9 de enero de 2023

Visita virtual: SACRO MONTE DE VARALLO, una sorprendente y teatral Nueva Jerusalén




SACRO MONTE DE VARALLO

Varios autores

1486-1850

Arquitectura, escultura en terracota y madera y pintura al fresco

Sacro Monte de Varallo, Varallo Sesia (Vercelli, Italia)

Arquitectura, escultura y pintura manierista y barroca

 

 



LOS SACRO MONTES PREALPINOS 

 La Unesco describe los Sacro Montes del Piamonte y Lombardía del siguiente modo: “Los nueve Sacro Montes de Italia septentrional son grupos de capillas y de otros elementos arquitectónicos realizados entre finales del siglo XV y finales del siglo XVII, consagrados a varios aspectos de la fe cristiana. Además de su significado religioso simbólico, tienen también una gran belleza gracias a la hábil integración de los elementos arquitectónicos en paisajes naturales rodeados de colinas, bosques y lagos. Además, contienen obras de arte muy importantes en forma de frescos y esculturas”.

En 2003, el Comité del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco incluyó estos lugares en su lista por distintos motivos, entre ellos la realización de una obra de arquitectura y de arte sagrado inmersa en un paisaje natural, con objetivos didácticos y religiosos, que alcanzó su máxima expresión en los Sacro Montes de la Italia septentrional y que tuvo una profunda influencia en el desarrollo posterior del fenómeno en el resto de Europa. Los Sacro Montes italianos representan una lograda integración de las bellas artes en paisajes de gran belleza, con obras realizadas por motivos religiosos en un período crítico de la historia de la Iglesia católica.

Sacro Monte de Varallo

     Los Sacro Montes reconocidos por la Unesco están ubicados principalmente en el arco alpino, cerca de los lagos o en el límite de los valles surcados por los ríos afluentes del Po y recorridos por viejas e importantes vías de comunicación. La ubicación panorámica y emergente de estos complejos religiosos sobre collados o montes, con un itinerario dividido en diferentes capillas, se ha convertido en una importante referencia territorial, tanto para Lombardía como para el Piamonte.

Probablemente una de sus finalidades, considerando la posición estratégica de estos montes sacralizados, que bordean al norte el territorio de la llanura padana, era proteger simbólicamente aquella zona de las influencias reformistas del norte a través de representaciones que exponían el dogma católico de una forma muy asequible. Los precedentes de las representaciones que aquí aparecen hacen remontarnos a la figura de San Francisco de Asís, que en 1223 realizó la representación del primer pesebre en su convento de Greccio (Umbría). También está relacionada la fundación de los Sacro Montes con la defensa de las ideas contrarreformistas, así como con los recuerdos jerosolimitanos, con la custodia de Tierra Santa y el ritual de los Vía Crucis.

     En casi todos los Sacro Montes, de los nueve conservados, fueron padres franciscanos a quienes se atribuye la iniciativa de la construcción de cada complejo religioso. Fueron sus creadores Bernardino Caimi en Varallo, Tommaso de Florencia en Montaione y Michelangelo de Montiglio en Belmonte. El padre franciscano y arquitecto Cleto de Castelletto Ticino trabajaba en Orta y los predicadores Giovan Battista Aguggiari en Varese, Fedele de San Germano en Oropa y Gioacchino de Cassano y Andrea de Rho en Domodossola. Recordemos también que entre 1731 y 1751 otro franciscano, Leonardo de Porto Maurizio, fue quien erigió nada más y nada menos que 572 Vía Crucis en toda Italia, y que se debe a los padres Costantino Cerri y Giuseppe Latini su restauración en el siglo XIX y el renacimiento del Sacro Monte de Crea. Los Menores observantes o Capuchinos y los seguidores de San Francisco de Asís han sido siempre los más sensibles y promotores de estas transposiciones teatrales que fusionan escultura y pintura.

De la lectura de los acontecimientos históricos y de la génesis que acompañó la formación de los Sacro Montes, vemos que en la mayor parte de los casos su construcción está vinculada a un santuario preexistente —con memoria de un antiguo culto pagano— o con un lugar consolidado de devoción sobre todo mariana, dotado por consiguiente, de una fuerte connotación territorial socio-religiosa y a veces reconvertidos en poblaciones ya famosas por su historia y tradición. Esto supone —en base a la relación recíproca que se instaura— una nueva creación, un complemento a lo ya existente o una sustitución de lo anterior. Las consagraciones y los temas narrados en cada complejo sufren la influencia de las devociones preexistentes en el lugar y del particular momento religioso-cultural de la época de su fundación.

Entrada. Capilla 1: Adán y Eva, el Pecado Original
Monumentos a Bernardino Caimi y Gaudenzio Ferrari

     En Varallo prevalece la vida de Cristo, en Orta la vida de San Francisco de Asís, en Oropa la vida de la Virgen María, mientras que en Varese y en Ossuccio es la oración mariana del Rosario la que se visualiza en los quince Misterios. Con la intención de recorrer con Cristo las etapas de su Pasión, según el modelo de la Vía Dolorosa recorrida por Jesús en Jerusalén, se transforma el Sacro Monte de Crea y se construyen los Sacro Montes del Calvario de Domodossola y de Belmonte. En Ghiffa la devoción de la Santísima Trinidad resultará más difícil y abstracta de exponer, por lo que en su realización se recurrirá a un tema más habitual e inmediato como es el Vía Crucis. 

DE JERUSALÉN A LOS SACROMONTES 

El itinerario histórico comienza en Tierra Santa, en los orígenes del cristianismo, en los lugares que fueron testigos del Nacimiento, Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Por devoción y penitencia, a partir del siglo IV, estos lugares se convirtieron en meta de peregrinación.

Capilla 1: Adán y Eva, el Pecado Original

     En la Edad Media, la peregrinación era un aspecto importante de la religión y para la vida de todo cristiano representaba una experiencia particularmente intensa. En aquella época, las grandes metas de los peregrinos eran tres: Santiago de Compostela, Roma y Jerusalén. Tras la debilitación de la influencia occidental en Oriente y con la preponderancia de la potencia turca, la peregrinación hacia la Tierra Santa perdió las connotaciones de fenómeno de masas para convertirse en una aventura muy costosa, en la que incluso se corría el riesgo de no regresar. Al mismo tiempo, empezaban a faltar las bases para poder realizar una peregrinación: inestabilidad política, desarrollo de la agricultura y mejora de las condiciones generales de vida que contribuyeron también a hacer que disminuyera este deseo. Tanto fue así, que para dar la posibilidad a quienes no se podían enfrentar a los inconvenientes de un viaje tan costoso y lleno de aventuras, y para mantener siempre vivo el sentido de la peregrinatio, se introdujeron en Italia ciertas prácticas sustitutivas para adquirir, sin poner en peligro la propia vida, una indulgencia como la que se habría conseguido en Tierra Santa.

Capilla 2: La Anunciación

     Durante todo el siglo XV, la peregrinación hacia un lugar particular como un santuario relacionado con alguna práctica de religiosa de piedad, representó un modo para sustituir la visita a Jerusalén. El vínculo ideal se podía acentuar aún más si estos lugares elegidos, además de conservar alguna reliquia importante, poseían también, en la veneración, en las formas arquitectónicas y en las artes figurativas, alguna alusión a los Lugares Santos, para así evocar al peregrino la Santa Jerusalén Celeste.

Algunos frailes de la Orden de Menores de San Francisco, presentes en Tierra Santa entre finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI, a su regreso quisieron reconstruir con fidelidad topomimética los Santos Lugares de Palestina. Para paliar las dificultades de la peregrinación a Tierra Santa, surgió la Nueva Jerusalén de Varallo Sesia en Piamonte, ideada por el padre Bernardino Caimi y la Nueva Jerusalén de Montaione en Toscana, promovida por el padre Tommaso de Florencia. La intención era reconstruir fielmente algunos lugares de Palestina para sustituir a los reales, dadas las dificultades para la visita directa. 

Capilla 3: La Visitación y detalle de Zacarías

     Estas dos realizaciones dieron vida a una peregrinación ideal a Tierra Santa, no arriesgada ni costosa y por lo tanto repetible. Estos ejemplos contemporáneos entre sí, por su explícita referencia a la Tierra Santa, se pueden denominar jerosolimitanos y representan dos momentos emblemáticos. La Nueva Jerusalén de Varallo Sesia, por su ubicación geográfica prealpina, sufriría varias transformaciones, reflejo de los cambios de las diferentes épocas, de las condiciones histórico-religiosas y políticas y del modo de entender la devoción y el uso de las artes al servicio de la religión cristiana. En cambio, la Nueva Jerusalén de San Vivaldo, situada en el centro de Italia, llegará casi inalterada hasta nosotros como testimonio del espíritu fundador original.

Capilla 4: El sueño de José

     En el período que siguió al Concilio de Trento, con el aliento de la Contrarreforma y de San Carlos Borromeo (1538-1584), así como de los obispos de las diócesis que dependían de él, tomaron forma en el territorio de los Alpes y la zona prealpina noroccidental una serie de recorridos de devoción denominados genéricamente como Sacro Montes. Abandonadas las intenciones originarias de fiel correspondencia topográfica propia de la Nueva Jerusalén, esto se reemplazó por un aspecto cronológico-narrativo. Sobre la base de estos renovados objetivos, se modifica el primitivo asentamiento de Varallo Sesia y se fundan a finales del siglo XVI los Sacro Montes de Crea y de Orta. A principios del XVII toma forma el de Varese y en las décadas siguientes los de Oropa, Ossuccio, Domodossola, Ghiffa y Belmonte. 

Capilla 5: Llegada de los Reyes Magos
EL GRAN TEATRO MONTANO 

Visitar un Sacro Monte puede convertirse, aún hoy, en un momento lleno de emociones, de sorpresas y de misterio. Sin lugar a dudas, esto ya ocurría en los siglos XVI y XVII, cuando una gran parte de la población era analfabeta o de modesta cultura, más fácil de sugestionar ante la visión de las escenas sagradas presentes en las capillas con una actitud dramática, propia del teatro, para cautivar y emocionar al visitante.

Entrar en la sombra de los edificios sagrados, asomarse a través de las celosías, descubrir las expresiones tan humanas de las esculturas con la luz de los rayos de sol que se filtran por las pequeñas cúpulas, es siempre una experiencia que asombra y cautiva. Las escenas representadas con evidente teatralidad y dramatismo, narran vivos momentos a los que los escultores dieron una forma tan sumamente real, fotográfica diríamos hoy, con figuras que parecen dotadas de vida. Las numerosas esculturas de ángeles y santos, de hombres y mujeres, de niños y animales, evocan situaciones vivas, reforzadas por la ambientación pictórica y decorativa de los interiores, así como por el juego de luces y sombras, todo ello escrupulosamente estudiado por los artistas.

Capilla 6: La Natividad

     Colocar centenares de figuras dentro de pequeños edificios, situados en las terrazas escarpadas de un monte aislado, era una empresa compleja y el resultado era la suma de numerosos y convergentes esfuerzos de diferentes artistas y artesanos: capataces, escultores y modeladores, pintores y carpinteros, cristaleros y herreros, a los que se añadían involuntarios colaboradores, como los mismos familiares obligados a seguir a los artistas errantes a sus lugares de trabajo. Los artífices de los Sacro Montes, en su conjunto, fueron muchos y cada uno, con su propio papel y su propio taller de colaboradores y alumnos actuaba como en una compañía teatral: firmaba contratos, creaba proyectos y escenografías que, una vez aprobadas, se representaban en las capillas y a veces se repetían en otro lugar si surgía un nuevo encargo.

El aspecto de teatralidad de las escenas se destacaba también porque, en el primer período de formación de los Sacro Montes, las capillas estaban abiertas al público y el recorrido de visita permitía acercarse a los personajes. El visitante podía leer en los personajes realizados en terracota policromada la expresión de una sonrisa o de un gesto, el detalle de las indumentarias y la trama de los tejidos, el dibujo de los botones o el fluir de los cabellos auténticos. La veracidad de los detalles narrativos contribuía a dar fuerza a la veracidad del mensaje religioso.

Capilla 7: La Adoración de los Pastores

     Ese período duró poco, los recorridos cambiaron y pasaron a convertirse en escenas a contemplar, dejando el peregrino de ser actor para convertirse en espectador, ya que en un principio se colocaron rejas de madera y de hierro forjado después, en los pasos de tránsito para proteger las obras y para secundar las intenciones didáctico-religiosas impuestas por las prescripciones tridentinas. Las escenas se organizaron de modo que se pudieran ver bien desde ciertos puntos de vista prefijados y, por consiguiente, realizadas como esculturas de aspecto real, pero acabadas sólo por el lado que quedaba a la vista, con frescos y decoraciones en las paredes que servían de fondo para ambientar los iconos visuales deseados por el director de la escena.

Así se afirmó y se desarrolló en centenares de capillas, pobladas de esculturas y distribuidas por los montes de Piamonte y de Lombardía, el gran teatro montano que todavía hoy, después de cinco siglos, sigue siendo meta de fieles apasionados, de amantes del arte y de espectadores curiosos que no quedan defraudados por su espectacularidad. 

Capilla 8: La Presentación en el Templo
LOS TALLERES 

Entre finales del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII es cuando se produce la construcción de los Sacro Montes, con las numerosas capillas y las escenas plástico-pictóricas que contienen, hecho que contribuyó a formar artesanos especializados y talleres de artistas que, según las ocasiones, se desplazaban incluso de una localidad a otra. El hecho coincide cronológicamente con el auge de las procesiones de Semana Santa en España, donde movidos por el mismo espíritu contrarreformista del Barroco, los escultores componían escenas pobladas de personajes que definían los distintos “pasos” de la Pasión, adquiriendo su auténtico sentido cuando al desfilar por la calle acentuaban su carácter teatral a través del movimiento. Asimismo, el modo de trabajar los talleres difería muy poco en ambos territorios.

En aquella época, el taller de un maestro era, para un joven artista, un ambiente que tenía que frecuentar obligatoriamente para poderse afirmar en el campo de la pintura, escultura o arquitectura, mientras que para los clientes estos talleres eran una referencia obligatoria si querían encargar la realización, en breve tiempo, de obras complejas, ya que, entre obras de construcción, techos, frescos y estatuas, había que emplear numerosos artesanos y éstos tenían que estar bien coordinados entre sí para reducir el tiempo de ejecución, ya de por sí muy largo como trabajo multidisciplinar. Esta actividad en los Sacro Montes llegó a ocupar entre quinientas y seiscientas familias de pintores y escultores, entre ellos muchos como capataces que se ocupaban también de la construcción de las capillas y que dedicaron su obra a realizar estos grandes teatros montanos.

Capilla 10: Exterior e interior de la Huída a Egipto

     El pintor, escultor y arquitecto Gaudenzio Ferrari, desde los primeros trabajos en el Sacro Monte de Varallo había formado una escuela propia donde tuvieron la posibilidad de crecer otros importantes artistas, entre ellos los pintores Fermo Stella da Caravaggio, Giulio Cesare Luini y Bernardino Lanino. El maestro realizaba las partes más expresivas, las manos, los rostros, además de los frescos de los fondos más visibles y dejaba a sus alumnos que completaran la obra para pasar prontamente a otra escena en un lugar diferente.


Izda: Capilla 10, detalle de San José de la Huída a Egipto
Dcha: Capilla 11, la Matanza de los Inocentes

     Otros artistas destacados que integraron los talleres de arte en los siglos XVI y XVII fueron los escultores flamencos Tabacchetti, Jean y Nicolas de Wespin, el primero de los cuales trabajó primero en Varallo y después en Crea con su hermano, así como el escultor valsesiano Giovanni d'Enrico y su hermano el pintor Tanzio de Varallo, que trabajaron, solos o en grupo, en Varallo, Orta, Crea y Oropa. En el siglo XVII, la saga iniciada por el escultor suizo Francesco Silva, que trabajó en Varese y Ossucio, fue continuada por su hijo Agostino, mientras que los hermanos amberinos della Rovere, Giovanni Battista y Giovanni Mauro, pintores conocidos como los Flamenquinos, lo hicieron en Crea y en Orta, donde trabajaron también los lombardos Carlo Francesco y Giuseppe Nuvolone, que en Varese siempre lo hicieron juntos.  

Capilla 12: El Bautismo de Cristo

     Otro importante autor fue el pintor conocido como Il Morazzone, así como sus alumnos los Recchi, Giovanni Battista y Giovanni Paolo, que trabajaron juntos en Varese y en Ossuccio. Del mismo modo, los escultores milaneses Bussola, Dionigi y Ottavio trabajaron en su propio taller, el primero en Varallo y después juntos en Orta, en Varese y en Domodossola.

Al tratarse de un trabajo multidisciplinar, la lista de artistas sería interminable, llegando tal vez a la centena los que trabajaron desde los tiempos de la fundación de los Sacro Montes hasta los primeros años del siglo XVIII. Cada uno de ellos fue portador, de un lugar a otro, de ideas y de técnicas a veces innovadoras, también de modelos y tipologías que contribuyeron a hacer de los Sacro Montes un complejo y maravilloso sistema orgánico de expresión artística. 


EL CONJUNTO PIONERO: EL SACRO MONTE DE VARALLO 

Capilla 13: Las tentaciones de Cristo en el desierto

     La Nueva Jerusalén o Sacro Monte de Varallo es un santuario italiano ubicado en Varallo Sesia, provincia de Vercelli, en el Piamonte. Es uno de los nueve Sacro Montes del Piamonte y Lombardía declarados como Patrimonio Mundial de la Unesco desde 2003. Se accede al recorrido desde una escalinata situada detrás de la iglesia de Varallo o a través de un funicular, pues está construido sobre una terraza natural situada a 600 metros de altitud desde la que se divisa el centro histórico de Varallo.

Es el Sacro Monte más antiguo de todos los existentes en territorio italiano y en el extranjero, remontándose su fundación al año 1486 y al fraile Bernardino Caimi, de la Orden de los Menores Observantes de San Francisco, que a su regreso de Jerusalén, donde había sido custodio de los Santos Lugares de Tierra Santa, decidió reproducir una Nueva Jerusalén en el espolón rocoso que domina el pueblo de Varallo. Eminente político y religioso, el padre Caimi, por entonces embajador en la corte española, quiso reproducir los “Santos Lugares para que viese Jerusalén quien no pudiese ir en peregrinación”, recibiendo su iniciativa la ayuda de las familias más ricas de la zona. En ello estuvo trabajando hasta su muerte en 1499, aunque la gran envergadura de su proyecto le impidió verlo terminado.

Capilla 14: Encuentro de Jesús con la Samaritana

     El padre Caimi había concebido un conjunto monumental de capillas aisladas cuyo interior cobijara grupos escultóricos de tamaño natural, con escenas ambientadas con pinturas murales al fresco, que reprodujeran los pasajes más importantes de la vida de Cristo, desde Belén y Nazaret hasta su Pasión y Muerte en Jerusalén. Para ello se sirvió de los artistas más destacados de la zona, como el prestigioso pintor, escultor y arquitecto Gaudenzio Ferrari di Valduggia, iniciador de los trabajos y creador de un taller en el que se formaron artistas que trabajaron en las diferentes escenas. Este artista fue el creador del arquetipo de la puesta en escena de las capillas, pobladas de dinámicas esculturas tridimensionales, de indumentaria colorida, expresiones naturales y con barbas y cabellos como postizos reales, figuras que encontraban su complemento en las pinturas murales que cubren paredes y bóvedas para hacer una narración completa de la Historia Sagrada.

A la muerte del padre Caimi tomaron la dirección de las obras los padres Candido Ranzo y Francesco da Marignano, que continuaron trabajando con Gaudenzio Ferrari hasta 1529. Importantes pintores de esa primera etapa fueron su alumno Fermo Stella da Caravaggio (1490-1562), Giulio Cesare Luini (1512-1565), colega de Gaudenzio Ferrari, y Bernardino Lanino (1512-1578).

Capilla 15: Curación del paralítico de Carfarnaúm

     Durante la Reforma Católica, bajo la dirección de Carlo Buscapè, obispo de Novara, el Sacro Monte de Varallo recibió un nuevo impulso para ilustrar un catecismo en el que aparecieran representados todos los hechos de la Vida, Pasión y Muerte de Cristo. El área se organizó en dos zonas bien delimitadas de acuerdo a la planta general trazada por el arquitecto Galeazzo Alessi. Una con capillas diseminadas por la orografía más baja del jardín, con el terreno en pendiente y rodeado de una densa vegetación, que están dedicadas a la infancia y vida pública de Jesús.

Otra ocupando la cima plana del monte con las características de una pequeña ciudad —precedida de la Puerta Aúrea— con su estructura urbanística y complejas arquitecturas que sugieren palacios porticados en torno a dos plazas, la de los Tribunales (plaza civil) y la del Templo (plaza religiosa), que vienen a emular la ciudad de Jerusalén con los pasajes de la Pasión que tuvieron lugar dentro y cerca de sus murallas, desde la Entrada triunfal al Santo Sepulcro. El proceso se culminó en dos etapas, una entre 1570 y 1590, en que se levantaron las capillas del jardín, con sus frescos y esculturas, y otra entre 1593 y 1640, cuando se urbanizó la plataforma superior en forma de plazas que conducen al santuario, con caminos empedrados y jardines a la italiana y capillas en las que se representa el ciclo de la Pasión al completo, con algunas escenas impactantes por su composición. 

Capilla 17: La Transfiguración en el Monte Tabor. Exterior. al fondo, e interior 

     Entre los escultores de esta segunda etapa son destacables los trabajos de Jean de Wespin, apodado Tabacchetti (1568-1615), Giovanni d’Enrico (1559-1644) y su ayudante Giacomo Ferro, y Dionigi Bussola (1615-1687). Las capillas incluyen importantes composiciones pictóricas, sobresaliendo las realizadas por Il Morazzone (1573-1626), Antonio d’Enrico, conocido como Tanzio da Varallo (1575-1633), Cristoforo Martinolio, Il Rocca (1599-1662), seguidor de Il Morazzone, Melchiorre Gherardini, Il Ceranino (1607-1668) y Pier Francesco Gianoli (1624-1692). En esta segunda etapa destacan las elegantes arquitecturas, que adquieren la forma de palacios enriquecidos con pórticos, debidas a Galeazzo Alessi (1565-1569), Domenico Alfano (1590-1603), Giovanni d’Enrico (1559-1644) y Bartolomeo Ravelli (1602-1640). 

Capilla 18: La Resurrección de Lázaro

     Terminado el proceso constructivo y decorativo, el Sacro Monte de Varallo ofrece en su recorrido 45 capillas aisladas, que cobijan más de 800 esculturas en madera y terracota policromada, junto a importantes ciclos de frescos, y la basílica de la Asunción como final del recorrido, donde recibe culto la Dormición de la Virgen y el apoteósico conjunto de la Asunción sobre el altar mayor. En 1980 el conjunto del Sacro Monte fue declarado como Reserva Natural Especial y en 2003, como ya se ha dicho, fue incluido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, después de permanecer durante muchos años como un patrimonio desconocido y, en cierto modo, abandonado a su suerte.

 


Informe: J. M. Travieso. 

Fotografías: Web del Sacro Monte de Varallo. 

Capilla 19: Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén










Capilla 20: La Última Cena








Izda. Capilla 21: La Oración del Huerto.
Dcha. Capilla 22: Cristo despierta a los discípulos dormidos









Capilla 23: El Prendimiento. Detalle de las pinturas 








Capilla 24: Jesús ante el tribunal de Anás. Exterior y detalle








Capilla 25: Jesús ante el tribunal de Caifás

















Capilla 27: Jesús conducido ante Pilatos por primera vez. Exterior e interior













Capilla 27: Jesús conducido ante Pilatos por primera vez
Detalle de las pinturas de Tanzio da Varallo

















Capilla 28: Jesús en la corte de Herodes
















Capilla 29: Jesús ante Pilatos por segunda vez
















Izda. Capilla 30: La Flagelación. / Dcha. Capilla 31: La Coronación de espinas













Capilla 33: Ecce Homo, detalle
















Capilla 33: Ecce Homo. Grupo y detalle. Pinturas de Il Morazzone 













Capilla 34: Pilatos se lava las manos
















Capilla 35: Jesús condenado a muerte
















Capilla 36: Camino del Calvario. Detalle del encuentro con la Verónica













Izda. Capilla 37: Cristo clavado en la cruz / Dcha. Capilla 38: La Crucifixión













Capilla 38: Detalles de la Crucifixión, soldados jugando a los dados y la Virgen acompañada













Capilla 39: El Descendimiento y detalle













Izda. Capilla 40: La Piedad / Dcha. Capilla 41: Jesús depositado en el sudario













Capilla 45: Basílica de la Asunción y detalle del interior













Gaudenzio Ferrari. Ciclo de pinturas de la Vida de Cristo
Iglesia de Santa Maria delle Grazie, Varallo













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