12 de junio de 2023

Visita virtual: SAN JORGE MATANDO AL DRAGÓN, devoción y crónica visual de una época







SAN JORGE / SANT JORDI

Pere Niçard

1468-1470

Óleo sobre tabla

Museo Diocesano, Palma de Mallorca

Procedente de la desaparecida iglesia de San Antonio de Padua

Pintura gótica hispano-flamenca

 

 





    Tras el asalto a la ciudad de Madina Mayurga (Palma de Mallorca), llevado a cabo el 31 de diciembre de 1229 por el rey Jaime I el Conquistador, la isla pasó a formar parte de la Corona de Aragón como nuevo reino de Mallorca. A partir de entonces la ciudad portuaria se consolidaba como escala obligada en prácticamente todas las rutas marítimas catalanas, especialmente en el comercio con el Magreb. Asimismo, junto a Menorca fue clave en las rutas que, vía Cerdeña, conducían hacia Italia y Sicilia, así como importante en el comercio de las repúblicas de Génova y Pisa con el mundo andalusí.

La apertura de la ruta atlántica o de Flandes en el siglo XIV, reforzó el puerto de Palma de Mallorca como tránsito de la marina italiana de Génova, Pisa, Florencia y Venecia, consolidándose en el siglo XV como centro neurálgico a partir de la conquista de Nápoles por Alfonso el Magnánimo. De este modo, el puerto de la Ciudad de Mallorca se convirtió en el cruce de todas las rutas comerciales del Mediterráneo Occidental, incluyendo las que tenían como destino el estrecho de Gibraltar, Canarias o Flandes. Como consecuencia, la ciudad y su puerto se convirtió en punto de encuentro de todo tipo de barcos, mercancías, gentes y conocimientos de la época.   

     En este contexto de intensa actividad comercial marítima y de pujanza económica durante los siglos XIV y XV, la burguesía y los distintos gremios fueron los principales agentes económicos en los centros urbanos que promovieron la producción de retablos con diferentes destinos: catedral, conventos, capillas reales, privadas e institucionales. Unos fueron producidos por artistas locales, otros comprados en Barcelona o importados de otros centros avanzados de la época, a partir del siglo XV de los talleres flamencos. 

SAN JORGE, UN SANTO MUY VENERADO EN LA EDAD MEDIA

La historia de San Jorge es un relato del que no existe ninguna certeza histórica, aunque una tradición secular hizo enraizar su devoción en muchos lugares del mundo, seguramente por la conmovedora historia ligada a su figura. Según la leyenda, San Jorge nació a finales del siglo II en la región de Capadocia (en la actual Turquía), por entonces perteneciente al Imperio romano, hijo de Geroncio, un oficial del ejército, y de Policromía. Siendo muy joven se hizo soldado como su padre e ingresó en el séquito del emperador Diocleciano, llegando a ser uno de sus guardias personales.

     El año 303, convertido a la fe cristiana, fue arrestado en la ciudad de Nicomedia durante la dura persecución promovida por aquel emperador contra los cristianos, que le conminó a apostatar y renunciar a su fe. Como San Jorge rehusara, Diocleciano ordenó su martirio y decapitación, sentencia que fue llevada a cabo el 23 de abril de aquel año, cuando el mártir apenas había superado los treinta años.

La leyenda más célebre atribuida a San Jorge, recogida en la Leyenda Dorada, es su lucha y victoria sobre un dragón en Capadocia. Según esta, un dragón anidó junto a una fuente que suministraba el agua de una ciudad. Para apartar al monstruo de la fuente, los ciudadanos le ofrecían a diario un par de ovejas, pero esto no le era suficiente, por lo que por orden del rey comenzaron a ofrecerle un sacrificio humano decidido al azar entre los habitantes. Un día la suerte recayó sobre la princesa local, lo que produjo que su padre, el rey, clamara sin éxito por la vida de su hija. En un momento en que la joven estaba a punto de ser devorada, entra en escena San Jorge, armado y a caballo, que en un duro enfrentamiento consigue matar al dragón y salvar a la princesa. Como gesto de agradecimiento, aquellos ciudadanos abandonaron el paganismo y se convirtieron al cristianismo.    

     En base a esta leyenda, en la Edad Media fue uno de los santos mártires más venerado en las diferentes creencias cristianas, produciéndose un fenómeno de sincretismo que también afectó a las religiones musulmanas de Medio Oriente, especialmente en Palestina. Otro aspecto de la leyenda es el que narra que de la sangre del dragón crecieron rosas, una de las cuales fue regalada por San Jorge a la princesa, mientras que ella le entregó un poema de amor para agradecerle su ayuda. Desde entonces cada 23 de abril, festividad de San Jorge, se regalan rosas y libros.

La leyenda de San Jorge, que hunde sus raíces en el mito griego de Perseo y Andrómeda y en las luchas de los ejércitos celestiales, capitaneados por San Miguel, contra los ángeles rebeldes que representan el mal, dio lugar a una interpretación cristiana del mito, por la que San Jorge —en su condición de Miles Christi, soldado de Cristo— simbolizaría al creyente, el caballo blanco a la Iglesia y el dragón vencido a la idolatría, el paganismo, el pecado y al mismo Satanás. 


EL RETABLO DE SAN JORGE

El 21 de junio de 1468 la junta de la Cofradía de Sant Jordi o de los Caballeros de la Ciudad de Mallorca encargó un retablo de tablas pintadas, presidido por su santo titular, a los pintores Pedro Niçard y Rafael Mòger, estipulando que la obra debería ser entregada el 23 de abril de 1469, festividad de Sant Jordi. Este plazo no debió cumplirse, pues el 3 de junio de 1470 algunas personas se presentaban como valedores de Niçard por si no terminaba la obra, de lo que se deduce que el retablo debió rematarse en ese año.

La Cofradía solicitó al rey Alfonso el Magnánimo la cesión de la antigua lonja de los genoveses, pero debido a que no había tiempo para su acondicionamiento se eligió como sede la iglesia de San Antonio de Padua, donde ya existía una capilla dedicada al santo guerrero.

     El retablo, dedicado a San Jorge, mártir, héroe y conquistador, estaba compuesto por una predela con cinco escenas (sólo se conservan las tres centrales), un cuerpo con tres calles presidido por la pintura de San Jorge en el centro, desconociéndose que escenas o advocaciones figuraban en las laterales, y un ático en el que seguramente se emplazaría un Calvario. Según el contrato, Pere Niçard debería ocuparse de la tabla central y tres de las escenas de la predela, mientras a Rafael Mòger le correspondían las dos tablas laterales, dos composiciones de la predela y la pintura del ático, por lo que se repartirían 200 libras a partes iguales por toda la obra. Sin embargo, cuando en 1470 Pere Niçard era apercibido ante el riesgo de no dejar acabado el retablo, tuvo que ser Rafael Mòger quien se ocupara de la tabla de la predela que representa la muerte del santo.    

En aquel momento Rafael Mòger era el pintor oficial del consejo de la ciudad y mantenía intensas relaciones con artistas franceses de Niza y la región de Picardía, siendo quien introdujo en Mallorca y en el gremio de pintores a Pere Riçard, al que se le supone natural de Niza y del que no se conocen datos personales, tan sólo referentes a su actividad entre 1468 y 1470, cuando realiza una obra de estilo hispano-flamenco, con una gran minuciosidad que revela el influjo de Jan van Eyck.

     En la gran escena central, que mide 2,84 metros de alto por 1,87 metros de ancho y está pintada al óleo sobre tabla, Pere Niçard representa la célebre hazaña de San Jorge, con el santo en primer término presentado como un joven héroe que, cabalgando sobre un corcel blanco dotado de vistosos arneses y revestido de una armadura con capa, indumentaria propia de un caballero, porta una larga lanza cuya puya atraviesa la boca del dragón, que con gesto feroz queda herido de muerte. San Jorge luce la cruz roja sobre el pecho y su cabeza está rodeada de un nimbo formado por pequeños rayos que proclaman su santidad. Bajo el caballo y junto al monstruo aparecen una calavera humana y restos óseos de animales que recuerdan el tributo ofrecido por los ciudadanos del lugar. Algo más arriba, en segundo término, aparece la princesa arrodillada dando gracias por su liberación. Viste un lujoso vestido rojo con el revés de armiño y mangas doradas, con una larga melena que le llega por debajo de la cintura. Su figura se refleja en las aguas que brotan del manantial.

     Como dato curioso, en el fondo, donde se representa una ciudad idealizada al modo flamenco, está se identifica con Palma de Mallorca y su bahía, lo que constituye una valiosa fuente de información sobre algunos aspectos históricos, siendo reconocibles las torres de Portopí y la vecina iglesia de Sant Nicolauet, la desaparecida ermita de Nuestra Señora de los Huérfanos del barrio de Santa Catalina, la fachada de la iglesia de Sant Nicolau y un molino harinero mallorquín. De este modo, San Jorge no sólo aparece como protector de la princesa de Capadocia, sino también de la ciudad de Palma de Mallorca.

En la gran tabla de San Jorge el fondo dorado habitual en la pintura gótica, utilizado para infundir un carácter intemporal y celestial a los personajes sagrados, deja paso, siguiendo los modelos flamencos, a un extenso paisaje, lo que unido al empleo del óleo y la descripción minuciosa de todos los elementos, impregnan a la pintura de un marcado estilo flamenquizante.


     Sobre un preciso dibujo al carboncillo como base, el pintor recrea con acierto los brillos metálicos de la armadura del santo —donde se refleja la princesa arrodillada— al modo de Jan van Eyck y sus seguidores, los detalles de la cota de malla y los estribos, los adornos y las crines del caballo, el cuerpo escamado del dragón y sus dientes de tiburón, la figura de la princesa inspirada en las imágenes marianas de Rogier van der Weyden y, sobre todo, en la cantidad de escenas domésticas y militares incluidas en el paisaje, denota una fuerte familiarización con la miniatura francesa de ese momento, especialmente con las escenas militares de las iluminaciones de Jean Mansel o los modelos arquitectónicos en la línea de los miniaturistas picardos Simon Manmion y Enguerrand Quarton. 

Estas características de la pintura inducen a pensar que el origen de Pere Niçard estuviese en la Picardía francesa, región de la que huyeron varios artistas cuando entró en conflicto en 1465. Posiblemente el pintor huyera a Aviñón y después se desplazara a Mallorca. Joan Rosató, pintor y mercader de Niza, establecido en Mallorca, fue nombrado el año 1469 cónsul de Niza en Mallorca. Él podría haber sido quien facilitara la llegada de Niçard y su incorporación al taller de Rafael Mòger, aunque Niçard acabaría creando su propio estilo. 

TABLAS DE LA PREDELA DEL RETABLO DE SAN JORGE

De las cinco tablas de la predela se conservan tres en el Museo Diocesano de Palma de Mallorca.

Cristo Varón de Dolores

Obra de Pere Riçard, ocupa en encasamento central y presenta a Cristo dentro del sepulcro mostrando las llagas de la corona de espinas, las manos y el costado. Le acompañan a los lados las figuras de la Virgen, con túnica roja y cubierta por un manto azul, y San Juan, con túnica verde y una capa roja. Al fondo, a los lados del eje central que marca la cruz, sobre la que aparecen los clavos y el rótulo de Inri, sobre un fondo oscuro se diseminan las Arma Christi, apareciendo de izquierda a derecha la túnica de Cristo, el cáliz, el paño de la Verónica, la bolsa con monedas de Judas, una trompeta, cintas, un farol, la lanza con la esponja y el calderín con hiel y vinagre, las cañas de la coronación, la cabeza y las manos de un sayón, los flagelos, la espada de San Pedro con la oreja de Malco, la corona de espinas, las manos de Pilatos, la escalera, la lanza de Longinos, una azada, unas tenazas y una columna coronada por el gallo que cantó a San Pedro, todos estos elementos representados de forma esquemática.      

Predela. Pere Niçard. Cristo Varón de Dolores
Decapitación de San Jorge

Esta tabla situada en la parte izquierda, por el contrato debería haber sido realizada por Pere Niçard, pero ante el parón de la obra en 1470, finalmente fue realizada por Rafael Mòger. Representa el patio de un castillo en cuyo centro un verdugo, que obedece las órdenes de un capitán a caballo, acaba de decapitar al santo mártir, cuya alma es elevada a los cielos por dos ángeles. A los lados se colocan grupos de ciudadanos y de soldados, mientras por los ventanales asoman cabezas de mujeres. Compuesta por figuras inexpresivas, en la escena prevalece el valor narrativo.

Conquista de Mallorca por las tropas de Jaime I en 1229

Esta es la tabla más interesante de las conservadas de la predela por su contenido iconográfico. Es obra de Pere Niçard y en ella se representa la conquista de la Ciudad de Mallorca por las tropas de Jaime I el Conquistador el 31 de diciembre de 1229, asalto en el que según el Libro de los Hechos de Jaime I, la Crónica de Marsili y la Crónica de Desclot, fue asistido por San Jorge. 

Predela. Rafael Mòger. Decapitación de San Jorge

     Entre una amalgama de soldados de caballería e infantería musulmanes y cristianos, entre pendones y armas, trompetas y tambores, el símbolo de la victoria aparece expresado con la colocación del estandarte real de la Corona de Aragón sobre una torre de la puerta de la muralla, hecho que daría lugar en Palma a la celebración cada 31 de diciembre de la Fiesta del Estandarte en recuerdo del día de la conquista, fiesta al menos documentada desde 1287.

Un análisis detallado permite reconocer la calle de San Miguel, en la que se aglutinan los combatientes musulmanes con turbantes y escudos bilobulados, mientras las tropas cristianas avanzan por detrás de la Puerta de Santa Margalida. Entre ellos se identifican las figuras ecuestres de San Jorge, con sobrevista blanca, una cruz roja y nimbo de rayos sobre su cabeza, junto al rey Jaime I cubierto por el casco con el dragón alado. A su lado camina el caballero Nuño Fernández de Lara y otro desconocido jinete que porta la divisa de los Moncada. 

En resumen, las tres escenas en las que aparece San Jorge intentan destacar aspectos de la cruzada, del martirio de la milicia cristiana y la glorificación de San Jorge, tan presente en el imaginario mallorquín.

Predela. Pere Niçard. Conquista de Mallorca por Jaime I en 1229

     Esta importante pintura del arte gótico, que como aliciente ofrece un variado conjunto de iconografía naval, debido al lamentable estado de la iglesia de San Antonio de Padua en 1880 fue trasladada,, junto a los restos del retablo de San Jorge, a la fundación de la Sociedad Arqueológica Lul-liana, donde permanecieron hasta que en 1914 el museo de esta sociedad se integró en el nuevo Museo Diocesano de Mallorca, donde se conserva en nuestros días. Tras una restauración poco escrupulosa realizada en 1936, el traspaso a un nuevo soporte por su situación crítica a finales de la década de 1950 y la restauración del obispado con la ayuda de la fundación March en 1960, el conjunto conoció una restauración integral en el año 2000 con la ayuda de la tecnología más avanzada, momento en que se conoció el dibujo subyacente. La pintura, que fue declarada Bien de Interés Cultural en 2003, actualmente está considerada como una obra cumbre de la historia del arte mallorquín. 

 


Informe y fotografías: J. M. Travieso. 

Fotos de otras representaciones de San Jorge: webs de los diferentes museos.

 






Jean Mansel. La Flor de la Historia h. 1455
Biblioteca Real de Bélgica, Bruselas
























Icono ruso s. XIV, Colección particular
OTRAS REPRESENTACIONES DE SAN JORGE





















Rogier van der Weyden, 1432-35
National Gallery of Art, Washington























Paolo Uccello, hacia 1456
National Gallery, Londres



















Rafael, 1500-1504, Museo del Louvre






















Pedro Pablo Rubens, 1608, Museo del Prado




















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