ciudad por la Puerta del
Campo (arranque de la Calle de Santiago) mientras repicaban los campanarios de
la ciudad. La procesión llegó hasta la primitiva catedral de Valladolid, que
había adquirido este rango cuatro años antes (1596), donde fue recibida por el
Cabildo, pasando la imagen aquella noche en la antigua Colegiata custodiada por
los seminaristas ingleses.
La imagen de la Vulnerata llega bajo palio al Colegio de Ingleses de San Albano de Valladolid |
En los días sucesivos se celebró en San Albano un novenario en el que participaron miembros de instituciones como la Chancillería, la Inquisición, la Universidad y el Cabildo catedralicio. El último día la Virgen fue coronada por Bartolomé de la Plaza, primer obispo de Valladolid, que en su sermón se refirió al sacrilegio padecido por la imagen gaditana como la “Señora vulnerada”, apelativo devocional con el que sería conocida a partir de entonces.
La octava escena sobre el presbiterio de la iglesia |
La última de las pinturas, colocada sobre el muro en que se abre el presbiterio,
representa a la Virgen Vulnerata entronizada en Valladolid y coronada por dos
ángeles, mientras es adorada por Carlos II, doña Mariana de Austria y otros
personajes de la Corte, aunque la visita de ese monarca al Colegio de San
Albano nunca llegó a producirse.
En la actualidad la imagen desfigurada de la Virgen Vulnerata, aunque con las partes conservadas restauradas, ofrece el mismo aspecto que cuando llegara a Valladolid aquel 8 de septiembre de 1600, siendo ilustrada la causa de su aspecto mutilado en la monumental serie de ocho pinturas que recorren la parte alta de los muros de la iglesia barroca, cuyo patronato sigue ostentado, desde el reinado de Carlos III, el rey de España, que por una Real Cédula sigue controlando el nombramiento de los rectores del Real Colegio de Ingleses de San Albano.
Las pinturas en la iglesia del Colegio de Ingleses de Valladolid |
Informe: J. M. Travieso.
Detalle de la escena 6 sobre una tribuna de la iglesia |
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