29 de junio de 2009

Monumentos singulares: LA CIUDAD DE PALMIRA, Siria



Palmira es una ciudad antigua situada en el desierto de Siria, en la provincia de Hims a 3 km. de la moderna ciudad de Tadmor o Tadmir, (versión árabe de la misma palabra aramea "palmira", que significa "ciudad de los árboles de dátil"). En la actualidad sólo persisten sus amplias ruinas. La antigua Palmira fue la capital del reino nabateo bajo el efímero reinado de la reina Zenobia entre los años 266-272 d.C.

En la actualidad, Palmira se conoce por su nombre hebreo, Tadmor. Ya se mencionaba en las tablillas de Mari, que se remontan al siglo XVIII a.C. Posteriormente, la Biblia la menciona como Tamar o Tadmor, cuando en tiempos de Salomón se llevaron a cabo algunas construcciones en la zona. Al parecer, la ciudad tenía una intensa relación con las tribus amoritas, que por aquel entonces controlaban Siria y Mesopotamia.

Las excavaciones bajo el templo de Bel han evidenciado a existencia de grandes construcciones pertenecientes al período helenístico. Después del siglo I a.C., el reino caravanero nabateo llegó hasta Damasco. De esta forma Palmira quedó comunicada con las principales rutas de las caravanas nabateas y así resultó más fácil a seleúcidas y partos comunicarse a través del desierto y entre las ciudades de Doura Europos y Palmira.

Hasta la época de Marco Antonio, hacía el 41 a.C., Palmira no se consideraba un enclave importante comercial. En los primeros años del Imperio, un acuerdo entre Roma y los partos permitió que Palmira mantuviera una cierta independencia. Esto convirtió a Palmira en una de las ciudades más ricas y lujosas de Siria.

A la muerte de Trajano, su sucesor, continuó con la política de Augusto en el Próximo Oriente. Durante el reinado de Adriano y sus sucesores Palmira vivió un nuevo incremento comercial que llevó a un aumento de su riqueza. Las caravanas con destino a Petra y Egipto atravesaban Palmira, lo que derivó en la ciudad, aparte de ser capital del paso de caravanas, se convirtiera en un importante emporio bancario y financiero.

Pero Palmira no se convirtió en un simple centro romano provincial, como lo afirma una costumbre mencionada en la Tarifa de Palmira. Las tasas aduaneras no eran recaudadas por un procurador romano, sino por el mismo Consejo ciudadano.

El emperador Caracalla (211-217 D.C.) concedió a Palmira el título de colonia romana. Durante su mandato fueron muchos los edificios que se construyeron en la ciudad, así como las tumbas que se excavaron en sus alrededores. Posteriormente, el reino estuvo bajo el mandato de Odenato, un importante militar que tras sus victorias recibió el título de General en Jefe de los Ejércitos del Este, para pasar a ser, posteriormente, emperador y recibir el título de Augusto. En el 266 D.C. Odenato fue asesinado. A su muerte, su segunda esposa, Zenobia, sustituyó a su marido en el cargo en nombre de su hijo Vabalato, por aquel entonces menor.

Zeneobía fue educada en la cultura griega, por lo que atrajo a su corte a intelectuales famosos, como el retórico Longino. Estaba unida a Egipto por motivos políticos y comerciales, además de por su profundo conocimiento de la literatura egipcia y una especial devoción a Cleopatra, por la que se sentía inspirada.

Aureliano, sospechando además de su implicación en el asesinato de Odenato, declaró la guerra a Zenobia y envío un ejercito contra ella, que fue derrotado. Después, Zenobia derrotó a la guarnición romana de Bosra y conquistó Egipto. Entonces cuando, cuando controlaba Siria, Palestina y Egipto, Zenobia declaró la independencia total de Palmira y acuño monedas con su efigie y la de su hijo, al que proclamó emperador o Augusto. Además se negó a renovar los tributos pagaderos a Roma.

Por supuesto, Aureliano no podía aceptar tal afrenta y envío un nuevo y más potente cuerpo expedicionario contra Zenbia. Las batallas se sucedieron en Antioquia y Emesa. En esta última Aureliano consiguió una importante victoria, tras la que el ejército de Palmira se retiró a la ciudad, que quedó cercada por las legiones. Aureliano le propuso la rendición a Zenobia, la cual rechazó enfureciendo a Aureliano y se lanzó contra su enemigo. Y así, las tribus del desierto fueron compradas con dienro y los refuerzos persas no aparecieron nunca o fueron derrotados por los romanos. Hasta el extremo que la propia Zenobia salió en busca de ayuda, pero fue apresada por los romanos junto al Éufrates. A continuación Aureliano llegó a Emesa, donde se llevó a cabo el proceso contra Zenobia y sus consejeros.

La reina responsabilizó a sus consejeros de lo ocurrido, quienes fueron condenados a muerte. Zenobia y su hijo fueron exibidos en Roma, durante el desfile triunfal de Aureliano, atados a su carro con cadenas de oro. No se sabe con certeza cómo acabó Zenobia su vida, si prisionera en Roma o se suicidó como su admirada Cleopatra.

Así, en el año 272, terminaba el sueño de Odenato y de Zenobia, que durante algún tiempo había dado vida a un imperio gobernado por Palmira, la ciudad más rica e independiente de todas las urbes caravaneras. Un año más tarde la población de Palmira se reveló y mató a unos seiscientos arqueros romanos, pero la represión de Aureliano fue brutal y gran parte de los Palmireños fueron asesinados.

La reconstrucción parcial de la ciudad se debe al emperador Diocleciano (254-305), quién reforzó las murallas y convirtió Palmira en una de las fortalezas situadas en el límite oriental del Imperio.

Posteriormente, durante la época bizantina, Palmira volvió a alcanzar bastante importancia, hasta el punto de que el propio emperador Justiniano ordenó que se reconstruyera la muralla.

Hacia el año 634, la ciudad cayó en manos del ejército del califa Abur Bakú. A partir de ese momento el templo de Bel se convirtió en fortaleza y en la cella, que había sido transformada en iglesia durante la época bizantina, se erigió una mezquita. Igualmente los árabes comenzaron la construcción del castillo que hoy corona la ciudad desde lo alto de una colina.

Desde entonces y hasta el siglo XVII poco se sabe de Palmira. Lo que es seguro es que gran parte de sus edificios y ruinas fue cubierta por las arenas del desierto, y hay evidencias que a finales del siglo XII en el oasis de Palmira existía una colonia hebrea.

El italiano P. Della Valle y el francés G.B. Tavernier fueron los primeros viajeros que visitaron Palmira a principios del siglo XVII. Años después, el artista inglés Word y el comerciante Dawkins llegaron a Palmira en 1751 y el primero escribió un libro en el que describía con gran detalle la zona.

Informe y fotografías: Jesús Santos.
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1 comentario:

  1. me ha gustado recordar Palmira, es espectacular, bueno en general Siria es una joya. Si os gusta el tema, he leido que Jose Angel Gutiérrez que es arqueólogo, da una charla-proyección en la oficina de viajes Trekking y Aventura en Madrid,
    ( www.trekkingyaventura.com/proyecciones.htm ) Ya estuve en otra de sus conferencias y sabe un monton.

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