ECCE HOMO
Luisa Ignacia
Roldán, la Roldana ( Sevilla 1652 - Madrid 1706)
1684
Madera
policromada
Catedral de
Cádiz
(Procedente
del convento de los Carmelitas Descalzos de
Cádiz)
Escultura barroca
española. Escuela andaluza
El Ecce Homo
que aparece expuesto al culto en la capilla de San Sebastián de la catedral de
la Santa Cruz de Cádiz es una de las esculturas más significativas en la
producción de Luisa Roldán, además de ser la primera obra perfectamente
documentada de esta artista, después de que durante los trabajos de
restauración de la talla, realizados en 1984 por José Miguel Sánchez Peña,
apareciera en su interior un documento autógrafo donde la escultora sevillana
certifica su autoría y cronología.
Dicho documento, en cuyo reverso aparecen diversos
esbozos de rostros realizados por la Roldana, ofrece la siguiente descripción:
«Se acaba esta echura año de 1684 os en
el mes de Juo en 27 dias reinando carlos segundo en españa; en fraa Luis desimo
tersio dos meses despues de aber muto el arzobispo de sebilla Don anbrosio
ignasio espinola/gusman», «Yso esta echura con sus manos La insine artifise
doña Luisa roldan en compañia de su esposo Luis antonio de los arcos los cuales
Piden a todos los que esto supiesen agan algunos sufrajios por que dios perdone
sus almas estose, por amor de dios y pedimos perdon a todos los qsubieremos
ofendido / nosotros perdonamos a nuestros enemigos»1.
En esta escritura fechada en 1684, conservada y
expuesta en el Museo Catedralicio gaditano, la Roldana curiosamente se autodenomina
"insigne autora" y afirma haber sido ayudada por su marido, aunque no
queda aclarado si la talla fue realizada en el taller sevillano y después
enviada a Cádiz, pues se tiene constancia que el desplazamiento del matrimonio
a la ciudad portuaria se produjo en 1686, cuando la escultora fue reclamada por
el Cabildo catedralicio para realizar unas «figuras de Patriarcas y ángeles
para su monumento», momento en que realiza, ya en su etapa gaditana, otras
imágenes del Ecce Homo planteadas en
la modalidad de busto, como el de la iglesia de San Francisco y el del convento
de Santa Cruz, ambos en la ciudad de Córdoba.
El Ecce Homo
conservado en la catedral de Cádiz ofrece una historia singular en cuanto a su
concepción original, con diferentes versiones de los historiadores acerca de si
la imagen fue planteada inicialmente por la Roldana como un busto, modalidad
muy extendida en la época, o como figura de cuerpo entero, tal y como la
conocemos ahora. Fue Enrique Hormigo2 quien en 1985 resolvía
definitivamente este enigma al disponer de datos necesarios para afirmar que la
imagen fue concebida como un busto de «medio cuerpo natural», hasta la altura
de la cintura, al igual que los modelos cordobeses, siendo adquirida en junio
de 1688, antes de partir hacia las Indias, por el presbítero Francisco
Maderuelo, racionero de la iglesia de San Salvador de Valladolid en la
provincia de Michoacán (Nueva España), para entregarla como donación a la
capilla que la Venerable Orden Tercera de penitencia de San Francisco tenía en
el claustro del convento de Nuestra Señora de los Ángeles, de la Orden de los
Carmelitas Descalzos donde él había profesado. En tal donación aparece descrita
como una imagen de Cristo de la Humildad,
encarnada y acabada en total perfección, con corona de espinas y caña en la
mano, de medio cuerpo y colocada dentro de una urna.
Esta teoría queda avalada por los informes
elaborados por Sánchez Peña durante el proceso de restauración, que permitió
comprobar que de la cabeza a la cintura está tallada en madera de cedro y el
resto, incluida la clámide entera, en madera de pino. Esto implica que la parte
de cintura para abajo fue añadida posteriormente, tal como afirmaba Antonio Ponz,
aunque desconozcamos en qué momento concreto, apuntando Lorenzo Alonso de la
Sierra que, a juzgar por los motivos de rocallas que decoran la clámide, sería
en el tercer cuarto del siglo XVIII. En la capilla del convento de los
Descalzos permaneció al culto hasta los sucesos revolucionarios de 1868,
momento en que fue trasladada a la catedral gaditana.
La imagen recoge el momento pasional en que Cristo,
como un reo recién azotado, es presentado burlonamente ante el pueblo como
"Rey de los judíos", con las manos aún amarradas, la desnudez del
cuerpo cubierta por una clámide de color púrpura, coronado por una corona de
espinas y sujetando en sus manos una caña a modo de cetro, siendo este último
elemento y las espinas de la corona los únicos postizos aplicados, pues tanto
las gruesas sogas como los tallos de la corona están virtuosamente tallados en
madera.
Cristo aparece de pie, en posición de suave contrapposto, con la cabeza inclinada
ligeramente hacia su hombro derecho, el torso parcialmente desnudo, las manos
amarradas al frente y recubierto por una clámide recorrida por una orla dorada
que forma numerosos y menudos pliegues que contrastan con la tersura de la
anatomía. La imagen demuestra el estilo perfeccionista que caracteriza el
estilo de la escultora en esos años, donde a los grandes golpes de gubia que
producen una técnica abocetada, heredada de su padre Pedro Roldán, incorpora
una estética muy personal en la que destaca el extremado tratamiento
naturalista de la anatomía y los distintos elementos hasta lograr una
expresividad dramática que supera los modelos paternos, apreciable en esta
escultura en la minuciosidad con que aparecen descritos músculos y venas, en la
boca entreabierta y en la corona de espinas tallada en el mismo bloque.
Desgraciadamente la policromía original de la imagen,
de la que se ocupaba su esposo Luis Antonio de los Arcos, fue enmascarada
durante de modificación realizada en el siglo XVIII, de modo que, aunque en las
carnaciones se procuraron mantener los suaves matices anatómicos, junto a
hematomas y otras huellas de la flagelación, en la clámide, originariamente
recubierta a punta de pincel en color liso, se incorporó una ancha cenefa
dorada, ornamentada con motivos de rocallas, que trastocan la estética general
de la imagen.
Esta imagen del Ecce Homo, como las de los bustos
citados, representan la expresión más dramática en la producción de Luisa
Roldán, logrando una imagen conmovedora e intemporal, marcada por la violencia,
el dolor y la angustia, muy alejada de la gran mayoría de sus modelos
iconográficos, caracterizados en su conjunto por su carácter indoloro, una refinada
amabilidad formal y el gusto por los detalles delicados y pintorescos,
preludiando las características del Rococó.
La imagen del Ecce
Homo de Luisa Roldán, la Roldana, es un buen exponente del florecimiento de
las artes en la Sevilla barroca de finales del siglo XVII, con el aliciente de
representar la concepción artística de la que fuera una mujer de carácter, una
verdadera pionera con renombre en el campo de la escultura española, una mujer
que, después de una etapa sevillana y otra gaditana, llegaría a conseguir en su
etapa madrileña el ser nombrada escultora de cámara de los reyes Carlos II y
Felipe V, alcanzando, en opinión de Antonio Palomino, una calidad que llegó a
superar a la de su padre, el reconocido creador Pedro Roldán.
Ecce Homo. Luisa Roldán, 1684. Catedral de Cádiz |
Informe: J. M. Travieso.
NOTAS
1 TORREJÓN DÍAZ, Antonio. Roldana.
Catálogo exposición celebrada en Sevilla, Junta de Andalucía, Sevilla, 2007, p.
174.
2 Ibídem.
Ecce Homo. Luisa Roldán, 1684. Iglesia de San Francisco, Córdoba |
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