19 de septiembre de 2022

Visita virtual: MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE CARRACEDO, la melancolía entre ruinas


 



MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE CARRACEDO

Maestros anónimos

990 - 1138

Antigua abadía exclaustrada

Carracedo del Monasterio, El Bierzo (León)

Arquitectura románica y gótica

 

 



Vista parcial del monasterio

     Acercarse al monasterio de Santa María de Carracedo, en el corazón del Bierzo, es llegar a un conjunto de sugerentes y sobrecogedoras ruinas que mantienen una grandiosidad evocadora de lo que fuera el recinto en tiempos pasados.

Fundado hacia el año 990 por Bermudo II, rey de León, en un terreno de su propiedad, puesto bajo la advocación de San Salvador y entregado a la regla benedictina, fue concebido para albergar a los monjes que, huyendo del califato andalusí y de los continuos ataques de Almanzor, se habían refugiado en el Bierzo, siendo su primer abad Zacarías, un monje procedente del monasterio de Ageo, una abadía masculina que se había asentado en la actual población de Ayoó de Vidriales, en la provincia de Zamora. Aquel primitivo monasterio fue arrasado por Almanzor en 997.

Transcurrieron muchos años para que el monasterio de San Salvador recibiera un nuevo impulso, hecho que ocurrió en 1138, cuando la infanta doña Sancha, hermana del rey castellano-leonés Alfonso VII el Emperador y gobernadora del Bierzo, encomendó al abad Florencio la refundación de la abadía benedictina, concediendo para ello importantes privilegios. Con este motivo se hizo llegar una comunidad del vecino monasterio de Santa María de Valverde, en las proximidades de Corullón. La infanta misma, que pasaba largas temporadas en esas tierras, incluyó en el monasterio una serie de dependencias privadas, situadas sobre la sala capitular, que determinaron lo que se ha conocido como Palacio Real, aunque estrictamente no fuera tal.

     El monasterio conoció una época de prosperidad debido a los privilegios de concesión real, llegándose a convertir en la autoridad jurisdiccional de una decena de abadías de León, Galicia, Asturias y Zamora, controlando la explotación de numerosas de granjas, viñedos, molinos y otros medios productivos.

El año 1203, cuando era dirigido por el abad Amigo, el monasterio cambió su advocación de San Salvador por la de Santa María, al tiempo que la comunidad se incorporaba al Císter. A partir de entonces, gracias a una eficaz gestión económica y a la protección real, el monasterio continuó su desarrollo, levantándose la primitiva iglesia y el claustro.

El esplendor conocido a lo largo del siglo XIII termina en el siglo XIV, cuando el relajamiento de la vida monástica y la nefasta gestión de algunos abades, que sólo visitaban el monasterio para cobrar las rentas, provocan una crisis espiritual y material que lo llevarán a la ruina. La recuperación se produce en 1505, cuando el monasterio de Carracedo se adhiere a la Congregación de San Bernardo de Castilla, que emprende un movimiento reformista para restablecer la esencia espiritual en los monasterios cistercienses castellanos, lo que supuso una recuperación económica que permitió afrontar nuevas obras en el monasterio durante en siglo XVI, como la edificación de un nuevo claustro reglar, la sacristía, cubrir el refectorio y levantar la cerca del recinto.

Entrada a la iglesia desde el oeste

     Otras obras importantes fueron realizadas durante el siglo XVII, como el llamado claustro de la hospedería, la torre campanario y un tercer patio comunicado con la huerta. La actividad constructiva se continúa en el siglo XVIII con la finalización del tercer patio, rematándose en 1796 con el inicio de la construcción de una nueva iglesia que paulatinamente fue sustituyendo a la preexistente, aunque quedó inacabada.

En el siglo XIX el monasterio sufrió daños durante la Guerra de la Independencia, aunque durante la misma, en 1810, en el recinto fueron elegidos los primeros representantes democráticos de León en las Cortes de Cádiz. La vida del monasterio se truncó a partir de 1835 como consecuencia de los decretos desamortizadores de Mendizábal, que decidieron su exclaustración, a lo que siguió el abandono y el consiguiente proceso de ruina del que se salvó únicamente la iglesia, pasando algunas dependencias a manos privadas. El resultado es el que se puede apreciar en la actualidad, a pesar de que en 1929 fuese declarado Monumento Histórico-Artístico y de que en 1988 la Diputación de León y la Diócesis de Astorga, actuales propietarios del edificio, emprendieran su loable restauración y consolidación, preservando para el futuro partes de esta bella joya arquitectónica del Bierzo. 

Interior de la inacabada iglesia de diseño neoclásico 

     Como consecuencia de su larga historia, el conjunto presenta una sucesión de estilos arquitectónicos, como los restos románicos de la primitiva iglesia construida en 1138, la arquitectura gótica del palacio de la Reina con su elegante Mirador, los elementos renacentistas del claustro, refectorio y sacristía, así como diferentes incorporaciones barrocas y la renovada iglesia neoclásica que quedó inconclusa. 

El epicentro monástico estaba localizado en el claustro reglar, cuya panda norte comunicaba con la iglesia. En la panda este se abrían sucesivamente la sacristía, la sala capitular, el locutorio, un pasaje a la huerta y la gran escalera que conducía al segundo piso, donde sobre la sala capitular se encontraba el palacio de la Reina, dotado de una antecámara y de una dependencia utilizada como archivo. En el centro de la panda sur se abría el refectorio, sobre el que se levantaba la biblioteca en el piso superior y junto al que se encontraba una espaciosa cocina y una despensa, así como diversas estancias utilizadas por el abad en el lado opuesto.

En la panda oeste se abría un pasaje que comunicaba con el claustro de la Hospedería, de mayores dimensiones que el reglar, en torno al cual se situaba una enorme cilla o bodega, el lagar y otras dependencias de la hospedería. Del mismo modo, en la parte este del complejo se abría un tercer patio, delimitado por las salas de monjes y novicios, cuadras y talleres, que comunicaba con la huerta. Los elementos arquitectónicos de estos dos patios han desaparecido por completo, apenas reducidos a unos muros testimoniales y restos de una torre circular levantada en 1634. 

Portada románica a los pies de la iglesia

La iglesia      

La primitiva iglesia abacial tardorrománica, iniciada en 1138, consagrada en 1187 y terminada en 1311, tenía tres naves de cinco tramos, tres ábsides semicirculares y techumbre de madera, con una capilla funeraria de arquitectura gótica añadida en el siglo XIV junto al lado norte del transepto, fundada con fines funerarios por García Rodríguez de Valcarce, Adelantado Mayor de Galicia, cuyos sarcófagos familiares se encontraban en nichos abiertos en los muros.

   La primitiva iglesia fue sustituida en el siglo XVIII, por iniciativa del abad fray Zacarías Sánchez Luengo, por otra en estilo neoclásico diseñada por el arquitecto Francisco de Rivas y levantada por el aparejador Pedro Antonio Piñero que es la conservada. Es de nave única, con cuatro tramos, pequeñas capillas abiertas en los muros, transepto en el crucero, ábside semicircular precedido de un tramo recto, una capilla con testero plano adosada en la cabecera y una torre cuadrangular en la fachada construida en 1692. A consecuencia de la Guerra de la Independencia y de la exclaustración de 1835 el edificio quedó sin concluir.

Restos de una puerta del crucero en el muro norte exterior

     En la iglesia son escasos los restos románicos conservados, entre ellos un gran óculo y una torre circular en la fachada oeste, en la que se abre una portada compuesta por tres arquivoltas, la exterior ajedrezada, que descansan sobre columnas con capiteles vegetales y cimacios geométricos, situándose en el tímpano un escudo en relieve de Castilla y León. Junto a la portada neoclásica que se abre en el muro norte, se recolocaron restos de una puerta del crucero, con un tímpano compuesto por un Pantocrátor con los símbolos del Tetramorfos y dos estatuas-columnas que según la tradición y la inscripción incorporada —Effigies S. Florentti Abbatis et Alfonsi Imperatoris quae ad principalem veteris Ecclesiae Portam collocatae erant— representan al abad Florencio y al rey Alfonso VII.

Sobre los sillares de los muros de la iglesia, al igual que en otras dependencias, se localizan numerosos signos de cantero.

 

Detalle del abad Florencio y del rey Alfonso VII








Aspecto actual del claustro reglar
El claustro reglar

Actualmente convertido en una sugestiva ruina, fue levantado en el siglo XVI sobre otro del siglo XIII. Construido en ladrillo en estilo gótico, presentaba las cuatro pandas cubiertas con bóvedas de crucería, con las nervaduras apoyadas en ménsulas adosadas a los muros. En el ángulo sur-este se conservan algunos tramos completos que permiten recomponer mentalmente el aspecto original. El centro del claustro estaba presidido por una fuente rematada con la figura de una niña sujetando cabezas de peces, parcialmente conservada actualmente como Fuente de la Chata en el Jardín de la Alameda de Villafranca del Bierzo.

Fuente de la Chata. Jardines de la Alameda, Villafranca del 
Bierzo. Procedente del Claustro del monasterio de Carracedo

 









Entrada a la Sala Capitular desde el claustro
La Sala Capitular

Construida en estilo románico, presenta una entrada abierta a la galería este del claustro realizada en el siglo XII, mientras el interior se cubre con bóvedas renovadas en el siglo XVI. La portada, que aparece flanqueada por dos ventanales, uno con un arco sencillo y el otro geminado, con una columna central que separa las dos arquerías, presenta una forma abocinada compuesta por un arco de medio punto y tres arquivoltas molduradas que se apoyan sobre columnas rematadas con capiteles decorados con motivos vegetales, uno de ellos con dos aves enfrentadas, mientras que en las pilastras del arco principal los capiteles adoptan la forma de un friso decorado con dos niveles de palmetas.

El esbelto interior tiene planta cuadrangular, con cuatro columnas centrales que dividen el espacio en nueve tramos iguales. Estos soportes, compuestos por un haz de ocho finas columnillas, se coronan con anchos capiteles con formas vegetales —con animales y seres mitológicos en algunos de ellos— y cimacios octogonales planos. Estos tienen su correspondencia los muros con un conjunto de ménsulas decoradas con el mismo tipo de vegetales, algunos de sofisticado diseño. Sobre estos elementos se apoyan las nervaduras del siglo XVI, que configuran la forma de cuatro airosas palmeras.

Capiteles de la entrada a la Sala Capitular, siglo XIII

     En los muros de la Sala Capitular se abren seis lucillos en los que se encuentran restos de sepulcros de abades que actualmente están vacíos.

 




Capitel de la pilastra de la entrada de la Sala Capitular










Sala Capitular











Sala Capitular










Capiteles de la Sala Capitular








Capitel y ménsula de la Sala Capitular








Óculos de la Cocina de la Reina










Locutorio y Real Escalera
El locutorio

Junto a la Sala Capitular se encuentra el Locutorio, lugar donde el abad repartía los trabajos diarios a los monjes, pues en el claustro era imperativo el silencio. Se trata de una estancia con tres tramos cubiertos por bóveda de cañón, de mediados del siglo XIII, que presenta gruesos arcos fajones que se apean sobre ménsulas empotradas en el muro. En uno de los lados se abre un arcosolio de ladrillo con una bancada en la que se sentaban los monjes.

A su lado está el pasaje que comunicaba el claustro con la huerta, cubierto con bóveda del mismo tipo y de la misma fecha que el locutorio, aunque hoy día se encuentra cegado. 

La Real Escalera

Junto al anterior se sitúa una amplia escalera renacentista, construida en el siglo XVI con bóvedas de crucería en ladrillo, que permite el acceso desde el claustro a tres salas construidas en el siglo XIII sobre la Sala Capitular, el locutorio y el pasaje a la huerta. Estas constituyen el denominado Palacio Real, en realidad un conjunto de salas del siglo XIII utilizadas por la infanta Sancha Raimúndez durante sus estancias en el monasterio.                  

Sala del Abad y bóveda de la misma, siglo XIII
La Sala del Abad u Oratorio

Desde la escalera se accede directamente a esta sala rectangular construida en el siglo XIII, también fue utilizada como archivo, en cuyo muro se abre un óculo de gran tamaño orientado al tercer patio. Se cubre con una bóveda en forma de horno con nervaduras que descansan sobre ménsulas y rematadas por una clave en la que aparece la Virgen en Majestad rodeada del Tetramorfos.

Esta sala comunica con otra de menores dimensiones y planta cuadrangular, denominada antecámara, que se cubre con una bóveda ojival sobre arcos fajones apuntados que reposan sobre ménsulas ornamentadas con figuras de grifos y leones.

Asimismo, en esta sala se abre una puerta monumental, por la que se accede a la tercera sala del piso superior, organizada con un arco de medio punto y dos arquivoltas, la exterior moldurada y la interior con las figuras en relieve de cinco ángeles músicos tañendo instrumentos, estando representada en el tímpano la escena de la Muerte de la Virgen rodeada de los apóstoles.

Sala del Abad. Puerta de la Cocina de la Reina

 









Cocina de la Reina, siglo XIII
La Cocina de la Reina

La tercera estancia del piso superior, igualmente edificada en el siglo XIII y conocida como la Cocina de la Reina, es amplia, tiene forma cuadrangular y se sustenta, siguiendo la disposición de la Sala Capitular del piso inferior, sobre la que se asienta, sobre cuatro columnas de fuste liso que se apoyan sobre altos plintos y se rematan con capiteles decorados con motivos vegetales muy simples y rematados por cimacios planos. Sobre los capiteles y sobre ménsulas empotradas en los muros se apean arcos diafragma de trazado ojival que establecen nueve espacios cuadrangulares rematados por una pequeña cornisa, al tiempo que sirven de sustento para una cubierta de madera a dos aguas, al parecer la original decorada al interior con figuras de escudos y dragones.

Se ilumina con altos ventanales y óculos colocados a diferentes alturas que contribuyen a crear un espacio diáfano del siglo XIII que sorprende por su esbeltez dentro de un monasterio, especulándose que podría haber sido la sala de audiencias del abad. En uno de sus ángulos fue incorporada una chimenea en 1630 como sistema de calefacción, elemento que da nombre a la sala como cocina, que durante el siglo XVIII fue utilizada como panera.

Cocina de la Reina, siglo XIII

 









Cocina de la Reina, siglo XIII











Cocina de la Reina. Al fondo, a la derecha. la chimenea










El Mirador de la Reina
El Mirador de la Reina

Otro de los atractivos de la sala de la cocina es su apertura hacia la huerta en forma de una terraza cubierta que es conocida como el Mirador de la Reina, donde concurren un pórtico con arquerías, una bella portada, un ventanal geminado y un óculo, conjunto que constituye uno de los ejemplos más sugerentes y elegantes de la arquitectura hispana del siglo XIII, en este caso precedido por una escalera incorporada en época renacentista.


La galería se abre con tres arcos, el central más estrecho y de forma ojival, sustentado sobre estilizadas columnas de fuste liso, con basa sobre pedestal y capiteles con tallos y frutos, motivos relacionados con la huerta con la que comunica. Los arcos laterales son de medio punto, compartiendo los tres el intradós moldurado y dobles arquivoltas, la exterior decorada con bolas que recuerdan semillas y la interior con formas florales.

Arquerías del Mirador de la Reina

     El mismo estilo se repite en la elegante puerta abocinada, con un arco de medio punto moldurado que se apea sobre cimacios planos, abriéndose al exterior en forma de cinco arquivoltas decoradas con motivos vegetales, repitiéndose en la exterior las formas de bolas. Estas se asientan sobre dos pares de columnas, las exteriores más gruesas y con capiteles vegetales de magnífica factura.

Otro tanto ocurre con la ventana geminada de la parte izquierda, rematada con arcos apuntados y arquivoltas con los mismos motivos decorativos, y en el óculo de la derecha, con forma de rosetón calado. Desde este mirador se contempla un acueducto que suministraba de agua al monasterio. 

La Sacristía

Fue incorporada a la iglesia, en el brazo sur del transepto, en 1533. El espacio se cubre con una bóveda estrellada con terceletes según las técnicas del gótico tardío. 

Portada del Mirador de la Reina
El Refectorio

Es un recinto rectangular cuya entrada se encuentra en el centro de la panda sur del claustro reglar. Fue construido a finales del siglo XII, conservándose restos de lo que fue el púlpito de lectura. En el siglo XVI sus bóvedas fueron sustituidas por otras de crucería con terceletes para sostener la antigua biblioteca que se levantó al tiempo sobre esta sala. En lo que fuera el refectorio, una de las estancias mejor conservadas, actualmente se encuentra el Museo del Císter y del Monacato Berciano (dependiente del Instituto Leonés de Cultura). 

La Cocina

Junto al refectorio, en el ángulo izquierdo de la panda sur, se encuentra la entrada a la cocina, espacio común para monjes, legos y conversos. En su interior comunica con una espaciosa despensa y junto a ella una escalera de caracol permitía subir a las estancias superiores, tanto a la sala del monje cillero como a la biblioteca situada sobre el refectorio. 

Ventana geminada del Mirador de la Reina
El Claustro de la Hospedería

De aquella construcción de dos pisos, levantada entre los años 1698 y 1716 en estilo barroco, apenas quedan algunos restos testimoniales.



 

 Informe: J. M. Travieso.

 



Restos del empedrado del claustro de la hospedería
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