GRUPO DE SANTA ANA, LA VIRGEN Y EL
NIÑO
Vasco de la Zarza (Toledo?, hacia 1470
– Ávila, 1524)
1515-1517
Alabastro
Capilla de Santa Ana, Colegiata de
San Miguel, Ampudia (Palencia)
Escultura renacentista. Escuela
castellana
En esta ocasión vamos a fijar nuestros ojos en una obra no muy conocida
y que demuestra el carácter polifacético —escultor y arquitecto— de Vasco de la
Zarza: la construcción entre 1515 y 1517 de la capilla de Santa Ana en la
Colegiata de San Miguel de la villa de Ampudia (Palencia), encargada por el
ampudiano Alonso Martín Castrillo, chantre de la catedral abulense y pariente
de su segunda mujer, donde el artista combina la arquitectura del recinto con
la escultura del retablo.
Dicho retablo, que sufrió modificaciones a principios del siglo XVII,
cuando el estilo escurialense ejercía una gran influencia, conserva tres
importantes obras de la primitiva intervención Vasco de la Zarza: el grupo en
alabastro de Santa Ana Triple que lo preside en la hornacina principal,
un friso como basamento del ático con un bajorrelieve del Camino del
Calvario y un remate con la monumental representación de un Calvario
compuesto por nueve figuras. También se considera la posible intervención de
Vasco de la Zarza en la traza de la reja que cierra la capilla, que viene
siendo atribuida a Llorente de Ávila o Juan Francés.
A partir del siglo XIII, tras la inclusión de la historia de Santa Ana
en la Leyenda Dorada de Jacopo de la Voragine, su representación se hizo
más frecuente, siendo su culto ampliamente difundido durante los siglos XIV y
XV, pues ensalzando a Santa Ana como madre se reafirmaba la pureza de su hija
María, a su vez mostrada como trono viviente de Dios (Sedes Sapientiae o Trono
de la Sabiduría).
Asimismo, el tipo de representación de Santa Ana Triple está relacionado con las variantes iconográficas de la Santa Parentela, una modalidad muy popular en el arte religioso de Alemania y Países Bajos, durante finales del siglo XV y principios del XVI, que responde a la historia difundida por el teólogo Haymo de Halberstadt en su obra Historiae sacrae epitome, en la que esboza el árbol genealógico de la Virgen.
De modo que las santas mujeres que acompañan a la Virgen en distintos
pasajes de los Evangelios Canónicos serían sus hermanastras. Pero esta teoría
de la parentela se continúa con el desposorio de María con José, que serían
padres de Jesús. María Cleofás casaría con Alfeo, engendrando cuatro hijos: Santiago
el Menor, Judas Tadeo, Simón el Zelote y José Barsabás. A su vez María Salomé
se casaría con Zebedeo, de cuyo matrimonio nacerían Santiago el Mayor y San
Juan Evangelista. De modo que cinco de estos primos se convertirían en
apóstoles de Jesús, explicando las estrechas relaciones existentes entre ellos.
Esta leyenda inspiró numerosas y variadas representaciones de la Santa
Parentela tanto en pintura como en escultura, siendo en el Concilio de
Trento (1545-1563) donde la leyenda de los matrimonios de Santa Ana fue
rechazada por falta de pruebas documentales y prohibida su representación,
limitándose a autorizar solamente aquellas que se ajustaran a los textos de las
Sagradas Escrituras.
Vasco de la Zarza presenta una escena cotidiana, cargada de simbolismo,
mediante un grupo jerarquizado en volúmenes, con una ampulosa y madura figura
de Santa Ana que acoge en su regazo a su joven hija María, ambas sedentes a
diferentes niveles y dirigiendo sus afectos a la figura del Niño, que, colocado
a su vez en el regazo de su Madre, y con gestos que rompen la serenidad de las
mujeres, establece un nexo de unión entre las dos. La intención del conjunto es
el deseo de engrandecer a la Virgen —la única figura que aparece con nimbo— a
través de su genealogía, remarcando la devoción a su madre, que se muestra con
un tamaño mayor siguiendo un convencionalismo de resabios medievales, en este
caso con destacada elegancia y una serenidad clásica en la disposición de las
figuras.
Matices diferentes ofrece la figura del Niño, que en primer término y
con una postura inestable introduce un elemento dinámico que viene a articular
la composición. Aparece sentado en el regazo de María y con un rostro de gesto
complaciente al ofrecimiento de un fruto —una manzana— por parte de su abuela
Ana, elemento que viene a recordar el nacimiento sin mácula de María. El Divino
Infante viste una túnica liviana que aparece pegada al cuerpo al modo clásico
de los “paños mojados”, con el cuerpo girado en tres cuartos, las piernas
colocadas a distintas alturas y el torso girado hacia el frente, mientras juguetea
entre sus manos con una pequeña paloma que proporciona al grupo el valor
simbólico de una “Trinidad terrestre”. El dinámico Niño, esbozando una sonrisa
que contrasta con el gesto grave de las mujeres, completa la composición de la
“Triple Generación” con el simbolismo de las tres edades: infancia, juventud y
madurez.
VASCO DE LA ZARZA Friso del Camino del Calvario y Calvario del remate del retablo de Santa Ana |
Colegiata de San Miguel, Ampudia (Palencia) |
SANTA PARENTELA Izda: Anónimo siglo XV, Galería Nacional de Arte, Washington Dcha: Jacob Cornelisz van Oostsanen h1520, Museo de las Peregrinaciones, Santiago de Compostela |
MUESTRAS DE LA ICONOGRAFÍA DE LA SANTA PARENTELA Y DE SANTA ANA TRIPLE
Anónimo. Santa Ana, la Virgen y el Niño, s. XIV Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
Santa Ana, la Virgen y el Niño o Santa Ana Triple Izda: Alejo de Vahía. h. 1510, Museo Catedralicio, Palencia Dcha: Anónimo castellano, 1er cuarto s. XVI, Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
Santa Ana, la Virgen y el Niño o Santa Ana Triple Izda: Andrea Sansovino, 1512, Iglesia de Sant'Agostino, Roma Dcha: Damián Forment, h. 1532, Museo de Zaragoza |
VASCO DE LA ZARZA Ecce Homo, h. 1511, alabastro, Museo Catedralicio, Ávila |
Se desconoce su lugar de nacimiento, posiblemente en Toledo hacia 1470.
Era hijo del escudero Juan de la Zarza y de Juana Núñez, acomodados
terratenientes en Ávila y asentados en el municipio abulense de Grandes
(actualmente Grandes y San Martín). Se sabe que al menos tuvo dos hermanos,
Francisco y Pedro de la Zarza y que contrajo matrimonio en dos ocasiones, la
primera con María del Águila, con la que tuvo dos hijas, y la segunda con María
Castrillo, con la que tuvo un hijo y una hija, estando relacionado con
importantes linajes, por lazos de parentesco, de la alta sociedad abulense.
Tenía su residencia en el barrio de Santo Domingo de Ávila, ostentando la
condición de “hijodalgo”.
De su trayectoria artística, que ofrece grandes lagunas, se podría
deducir su posible formación en el entorno de Juan Guas y Sebastián de Toledo,
siendo su primera obra documentada, según informó Pérez Sedano en 1914, una
escultura de San Gregorio solicitada en 1499 por el Cabildo de la catedral
de Toledo. Sus primeras obras las realizaría para la catedral abulense bajo el
mecenazgo del obispo Carrillo de Albornoz, que ocupaba el puesto desde 1497,
como la portada de la Sala Capitular compuesta hacia 1500 ya con rasgos
renacientes. En compañía del maestro de obras Pedro de Viniegra, se ocupó hacia
1505 de la dirección y la decoración escultórica del Claustro de la
catedral. En 1509 talla el marco de retablo mayor, que comenzado por
Berruguete fue continuado por Bartolomé de Santa Cruz y acabado por Juan de
Borgoña. En esta obra ya denota conocer las creaciones de escultores italianos
y su relación con los círculos humanísticos, utilizando un repertorio extraído de
narraciones clásicas, como sirenas, faunos, sátiros, etc.
VASCO DE LA ZARZA Sepulcro del obispo Alonso de Madrigal, El Tostado, 1511 Girola de la catedral de Ávila |
VASCO DE LA ZARZA Sepulcro del obispo Alonso de Madrigal, El Tostado, 1511 Girola de la catedral de Ávila |
Entre 1515 y 1517, por encargo de Alonso Castrillo de Ampudia, chantre
de la catedral abulense, realiza la capilla de Santa Ana de la Colegiata
de San Miguel de Ampudia (Palencia), donde combina arquitectura y la escultura
del retablo que la preside. En 1517, de acuerdo con Juan Campero, lleva a cabo
la restauración de varios tramos de la muralla de Ávila, comenzando en Guadalupe
la realización de un claustro para los frailes jerónimos, obra interrumpida dos
años después. En torno a 1519 realiza el sepulcro del obispo Alonso Carrillo
de Albornoz (fallecido en 1514), que fue instalado en la capilla de San
Ildefonso de la catedral de Toledo, en el que repite la misma estructura que en
el sepulcro de El Tostado, pero con la figura del obispo yacente y alternando
alabastro, piedra y terracota. Igualmente en Toledo, entre 1505 y 1514,
participa en las esculturas que figuran en la portada del Hospital de Santa
Cruz, en cuyo tímpano aparece el cardenal Mendoza adorando la cruz que
sujeta Santa Elena, en presencia de San Pedro y San Pablo y dos acólitos
arrodillados en los extremos.
VASCO DE LA ZARZA. Portada del Hospital de Santa Cruz de Toledo, 1505-1514 En el tímpano el Cardenal Mendoza con Santa Elena, San Pedro, San Pablo y dos acólitos |
VASCO DE LA ZARZA Sepulcro del obispo Alonso Carrillo de Albornoz, 1511 Capilla de San Ildefonso, Catedral de Toledo |
A partir de 1520, Vasco de la Zarza comienza los altares del crucero
de la catedral de Ávila, terminados por sus seguidores, así como la reforma
de la capilla del Sagrario, incluyendo el retablo, portada, mobiliario,
puertas y facistoles, y la custodia del altar mayor con forma de pequeño
retablo en alabastro e inspirada en la que realizara Andrea Sansovino para la
capilla Corbinelli de la iglesia del Santo Spirito de Florencia, con
representaciones en sus calles de escenas de la Pasión. Obras destacadas son
las representaciones de la Virgen con el Niño que se conservan en las
poblaciones abulenses de El Herradón y Cardeñosa (1523-1524), así como la que
aparece en el sepulcro de María Dávila en el monasterio de Las Gordillas de la
capital.
VASCO DE LA ZARZA Sepulcro de Bernaldino Barrientos, h. 1514 Museo de Ávila |
En 1524 buena parte de Castilla fue asolada por la peste y Vasco de la
Zarza, posiblemente afectado por este mal, murió el 21 de septiembre de aquel
año, siendo enterrado en la iglesia de Santiago de Ávila. Dejaba un buen número
de artistas formados con él y su particular estilo, destacando Juan de Arévalo,
su yerno, que se trasladaría a Toledo; Diego de la Zarza, su sobrino, que se
desplazó a Lisboa; los escultores Juan Rodríguez y Lucas Giraldo, que se
mantuvieron a la cabeza de las obras, tanto de arquitectura como de escultura,
durante el siguiente cuarto de siglo.
VASCO DE LA ZARZA Sepulcro de Íñigo López Carrillo, h. 1515 Capilla de San Ildefonso, Catedral de Toledo |
Informe y fotografías de Ampudia: J. M. Travieso.
VASCO DE LA ZARZA Sepulcro del canónigo Gregorio Fernández Catedral Magistral deAlcalá de Henares |
VASCO DE LA ZARZA (Atrib.) Frente de altar. Enterramiento de Cristo, h. 1523 Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
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