19 de junio de 2023

Visita virtual: SAN SEBASTIÁN, el sorprendente talento de un escultor adolescente







SAN SEBASTIÁN

Gian Lorenzo Bernini (Nápoles, 1598 – Roma, 1680)

1616-1617

Mármol

Museo Nacional Thyssen Bornemisza, Madrid

Escultura barroca

 

 






     Ya hemos comentado en otra ocasión que San Sebastián es uno de los santos más representados en el arte cristiano, especialmente desde que en la Edad Media fuese considerado uno de los mayores protectores contra la peste. Según la leyenda, San Sebastián fue oriundo de la Galia —Narbona— y criado en Milán. En Roma llegó a ser centurión de la primera cohorte en tiempos del emperador Diocleciano, ejerciendo de escolta. Convertido al cristianismo y por animar a sus compañeros de armas a profesar la fe cristiana, entre los años 303 y 305 —coincidiendo con una serie de edictos contra los cristianos— fue condenado por el emperador a morir atado a un árbol y asaetado, tormento que se cumplió, pero del que sobrevivió debido a que cuando santa Irene y sus compañeras acudieron para darle sepultura, descubrieron que todavía respiraba. Tras recoger el cuerpo en su casa, la dama romana, que era viuda del mártir Cástulo, pudo extraerle las flechas y curarle las heridas.

Una vez recuperado, San Sebastián volvió a interpelar al emperador Diocleciano, que ordenó su detención y le condenó a ser apaleado hasta la muerte. Murió el 20 de enero de 290 y su cuerpo fue arrojado a la cloaca Máxima para evitar ser localizado por los cristianos, pero se le apareció en sueños a santa Lucina, que se ocupaba de dar sepultura a los mártires, para indicarle dónde se hallaba y pedirle que le diera cristiana sepultura, como así ocurrió en las catacumbas de la Vía Apia de Roma que toman su nombre.    


     A pesar de que el santo no murió a consecuencia de ser asaetado, en el arte cristiano de todo occidente se generalizó su representación sufriendo dicho martirio, como lo hace Gian Lorenzo Bernini en esta escultura de mármol en la que San Sebastián aparece agonizante y con varias saetas clavadas en su cuerpo.

Como es habitual en el genial escultor, la representación de San Sebastián se aparta de la representación tradicional para infundir una mayor expresividad basada en un formidable estudio anatómico en el que el mármol queda desmaterializado para convertirse en morbidez carnal, con un trabajo de pulimento de aspecto cerúleo que contrasta con la superficie mate —simplemente desbastada— de la roca en que se apoya y el tronco del árbol al que permanece atado, que presenta una gruesa corteza y brotes con hojas que asoman sobre sus hombros.

San Sebastián, que presenta un tamaño inferior al natural (98 cm de altura), apenas puede mantener el equilibrio, siendo retenido por las ataduras que sujetan su brazo derecho a una rama seca, mientras el brazo izquierdo cae inerte hasta la cintura y las piernas parecen deslizarse apoyándose únicamente sobre los dedos de los pies, con las venas remarcadas y los músculos todavía en tensión.

Como acostumbra, Bernini coloca el centro emocional en la cabeza, apoyada hacia atrás, con la boca entreabierta y los ojos cerrados, reflejando un instante en que el mártir se debate entre la vida y la muerte. 

     De este modo, en esta obra maestra realizada entre 1616 y 1617, en plena adolescencia del escultor, al igual que ocurriera en la representación del Martirio de San Lorenzo que realiza en las mismas fechas (1615-1617, Colección Contini Bonacossi, Galería de los Uffizi, Florencia), Bernini ya anticipa la gestualidad mística de los rostros que realizará en su etapa de plenitud, que alcanzan su máxima expresión en el Éxtasis de Santa Teresa (1647-1652, iglesia de Santa María de la Victoria, Roma) y en el Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni (1671-1674, iglesia de San Francesco a Ripa, Roma).

En la escultura, que fue realizada cuando aún trabajaba en el taller paterno, representa en la trayectoria del escultor el inicio de una dirección autónoma respecto al estilo de su padre, Pietro Bernini, con quien que se había trasladado a Roma cuando tenía seis años. En ella se aprecian ecos de la obra de Miguel Ángel, especialmente de la Piedad del Vaticano y de la Piedad Bandini del Museo de la Opera del Duomo de Florencia, que a principios del siglo XVII se encontraba en Roma, especialmente en la languidez del cuerpo agónico, heredando la habilidad para plasmar las texturas de la piel y los ropajes, así como la capacidad para impregnar al mármol de emoción y movimiento. Por otra parte, la suavidad del modelado recuerda tanto la pintura de Correggio —en la dulzura del pathos— como la que Rubens realizara recién llegado a Roma —San Sebastián curado por ángeles, 1601-1602, Palacio Corsini—, con un delicado trabajo de la superficie anatómica que proporciona a la escultura una destacada calidad pictórica. 

     La escultura de San Sebastián fue solicitada a Bernini por el cardenal Maffeo Barberini, benefactor del artista que en 1623 llegaría al papado con el nombre de Urbano VIII, que pagó por ella 50 escudos el 29 de diciembre de 1617. Aunque se cree que su destino era la capilla de la familia Barberini en la iglesia de Sant’Andrea della Valle, levantada sobre el lugar que ocupara la cloaca Máxima, en que fue encontrado el cuerpo de San Sebastián, no se tiene constancia que fuera asentada en dicho templo, aunque sí en el palacio del cardenal Barberini, donde aparece en el inventario que se hace en 1628 con motivo del traslado de residencia a la via delle Quattro Fontane, donde pasó a ser propiedad del cardenal Francesco Barberini, sobrino de Maffeo. La escultura permaneció en poder de esta familia hasta 1935, año en que los herederos la vendieron, junto a destacadas pinturas, a la familia Thyssen-Bornemisza, que la trasladó a Villa Favorita, su residencia en Lugano. Actualmente se expone en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, al que llegó en octubre de 2009, en calidad de depósito temporal, pues es propiedad de Georg Heinrich Thyssen-Bornemisza, hijo primogénito del barón Thyssen, fallecido en 2002.

  

Informe: J. M. Travieso.

 
















La escultura en el Museo Nacional Thyssen, Madrid









Gian Lorenzo Bernini. Martirio de San Lorenzo, 1617
Colección Contini Bonacossi, Galería de los Uffizi, Florencia










Gian Lorenzo Bernini. Martirio de San Lorenzo, 1617
Colección Contini Bonacossi, Galería de los Uffizi, Florencia














Gian Lorenzo Bernini. Martirio de San Lorenzo, 1617
Colección Contini Bonacossi, Galería de los Uffizi, Florencia












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1 comentario:

  1. Curiosamente el santo de la fe cristiana y católica llamado San Sebastián es el patrono de la ciudad de Palma de Mallorca donde se celebra su festividad y su santo en el mes de enero cada año organizándose actos tanto oficiales por parte del Ayuntamiento como lúdicos y festivos por parte de diferentes organizaciones.

    Respecto a la estatua realizada en mármol en aquella lejana época solamente se puede decir que se observa la maestría total del artesano y escultor que la hizo el cual demostró que dominaba la técnica ya a esa temprana edad digna del mejor de los maestros. Este escultor legó para la posteridad una obra de arte en mayúsculas.

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