1 de junio de 2024

Theatrum: CRISTO CRUCIFICADO, testimonio de la evolución del románico al gótico







CRISTO CRUCIFICADO

Anónimo

Segunda mitad del siglo XIII

Madera policromada, 210 x 160 cm

Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid

Procedente de la iglesia de Ntra. Sra. de la Victoria, Valladolid

Escultura protogótica

 

 





El Crucifijo en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid


     Desde el año 1965 se encuentra recogido en una de las capillas claustrales del Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid una imagen de Cristo crucificado que procede de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Victoria de la misma ciudad. Su procedencia ha suscitado la hipótesis de que su emplazamiento original pudiera ser el primitivo convento, de la misma advocación, que tenían los Mínimos de San Francisco de Paula en la margen derecha del río Pisuerga —víctima de la ocupación napoleónica y de la exclaustración—, aunque también es posible que hubiera llegado a dicho convento desde una ermita cercana. Por otra parte, el traslado de este crucifijo a la iglesia vallisoletana pudo producirse cuando esta se reabrió al culto como filial de San Nicolás (al otro lado del puente mayor) o cuando en 1886 alcanzó el rango de parroquia independiente1. 


El punto de partida: los crucifijos románicos


     El origen de las representaciones de Cristo crucificado en la época del románico procede de los modelos bizantinos que se desarrollaron desde el siglo VI al X, cuya característica principal era la cubrición del cuerpo con una túnica ceñida (colobio), tal y como aparece en el Santo Volto de la ciudad italiana de Lucca, célebre y popular en la Europa del siglo XI. Esta iconografía debió de llegar a Cataluña, hacia 1114, a través de los pisanos que llegaron para ayudar a Ramón Berenguer III, conde de Barcelona, en su conquista de las islas Baleares, generalizándose por la zona, durante el siglo XII, la modalidad de Cristo en Majestad, en la que Cristo aparece vivo sobre la cruz, cubierto por una túnica que llega hasta los pies y ceñida por un cíngulo, brazos horizontales adaptados al travesaño, manos abiertas, pies paralelos —cuatro clavos, a veces desclavado—, ojos abiertos, larga melena recogida y barba, en ocasiones con corona real.


     Otra tipología generalizada durante el siglo XII en Castilla y otros territorios norteños de España es la que representa a Cristo sobre la cruz con el cuerpo vertical; una anatomía arcaica con rasgos esquemáticos, prácticamente reducidos a las costillas marcadas; brazos rectos y horizontales; manos abiertas; piernas y pies paralelos; crucificado con cuatro clavos; ojos abiertos; cabello largo cayendo por detrás de las orejas y mechones sobre los hombros; barba recortada y bigote; sin corona de espinas —a veces con corona real—; paño de pureza en forma de faldellín que llega hasta las rodillas y figura sin señales de padecimiento. Sirvan para ilustrar esta tipología el llamado Cristo de las Batallas de la Catedral Nueva de Salamanca o el monumental Cristo de los Ojos Grandes de Palacios de Benaver (Burgos).

Esta modalidad comienza a evolucionar hacia 1200 con el movimiento protogótico, cuando con una tímida intención naturalista y humanizadora los crucifijos comienzan a presentar los brazos cada vez más inclinados por el peso corporal, la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha y la disposición anatómica con leves formas sinuosas, manteniendo la tradición románica en el resto de los elementos. 


     Este modelo apenas evolucionado es el que presenta el Cristo crucificado del Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, datado en la segunda mitad del siglo XIII y cuyo especial interés radica en ser una de las escasas obras que testimonian la gradual introducción de novedades estilísticas que configuran los ejemplares protogóticos del siglo XIII, máxime cuando en el ámbito vallisoletano escasean las muestras de crucifijos de estilo románico. En este sentido, este Cristo crucificado comparte similitudes evolutivas con el denominado Cristo de la Espiga que recibe culto en la iglesia de San Pedro Apóstol de Valladolid, catalogado por Clementina Julia Ara Gil como un ejemplar del tercer cuarto del siglo XIII, obra que igualmente muestra la transición iconográfica del románico al gótico.

 

Un Cristo crucificado levemente evolucionado  

     Al ser una escultura sin referencias históricas, para establecer su cronología es necesario recurrir al análisis estilístico. De raigambre románica es la forma de colocar las largas manos extendidas y con los dedos juntos, así como el tratamiento lineal de la barba y el cabello, que aparece superpuesto a las grandes orejas. Igualmente, el crucifijo mantiene la tradición románica de sujetar el cuerpo con cuatro clavos, característica que permanecería en uso hasta las últimas décadas del siglo XIII, cuando los pies se comenzaron a colocar superpuestos por el empleo de tres clavos, lo que obliga a una nueva posición de las piernas que proporciona un mayor movimiento a la figura.

Fue el historiador Santiago Sebastián quien señaló que a mediados del siglo XIII se produjo un cambio en la liturgia de la misa por el que se comenzó a resaltar la obra redentora de Cristo a través de la Pasión, hecho que se reflejaría en el terreno artístico. Frente al crucificado románico, presentado vivo, triunfante, indoloro y con corona de rey, la figura de Cristo crucificado comenzó a representarse con un nuevo simbolismo más realista: humanizado, sufriente y llagado. 

     Estos matices ya se aprecian en esta escultura, pues, aunque la pierna izquierda mantiene su posición vertical, la derecha ya presenta una leve flexión de la rodilla, lo que produce la apertura completa del paño de pureza desde la cadera, algo poco frecuente en los crucifijos de esa época. Del mismo modo, aunque prevalecen los rasgos anatómicos esquemáticos —sobre todo en el tratamiento de las costillas, la posición de los brazos es oblicua respecto al cuerpo, por lo que puede considerarse un crucifijo completamente gótico2.

La búsqueda de realismo también se aprecia en el perizonium, donde la parte superior aparece con dos pequeñas vueltas de tela en los costados y un remate fruncido sobre un cinturón, siguiendo una forma similar al crucifijo de la iglesia de la Trinidad de Toro (hoy recogido en la iglesia-museo de El Salvador), así como la sucesión de pliegues en forma de “V” sobre la pierna izquierda y la caída en diagonal del borde inferior supone un tímido atisbo de supeditar las vestiduras a las leyes físicas, supone el abandono de la tradición románica con caída horizontal y simétrica del paño. Este recurso de ocultar una sola rodilla en los ejemplares vallisoletanos, según Ara Gil indica una fecha de ejecución durante el último tercio del siglo XIII.

     La cabeza se cubre con una melena simétrica, con raya al medio, que cae por la parte trasera hacia los hombros dejando las orejas al descubierto. El rostro, igualmente esquemático, presenta ojos entornados, una afilada nariz y barba articulada con sencillos trazos paralelos y verticales. Cuando esta escultura fue depositada en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, presentaba como corona de espinas un cordón que por su grado de deterioro fue eliminado, aunque permanece su huella sobre la frente. Si aquel añadido se hubiese realizado en tiempos de la talla, marcaría de nuevo una cronología tardía en el siglo XIII.

Respecto a su policromía, los regueros de sangre que recorren brazos, piernas y costado, junto a los hematomas diseminados por todo el cuerpo y las salpicaduras del perizonium, responde a un repolicromado de la escultura posiblemente realizado en los años finales del siglo XVI, momento en que también debió de elaborase la cruz actual, que aparece rematada con el INRI dentro de una cartela oval.


 Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 

NOTAS 

1 HERNÁNDEZ REDONDO, José Ignacio: Cristo crucificado. Catálogo exposición Encrucijadas/Las Edades del Hombre, Astorga, 2000, pp. 295-297. 

2 ARA GIL, Clementina Julia: Escultura gótica en Valladolid y su provincia. Institución Cultural Simancas, Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 1977, pp. 73-74.

 





























Románico: Tipología catalana de Cristo en Majestad
Izda: Majestad Batlló, mediados siglo XII, Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona
Centro: Cristo en Majetad de Santa Maria de Lluçà, 2ª mitad s XII, Museo Episcopal de Vic
Dcha: Cristo en Majestad, 1ª mitad s XIII, Museo de Bellas Artes, Bilbao
  











Románico: Tipología de Cristo crucificado en Castilla
Izda: Cristo de las Batallas, s XII, Catedral Nueva, Salmanca
Dcha: Cristo de los Ojos Grandes, 1ª mitad s XII, Monasterio de San Salvador, Palacios de Benaver (Burgos) 












Cristo crucificado s XIII. Procedente de la ermita de Nuestra Señora
del Canto, Iglesia-museo de El Salvador, Toro (Zamora)














Crucifijo articulado, s XIII. Procedente de la iglesia de la Trinidad,
Iglesia-museo de El Salvador, Toro (Zamora)














Cristo de la Espiga, 3er cuarto s XIII.
Iglesia de San Pedro Apóstol, Valladolid












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