7 de febrero de 2014

Visita virtual: ECCE HOMO, el drama interpretado por una escultora barroca












ECCE HOMO
Luisa Ignacia Roldán, la Roldana ( Sevilla 1652 - Madrid 1706)
1684
Madera policromada
Catedral de Cádiz
(Procedente del convento de los Carmelitas Descalzos de Cádiz)
Escultura barroca española. Escuela andaluza













El Ecce Homo que aparece expuesto al culto en la capilla de San Sebastián de la catedral de la Santa Cruz de Cádiz es una de las esculturas más significativas en la producción de Luisa Roldán, además de ser la primera obra perfectamente documentada de esta artista, después de que durante los trabajos de restauración de la talla, realizados en 1984 por José Miguel Sánchez Peña, apareciera en su interior un documento autógrafo donde la escultora sevillana certifica su autoría y cronología.

Dicho documento, en cuyo reverso aparecen diversos esbozos de rostros realizados por la Roldana, ofrece la siguiente descripción: «Se acaba esta echura año de 1684 os en el mes de Juo en 27 dias reinando carlos segundo en españa; en fraa Luis desimo tersio dos meses despues de aber muto el arzobispo de sebilla Don anbrosio ignasio espinola/gusman», «Yso esta echura con sus manos La insine artifise doña Luisa roldan en compañia de su esposo Luis antonio de los arcos los cuales Piden a todos los que esto supiesen agan algunos sufrajios por que dios perdone sus almas estose, por amor de dios y pedimos perdon a todos los qsubieremos ofendido / nosotros perdonamos a nuestros enemigos»1.

En esta escritura fechada en 1684, conservada y expuesta en el Museo Catedralicio gaditano, la Roldana curiosamente se autodenomina "insigne autora" y afirma haber sido ayudada por su marido, aunque no queda aclarado si la talla fue realizada en el taller sevillano y después enviada a Cádiz, pues se tiene constancia que el desplazamiento del matrimonio a la ciudad portuaria se produjo en 1686, cuando la escultora fue reclamada por el Cabildo catedralicio para realizar unas «figuras de Patriarcas y ángeles para su monumento», momento en que realiza, ya en su etapa gaditana, otras imágenes del Ecce Homo planteadas en la modalidad de busto, como el de la iglesia de San Francisco y el del convento de Santa Cruz, ambos en la ciudad de Córdoba.

El Ecce Homo conservado en la catedral de Cádiz ofrece una historia singular en cuanto a su concepción original, con diferentes versiones de los historiadores acerca de si la imagen fue planteada inicialmente por la Roldana como un busto, modalidad muy extendida en la época, o como figura de cuerpo entero, tal y como la conocemos ahora. Fue Enrique Hormigo2 quien en 1985 resolvía definitivamente este enigma al disponer de datos necesarios para afirmar que la imagen fue concebida como un busto de «medio cuerpo natural», hasta la altura de la cintura, al igual que los modelos cordobeses, siendo adquirida en junio de 1688, antes de partir hacia las Indias, por el presbítero Francisco Maderuelo, racionero de la iglesia de San Salvador de Valladolid en la provincia de Michoacán (Nueva España), para entregarla como donación a la capilla que la Venerable Orden Tercera de penitencia de San Francisco tenía en el claustro del convento de Nuestra Señora de los Ángeles, de la Orden de los Carmelitas Descalzos donde él había profesado. En tal donación aparece descrita como una imagen de Cristo de la Humildad, encarnada y acabada en total perfección, con corona de espinas y caña en la mano, de medio cuerpo y colocada dentro de una urna.

Esta teoría queda avalada por los informes elaborados por Sánchez Peña durante el proceso de restauración, que permitió comprobar que de la cabeza a la cintura está tallada en madera de cedro y el resto, incluida la clámide entera, en madera de pino. Esto implica que la parte de cintura para abajo fue añadida posteriormente, tal como afirmaba Antonio Ponz, aunque desconozcamos en qué momento concreto, apuntando Lorenzo Alonso de la Sierra que, a juzgar por los motivos de rocallas que decoran la clámide, sería en el tercer cuarto del siglo XVIII. En la capilla del convento de los Descalzos permaneció al culto hasta los sucesos revolucionarios de 1868, momento en que fue trasladada a la catedral gaditana.

La imagen recoge el momento pasional en que Cristo, como un reo recién azotado, es presentado burlonamente ante el pueblo como "Rey de los judíos", con las manos aún amarradas, la desnudez del cuerpo cubierta por una clámide de color púrpura, coronado por una corona de espinas y sujetando en sus manos una caña a modo de cetro, siendo este último elemento y las espinas de la corona los únicos postizos aplicados, pues tanto las gruesas sogas como los tallos de la corona están virtuosamente tallados en madera.

Cristo aparece de pie, en posición de suave contrapposto, con la cabeza inclinada ligeramente hacia su hombro derecho, el torso parcialmente desnudo, las manos amarradas al frente y recubierto por una clámide recorrida por una orla dorada que forma numerosos y menudos pliegues que contrastan con la tersura de la anatomía. La imagen demuestra el estilo perfeccionista que caracteriza el estilo de la escultora en esos años, donde a los grandes golpes de gubia que producen una técnica abocetada, heredada de su padre Pedro Roldán, incorpora una estética muy personal en la que destaca el extremado tratamiento naturalista de la anatomía y los distintos elementos hasta lograr una expresividad dramática que supera los modelos paternos, apreciable en esta escultura en la minuciosidad con que aparecen descritos músculos y venas, en la boca entreabierta y en la corona de espinas tallada en el mismo bloque.

Desgraciadamente la policromía original de la imagen, de la que se ocupaba su esposo Luis Antonio de los Arcos, fue enmascarada durante de modificación realizada en el siglo XVIII, de modo que, aunque en las carnaciones se procuraron mantener los suaves matices anatómicos, junto a hematomas y otras huellas de la flagelación, en la clámide, originariamente recubierta a punta de pincel en color liso, se incorporó una ancha cenefa dorada, ornamentada con motivos de rocallas, que trastocan la estética general de la imagen.

Esta imagen del Ecce Homo, como las de los bustos citados, representan la expresión más dramática en la producción de Luisa Roldán, logrando una imagen conmovedora e intemporal, marcada por la violencia, el dolor y la angustia, muy alejada de la gran mayoría de sus modelos iconográficos, caracterizados en su conjunto por su carácter indoloro, una refinada amabilidad formal y el gusto por los detalles delicados y pintorescos, preludiando las características del Rococó.

La imagen del Ecce Homo de Luisa Roldán, la Roldana, es un buen exponente del florecimiento de las artes en la Sevilla barroca de finales del siglo XVII, con el aliciente de representar la concepción artística de la que fuera una mujer de carácter, una verdadera pionera con renombre en el campo de la escultura española, una mujer que, después de una etapa sevillana y otra gaditana, llegaría a conseguir en su etapa madrileña el ser nombrada escultora de cámara de los reyes Carlos II y Felipe V, alcanzando, en opinión de Antonio Palomino, una calidad que llegó a superar a la de su padre, el reconocido creador Pedro Roldán.

Ecce Homo. Luisa Roldán, 1684. Catedral de Cádiz

Informe: J. M. Travieso.



NOTAS

1 TORREJÓN DÍAZ, Antonio. Roldana. Catálogo exposición celebrada en Sevilla, Junta de Andalucía, Sevilla, 2007, p. 174.

2 Ibídem.












Ecce Homo. Luisa Roldán, 1684. Iglesia de San Francisco, Córdoba




















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