MENSAJE A
LAS ESTATUAS
Vosotras,
piedras
violentamente
deformadas,
rotas
por el golpe
preciso del cincel,
exhibiréis
aún durante siglos
el último
perfil que os dejaron:
senos
inconmovibles a un suspiro,
firmes
piernas que
desconocen la fatiga,
músculos
tensos
en su
esfuerzo inútil,
cabelleras
que el viento
no despeina,
ojos
abiertos que la luz rechazan.
Pero
vuestra
arrogancia
inmóvil,
vuestra fría
la desdeñosa
fe del inmutable
gesto,
acabarán
un día.
El tiempo es
más tenaz.
La tierra
espera
por vosotras
también.
En ella
caeréis por vuestro peso,
seréis,
si no
cenizas,
ruinas,
polvo, y
vuestra
soñada
eternidad será la nada.
Hacia la
piedra regresaréis piedra,
indiferente
mineral, hundido
escombro,
después de
haber vivido el duro, ilustre,
solemne,
victorioso, ecuestre sueño
de una
gloria erigida a la memoria
de algo
también disperso en el olvido.
ÁNGEL GONZÁLEZ (Oviedo 1925-Madrid 2008).
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