GRUPO PROCESIONAL
DE SAN MARTÍN Y EL POBRE
Gregorio
Fernández (Sarria, Lugo 1576 - Valladolid 1636)
1606
Madera
policromada
Museo
Diocesano y Catedralicio, Valladolid
Procedente
de la iglesia de San Martín de Valladolid
Escultura barroca.
Escuela castellana
El grupo escultórico de San Martín y el pobre ofrece la peculiaridad de ser el primer
conjunto tallado por Gregorio Fernández en Valladolid con fines procesionales,
pues fue concebido para ser colocado sobre unas andas que, curiosamente, fueron realizadas antes de hacerse la imagen.
Hacia el año 1600 el escultor gallego llegaba a
Valladolid motivado por las expectativas de trabajo que ofrecía la ciudad, aunque no directamente desde Galicia, sino después de haber pasado una
etapa en Madrid. Tales expectativas se multiplicarían en 1601, cuando Felipe III oficializó el traslado
de la Corte desde Madrid. En la primera noticia de su estancia junto al
Pisuerga, aparece trabajando en las esculturas ornamentales de un templete
destinado al salón de baile del nuevo Palacio Real vallisoletano, que fue
encargado con motivo de los fastos organizados para el bautizo del príncipe
heredero, el futuro Felipe IV, nacido en Valladolid el 8 de abril de 1605.
Gregorio Fernández había llegado plenamente formado
como escultor y en Valladolid, recién llegado, fue acogido en calidad de
oficial, o como colaborador asociado, en el taller que en la Puentecilla de
Zurradores (calle Panaderos) tenía Francisco de Rincón, por entonces el
escultor más prestigioso de cuantos estaban activos en la ciudad. Entre ellos
se establecería una sólida relación amistosa y profesional que perduraría con
los descendientes de Rincón, después de la muerte prematura de este en 1608.
Justamente el año en que Gregorio Fernández instaló
su taller y vivienda en la calle del Sacramento (actual Paulina Harriet), le
fue encargado el grupo procesional de San
Martín y el pobre según un contrato que fue firmado el 11 de junio de 1606 con el
pastelero palentino Agustín Costilla, que venía a cumplir la disposición
testamentaria de su hermano Francisco Costilla, fallecido en América, que asimismo
establecía estar destinado a la iglesia de San Martín de Valladolid1.
En
dicho contrato no sólo se especificaba que la escultura debía hacerse en bulto
redondo y en buena madera, el compromiso de ser entregada en la Navidad de
aquel año y el precio estipulado en 50 ducados, sino que se hacían constar
todos los requisitos iconográficos, como que San Martín apareciera a caballo partiendo
su capa con el cuerpo vuelto, al igual que la cabeza del caballo, hacia la
figura de un mendigo colocado de pie junto al lomo del caballo. Igualmente, se precisaba que caballo y jinete debían formar un sólo bloque, que las figuras fuesen
interiormente ahuecadas (por sus fines procesionales) y que tanto las patas del
caballo como los pies del mendigo se fijaran a una peana mediante tornillos.
La minuciosidad descriptiva de las figuras en el
contrato de este grupo, que es la primera obra documentada del escultor en
Valladolid, seguramente se debe a la proliferación de grabados que
habitualmente circulaban en los talleres escultóricos, eligiendo los comitentes
determinados modelos entre grabados y estampas que después los escultores
trasladaban a las tres dimensiones. Ello explica que Gregorio Fernández
realizase en bulto redondo la misma iconografía de San Martín que ya había
utilizado Francisco de Rincón en 1597 en un altorrelieve del retablo mayor de
la iglesia del Hospital de Simón Ruíz de Medina del Campo.
La obra de Gregorio Fernández no alcanza el tamaño
natural, con 1,33 metros de altura. En ella aparece el santo cabalgando un
caballo al paso, con una pata levantada y la cabeza vuelta contemplando como
San Martín, con el torso también girado hacia atrás, corta con una espada su
capa para compartirla con un mendigo tullido. El santo viste una indumentaria
militar, con loriga, faldellín, botas altas, un casco con penacho de plumas y
armado con una espada, elemento desaparecido aunque aludido por la vaina que
cuelga de su cintura. Está representado en plena juventud, anticipando los
modelos aplicados a futuras figuras de ángeles.
Por su parte, el mendigo, que permanece de pie junto
al lomo del caballo en actitud suplicante, es un hombre maduro y tullido que
tiene su pierna derecha de madera y viste una túnica corta, caída a la altura
del pecho dejando al aire el brazo izquierdo, un pantalón que llega hasta la
rodilla, un pañuelo colocado en la cabeza en forma de turbante y con el pie
descalzo. Se apoya en un bastón con forma de "Tau" y levanta su
cabeza suplicante hacia el santo. Su rostro es enjuto, con la nariz muy
perfilada, la boca entreabierta, bigote y perilla y mechones del cabello
asomando sobre las orejas. Esta figura sería retomada por Gregorio Fernández en
1621, cuando hace el grupo de Santa
Isabel con un mendigo para el retablo mayor del convento de Santa Isabel de
Valladolid. Asimismo, en el recurso de dejar al aire un brazo y parte del pecho
anticipa futuras indumentarias aplicadas a sus sayones.
En opinión de García Chico2, la
policromía habría sido aplicada por Estancio Gutiérrez, pintor del rey Felipe
III durante la estancia de la Corte en Valladolid, que también se encargó del
dorado de las andas. Como en todas las obras tempranas de Gregorio Fernández,
bajo los colores subyace un fondo de oro, predominando las tonalidades rojas,
verdes y azules y con las encarnaciones aplicadas en mate.
El grupo evidencia un dominio total del oficio por
el escultor recién llegado a Valladolid, moviéndose en el espacio con una gran
naturalidad y aplicando en los plegados aristas muy suaves que con el tiempo se
tornarían en quebradas con aspecto metálico.
El grupo de San
Martín y el pobre se convertiría en la imagen titular de la iglesia
vallisoletana de la misma advocación, desfilando en su festividad en condición
de patrono de la iglesia, a la que también representaba en la procesión anual del
Corpus Christi, hasta que en 1925 se prohibió el desfile de imágenes titulares junto a la custodia procesional. Asimismo, la realización de este grupo abrió al escultor el camino a otros
encargos de más envergadura, como el retablo mayor de la desaparecida iglesia
de San Miguel, encargado a Gregorio Fernández en el mes de octubre de aquel
mismo año.
Esta iconografía ecuestre de San Martín, símbolo de la caridad solidaria, sería muy difundida durante el Barroco español, siendo buena muestra de ello no sólo la versión realizada en 1674 por Juan Antonio de la Peña para el retablo mayor de la propia iglesia de San Martín de Valladolid, sino un ejemplo tan lejano como el realizado por Francisco Herrera en 1723 para el retablo de la capilla de San Martín de la catedral de Palma de Mallorca.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José. El
escultor Gregorio Fernández. Ministerio de Cultura, Madrid, 1980, p. 202.
2 Ibídem.
Francisco de Rincón. Retablo de la iglesia del Hospital Simón Ruíz de Medina del Campo, 1597 |
No hay comentarios:
Publicar un comentario