26 de septiembre de 2022

Excellentiam: SAN MIGUEL VENCIENDO AL DEMONIO, un teatral alarde barroco de equilibrio







SAN MIGUEL VENCIENDO AL DEMONIO

Alejandro Carnicero (Íscar, Valladolid, 1693 - Madrid, 1756)

1736-1737

Madera policromada

Iglesia de los Santos Juanes, Nava del Rey (Valladolid)

Escultura tardobarroca. Escuela castellana

 

 






     La figura del arcángel San Miguel es una de las más representadas en la hagiografía cristiana, siendo su culto iniciado en el siglo IV por la Iglesia copta. Tiene el arcángel su contrapunto en los ángeles caídos, apareciendo en los textos bíblicos más antiguos y en los libros apócrifos judíos, como el Libro de Enoc, siendo materia indiscutida de fe desde los primeros concilios de Nicea y Constantinopla. San Miguel pertenece, junto a San Rafael y San Gabriel, a la categoría más alta de los arcángeles, que sobresalen entre otros ángeles menos significativos. Ellos son los que en el Apocalipsis de San Juan harán sonar las trompetas tras abrirse el séptimo sello, siendo su victoria sobre los demonios una constante fuente de inspiración para los artistas, escritores, Padres de la Iglesia y libros devocionales.

San Miguel será el principal combatiente contra las fuerzas del mal, compaginando su faceta de conductor de las milicias celestiales con la de guía de las almas, que serán pesadas por él en el Juicio Final. Estas funciones se verán reflejadas en los tradicionales atributos que han acompañado a sus representaciones a lo largo del tiempo, desde su presencia en el arte bizantino y medieval hasta las fantasías del Barroco.

     En su condición de guerrero, en el arte gótico es representado como un joven doncel armado que porta una espada —o una lanza— y un escudo. En unas ocasiones viste una túnica y clámide y en otras aparece como un milites romano (soldado de infantería de Roma), siendo común que luzca una elegante armadura de brillos metálicos, siempre alzándose victorioso sobre las fuerzas infernales vencidas a sus pies, donde la figura de Satán muestra la creatividad de los artistas para componer insólitos seres fantásticos. En su faceta de pesador de almas en el Juicio Final —psicopompo— porta una balanza sobre la que horribles monstruos demoniacos intentan hacer trampas aportando una nota de humor. 


La nueva iconografía de San Miguel creada por Martín de Vos

     Tras la Contrarreforma, durante los años finales del siglo XVI y, sobre todo, durante la efervescencia del arte barroco, la representación de San Miguel se identificó con la victoria de la Iglesia Católica sobre la herejía protestante, por lo que se prodigaron las pinturas y esculturas destinadas a ensalzar su culto. Uno de los modelos más difundidos en el mundo hispano fue el creado por el pintor y dibujante Martín de Vos (Amberes, 1532-1603), uno de los artistas flamencos más destacados a finales del siglo XVI. Este había completado sus estudios viajando por Roma, Florencia y Venecia, donde estuvo en contacto con Tintoretto, del que captó el elegante manierismo que se refleja en su obra. Regresado a Amberes, además de pintar se dedicó a realizar dibujos para grabados e ilustraciones de libros, siendo uno de los más prolíficos de su generación. Sus diseños fueron estampados por algunos de los mejores grabadores de la época, como los hermanos Wierix, los Sadeler, los Collaert y Crispijn van de Passe.

     A pesar de que tuvo creencias protestantes, el éxito de su carrera se debió a que durante el periodo calvinista trabajó para una clientela católica. A él se debe la expansión de una novedosa iconografía de San Miguel. En 1583 firmaba y fechaba tres dibujos que representaban tríos de arcángeles: Gabriel, Jophiel y Raziel; Teadkiel, Piel y Mittaron; Miguel, Uriel y Rafael. Estos fueron publicados por Gerard de Jode, editor para el que trabajó.

En ellos aparece por primera vez su particular versión de San Miguel inspirada en el Apocalipsis, donde el arcángel se muestra como un joven de cabello rizado y caracterizado como un soldado romano, con una coraza estrellada en cuyos pectorales están representados el sol y la luna. El faldellín aparece formado por fajas colgantes decoradas con pequeñas cabezas de querubines, motivos que se repiten en el cuello, mangas y borceguíes. Sus alas desplegadas aparecen rodeadas por ocho cabezas de querubines y nubes formando un marco circular. Con su mano derecha señala el lema Quis ut Deus (¿Quién como Dios?), mientras en su mano izquierda sostiene la palma de la victoria. A sus pies aparece vencida la figura de Satán que adopta la forma híbrida de una serpiente con torso de mujer. Su anatomía es potente, sus movimientos elegantes y sus vestiduras aparecen arrebatadas por el viento, con un lenguaje pictórico que evidencia el influjo italiano, especialmente en el ideal de belleza del cuerpo humano.

     Este dibujo, grabado por Hieronymus Wierix (Amberes, 1533-1619) en 1584 y publicado por Adriaen Huybrechts, editor activo en Amberes, fue uno de los que alcanzó mayor difusión, resultando fundamental para asentar la nueva iconografía de San Miguel, que se convirtió en fuente de inspiración para numerosos artistas, incluidos los del Nuevo Mundo.

Otra obra que contribuyó a asentar la nueva imagen del arcángel fue la magnífica pintura realizada en 1635 por Guido Reni titulada San Miguel aplastando al demonio, obra encargada por el influyente cardenal Barberini para ser colocada en la iglesia de Santa Maria della Concezione dei Cappuccini de Roma. En ella el pintor fusiona con eficacia el clasicismo boloñés con el tenebrismo tomado de Caravaggio, mostrando un arcángel de belleza extraordinaria, etérea y sobrehumana con la misma tipología ideada por Martín de Vos, como un joven atlético de cabello rubio vestido a la romana y portando una espada, definiendo el atuendo militar en color azul con un manto rojo, mientras el demonio, con forma humanizada, presenta negras alas membranosas que evidencian su condición ángel caído y vencido. Esta pintura sirvió de inspiración para muchos pintores y escultores. Sirva de ejemplo la pintura, posiblemente realizada por Gregorio Bausá, que se conserva en la Fundación Bancaja de Valencia.

     Otro tanto ocurre con la pintura La caída de los ángeles rebeldes, realizada por el napolitano Luca Giordano en 1666 y conservada actualmente en el Kunsthistorisches Museum de Viena, donde aparece San Miguel victorioso sobre los desesperados ángeles capitaneados por Luzbel en una escena dominada por un claroscuro barroco que infunde dramatismo a la escena, siguiendo la narrativa cruda y realista de José de Ribera. Interesante es la definición tipológica, con un majestuoso San Miguel de alas desplegadas, portando una espada flamígera y vestido de milites romano, con coraza azul y manto rojo, al que se incorpora como novedad un casco metálico coronado por un penacho de vistosas plumas. Otro tanto ocurre con las figuras de los demonios con anatomías humanizadas, pero mostrando cuernos, orejas puntiagudas y alas de murciélago. Es significativa la posición del arcángel, que descendiendo en pleno vuelo apoya únicamente el pie derecho sobre el hombro el demonio vencido, una disposición que copiarán los escultores barrocos españoles afrontando un riesgo de equilibrio compositivo.  

     En todos los casos, la iconografía de San Miguel venciendo a Satanás está basada en un pasaje del Libro del Apocalipsis de San Juan:

Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está encinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció otro signo en el cielo: un gran dragón rojo que tiene siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas, y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se puso en pie ante la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo cuando lo diera a luz. Y dio a luz un hijo varón, el que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro, y fue arrebatado su hijo junto a Dios y junto a su trono; y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser alimentada mil doscientos sesenta días. Y hubo un combate en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón, y el dragón combatió, él y sus ángeles. Y no prevaleció y no quedó lugar para ellos en el cielo. Y fue precipitado el gran dragón, la serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el que engaña al mundo entero; fue precipitado a la tierra y sus ángeles fueron precipitados con él” (Apocalipsis, 12, 2-9). 

     La primera composición escultórica barroca de importancia en España que afronta la representación de San Miguel venciendo al Demonio es la que realizara en 1692 Luisa Roldán, La Roldana, que fue encargada por el rey Carlos II en el mismo año en que fue declarada Escultora de Cámara. Actualmente conservada en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, es de tamaño superior al natural, con el arcángel caracterizado a la usanza militar romana, con un casco rematado por grandes penachos, portando una espada flamígera y manteniendo el equilibro sobre la figura encadenada de Lucifer bajo sus pies. 

El atrevido San Miguel de Alejandro Carnicero    

Este escultor vallisoletano, nacido en Íscar en 1693, compartió con Luis Salvador Carmona (1708-1767) la evolución desde una formación en la tradición barroca castellana, con influencias del arte andaluz e italiano, hacia una sensibilidad más refinada e impregnada del sentimiento rococó difundido desde la Corte, procurando la belleza formal, la gracilidad de las actitudes, las composiciones equilibradas y el abandono de los excesos dramáticos del siglo anterior.

Representaciones góticas de San Miguel
Izda: Bartolomé Bermejo, 1468, National Gallery, Londres
Dcha: Miguel Ximénez, h. 1475, Museo del Prado, Madrid

     Tras una estancia en Salamanca, estableció su taller durante cinco años en Valladolid antes de regresar a la ciudad charra, donde debió de conocer el San Miguel en plata atribuido al napolitano Domenico Antonio Vaccaro, que actualmente se muestra en el Museo de Salamanca, así como el exquisito grupo de San Miguel del convento de las Agustinas de Monterrey, atribuido al también napolitano Francesco Picano, hoy en el County Museum of Art de Los Ángeles, en ambos casos con el arcángel manteniendo el equilibrio sobre un solo pie y la figura de Lucifer humanizada.     

Cuando entre 1736 y 1737 Alejandro Carnicero realiza la espléndida escultura de San Miguel venciendo a Lucifer, para presidir el retablo mayor de la iglesia del Hospital de San Miguel de Nava del Rey (Valladolid), repite a gran escala y con el extraordinario barroquismo que define su estilo, la posición de equilibrio del arcángel sobre un solo pie, que además, para sugerir su ingravidez en pleno vuelo, aparece con el dedo pulgar del pie elevado, sin apoyarse en la figura vencida de Lucifer, que al igual que los modelos citados aparece con aspecto humano.

Alejandro Carnicero presenta a San Miguel como un joven de gesto reposado, sin rictus de fiereza, vestido como militar romano, portando una larga espada flamígera y un gran escudo en cuyo frente se lee la frase Quis ut Deus. Su esbelta anatomía describe un arco en el espacio, con la cabeza inclinada hacia su enemigo vencido y sugiriendo una teatral ingravidez. A los valores escenográficos barrocos, plenos de naturalismo, el escultor incorpora detalles fantásticos y novedosos, como el casco con forma de cabeza de león —cuyos desaparecidos penachos serían postizos— y la anatomía humanizada de Lucifer, con la piel quemada, garras en manos y pies, alas membranosas como de murciélago, una serpiente enroscada en su pierna como símbolo del pecado y protegiéndose con temor con el brazo levantado mientras expresa su rabia con la boca abierta y sacando la lengua al arcángel, a modo de grito infernal.

Nueva iconografía de San Miguel
Izda: Grabado de Hieronymus Wierix sobre dibujo de Martín
de Vos, 1584
Dcha: Anonimo s. XVII, Catedral de Cuautitlán, México

     Aunque Ceán Bermúdez ya indicaba que la escultura fue realizada en 1736, este dato fue confirmado por José Manuel Rodríguez tras el hallazgo de un grabado en la iglesia de los Santos Juanes de Nava del Rey realizado por el propio Alejandro Carnicero —experto grabador— después de tallar el grupo, fechado en aquel mismo año, lo que demuestra la estima a la imagen por él creada y su deseo de divulgación.

Como es habitual en sus obras, el grupo escultórico presenta una gran calidad técnica, una sensibilidad realista y una elegancia próxima al gusto rococó que le sitúan como el mejor escultor del área castellana en los años centrales del siglo XVIII, motivo por el que fue reclamado por Felipe V para realizar esculturas en piedra de reyes españoles para la decoración del Palacio Real.

Además de esta versión destinada a Nava del Rey, con la figura del arcángel aparentemente suspendida en el aire y dotada de un elegante movimiento coreográfico, Alejandro Carnicero realizó otras esculturas de San Miguel venciendo al demonio para Tarazona de Guareña (Salamanca), Alaejos (Valladolid), Arcediano (Salamanca) y el salmantino Monasterio de la Victoria.

 

Evolución de la iconografía de San Miguel
Izda: Guido Reni, 1635, iglesia de Santa Maria della Concezione
dei Cappuccini, Roma
Dcha: Gregorio Bausá (Atrib.), s. XVII, Fundación Bancaja
 

     Por último señalar que el alarde técnico del etéreo San Miguel de Alejandro Carnicero, con el cuerpo apenas sustentado sobre un minúsculo espacio, lo que le proporciona una atrevida ligereza y un desafío a la ley de la gravedad, con un paradójico equilibrio inestable, está próximo al modelo de inspiración napolitana, realizado en 1708 por Nicolás Salzillo, que recibe culto en la iglesia de San Miguel de Murcia, anticipándose en el ámbito castellano a las meritorias versiones realizadas por Luis Salvador Carmona hacia 1740, al culto en la iglesia de Santa Marina de Vergara (Guipúzcoa), que retoma en la figura de Lucifer la forma híbrida derivada de Martín de Vos, y a la que realizara hacia 1770 el escultor tordesillano Felipe de Espinabete, obra expuesta en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, que sigue la interpretación del tema realizada por Alejandro Carnicero —torso inclinado hacia el enemigo, manto proyectado horizontalmente hacia la derecha, casco en forma de cabeza de león, pequeña máscara al frente de los borceguíes, etc.—, en este caso con un Lucifer con cuernos y cola de serpiente, presentando como principal novedad la inclusión en el frente de la peana de una escenificación del Infierno, con una apretada sucesión de figuras diabólicas antropomorfas y zoomorfas, así como máscaras demoniacas en los laterales.

Durante el siglo XVIII, la representación de San Miguel en equilibrio sobre la figura del demonio también llegó a Andalucía, siendo el ejemplar más notable el realizado por un escultor anónimo que recientemente ha sido restaurado y se conserva en la iglesia de Santa Cruz de Sevilla.

Luca Giordano. Caída de los ángeles rebeldes, 1666
Kunsthistorisches Museum, Viena

 

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 

Fotografías de grabados y pinturas tomadas de la red.

 









Luca Giordano. Detalle de la indumentaria de San Miguel
Kunsthistorisches Museum, Viena











Luisa Roldán, La Roldana. San Miguel venciendo al demonio,
1692, Monasterio de El Escorial 














Representaciones en equilibrio de San Miguel
Izda: Domenico Antonio Vaccaro, plata, Museo de Salamanca
Dcha: Francesco Picano, 1705, County Museum of Art, Los Ángeles
 











Nicolás Salzillo. San Miguel, 1708
Iglesia de San Miguel, Murcia














Alejandro Carnicero. San Miguel, 1736
Iglesia de los Santos Juanes, Nava del Rey (Valladolid)























Luis Salvador Carmona. San Miguel, h. 1740
Iglesia de Santa Marina, Vergara (Guipúzcoa)






















Felipe de Espinabete. San Miguel, h. 1770
Museo Nacional de Escultura, Valladolid














Anónimo. San Miguel, s. XVIII
Iglesia de Santa Cruz, Sevilla












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