31 de mayo de 2021

Theatrum: DOLOROSA, idealización y delicadeza en el último barroco sevillano


 






DOLOROSA o VIRGEN DEL MAYOR DOLOR

Cristóbal Ramos (Sevilla, 1725 - 1799)

1764

Madera, telas encoladas policromadas y postizos

Museo Nacional de Escultura, Valladolid

Escultura barroca española. Escuela sevillana

 

 





     En el Museo Nacional de Escultura de Valladolid se guarda, desde que en 1995 fuera adquirida por el Estado y posteriormente sometida a una completa restauración, el magnífico busto de una Dolorosa que se encuadra en el último aliento de la escultura barroca andaluza, más concretamente en la escuela sevillana a partir de mediados del siglo XVIII, donde junto a la tradición heredada de los grandes maestros locales de la centuria anterior, como Martínez Montañés, su discípulo Juan de Mesa, Pedro Roldán o Francisco Antonio Gijón, autores de una escultura eminentemente fervorosa y vehemente, se incorporan las nuevas corrientes de gusto rococó, canalizadas desde el ambiente cortesano, y las incipientes tendencias academicistas que acabarán imponiéndose sobre el panorama escultórico. 

       Aunque no se dispone de una documentación que lo certifique, esta Dolorosa, en base a sus rasgos técnicos y estilísticos puede adscribirse sin duda alguna a la producción del escultor sevillano Cristóbal Ramos Tello, activo en la ciudad hispalense durante la segunda mitad del siglo XVIII y autor de una considerable obra de temática religiosa cuyo corpus, a pesar de las aportaciones de recientes investigaciones, todavía es un trabajo por completar para definir la personalidad de tan destacado artista sevillano, especializado en escultura de terracota y telas encoladas. 

Cristóbal Ramos sintetiza en esta Dolorosa sus personales planteamientos estéticos y funcionales, poniendo de manifiesto que la expresividad y el atractivo acabado de la obra motivara que una clientela, eminentemente religiosa, le reclamara repetidamente obras devocionales de temática similar para ser colocadas en oratorios o en el interior de las clausuras, aptas para ser veneradas y contempladas a corta distancia, como también ocurre en sus Dolorosas del convento de Santa Isabel y de la capilla del palacio de San Telmo, ambas en Sevilla, o de la iglesia de San Andrés de Encinasola (Huelva), por citar algunas de ellas. 

Con el deseo de conseguir el máximo naturalismo, la Dolorosa está compuesta por un núcleo-bastidor de madera al que se sujetan la cabeza y las manos talladas por separado. Como remate, la indumentaria, formada por una túnica con mangas, una toca que le cubre la cabeza y parte del pecho, y un manto que remonta los brazos al frente y cae libremente por la espalda, está realizada mediante telas encoladas que, reducidas a finas láminas y convenientemente estucadas, aparecen recubiertas por una rica policromía a base de estofados con esgrafiados rayados y motivos florales que dejan aflorar el oro, especialmente en las orlas del manto, lo que unido al sutil trabajo de las carnaciones, con párpados y mejillas tenuemente sonrosadas, y la aplicación de postizos como ojos de cristal y dientes de marfil, le confiere un aspecto preciosista muy del gusto andaluz. 

      En ella Cristóbal Ramos aplica un tipo de ideal femenino que con un esmerado trabajo de talla repite en otras figuras marianas, como las cejas muy finas, párpados con los bordes resaltados, nariz recta, boca pequeña y semiabierta, hueco nasolabial marcado y un hoyuelo en la barbilla, estableciendo una expresión sumamente idealizada y melancólica reforzada por los tonos pálidos de las carnaciones como influjo de la estatuaria clásica. Asimismo, el componente rococó queda reflejado en la desdramatización del tema —certificación de la Virgen de la muerte de su Hijo—, en la delicadeza gestual y en la elegancia clásica de la composición. 

Todo parece indicar que esta Dolorosa de Cristóbal Ramos bien pudiera tratarse de la imagen que, conocida como Virgen del Mayor Dolor, recibió culto en el altar mayor de la capilla de la enfermería del convento de capuchinos de Sevilla, un recinto que en nuestros días ya no se conserva, al igual que las imágenes que acogía, todas ellas dadas por perdidas. 

     Esta teoría se apoya en los estudios de Carmen Montesinos, autora de una monografía sobre el escultor en la describe estas circunstancias, avalando la idea el hecho de que aquella capilla fuera bendecida en 1764, el mismo año en que se data la escultura, así como que el escultor realizara otras obras para la misma comunidad, como el grupo de la Familia de la Virgen. Por estos motivos, es muy verosímil que aquella Dolorosa considerada en paradero desconocido sea la conservada actualmente en Valladolid. 

La Dolorosa, ya identificada con aquella Virgen del Mayor Dolor, presenta una gran afinidad con una obra documentada de Cristóbal Ramos: la Virgen de las Aguas, imagen titular de la sevillana Hermandad del Museo que fue realizada y entregada por el escultor en 1772. Esta se trata de una imagen de candelero, con el rostro realizado en terracota (caso único en la Semana Santa de Sevilla), que fue concebida para estar colocada arrodillada y con las manos cruzadas al pecho —Stabat Mater— ante un Cristo crucificado, aunque en 1829 conociera una drástica transformación al pasar a adoptar una posición erguida y con las manos separadas (las actuales manos fueron rehechas en 1922 por el escultor Infantes Reina). No obstante, el rostro de esta imagen, la más valorada de su producción, presenta idénticos estilemas, definiendo el inconfundible estilo de Cristóbal Ramos. 

Cristóbal Ramos. Virgen de las Aguas, 1772
Hermandad del Museo, Sevilla

 LA ESTELA DEL ESCULTOR CRISTÓBAL RAMOS 

Toda la actividad de Cristóbal Ramos estuvo centrada en Sevilla, ciudad donde nació en 1725. Era hijo de Juan Isidoro Ramos, un escultor especializado en trabajos de barro y alfarería que, tras dedicarse al mundo de la ópera y el teatro, consiguió licencia para dedicarse al mundo de los títeres y la música, siendo constructor de muñecos con cabezas y extremidades elaboradas en barro cocido y el resto en papier maché —papelón— o telas encoladas. Cristóbal Ramos realizó su formación artística junto a su padre, aprendiendo los secretos del barro al igual que sus hermanos Juan y Antonio, este último autor de juguetes de barro que vendía en puestos callejeros.

El barro y su modelado, utilizado generalmente como técnica de apoyo para la realización de modelos, bocetos, estudios de anatomía y ropajes, alcanzó cierto auge en el ambiente hispalense durante el último tercio del siglo XVII, destacando las composiciones devocionales e intimistas realizadas por Luisa Roldán, que ejercieron una gran influencia sobre otros escultores posteriores, como se patentiza en el San José con el Niño de Cristóbal Ramos, hoy en la Colección Marroco de Sevilla. 

Cristóbal Ramos. Detalles de la Virgen de las Aguas, 1772
Capilla de la Hermandad del Museo, Sevilla

     En el siglo XVIII algunos contemporáneos a Cristóbal Ramos, como Francisco Salzillo, también emplearon el barro como material, aunque la principal aportación del escultor sevillano fue su uso no solo en pequeñas figuras, como belenes, sino también en obras de gran formato para exteriores, como la portada de la sevillana capilla de San José o los relieves academicistas de San Diego de Alcalá y Fray Sebastián de Sillero (Museo de Huelva), siendo especialmente novedosa la técnica por él aplicada en imágenes procesionales o devocionales, con cabezas y manos modeladas en terracota y fijadas mediante pernos a un armazón de madera recubierto con telas encoladas y capas de estuco, lo que permitía su posterior acabado polícromo.

Cristóbal Ramos. Belén, h. 1750
Museo Carmelitano, Jerez de la Frontera (Cádiz)

      Este tipo de producción además permitía el uso de moldes para la realización de múltiples vaciados en barro que luego se cocían y retocaban para diferenciar las copias antes de introducirlas al horno, lo que simplificaba el trabajo y reducía los costes. Hay que tener en cuenta que esta actividad se encuadraba en un momento de crisis económica, lo que facilitó la reproducción de piezas seriadas como alternativa más económica a la talla de nuevas obras. 

De modo que los materiales predilectos de Cristóbal Ramos fueron la terracota y las telas encoladas, aunque algunas obras estén talladas en madera, al menos en parte, y en otras ocasiones llegue a elaborar figuras en papelón. A pesar de lo que podría suponerse con tan humildes materiales, los resultados que consigue son asombrosos, aunque en ocasiones, dada la fragilidad del material utilizado, algunas obras hayan sufrido un deterioro con el paso del tiempo y su manipulación como imágenes de candelero. Esta técnica fue aplicada por el escultor a todo tipo de formatos, que oscilan desde las pequeñas obras realizadas enteramente en terracota, como los belenes, hasta la excepcional Virgen del Carmen de la iglesia del Santo Ángel de Sevilla, que realizada en terracota y ropajes encolados alcanza una altura de 2,60 metros. 

Cristóbal Ramos. Belén, h. 1760
Convento de San José (Las Teresas), Sevilla

     Respecto a la policromía, otro de los ingredientes fundamentales de sus obras, caracterizada por los ricos estofados, las encarnaduras mates y los tonos nacarados, se desconoce la identidad de los artífices, aunque en algunas escrituras aparece un tal Álvaro Valdés, posible colaborador, teniéndose también noticia del taller sevillano de los pintores Francisco y Antonio Ramos, posibles familiares del escultor que pudieron policromar algunas de sus obras. 

Entre la producción de Cristóbal Ramos es reseñable la colección de misterios para belenes que realizó a lo largo de su vida activa, desde sus años tempranos hasta los finales. Entre ellos se encuentran el Belén conservado en el Museo Carmelitano de la Provincia Bética, anexo a la basílica de Nuestra Señora del Carmen Coronada de Jerez de la Frontera, obra temprana de mediados de siglo que combina barro con telas encoladas decoradas con estofados; el Belén de la colección de José Cortines Pacheco en Lebrija; el Belén del monasterio de Santa Paula de Sevilla; el Belén de la iglesia de San Alberto de Sevilla; el Belén del convento de San José (Las Teresas) de Sevilla, hacia 1760, recientemente restaurado, y el Belén de la Escuela de Cristo de Sevilla, obra tardía de 1798. Todas estas obras muestran una extraordinaria sensibilidad y un blando modelado que seguramente encuentra inspiración en las obras de Luisa Roldán. 

Cristóbal Ramos. Detalle del Belén, Convento de San José (Las Teresas), Sevilla 

    Enteramente en terracota está realizado el Retrato de Francisco Domingo del Río de la iglesia de San Mateo de Jerez de la Frontera, busto firmado y datado en 1748, lo que supone su primera obra conocida (realizada a los veintitrés años). Este aparece representado con la indumentaria de canónigo, con capa y muceta negras, roquete blanco y bonete negro en sus manos, con un modelado detallado y realista, sobre una peana de aire barroco. Aunque su producción es eminentemente religiosa, también realizó en barro algunas esculturas profanas, como el pequeño retrato sedente de Gaspar Melchor de Jovellanos (Casa natal de Jovellanos en Gijón, depósito del Museo Nacional de Artes Decorativas) o las tres estatuas de Astrea (Justicia), Amaltea (Abundancia) y la Paz, que representaban virtudes del rey Carlos IV. 

Cristóbal Ramos, trabajos en terracota
Izda: Retrato del canónigo Francisco Domingo del Río, 1748
Iglesia de San Mateo, Jerez de la Frontera
Dcha: Fray Sebastián de Sillero dando limosna
Museo de Huelva

     Cristóbal Ramos estuvo vinculado, desde su fundación, a la Real Escuela de las Tres Nobles Artes de Sevilla, donde desempeñó su labor docente, desde 1775 hasta su muerte en 1799, con el cargo de teniente de escultura. Ya de mayor, contrajo matrimonio con la viuda Juana de Arenas, llegando a ser uno de los principales representantes de la escuela sevillana del siglo XVIII, en cuya obra se interesa más por plasmar la belleza y la serenidad que por el aspecto realista. 

Entre sus obras más destacadas y representativas, junto a la Dolorosa (1764) del Museo Nacional de Escultura de Valladolid y la mencionada Virgen de las Aguas (1772) de la Hermandad del Museo de Sevilla se encuentran: 

Grupo de la Coronación de la Virgen. Iglesia del Santo Ángel, Sevilla.

Restaurado en 2019, representa el momento en que la Virgen es coronada por la Santísima Trinidad como reina de los cielos y la tierra. La Virgen aparece arrodillada en primer plano con las manos cruzadas al pecho, mientras a los lados Cristo, que sujeta la cruz, y Dios Padre, sujetando el orbe, aparecen entronizados y colocando la corona entre nubes en las que pululan cabezas de querubines. Se completa con la figura del Espíritu Santo entre resplandores colocada en la parte más alta.

Cristóbal Ramos. Coronación de la Virgen
Iglesia del Santo Ángel, Sevilla

     La peculiaridad del conjunto, realizado en bulto redondo, es que está realizado en terracota y telas encoladas, con aplicaciones polícromas que incluyen estofados en oro y en plata.      

Virgen del Carmen. Iglesia del Santo Ángel, Sevilla.

Presidiendo el amplio y luminoso camarín de esta iglesia de los Carmelitas Descalzos, se encuentra la monumental Virgen del Carmen —2,60 m de altura— que hacia 1780 realizara Cristóbal Ramos enteramente en terracota y revestida de telas encoladas, una técnica en la que se revela como un maestro de extraordinaria sensibilidad.

La Virgen aparece entronizada entre nubes pobladas por cabezas de querubines y sujetando en su regazo la tierna figura del Niño. Viste el hábito carmelitano y aparece recubierta de un amplio manto elaborado magistralmente con telas encoladas, con el revés azul y el envés ricamente estofado en oro. Entre los postizos incluye ojos de cristal y pestañas naturales. Esta escultura, que goza de una gran devoción en Sevilla, fue coronada canónicamente el 10 de octubre de 2015, coincidiendo con el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa. 

Cristóbal Ramos. Virgen del Carmen, h. 1780
Iglesia del Santo Ángel, Sevilla
Dolorosa. Convento de Santa Isabel, Sevilla.

Esta Dolorosa preside el retablo mayor del convento de religiosas Filipenses, acompañada a los lados por las imágenes de San Zacarías y Santa Isabel.  Siguiendo el modelo característico de Cristóbal Ramos, la Virgen, con un tamaño inferior al natural, aparece arrodillada, con las manos entrelazadas a la altura del pecho y la mirada dirigida a lo alto, por ser habitual que esta modalidad acompañara a un crucifijo.     

Dolorosa. Capilla del Palacio de San Telmo, Sevilla.

Con grandes similitudes formales al modelo del Museo Nacional de Escultura, esta Dolorosa, que preside el retablo del Santo Cristo de la capilla del palacio de San Telmo, representa a la Virgen doliente y de cuerpo entero arrodillada sobre un cojín, con las manos cruzadas a la altura del pecho, la cabeza ligeramente ladeada y la mirada dirigida a lo alto. Esta escultura recuperó sus valores estéticos en la restauración realizada en 2006.     

Su estructura sigue el arquetipo repetido por Cristóbal Ramos, con un armazón de madera sobre el que se ensambla la cabeza, realizada con un vaciado de tela a partir de un molde en que se colocarían interiormente los ojos de cristal, mientras las manos, modeladas en terracota, se acoplan al cuerpo mediante piezas metálicas fijadas al armazón interior. Como final del proceso, la estructura se recubre de telas encoladas clavadas al armazón mediante tachuelas metálicas, en este caso formando una túnica ceñida por un cinturón y, finalmente, colocando un manto que envuelve a toda la figura. Sobre la imagen, que combina madera, metal, terracota y telas encoladas, se aplica una policromía al modo tradicional, en esta Dolorosa con esmeradas carnaciones en rostro y manos y efectistas estofados en la toca y las orlas del manto.

Cristóbal Ramos. Virgen del Carmen, h. 1780
Coronación Canónica en 2015, Iglesia del Santo Ángel, Sevilla

     Las mismas características presentan las Dolorosas de la iglesia de San Andrés de Encinasola (Huelva) y de la capilla del colegio de Nuestra Señora del Rosario de Jerez de la Frontera (Cádiz). 

Otras obras

Diversas Dolorosas de Cristóbal Ramos, al igual que ocurriera con la Virgen de las Aguas, también fueron modificadas para transformar su posición genuflexa en otra erguida de candelero, como ocurre con la Virgen de los Dolores de la Hermandad de la Vera Cruz de Benacazón (Sevilla), modificada en 1973 por Eslava Rubio, y con la Virgen de la Salvación de la iglesia sevillana de San Bartolomé, realizada por Cristóbal Ramos en 1772 y después modificada por su discípulo Juan de Astorga.

Siguiendo la modalidad arrodillada, de tamaño natural y con la cabeza de terracota y las manos de pasta, se encuentra la Dolorosa Consolatrix Afflictorum de la Escuela de Cristo de Sevilla, realizada por el escultor en 1798, con una corona y puñal incorporados en el siglo XIX.

Cristóbal Ramos. Dolorosa, convento de Santa Isabel, Sevilla

     La Virgen del Rosario fue realizada por Cristóbal Ramos en 1787 para la Hermandad del Rosario del convento de San Pablo el Real, fusionada en 2006 con la Hermandad de Montserrat, que la mantiene al culto en la iglesia de la Magdalena de Sevilla, y la Virgen de los Dolores para la iglesia de San Juan Bautista de San Juan de Aznalfarache (Sevilla). En su faceta de creador de bellas imágenes infantiles, es destacable la escultura del Divino Pastor que acompaña a la Divina Pastora realizada por José Fernández Guerrero en 1802 y que recibe culto en el convento de Capuchinos de Sevilla, así como la que forma parte del San José del Hospital de la Caridad, datado en 1782, o en los ángeles dolientes del grupo de la Piedad de la iglesia de San Ildefonso.

 

La obra de Cristóbal Ramos, como la de otros escultores dieciochescos en Sevilla, prolonga las formas barrocas que demandaba una clientela identificada con sus planteamientos estéticos, aunque acusa su gestación en un ambiente político, religioso, social y cultural diferente, marcado por los planteamientos estilísticos y temáticos influenciados por los gustos de la nueva dinastía borbónica y por la fundación en tierras andaluzas de academias y escuelas artísticas, lo que hizo posible la convivencia del barroco con nuevas corrientes de signo ilustrado que apelaban al buen gusto clasicista. Su prolífica obra se encuentra repartida por las provincias de Sevilla, Huelva, Cádiz y Córdoba, con algunas obras localizadas en La Rioja.

Cristóbal Ramos. Dolorosa (tras la restauración de 2006)
Capilla del Palacio de San Telmo, Sevilla

     Entre sus discípulos directos destacaron su sobrino Cesario Ramos (1768-1850) y Juan de Astorga (1777-1849), que alcanzó gran prestigio. 

 

Informe: J. M. Travieso.

 






Cristóbal Ramos. Dolorosa
Iglesia de San Andrés de Encinasola (Huelva)
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Cristóbal Ramos. Virgen del Rosario, 1787
Hermandad de Montserrat, iglesia de Santa María Magdalena, Sevilla

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Cristóbal Ramos
Izda: Virgen de los Dolores, iglesia de San Juan Bautista, San Juan de Aznalfarache (Sevilla)
Dcha: Detalle del Divino Pastor, Convento de Capuchinos, Sevilla












Cristóbal Ramos
Izda: San José con el Niño, 1782, iglesia del Hospital de la Caridad, Sevilla
Dcha. Piedad, iglesia de San Ildefonso, Sevilla 









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