DIÁLOGO DE
LA TINIEBLA
No busco la
verdad, pero persigo
su estela
cautivante, su aleteo
que es la
réplica infiel de lo que creo
y el huidizo
fulgor de lo que digo.
La verdad absoluta
es un castigo
que quizás
no merezca mi deseo.
Y su
ausencia es el último trofeo
que desvela
mi angustia de testigo.
Me quedo con
la flor de la pregunta,
aspirando el
aroma sin respuesta,
dejando que
el silencio apenas hable.
Y al sentir
que la lágrima despunta,
la verdad,
como un grillo, me contesta
desde el
jardín del vértigo insondable.
DAVID ESCOBAR GALINDO
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