Gregorio Fernández (Sarria, Lugo, 1576 - Valladolid 1636)
Hacia 1621
Madera policromada, 127 cm.
Santuario del Carmen Extramuros, Valladolid
Escultura barroca. Escuela castellana
EL AMPLIO CATÁLOGO DE CRUCIFICADOS DE GREGORIO FERNÁNDEZ
Como es natural, la emblemática iconografía de Cristo crucificado fue una de las más solicitadas al taller de Gregorio Fernández, del que se conocen hasta una docena de obras geniales realizadas desde su etapa más temprana, tras su asentamiento en Valladolid, hasta su etapa de absoluta madurez, poco antes de su muerte en esta ciudad. Al igual que ocurriera con las representaciones de Cristo yacente, iconografía convertida en seña de identidad del taller fernandino1, en los crucificados quedan patentes los cambios formales y estilísticos aplicados a lo largo de más de veinte años, de modo que en este proceso evolutivo se pueden establecer tres etapas bien definidas2.
Las variantes de los crucificados de Gregorio Fernández no sólo afectan a diferentes formatos, que oscilan entre los que no superan los 150 cm y los de escala monumental próxima a los 2 metros, sino también la evolución en la representación anatómica y en los diferentes aspectos formales, incluyendo múltiples matices.
La tipología de los crucificados
de Gregorio Fernández
Pertenecen a esta primera etapa el monumental Cristo de los Trabajos de la iglesia de la Asunción de Laguna de Duero, el Cristo crucificado de la iglesia de Santa María Magdalena de Brahojos de Medina y el Cristo del Consuelo de la iglesia de San Benito, que presenta la excepcionalidad de tener la corona de espinas tallada y una de las espinas perforando la ceja izquierda, un matiz que repetirá asiduamente. Los tres están datados en torno al año 1610.
Desde 1625 los crucifijos fernandinos enfatizan la búsqueda de un exacerbado realismo para reforzar sus valores catequéticos y ser capaces de conmover a los devotos según los postulados de la Contrarreforma. Para ello son resaltados los efectos dramáticos mediante la aplicación a las impecables anatomías de diferentes postizos —ojos de cristal, dientes de hueso, corcho y láminas de cuero en las llagas, etc.— como ocurre en los yacentes, que impactan al espectador por su tremenda veracidad, al tiempo que los paños de pureza van adquiriendo paulatinamente mayor agitación.
La misma evolución formal se aprecia en los crucificados de los Calvarios que presiden los áticos de sus monumentales retablos3.
EL CRISTO CRUCIFICADO DEL CARMEN EXTRAMUROS
El Cristo crucificado del santuario del Carmen Extramuros de Valladolid se encuentra entre las obras más exquisitas salidas de las gubias de Gregorio Fernández. Se engloba dentro de la producción de la segunda etapa, cuando el escultor abandona las pautas manieristas de la década anterior y en la búsqueda del mayor naturalismo la anatomía deja de aparecer hercúlea para ofrecerse más estilizada, esbelta, armoniosa y atlética, con un tratamiento pormenorizado de cada uno de los elementos corporales que alcanza la excelencia.
Con un estudio anatómico de magníficas proporciones, Cristo aparece sobre la cruz tras haber recibido la lanzada en el costado que certifica su muerte y que produce un reguero de sangre que alcanza el paño de pureza. El cuerpo, dispuesto sobre la cruz en posición frontal, acusa su peso mediante la acentuada inclinación de los tensionados brazos, mientras la cabeza cae al frente, ligeramente ladeada hacia la derecha, con la barbilla pegada al pecho. Haciendo gala del conocimiento de la estatuaria clásica, la descripción corporal se ajusta a un canon que recuerda los recursos aplicados por Praxíteles, con un sutil juego de curvas y contracurvas y las formas tratadas con una enorme suavidad para conseguir, como fin último, una figura idealizada y capaz de conmover al mismo tiempo.
Meritorio es el trabajo de los cabellos, dispuestos en la forma habitual del escultor, con una melena de raya al medio que forma los tan repetidos mechones sobre la frente y cae por la parte derecha en forma de largos rizos que casi llegan al pecho, mientras que en la parte izquierda estos remontan la oreja dejándola visible. En este caso con los rizos tratados con un formidable detallismo e incluyendo a los lados del rostro audaces mechones exentos de fuerte naturalismo. No conserva la corona de espinas postiza, aunque sí un detalle típicamente fernandino, como es el tener la ceja izquierda perforada por una espina, un recurso dramático que Gregorio Fernández ya había experimentado pocos meses antes en el Cristo del Amparo, encargado por Francisco Gutiérrez, alcalde de Zaratán, para donarlo a la parroquia de aquella población vallisoletana, un crucifijo que constituye, a escala monumental, el inmediato precedente formal de este delicado ejemplar del Carmen Extramuros.
Este crucifijo de Gregorio Fernández, ejemplo de dulzura, idealización, esbeltez, realismo y correctas proporciones, según informa Jesús Urrea primeramente estuvo colocado en la barandilla del coro de la iglesia del desaparecido monasterio de Nuestra Señora del Consuelo, que los Carmelitas Descalzos habían fundado en Valladolid en 1581 alentados por los deseos de Teresa de Jesús, reformadora del Carmelo, de establecer en Valladolid la rama masculina de los descalzos, comunidad que estuvo en activo hasta que la Desamortización de 1835 puso fin a la vida conventual y la iglesia tomó la advocación de la Virgen del Carmen Extramuros.
Gregorio Fernández Izda: Cristo de los Trabajos, h. 1610, iglesia de la Asunción, Laguna de Duero (Valladolid) Dcha: Cristo del Amparo, 1620-1621, iglesia de San Pedro, Zaratán (Valladolid) |
La historiadora María Antonia Fernández del Hoyo apunta la hipótesis de que este crucifijo podría ser el que Gregorio de Tovar, oidor de la Chancillería y caballero de Santiago5, adquirió a Gregorio Fernández para ser colocado en el oratorio de la Casa Blanca, una casa de campo situada enfrente de las tapias de las huertas del monasterio carmelitano, en el camino de Valladolid a Santovenia y Cabezón.
Gregorio Fernández Izda: Cristo crucificado, h. 1622, monasterio de Benedictinas de San Pedro de las Dueñas (León) Dcha: Cristo de la Agonía, 1631, capilla de los Balderas, iglesia de San Marcelo, León |
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
Gregorio Fernández. Cristo del Consuelo, h. 1610, iglesia de San Benito, Valladolid |
3 Retablos mayores monumentales con Calvario de Gregorio Fernández:
1610-1614 Catedral de Miranda do Douro, Portugal.
Hacia 1611 Iglesia de Santa María del Castillo de Villaverde de Medina (Valladolid).
Hacia 1613 Iglesia del monasterio de las Huelgas Reales, Valladolid.
1614 Iglesia del monasterio de las Descalzas Reales, Valladolid.
1612-1620 Iglesia de los Santos Juanes, Nava del Rey (Valladolid).
Gregorio Fernández Izda: Santo Cristo de Conxo, 1628, iglesia de la Merced, Santiago de Compostela Dcha: Cristo crucificado, 1631-1635, monasterio de Santa Clara, Carrión de los Condes (Palencia) |
1624-1632 Iglesia de San Miguel Arcángel, Vitoria.
1624-1632 Catedral nueva de Plasencia (Cáceres).
4 GONZÁLEZ GARCÍA VALLADOLID, Casimiro: Valladolid, sus recuerdos y sus grandezas, Valladolid, 1900, p. 232.
5 FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia: Patrimonio perdido. Conventos desaparecidos de Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 1998, p. 414.
Gregorio Fernández Izda: Cristo crucificado, h. 1632, convento de Carmelitas Descalzas, Palencia Dcha: Cristo de la Luz, h. 1632, capilla del Colegio de Santa Cruz, Valladolid |
Gregorio Fernández Izda: Calvario, 1614, retablo de las Descalzas Reales, Valladolid Dcha: Detalle del Calvario, 1632, retablo de la catedral de Plasencia (Cáceres) |
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