Hieronymus van Aeken Bosch, El Bosco (Hertogenbosch h. 1450 - Hertogenbosch 1516)
1500-1505
Pintura al óleo sobre tabla
Museo del Prado, Madrid
Pintura Flamenca
El Jardín de las Delicias es una de las pinturas más enigmáticas de El Bosco, una de las joyas pictóricas del Museo del Prado y un icono de la pintura universal. Pocas obras como esta fascinan y aturden al mismo tiempo al espectador, que debe deslizar su mirada por praderas, lagos y campos áridos para ir desentrañando el significado de infinidad de imágenes y personajes inmersos en una actividad tan ajetreada como insólita.
La pintura, realizada en la época de madurez del pintor, adopta el formato de tríptico, con una tabla central flanqueada por dos puertas batientes pintadas por ambos lados. Cuando está cerrado las dos puertas forman una sola escena, resuelta como una grisalla, con un globo terráqueo que representa el tercer día de la Creación siguiendo las creencias del momento, con la tierra plana, abundantes plantas, rodeada de agua y una atmósfera esférica y cristalina. En la parte superior aparece la figura de Dios con un libro abierto e inscripciones en latín con letra gótica que reproducen pasajes del Génesis: Ipse dixit et facta sunt (Él mismo lo dijo y todo fue hecho) en la izquierda e Ipse mandavit et creata sunt (Él mismo lo ordenó y todo fue creado) en la derecha.
La escasez tonal de esta escena se convierte en un deslumbrante universo de colores brillantes cuando el tríptico está abierto. En la tabla central, que da nombre a la pintura, aparece un jardín donde hombres y mujeres disfrutan de los placeres de la vida, en realidad convertidos en un trasunto de los pecados humanos. A un lado y a otro se muestran dos opciones antagónicas, el Paraíso y el Infierno, con lo que la obra adquiere un sentido moralizante y se presta a múltiples interpretaciones. Es, en términos generales, una exaltación de la vida del hombre, con sus pecados, vicios y actitudes, que se sirve para expresarlo de las fábulas de Esopo, de los relatos medievales y de la Biblia.
PAISAJES, EDIFICIOS, HOMBRES, ANIMALES Y MONSTRUOS
La escena central está compuesta como un paisaje con bosques, praderas, lagos y un fondo brumoso de suaves montañas en el horizonte. Es un escenario idílico poblado de bellas flores, frutas y animales por el que pululan numerosos personajes de distinta raza, edad y condición, todos entregados a los placeres mundanos.
Una simple mirada permite apreciar en el espacio tres planos sucesivos. En el primero están representadas una serie de escenas con diversos grupos de seres humanos, animales, vegetales y seres fantásticos. Todos los personajes aparecen desnudos, solos, en parejas o en grupos, viviendo en un estado de inocencia que es amenazado por los vicios enmascarados bajo el aspecto de atractivos animales. En el segundo plano o espacio medio aparece un estanque circular en el que se bañan solamente mujeres y al que circunda una extraña cabalgata de hombres lascivos a lomos de animales de todo tipo, reales y mitológicos, en continuo movimiento. En el plano superior hay un gran lago con una fuente colocada sobre un cuerpo esférico y otros cuatro templetes que son construcciones con formas y colores llenos de fantasía. Sobrevuelan el cielo exóticos seres de variada belleza.
Esta tabla presenta una visión del mundo de carácter surrealista, con grupos de parejas dispersas por un paisaje de lagunas o cobijadas bajo formas vegetales fantásticas, tanto terrenales como marinas, todo ello con un simbolismo acusadamente sexual. Los personajes, colocados en posiciones inverosímiles, se entregan como en un acto de locura a los más variados vicios entre un repertorio de frutas alegóricas de la lujuria, como las fresas, frambuesas, cerezas, y arándanos, o entre animales simbólicos, como los petirrojos aludiendo a la lascivia, las mariposas a la inconstancia y las lechuzas al error.
Con gran sutileza El Bosco transmite el carácter efímero de la felicidad ligada a las representaciones lujuriosas. Sirvan como ejemplo la pareja encerrada en una burbuja de cristal, gozando de los placeres carnales, que aparece a la izquierda, o aquella otra agazapada en una cueva tras un tubo de cristal, en el ángulo inferior derecho. Es reconocible una fuerte carga erótica en todos los grupos, aunque la mayoría de las imágenes tienen un significado críptico muy difícil de descubrir, si bien se aprecian escenas de gula, aunque la variedad de frutos y animales responden a unos códigos simbólicos que hoy se nos escapan. De igual manera, llama la atención la creatividad del pintor para componer construcciones fantásticas sobre el agua, creando un universo personal e irrepetible que no ha dejado de asombrar con el paso de los años.
EL PARAISO TERRENAL
En la tabla izquierda se representa en un primer plano el momento de la Creación de Adán y Eva en el Paraíso Terrenal, con la figura de Dios representada como Cristo, que parece prevenirles de la presencia de un pozo profundo y oscuro del que surgen pequeños monstruos que simbolizan los vicios que podrían conducir al pecado. Próximo se encuentra un drago (árbol milenario de Canarias) cuyo significado es discutido, aunque vendría a representar el Árbol de la Vida. En el centro del apacible paisaje se halla un tranquilo estanque al que acuden los animales a beber y sobre el que se eleva una fuente de gran fantasía que sería la fuente de los cuatro ríos del Paraíso. A su derecha, sobre un ligero promontorio se identifica al Árbol de la ciencia del Bien y del Mal, con la serpiente enrollada en el tronco. En el fondo paisajístico se aprecian bandadas de pájaros y otros animales que pululan entre extrañas formas geológicas.
La escena indica al espectador que, habiendo sido ofrecido el Paraíso al hombre, el vicio y el pecado le pueden conducir al Infierno, que es el tema representado en el lado opuesto.
EL INFIERNO
Esta tabla constituye toda una antología de pintura fantástica en la que el pintor muestra una gran inventiva para plasmar todo tipo de vejaciones como castigo a los pecados capitales y distintos vicios que eran censurados por la sociedad de la época en que se hace la pintura.
En el primer plano un monstruo con cabeza de ave y con una olla por sombrero devora hombres y los arroja a una cloaca por el ano, en referencia a los avaros. El centro está ocupado por un huevo con ramificaciones, a modo de patas que se apoyan sobre barcas, cuyo interior está convertido en una taberna para hacer aludir al pecado de la gula. En su interior, personajes desnudos esperan, sentado a la mesa, a que los demonios les sirvan sapos y otros animales inmundos. Detrás aparece un rostro que mira al espectador y que algunos identifican con un autorretrato del pintor, sobre el que se coloca una plataforma circular en cuyo centro hay una gaita de fuelle en torno a la cual los personajes se mueven como en las representaciones de la Rueda de la Fortuna. Más arriba y a los lados aparecen símbolos de la calumnia, compuestos con dos grandes orejas y una lengua en forma de cuchillo entre ellas. También puede comprobarse como los envidiosos son castigados al agua helada, así como castigos a los jugadores irresponsables. Por todo el espacio están distribuidos elementos de instrumentos musicales que pasan a convertirse en instrumentos de tortura y no faltan alusiones al clero, muy desprestigiado entonces, como el cerdo con una toca de monja que abraza a un hombre desnudo en el primer plano a la derecha. En el fondo figuran dantescas escenas de incendios y destrucción que contribuyen a crear un ambiente caótico.
La pintura, cuyo soporte es madera de roble, está realizada con la técnica del óleo, pero aplicado con una forma muy fina, como si fuera temple, y con la característica minuciosidad de la pintura flamenca, en este caso con un bello colorido que ha sido realzado después de la restauración y limpieza llevada a cabo en 1998.
La proliferación de escenas de contenido surrealista siempre ha sido objeto de múltiples especulaciones, sin que falten interpretaciones contrarias a su sentido moralizante, como la del investigador Fraenger, que encuentra en esta obra un contenido herético. Basa su teoría en haber sido pintada para la secta de los Adamitas, lo que justificaría la aparición de la unión de Adán y Eva por Cristo en la tabla izquierda, y la purificación o purgatorio en la tabla derecha como paso previo para entrar en el Millenium (paraíso Adamita), que estaría representado en la tabla central, donde los hombres viven eternamente los placeres sin pecado y gozando de una vida comunitaria.
PERIPECIAS DE LA PINTURA
La obra fue encargada por la Casa de Nassau, aunque no hay certeza de que lo hiciera Engelberto II (muerto en 1504) o su sobrino y heredero Enrique III para conmemorar su primer matrimonio, ya que en 1517 lo conservaba en su palacio próximo a Bruselas. Ambos personajes eran miembros de la cofradía de la Virgen de Hertogenbosch, a la que también pertenecía El Bosco.
A la muerte de este monarca, fue heredado sucesivamente por su hijo Enrique de Châlons y su sobrino Guillermo de Orange, el Taciturno, al que le fue confiscado por los españoles en 1568 para pasar a ser propiedad de Fernando de Toledo, hijo natural del Duque de Alba y prior de la Orden de San Juan.
En 1593 esta orden vendió sus bienes, siendo adquirido en almoneda por Felipe II, fervoroso admirador del pintor, que lo trasladó al Monasterio de El Escorial, donde permaneció hasta 1939, momento en que ingresó en el Prado como depósito de Patrimonio Nacional.
Informe y tratamiento fotografías: J. M. Travieso.
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este cuadro es muy interesante y un poco fantacioso asi como realista, pero lo que no se save es lo que pensava el pintor al hacer este cuadro, el solo save por que lo hiso y como imagino las ecenas que aparecen en el cuadro... MUY INTERESANTE!!! ALMA...
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