10 de octubre de 2022

Visita virtual: LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO, los albores de la escuela sevillana





LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO

Pedro Millán (?, h. 1450 – Sevilla, h. 1508)

1485-1490

Barro policromado

Museo Bellas Artes, Sevilla

Escultura gótica. Escuela sevillana

 

 



Sala del Museo de Bellas Artes de Sevilla donde se expone

     A comienzos del siglo XV en Sevilla imperaba la tradición mudéjar, desconociendo los artistas locales lo que a nivel artístico se hacía en Europa. Sin embargo, el desarrollo comercial y la progresiva consolidación del puerto de Sevilla como enlace con las rutas comerciales europeas, especialmente con Flandes e Italia, favoreció la llegada de artistas foráneos que se instalaron en la capital hispalense debido a la creciente demanda de obras artísticas. Estos aportaron las novedades estéticas que fueron calando en Sevilla, después asumidas y desarrolladas por los artistas locales.  

Es el caso de Lorenzo Mercadante, escultor oriundo de Bretaña, que llegó a Sevilla en 1454 para trabajar en el sepulcro del Cardenal Cervantes a petición del Cabildo de la Catedral hispalense. En esta ciudad establecería uno de los primeros talleres abiertos tras la reconquista cristiana, especializándose en la producción de esculturas en barro, modeladas y cocidas, a escala monumental. De esta manera no solo introdujo en el campo de la escultura el uso de la terracota —fácil de modelar y de bajo costo— en una ciudad con tanta tradición alfarera como Sevilla, sino que también fue el introductor en la ciudad de la estética de la escultura borgoñona derivada de Klaus Sluter y de las novedosas formas del gótico flamenco.

Lorenzo Mercadante. San Leandro, San Isidoro y San Fulgencio
Puerta del Bautismo, Catedral de Sevilla

     Para las jambas de la Puerta del Bautismo de la Catedral de Sevilla, Lorenzo Mercadante realizó las magistrales y monumentales figuras en terracota de Santa Justa, San Fulgencio, San Leandro, San Isidoro, Santa Florentina y Santa Rufina, primeros mártires y santos de Sevilla, en las que hizo todo un alarde de minuciosidad naturalista a partir de la maleabilidad que el barro permite.

Más tarde, siguiendo la estela de Lorenzo Mercadante, hacia 1470 aparece trabajando en la misma puerta el escultor Pedro Millán, que realizó una pareja de Profetas en terracota que fueron colocados en el arranque de las arquivoltas, sedentes y señalando la firma de Pedro Millán en largas filacterías. Este adopta las formas franco-flamencas introducidas por Mercadante, aunque con algunos matices hispánicos muy personales, pasando a convertirse en el primer escultor de la incipiente escuela sevillana.

     El éxito conseguido por Pedro Millán con estas primeras obras de importancia, facilitó su posterior participación en el proceso de embellecimiento de la catedral, en empresas promovidas tanto por el cabildo como por la iniciativa privada de algunos de sus miembros, proporcionándole un trabajo en el que estuvo ocupado hasta el fin de su vida.


Así, en 1485, los canónigos aprobaron la dotación de un retablo para la capilla catedralicia de San Laureano a cargo del racionero Antonio Imperial, para el que Pedro Millán realizó en terracota tres grupos escultóricos representando a Cristo Varón de Dolores —que presidía el retablo y que incluye la figura del racionero donante a los pies de Cristo—, Llanto sobre Cristo muerto y La Piedad. Los tres grupos, que aparecen firmados en sendas filacterías, expresan con fines doctrinales la espiritualidad mística tardomedieval.

     El altar de la capilla de San Laureano fue desmontado en el siglo XIX y sus componentes dispersados. Los grupos de Cristo Varón de Dolores y del Llanto sobre Cristo muerto fueron recogidos en la iglesia de la Inmaculada de El Garrobo (Sevilla), donde fueron localizados por Francisco Murillo Herrera, catedrático de la Universidad de Sevilla, pasando, tras ser adquiridos en 1970, al Museo de Bellas Artes de Sevilla, donde se exponen en la actualidad.

Por su parte, el grupo de La Piedad pudo salir de la catedral a finales del siglo XVIII y trasladado a Aracena (Huelva), donde fue adquirido en 1880 por el deán López Cepero, que en 1888 lo vendió al Gran Duque Constantino Romanov de Rusia. El ir pasando de mano en mano hizo que la obra se diera por perdida, siendo el historiador Elías Tormo quien en 1911 la localizó en el Palacio de Mármol de San Petersburgo catalogada como escultura de la escuela alemana. Actualmente se conserva en el Museo del Hermitage de la ciudad rusa.

LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO O SANTO  ENTIERRO 

Detalle de Cristo

     El grupo escultórico, uno de sus primeros trabajos importantes, que está compuesto por ocho figuras, en realidad representa el Entierro de Cristo, por cuya datación —1485-1490– bien podría considerarse como el más antiguo de España con esta iconografía realizada en bulto redondo. Elaborado en terracota en un bloque único y con las figuras con el interior ahuecado para evitar su agrietamiento en el horno —el proceso de cocción era altamente complejo—, está concebido para una perfecta visión frontal, con la figura de Cristo muerto ocupando el centro de la escena.

En él aparece un recio sepulcro en el que José de Arimatea y Juan de Nicodemo, colocados de perfil en los extremos de la composición, depositan el cuerpo de Cristo envuelto en un sudario. Al fondo las figuras forman un teórico semicírculo, con la Virgen desfallecida de dolor en el centro, en cuyo desmayo es sujetada por San Juan y María Cleofás, mientras en la parte de la cabecera María Salomé llora tapándose el rostro con un pañuelo y a los pies María Magdalena destapa el tarro de ungüentos con gesto compungido.

     Sobre la peana del frente del sarcófago aparecen depositados símbolos pasionarios, los clavos en la parte izquierda y la corona de espinas a la derecha, reservando la parte central para la colocación de dos plantas campestres florecidas, muestras del afán naturalista del escultor, entre las que se despliega una filactería en la que, con letra gótica abreviada, el escultor firma la obra: “P MILLA IMA (Pedro Millán imaginero)”, algo poco frecuente en su época.   

El grupo presenta una composición cerrada y cargada de dramatismo, en el que la expresividad de los rostros y la gestualidad corporal denotan el gusto del maestro por las más puras formas borgoñonas. Destaca el tratamiento naturalista del cuerpo de Cristo y la expresión serena de su rostro, cuyo cuerpo y cabeza se giran sutilmente hacia el espectador. Su serenidad contrasta con el gesto apesadumbrado del resto de las figuras, que configuran con sus diferentes posturas y los gruesos pliegues de los ropajes una línea ondulante que intensifica los valores dramáticos, todas ellas con ojos rasgados y oblicuos, mostrando un rictus de tristeza que realza el doloroso trance que están viviendo. La forma de representar a la Virgen rota de dolor fue muy frecuente hasta mediados del siglo XVI, tendencia que cambiaría tras el Concilio de Trento (1545-1563), donde en las escenas pasionistas paulatinamente aparecerá con mayor entereza, evitando mostrar su debilidad.

     Cada una de las figuras del grupo presenta un trabajo individualizado y con múltiples detalles narrativos que favorecen su comprensión, como el juego de tocas de las santas mujeres, la esclavina con capucha de San Juan, el tarro de ungüentos de la Magdalena, caracterizada con un sofisticado tocado con un broche sobre la frente, y las elegantes vestiduras de José de Arimatea, con un collar al pecho, botonaduras y un elegante gorro, y de Nicodemo, cubierto por un turbante de aire oriental y ciñendo un cinturón en el que sujeta el martillo y las tenazas utilizadas en el desenclavo. A estos detalles se suma una policromía aplicada a base de colores planos con pequeños ribetes dorados en algunas vestiduras, junto a una encarnadura con zonas sonrosadas que desgraciadamente aparece degradada por el paso del tiempo.

En estas figuras en terracota ya aparecen algunos grafismos representativos del artista, como los rostros alargados, los párpados caídos, los dedos estilizados, las ondas del cabello en espiral, la barba bífida de rizado encrespado, las indumentarias con pliegues artificiosos o el movimiento de las figuras con gestos patéticos, ofreciendo en su conjunto una clara influencia centroeuropea.

Detalle de la Virgen

     El hecho de que este grupo, como los otros pertenecientes al mismo retablo, aparezca firmado en lugar bien visible, denota el alejamiento del escultor de la tradicional condición de artesano medieval, acercándose al concepto de artista renacentista que conoce su prestigio y su trabajo intelectual. Pedro Millán consiguió por su trabajo una posición desahogada dentro del gremio, lo que le permitió la compra en 1487 de una vivienda en la collación de San Esteban de Sevilla, donde vivió junto a su esposa Catalina de Ormaza y su hijo Rodrigo Millán.

En líneas generales, Pedro Millán continúa las pautas del estilo tardogótico internacional de raíz flamenca, que comprende desde el humanismo analítico iniciado por Jan van Eyck hasta la emotividad de Rogier van der Weyden, sirviéndose para su inspiración de la circulación de estampas que representaban las novedades compositivas europeas, algo muy común en los talleres de pintura y escultura de la época, destacando entre los grabadores alemanes el conocido como Maestro E. S. y su seguidor Israhel van Meckenem.

Detalle de San Juan


 Informe y fotografías: J. M. Travieso.

















Detalle de José de Arimatea














Detalle de Nicodemo y María Magdalena










Detalle del sepulcro con la firma en la filactería






 



OTRAS  ESCULTURAS  REPRESENTATIVAS  DE  PEDRO  MILLÁN:

Profetas, terracota, h. 1470
Puerta del Bautismo, Catedral de Sevilla

Parejas de profetas sedentes
, terracota, hacia 1470. Puertas del Bautismo y del Nacimiento de la Catedral de Sevilla.

Cristo atado a la columna, madera policromada, hacia 1485. Museo de Segovia.

San Jorge, terracota policromada, hacia 1489. Victoria & Albert Museum de Londres (procedente del convento de Santa Florentina de Écija).  

Cristo Varón de Dolores, terracota, 1485-1490. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

La Piedad, terracota, 1485-1490. Museo del Hermitage de San Petersburgo.

Cristo atado a la columna, terracota, hacia 1490. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Detalle del grupo Varón de Dolores, terracota, 1485-1490
Museo de Bellas Artes de Sevilla
Cristo del Buen Fin, madera policromada, hacia 1500. Iglesia de Ntra. Sra. de la Consolación de El Pedroso (Sevilla).

Santa Inés, madera policromada, hacia 1500. Monasterio de Santa Inés de Sevilla-

Santa María del Pilar, terracota policromada, hacia 1500. Catedral de Sevilla.

Ángeles y medallones cerámicos con santos, terracota vidriada por Niculoso Pisano, 1504. Portada del convento de Santa Paula de Sevilla.

Virgen de la Rosa, terracota, hacia 1505. Portada de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la O de Chipiona (Cádiz).

Virgen del Rosario, terracota policromada, hacia 1507. Iglesia de Santo Domingo de Écija (Sevilla).

Izda: Cristo atado a la columna, terracota, h. 1490
Museo de Bellas Artes de Sevilla
Dcha: Cristo atado a la columna, madera policromada, h. 1485
Museo de Segovia


Bibliografía 

ESTELLA MARCOS, Margarita: Apuntes para el estudio del entierro del siglo XVI. Príncipe de Viana, nº 11, 1988, p. 113. 

GESTOSO Y PÉREZ, José: Pedro Millán. Ensayo biográfico-crítico, Sevilla, 1884. 

PÉREZ EMBID, Florentino: Pedro Millán y los orígenes de la escultura en Sevilla. Madrid, CSIC, 1973. 

PLEGUEZUELO HERNÁNDEZ, Alfonso: Crucificados sevillanos del círculo de Pedro Millán. Archivo Hispalense, nº 196, 1981, pp. 75-83. 

LÓPEZ FE, Carlos María: ¿Una imagen del círculo de Pedro Millán en Segovia?. Archivo Hispalense, nº 213, 1987, pp. 189-192. 

MORÓN DE CASTRO, María Fernanda: La Lamentación del imaginero Pedro Millán en el Museo del Hermitage. Laboratorio de Arte, nº 7, 1994, pp. 297-302. 

PÉREZ-EMBID, Florentino: Pedro Millán y los orígenes de la escultura en Sevilla. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, 1972. Pp.56-57. 

Izda: San Jorge, terracota policromada, h. 1489
Victoria & Albert Museum, Londres
Dcha: Cristo del Buen Fin, madera policromada, h. 1500
Iglesia Ntra. Sra. de la Consolación, El Pedroso (Sevilla) 

VALDIVIESO GONZÁLEZ, Enrique: La pintura en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Ediciones Galve, Sevilla, 1993.

VV. AA.: Obras Maestras del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Siglos XV-XVIII. Catálogo exposición, F.O.C.U.S., Sevilla, 1992, pp.146-147.

 






Izda: Ntra. Sra. del Pilar, terracota policromada, h. 1500
Catedral de Sevilla
Dcha: Virgen del Rosario, terracota policromada, h. 1507
Iglesia de Santo Domingo, Écija (Sevilla)











Medallones con santos, terracota vidriada, 1504
Portada del Convento de Santa Paula, Sevilla








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