SAN JOSÉ CON EL NIÑO
Juan Martínez Montañés (Alcalá la
Real, Jaén, 1568 – Sevilla, 1649)
Hacia 1610-1620
Madera policromada y estofada, 170
cm de altura
Real parroquia de Santa María
Magdalena, Sevilla
Escultura barroca. Escuela
sevillana
Entre los arquetipos religiosos creados por Juan Martínez Montañés en su
etapa sevillana figura la peculiar iconografía de San José con el Niño, una
composición que presenta al santo en actitud andariega con el Niño Jesús de la
mano, lo que difiere de otras creaciones realizadas por grandes maestros del
barroco andaluz, como Pedro Roldán, Alonso Cano y Pedro de Mena, que le representan
en posición estática y sujetando al Niño Jesús —de menor edad— entre sus
brazos. Hay que señalar que la composición montañesina tuvo su correlación en
Castilla en las gubias de Gregorio Fernández, creador de una iconografía igualmente
arquetípica que guarda muchas similitudes con las de Martínez Montañés al
presentar las figuras de San José y el Niño talladas por separado, resaltando
la función del padre como guía y protector del Divino Infante.
Ahora tomamos como referencia al grupo que se conserva en la Real
parroquia de Santa María Magdalena de Sevilla, una obra que a lo largo del
tiempo y por no estar documentada ha recibido diversas atribuciones, desde Juan
de Mesa a José Montes de Oca, pero cuyo inconfundible estilo ha permitido
asignarlo recientemente a la producción de Juan Martínez Montañés, que lo
habría realizado en su taller sevillano entre los años 1610 y 1620.
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A este
respecto, hay que recordar que el escultor alcalaíno ya había realizado el
mismo tema en el desaparecido grupo que le encargó en 1605 el gremio de
carpinteros de ribera, siéndole también atribuido el grupo de pequeño formato
perteneciente a la iglesia de Santa María de la Concepción de la población de
Dilar (Granada), en el que la figura del Niño Jesús fue sustituida a mediados de
la centuria dieciochesca por otra atribuible a Torcuato Ruiz del Peral
(1708-1773). Por otra parte, el modelo de San José con el Niño de Martínez
Montañés fue asimilado y replicado con enorme éxito por sus discípulos y
seguidores, como Juan de Mesa, autor del grupo realizado en 1615 para fray
Alonso de la Concepción, la primera obra documentada como escultor
independiente, hoy en la iglesia de Santa María la Blanca de Fuentes de
Andalucía (Sevilla), el grupo realizado en 1620 para el convento de San José
del Carmen —“Las Teresas”— de Sevilla (atribuido por algunos historiadores a
Martínez Montañés) o el grupo conservado en el Colegio de la Sagrada Familia
(Carmelitas de la Caridad) de Sevilla, cuya datación no se ha determinado.
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San José
en el arte
En época medieval la figura de San José ocupaba un discreto lugar en el
arte y la liturgia, siendo relegado a un segundo plano en las representaciones
de la vida de la Virgen y la infancia de Jesús, siempre con la intención de
resaltar la pureza virginal de María. En este sentido, hay que destacar la
labor del agustino francés Jean Gerson (1363-1429), autor del poema Josephina,
en el que exaltaba los valores de San José y que tuvo una enorme difusión e
importancia devocional.
Fue a partir del siglo XVI cuando su iconografía conoció una
transformación definitiva, adquiriendo una relevancia renovada en la tradición
artística cristiana. En ello tuvo una especial importancia el dominico milanés
Isidoro de Isolano, autor de Summa de donis Sancti Joseph, obra
publicada en Pavía en 1522 en la que hace una exaltación del culto a San José.
En este tiempo comienza a ser representado de forma individualizada y con un
aspecto rejuvenecido respecto a las representaciones medievales —especialmente
tras el Concilio de Trento—, sujetando la vara florecida como atributo y
símbolo de su elección divina como esposo de la Virgen. En las nuevas
representaciones, San José no sólo se mostrará como modelo de virtud y trabajo
duro, sino también protegiendo al Niño Jesús en su condición de padre,
ofreciéndole amor, atención y orientación en su infancia.
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En el caso de España tuvo una especial relevancia Santa Teresa de Jesús
en la difusión de la devoción a San José, del que manifestaba recibir una
protección especial: “Aunque tenga muchos Santos por Abogados, sealo en
perticular de S. Joseph, que alcanza mucho de Dios” (Santa Teresa, Avisos,
núm. 64). Al santo dedicó el primer convento en Ávila en su renovación de la
Orden Carmelita, poniendo después bajo su advocación doce de sus diecisiete fundaciones.
Hay que recordar que la Orden Carmelita a finales del siglo XVIII contaba con
doscientos conventos puestos bajo el patronazgo de San José.
Con el tiempo, el fervor teresiano por San José, símbolo de obediencia,
pobreza y castidad, tuvo una influencia que además de sobrepasar lo
estrictamente devocional, alcanzando a otras órdenes religiosas, llegó a
estimular el encargo de numerosas representaciones artísticas, tanto en pintura
como en escultura, sobre todo después de que el papa Gregorio XV declarase en
1621 que la fiesta del santo se celebrara en toda la Iglesia el 19 de marzo.
Las representaciones pictóricas y escultóricas de San José con el
Niño fueron numerosas en la Sevilla barroca del siglo XVII, ajustando su
iconografía a las orientaciones dadas por Francisco Pacheco en su tratado El
Arte de la Pintura, donde establece: “La santísima Virgen fue presentada
en el Templo en la primera edad de tres años y estuvo hasta la segunda, once,
de manera, que salió a desposarse con el santo Josef siendo de catorce años y
San Josef de poco más de treinta”. Estas directrices fueron acatadas por
los artistas, de modo que la venerable y patriarcal figura del anciano San José
de tiempos pasados dio paso a un radical rejuvenecimiento de su aspecto.
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En el campo de la escultura andaluza algunos maestros, resaltando su
función paterna, comenzaron a representar a San José como un varón en plenitud
ejerciendo como protector del Niño, unos equiparando su aspecto a las
tradicionales representaciones de la Virgen, con el Niño en los brazos, como
los ya citados escultores Pedro Roldán, Alonso Cano y Pedro de Mena, cuyas intimistas
creaciones, avaladas por la doctrina contrarreformista, adquieren una
significación eucarística, mientras que Martínez Montañés establece la novedosa
iconografía de un San José itinerante en compañía del Niño, cuya figura exenta camina
a su lado para resaltar su participación activa en la vida de la Sagrada
Familia, un modelo asimilado por sus discípulos y seguidores, siendo muy
relevantes las repetidas realizaciones de Juan de Mesa que se encuentran
repartidas por Sevilla y provincia.
El modelo
josefino de Martínez Montañés
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Juan Martínez Montañés representa a San José y al Niño Jesús tallados
por separado y formando un grupo escultórico que destaca por la calidad técnica
de su ejecución. El escultor representa al santo patriarca tomando de la mano
al Niño, al que acompaña mientras camina con gesto protector. Esta nueva
tipología itinerante conlleva la creación de arquetipos para ambas figuras: la
de San José dinámica por su actitud de marcha, su aspecto rejuvenecido
(siguiendo las normas de Francisco Pacheco) y su carácter protector; la del Niño
Jesús vinculada al proceso de creación de imágenes exentas en su taller que
tanto éxito tuvieron y que llegaron a crear una peculiar tipología
“montañesina”, teniendo que recurrir a su elaboración seriada en peltre para
atender la enorme demanda. Hay que señalar que, entre estas imágenes exentas
del Niño Jesús —en su mayoría en plena desnudez, vestideras y de elegante
clasicismo— Martínez Montañés alcanzó la excelencia con la que tallara en 1606
para la Hermandad Sacramental de la parroquia del Sagrario de Sevilla, que
llegó a ser el modelo iconográfico más representativo de la devoción al Dulce
Nombre de Jesús.
San José aparece representado erguido y manteniendo una posición de contrapposto
de raigambre clásica, con el peso del cuerpo apoyado sobre la pierna derecha,
lo que le permite liberar y flexionar la izquierda, adelantando la rodilla y
produciendo al tiempo una inclinación de la cadera, lo que unido a la posición
contrapuesta de los brazos y la inclinación de la cabeza hacia la derecha
produce en la figura un eficaz movimiento, siguiendo una sutil línea
serpentinata a pesar de su actitud reposada.
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El santo viste una túnica
larga de mangas anchas, cuello redondeado y ceñida a la cintura por un cíngulo
que forma un anudamiento en el costado derecho, dejando asomar los pies que calzan
sandalias. Se cubre con un manto que se desliza por la espalda desde el hombro
izquierdo, al tiempo que se recoge rodeando el brazo por el mismo lado, que se
adelanta para sujetar la vara de azucenas, su tradicional atributo como símbolo
de pureza y castidad, mientras que el derecho desciende para tomar de la mano
del pequeño Jesús como símbolo de maestro y conductor. Su rostro presenta un
aspecto jovial, con el rostro ovalado, ojos rasgados, nariz recta, boca semicerrada,
barba de dos puntas descrita de forma pormenorizada y una larga melena de
marcada simetría que le llega a los hombros. En líneas generales, ofrece una
actitud introspectiva centrando su mirada en el Niño, indicando así quién es el
auténtico protagonista de la representación.
Por su parte, en la figura del Niño Jesús es indudable la impronta
montañesina en su morfología y grave expresión. Manteniendo de igual manera una
posición de contrapposto clásica y con la cabeza ligeramente inclinada
hacia adelante, seguramente orientada hacia el espectador al ser concebida para
un retablo a cierta altura, adopta la actitud de bendecir con su mano diestra,
mientras con la izquierda se aferra a la mano paterna que le protege.
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JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS Izda: Niño Jesús con San Cristóbal 1597-1598. Iglesia Colegial del Divino Salvador, Sevilla Dcha: Niño Jesús con San José 1610-1620. Iglesia de Santa María Magdalena, Sevilla |
Viste una
túnica corta de mangas anchas y ceñida mediante un cíngulo con un lazo central
y al igual que San José calza sandalias. Especial interés tiene la cabeza, con
un rostro de gran belleza que responde a una creación muy personal del escultor
y que marca una evolución hacia las primeras formas del naturalismo barroco. En
ella incluye el característico ensortijamiento del cabello, con bucles
abultados sobre la frente, que se convertiría en la seña de identidad del
taller de Martínez Montañés. El aspecto estético de la cabeza de este Niño
Jesús ofrece una gran similitud con el que porta sobre el hombro la monumental
escultura de San Cristóbal que Martínez Montañés hiciera entre 1597 y
1598 y que se guarda en la Iglesia Colegial del Divino Salvador de Sevilla.
En este grupo de San José con el Niño la policromía original no
se conserva, ya que fue rehecha en el siglo XVIII con el fin de dignificar aún
más las figuras, especialmente en los ropajes, que presentan ricos estofados
con una profusa decoración de motivos vegetales y rocallas, con un fondo verde
en el caso de San José y rosáceo en el Niño, en ambos casos con un resultado
deslumbrante.
Al contemplar esta obra, se comprende la fulgurante carrera profesional
de Martínez Montañés, que llegaría a convertirse, por su gran creatividad, en
figura de referencia para los imagineros de su tiempo y posteriores
generaciones.
Informe y
fotografías: J. M. Travieso.
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REPRESENTACIÓN DE SAN JOSÉ EN LA EDAD MEDIA Izda: Robert Campin. Detalle de la Natividad, h. 1420, Museo de Bellas Artes de Dijon Centro: Anónimo. Detalle del retablo de la Vida de la Virgen, 1515-1520, Museo Nacional de Escultura, Valladolid Dcha: Rogier van der Weyden. Fragmento de retablo, 1438, Museu Calouste Gulbenkian, Lisboa |
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SAN JOSÉ EN LA ESCULTURA BARROCA ANDALUZA Izda: Pedro Roldán, Convento de San José del Carmen, "Las Teresas", Sevilla Centro: Alonso Cano, Museo de Bellas Artes, Granada Dcha: Pedro de Mena, Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
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JUAN DE MESA: IMÁGENES DE SAN JOSÉ CON EL NIÑO Izda: Iglesia de Santa María la Blanca, Fuentes de Andalucía (Sevilla) Centro: Convento de San José del Carmen, "Las Teresas", Sevilla Dcha: Colegio de la Sagrada Familia, Sevilla |
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GREGORIO FERNÁNDEZ: SAN JOSÉ CON EL NIÑO 1623 y 1630, Convento de la Concepción del Carmen, "Santa Teresa", Valladolid |
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GREGORIO FERNÁNDEZ: DETALLES DE SAN JOSÉ CON EL NIÑO 1623 y 1630, Convento de la Concepción del Carmen, "Santa Teresa", Valladolid |
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Izda: FRANCISCO VARELA. Retrato de Martínez Montañés, 1616 Centro Velázquez, Hospital de los Venerables, Fundación Focus Loyola, Sevilla Dcha: VELÁZQUEZ. Retrato de Martínez Montañes, h. 1635, Museo Nacional del Prado |
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