NUESTRA
SEÑORA DEL VAL
Anónimo
Hacia 1200
Madera
policromada (repintada)
Basílica de
la Gran Promesa, Valladolid
Procedente
de la ermita de Nuestra Señora del Val, Valladolid
Escultura protogótica
española
Nuestra Señora de San Lorenzo, siglo XIV Iglesia de San Lorenzo, Valladolid |
Esta talla medieval, excesivamente esquemática y elemental,
se encuadra en el tipo de piezas cuyos valores sentimentales e históricos
superan a los artísticos, reconociéndose en ellas las señas de identidad de un
pueblo, de su cultura y de sus creencias, un caso generalizado tanto en
poblaciones españolas como europeas.
Nuestra Señora
del Val, actualmente recogida en la basílica de la Gran Promesa, está
vinculada a los orígenes de Valladolid, compartiendo su veneración, como icono
de devoción mariana, con otras esculturas que aún perduran en el recuerdo como
referencia de la ancestral religiosidad vallisoletana1, tales como
la talla románica de Nuestra Señora de
Prado que en nuestros días se conserva en la iglesia de San Nicolás, cuya
primitiva ermita dio lugar a la fundación de un enorme monasterio jerónimo
junto al Pisuerga, la imagen de Nuestra
Señora de la Peña de Francia venerada en la iglesia de San Martín,
descubierta en el Prado de la Magdalena y tenida en gran devoción por el rey Fernando
III el Santo, la imagen de Nuestra Señora
de la Guía de la iglesia del Salvador, que según Antolínez ocupó durante
muchos años un altar colocado sobre la puerta de la primitiva muralla situada
al final de la calle Teresa Gil, y finalmente la imagen más conocida y
venerada: Nuestra Señora de San Lorenzo,
que rodeada de leyendas y con fama milagrosa primero llegaría a convertirse en
protectora de los aguadores y después en patrona de Valladolid.
La sencilla imagen de Nuestra Señora del Val —60 cm. de altura— se muestra sedente sobre
un trono con respaldo que sólo aparece ornamentado con pomos en los remates de
las patas. La Virgen lleva una túnica ceñida por un cinto, que deja asomar los
zapatos, y cubierta por un manto que se abrocha con un cabujón a la altura del
cuello y que con formas planas cae de forma asimétrica cubriendo la rodilla
izquierda. En la cabeza, que fue retallada para eliminar la corona, todavía se
aprecian restos de un velo que originariamente cubriría sus cabellos.
La escultura, de estilo gótico incipiente y aún muy vinculada a los esquemas
románicos, debió ser retocada en época barroca para adaptarla a los nuevos
gustos mediante su recubrimiento con telas reales, así como la incorporación de
un rostrillo y un coronamiento de plata, lo que explica la sustitución de sus
manos originales y la inserción de ojos de cristal2. Incluso con el mismo criterio en ese momento le fue eliminada la figura del
Niño que suele acompañar este tipo de representación, ya que la imagen, aun manteniendo
su esencia, también muestra un repinte posterior.
Su iconografía deriva del modelo bizantino de Virgen
Theotokos, término griego que significa Madre
de Dios, según el título dado a la Virgen en el Concilio de Éfeso celebrado
por la primitiva Iglesia cristiana el año 431, en el que se proclamó el dogma
cristológico. Esto se reflejó en el arte mediante la representación de la
Virgen entronizada sujetando al Niño Jesús en su regazo (la Virgen convertida
en propio trono de su Hijo), con ambas figuras en posición frontal y en actitud
hierática. El arte románico occidental asumió el modelo enfatizando la Maiestas Mariae o majestad de María,
incorporando una corona sobre su cabeza y con el adorno frecuente de estrellas
en el manto para recordar su perpetua virginidad, siempre respondiendo más a
intenciones de simbología teológica que a una representación naturalista.
Así
aparece la simplificada Virgen del Val, en majestad, como una reina
coronada, con el manto azul recubierto de estrellas y en actitud hierática
mientras mira fijamente al espectador. La talla fue restaurada por la
Diputación Provincial de Valladolid en el año 2000.
Esta escultura se identifica con la imagen titular
de la ermita de Nuestra Señora del Val o del Valdón, que estuvo emplazada fuera
del Puente Mayor3, en el camino hacia Fuensaldaña, en torno a la
cual se fundó una cofradía de la misma advocación que se mantuvo en dicha
ermita hasta principios del siglo XVII. La Cofradía de Nuestra Señora del Val
se unificó, a partir del segundo cuarto del siglo XVI, con la Cofradía de Plateros
de San Eloy, fundada en 1452 e integrada por los artífices plateros
vallisoletanos4, que desde 1494 venía disponiendo de una capilla en
el claustro del Convento de San Agustín5. Para realizar sus cultos,
ambas cofradías construyeron una nueva iglesia próxima a la calle de las
Platerías, en la actual calle Francisco Zarandona (en el tramo comprendido
entre las calles Zapico y Fray Antonio Alcande), que fue consagrada en 15476.
En opinión de Canesi "uno de los mejores santuarios que hay en
Valladolid".
Esto originó que a finales del siglo XVI la ermita
se encontrara en desuso, siendo entregada en 1592 a Francisco de Aguilar
Loaysa, abad de la Orden de San Basilio, que allí fundó el convento de los
Santos Mártires San Cosme y San Damián, aunque tras la toma de posesión, el 17
de octubre de 1592, los monjes de San Basilio sólo permanecieron en ella tres
días por ser el convento suprimido por el cabildo de la Colegiata por carecer
de licencia, siendo apresados varios monjes7.
Serían los mercedarios descalzos en 1605, con la
autorización de los cofrades de Nuestra Señora del Val y San Eloy, quienes establecieran
su convento en la ermita presidida por la venerada imagen de Nuestra Señora del Val. Sin embargo, los
nuevos ocupantes sólo permanecieron en la ermita poco más de cuatro años, pues en
1607 los frailes de Nuestra Señora de la Merced decidieron trasladarse a otro
lugar del centro de la ciudad, siendo firmada en 1608 la escritura que
ratificaba el traslado, en la que se especificaba la autorización para llevarse
la imagen de Nuestra Señora del Val
para colocarla en un nuevo altar del convento al que se trasladaron en 1610, en
el que los cofrades de Nuestra Señora del Val seguían reservándose el
patronazgo de la capilla y los derechos de la imagen en caso de mudarse a un
nuevo emplazamiento, como así ocurriría.
En esas circunstancias la imagen de Nuestra Señora del Val desapareció de su
emplazamiento, acusándose mutuamente cofrades y frailes mercedarios de haberla
ocultado. Establecido un pleito entre las partes, la imagen apareció sin que se
conociera el causante de su ocultación y los cofrades acordaron colocarla en la
céntrica iglesia de Nuestra Señora del Val y San Eloy, en la jurisdicción de la
iglesia de San Miguel, autorizando que cada 8 de septiembre, fiesta de la
Virgen, los mercedarios pudiesen predicar y celebrar misa en ella.
Fachada de la desaparecida iglesia de Nuestra Señora del Val Dibujo de Ventura Pérez, siglo XVIII |
El traslado de la imagen de Nuestra Señora del Val desde su ermita hasta la nueva iglesia tuvo
lugar el 10 de agosto de 1610, asistiendo el Ayuntamiento a la solemne
procesión. El 8 de septiembre de aquel año se colocó, como imagen titular del
templo, presidiendo el retablo mayor de la iglesia. En 1612 la antigua ermita
del camino de Fuensaldaña era derribada.
Allí permaneció la imagen hasta que la Iglesia y la
Casa del Val, declaradas en estado de ruina desde 1841 y en medio de una
polémica en la que intervinieron la Cofradía titular, el Ayuntamiento y
diversas instituciones de la ciudad vinculadas al caso, fueron derribadas en
1868, tanto por su estado precario como para favorecer las nuevas necesidades
urbanísticas de Valladolid, que culminaría con el levantamiento en sus
inmediaciones, en 1878, de un gran mercado municipal cubierto que todavía
subsiste como Mercado del Val, remozado en nuestros días y en cuyo subsuelo se han encontrado restos de la antigua iglesia.
En esta ocasión la imagen de Nuestra Señora del Val fue depositada en la parroquia de San
Esteban el Real, que ocupaba la iglesia del Colegio de San Ambrosio desde la
expulsión de los jesuitas. Allí la escultura salió indemne del incendio
producido el 27 de octubre de 1869 que arrasó buena parte de la iglesia, que
reabría sus puertas en octubre de 1870. Esta parroquia de San Esteban dejó de
existir en 1941, pasando a convertirse en Santuario Nacional de la Gran Promesa8,
lugar donde permanece y sigue siendo venerada, aunque la mayor parte de los
vallisoletanos no conozcan su historia, la imagen de Nuestra Señora del Val, también denominada Virgen de los Plateros.
Recreación de la iglesia de Nuestra Señora del Val Montaje de Juan Carlos Urueña |
En una de las capillas del mismo templo, elevado en
1964 por el papa Pablo VI al rango de Basílica Menor, se conserva un retablo
barroco que consta de un sólo hueco y que Martín González9 data en el
primer cuarto del siglo XVII, apuntando que pueda tratarse del que
originariamente contenía la imagen de Nuestra
Señora del Val, llevado a la que fuera iglesia de San Esteban, como la
imagen titular, tras el derribo de la iglesia de la cofradía de aquellos
plateros vallisoletanos que escribieron con letras de oro una actividad gremial
en Valladolid que alcanzó su mayor esplendor durante la segunda mitad del siglo
XVI.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 ARA GIL, Clementina Julia: Escultura
gótica en Valladolid y su provincia. Institución Cultural Simancas,
Valladolid, 1977, p. 127.
2 URREA FERNÁNDEZ, Jesús: Nuestra
Señora del Val. En Del olvido a la
memoria IV. Diputación de Valladolid, Valladolid, 2002.
3 ANTOLÍNEZ DE BURGOS, Juan: Historia de Valladolid (1887). Grupo
Pinciano, Valladolid, 1987, p. 336.
4 GARCÍA CHICO, Esteban: Papeletas
de orfebrería castellana. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y
Arqueología (BSAA), Tomo 58, Universidad de Valladolid, 1952, p. 57.
5 DOMÍNGUEZ BURRIEZA, Fco. Javier: Principio
y fin de la sede de la cofradía de Nuestra Señora del Val y San Eloy en el caso
urbano de Valladolid. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y
Arqueología (BSAA), Tomo 69-70, Universidad de Valladolid, 2003-2004, pp.
341-358.
6 MATÍAS SANGRADOR recogió esta fecha de una cuadro conmemorativo que
se encontraba situado sobre la pila de agua bendita de la iglesia de Nuestra
Señora del Val.
7 FERNÁNDEZ DEL HOYO, Mª Antonia: Conventos
desaparecidos de Valladolid. Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 1998,
p. 421.
8 GARCÍA GUINEA, Miguel Ángel y PÉREZ GONZÁLEZ, José María: Enciclopedia del Románico en Castilla y
León. Valladolid. RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, José Manuel (coord.). Fundación Santa
María la Real. Aguilar de Campoo, 2002, pp. 462-463.
9 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y URREA, Jesús: Catálogo Monumental. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid I.
Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1985, p. 326.
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