7 de junio de 2010

Historias de Valladolid: AY, ARCÁNGEL SAN MIGUEL, ¡quién te ha visto y quién te ve!



     Quienes rastreando el patrimonio artístico de Valladolid se acercan a la céntrica iglesia de Santiago pueden encontrar a los pies del templo, en el lado de la epístola y bajo el coro alto, una capilla de planta cuadrada dedicada a San Jerónimo, con función de baptisterio, cerrada con una verja del siglo XVII y presidida por un retablo atribuido a Francisco Rincón que muestra un altorrelieve con la imagen del titular como penitente. A los lados del retablo, colocados sobre peanas apoyadas en el suelo, aparecen las figuras de dos ángeles de tamaño natural: El Ángel de la Guarda y el Arcángel San Miguel (ilustración 6).

     A primera vista son dos tallas barrocas convencionales. El primero, que aparece como protector de la figura de un niño, está en la línea de la obra realizada por Juan de Ávila a finales del siglo XVII. El segundo, San Miguel, que fue elaborado algunos años después por un escultor desconocido, sigue la iconografía angélica de los modelos castellanos, con túnica corta, coraza "a la romana", manto y gorro con penacho, sujetando una espada en alto con su mano derecha y un escudo, que se ha perdido, en la izquierda (ilustración 1).

     Esa figura del jefe de los ejércitos celestiales, hoy relegada al más estricto anonimato, colocada en un recoleto y oscuro rincón del templo, tuvo en su día un especial protagonismo en la vida de la ciudad por diferentes motivos. Ante todo por representar al patrón de Valladolid, pues hay que recordar que San Miguel ostentó este título hasta el 13 de noviembre de 1746, cuando el Ayuntamiento tomó el acuerdo de sustituirle por San Pedro Regalado, después de ser canonizado el santo vallisoletano por el papa Benedicto XIV el 29 de junio de aquel mismo año.

     Pero esta imagen también fue muy popular por su carácter público, ya que durante más de ciento cincuenta años presidió, dentro de una hornacina rectangular, el remate superior del Arco de Santiago, justo hasta el 5 de noviembre de 1863, cuando después de la decisión tomada por el Consistorio un año antes, el arco fue demolido, siendo esta escultura el único testimonio tangible de aquella emblemática construcción.

     En este sentido, la figura del arcángel desempeñó el papel de protector de la ciudad en uno de los lugares urbanísticos más sobresalientes, del mismo modo que lo hacía y lo sigue haciendo en Roma, en la cúspide del Castel de Sant'Angelo (ilustración 2), la célebre y colosal figura en bronce de San Miguel realizada por Pierre van Verschaffelt sobre dibujos de Bernini, que fue colocada en 1753 sustituyendo a otra anterior realizada en mármol por Raffaello da Montelupo, que también se guarda en las dependencias del castillo. El ejemplar de Valladolid, de menor tamaño y más modesto que aquellos, sigue la tradición de la talla en madera policromada, apreciándose en la figura algunos repintes como consecuencia de su exposición a la intemperie.

LA PUERTA DEL CAMPO Y EL ARCO DE SANTIAGO

     De las ocho puertas que se abrían a finales del siglo XII en la segunda muralla de Valladolid, que quedaron reflejadas en los ocho castillos que aparecen en el escudo de la ciudad, no queda ni rastro, pero sí algunos grabados, dibujos y documentos fotográficos de indudable valor histórico. De todas ellas, la que cumplía la función más importante desde el siglo XVI era la Puerta del Campo, orientada al sur y así llamada por estar abierta al Campo de la Verdad, después conocido como Campo Grande. Estaba precedida por un puente que cruzaba el ramal sureño del Esgueva y se convirtió en la puerta de entrada de los monarcas a la ciudad cuando llegaban desde Madrid.

     Esa fue la causa que motivó en el siglo XVII la reconversión de la primitiva Puerta del Campo en el monumental Arco de Santiago, que tomó este nombre por levantarse al inicio de la emblemática calle vallisoletana, un enclave que adquiría valores representativos por ser la imagen de ingreso al remozado centro urbano de la ciudad, abriendo una vía en la que se instalaron los mejores mesones y posadas, como las que recuerda Juan Agapito y Revilla en su obra "Las Calles de Valladolid" con los nombres de la Paloma, la Herradura y la Estrella.

     El Arco de Santiago fue levantado en 1626 por el arquitecto Francisco de Praves (1585-1637), hijo de Diego de Praves, que dejó huella en la ciudad por sus intervenciones en la catedral, en la iglesia del Colegio de San Ambrosio (actual Santuario), en el claustro del Monasterio de las Huelgas Reales y en el claustro principal del Monasterio de Nuestra Señora de Prado. Su obra supone el fin de la arquitectura clasicista vallisoletana, abandonando las estructuras herrerianas de su padre para decantarse por unas formas más barrocas. En 1625, un año antes de la construcción del Arco de Santiago, este arquitecto había publicado en Valladolid una traducción de los "Cuatro Libros de Arquitectura" de Andrea Palladio, cuyo clasicismo, junto a la tradición estética herreriana, quedaron reflejados en la arquitectura austera y elegante de aquella construcción pública, que desde entonces transformó el aspecto de la antigua Puerta del Campo.

     El Arco de Santiago adoptaba la forma depurada de un monumental arco de triunfo romano, tal como puede comprobarse en la instantánea tomada a mediados del siglo XIX por el fotógrafo local Francisco Sancho, en la que se aprecia nítidamente la figura de San Miguel en el remate (ilustración 3). Estaba construido enteramente en ladrillo revocado al exterior, con tres cuerpos de altura que simulaban ser obra de cantería. El cuerpo bajo, ornamentado austeramente con sillares rústicos continuados, se remataba con una pronunciada cornisa que servía de arranque a un arco de medio punto que constituía el segundo cuerpo, que a su vez estaba rematado por una cornisa con resaltes laterales y que concentraba los escasos elementos decorativos, reducidos a una simulación de dovelas en torno al arco, dos mascarones con cabezas de leones colocados entre volutas con cintas colgantes y situados en los extremos bajo la cornisa, un gran mascarón antropomórfico en el vértice del arco y un juego simétrico de guirnaldas en relieve, con flores y frutos, remarcando las enjutas. A los lados, dos molduras curvadas permitían transformar, a modo de volutas, la anchura del cuerpo inferior en otra más estrecha que se continuaba en el tercer cuerpo.

     El cuerpo del remate estaba recorrido por un basamento sobre el que se apoyaba en la parte central un templete estructurado por dos pilastras adosadas y rematado por un friso con tres volutas y un frontón triangular coronado con una cruz de forja. A los lados dos remates cóncavos en forma de volutas unían el ancho del cuerpo con el del templete, utilizando como elementos decorativos bolas de gusto herreriano en los extremos. Pero sin duda, era el interior del templete la parte más destacada del Arco, con una hornacina rectangular que albergaba la imagen del santo patrono San Miguel, precedida de un amplio balconcillo y coronada por el escudo real en relieve.

     La misma estructura ornamental se repetía en el frente orientado hacia la Plaza Mayor, donde la hornacina estaba ocupada por una figura de la Virgen. Se tiene constancia, aunque es imposible establecer su fecha y ubicación exacta, que en el arco fueron colocados los retratos de Carlos II y su esposa Luisa de Orleans, posiblemente con motivo de la inauguración del templo de San Albano en octubre de 1679, cuando todo el centro fue engalanado para recibir a un monarca que finalmente no hizo acto de presencia. Estos fueron sustituidos en 1707 por las figuras ecuestres de Felipe V y Luisa Gabriela de Saboya.

     Sin embargo, tenemos constancia de que el Arco de Santiago adquirió un fuerte protagonismo durante los festejos organizados para recibir a la reina Isabel II en 1858, con motivo de la inauguración de las obras del ferrocarril en Valladolid. En aquella ocasión se levantó un enorme arco triunfal, de arquitectura efímera, sobre los terrenos ocupados actualmente por la Plaza de Zorrilla, con el Arco de Santiago como telón de fondo (ilustraciones 4 y 5). Ambos arcos cerraban la perspectiva visual del paseo central del Campo Grande en su recorrido desde la nueva Estación del Norte, dando al paseo el aspecto de un moderno boulevard. Esta imagen fue recogida repetidamente por dibujantes y pintores como Tomás Capuz o Joaquín Gutiérrez de la Vega, en cuyos dibujos aparece el Arco de Santiago decorado para la ocasión con medallones, banderas y gallardetes.

PRESERVAR LA HISTORIA

     Desgraciadamente, cinco años después de que ocurrieran aquellas celebraciones, en 1863 el Ayuntamiento, sin duda influenciado por los nuevos aires de modernidad, decidió derribar el arco para facilitar el tránsito de grandes vehículos por la calle de Santiago. Aunque nada quedó de aquella airosa construcción ubicada entre la Ronda de Doctrinos (a la altura de la actual calle María de Molina) y la calle Alfareros (desde 1902 calle Claudio Moyano), al menos las imágenes de la Virgen y de San Miguel fueron recogidas en la iglesia de Santiago, lo que nos permite contar con un testimonio tangible de lo que en su día fue un importante icono urbano de la Valladolid barroca, como actualmente lo son las figuras del Conde Ansúrez en la Plaza Mayor, el poeta Zorrilla presidiendo su plaza, el Monumento a Colón, el Corazón de Jesús en lo alto de la catedral, etc.

     Por este motivo, consideramos enorme el valor testimonial de la discreta talla barroca de San Miguel conservada en la iglesia de Santiago, por cuya significación bien merece ser rescatada de su oscuro rincón, preservada y tratada con los mismos honores que recibirá el original de la Fuente de la Fama tras ser sustituido por una copia en el Campo Grande, pues es muy fácil imaginar las innumerables ceremonias, tanto motivadas por sucesos festivos como luctuosos, los solemnes desfiles y el bullicio ciudadano que pasaron a lo largo del tiempo bajo la luz del Arco de Santiago, siempre bajo la mirada atenta y protectora de este -¡ay!- olvidado San Miguel.

Informe: J. M. Travieso.
Registro Propiedad Intelectual - Código: 1104108944439


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