2 de octubre de 2019

Fastiginia: Descubierta la mezquita mudéjar de la morería de Valladolid

Restos de la mezquita en la calle Claudio Moyano de Valladolid (Foto Diario de Valladolid)

Hasta ahora se tenía constancia, por los vestigios arqueológicos encontrados en distintas ocasiones, de la actividad alfarera en Valladolid a lo largo de la Edad Media y Moderna. Una de las zonas más activas se localizaba en el barrio de Santa María o antigua morería, siendo especialmente significativa la proximidad de la calle Olleros (actual Duque de la Victoria), donde trabajaban artesanos mudéjares.

Las menciones más antiguas sobre esta comunidad morisca datan de 1148, cuando se cita a Zalema y su yerno Mafomat Dentudo, estando constituido como grupo urbano a partir de 1177, cuando las comunidades mora y judía tributaban al abad de Santa María. Por entonces vivían dispersos por el barrio de San Martín, con la maqbara o cementerio mudéjar localizado en el Prado de la Magdalena, acorde a sus creencias y costumbres. Es en 1397 cuando se cita como alfarero moro al maestre Haçan, que en 1412 vuelve a ser citado, junto a su hijo Mahomat, como fabricante de cazuelas de barro. Ese mismo año de 1412, la reina regente Catalina de Lancaster promulga un decreto que obliga a las comunidades mudéjares a vivir en barrios separados, siendo arrendada a la comunidad vallisoletana en 1414 una huerta del Cabildo, firmando el contrato el prior de éste y el alfaquí Hamed en representación de la aljama mora. Así quedaba constituida la morería de Valladolid en al barrio de Santa María, en la zona sur de la ciudad, delimitada por las huertas del convento de San Francisco, la calle Olleros, la ronda sur de la muralla y la calle del Campo (actual calle de Santiago), en cuyo interior fue levantado el complejo religioso del Almají, donde en torno a un patio se abría la sala de oración de la preceptiva mezquita, una casa de reunión, una casa de bodas, una casa de atención a los pobres y la casa del Alfaquí.

Localización de la morería en el plano de Ventura Seco de 1738
No obstante, a pesar de tener que recluirse en un barrio propio, la comunidad mudéjar siguió manteniendo una activa participación en la vida pública y económica de la ciudad, motivo por el que obtuvieron el privilegio, a diferencia de los judíos, de mantener su propio alcalde y su alfaquí (experto en leyes y encargado de las tareas religiosas y docentes). Pasado el tiempo, en el siglo XVI los moros vallisoletanos —entre 500 y 650 personas— aparecen plenamente integrados en el colectivo urbano, aun manteniendo su idiosincrasia cultural.

Este clima de tolerancia en tierras castellanas finalizó el 11 de febrero de 1502, cuando fue dictada una pragmática que daba a elegir a los musulmanes del reino de Castilla entre el bautismo o el exilio, siéndoles prohibido seis días después abandonar el reino, por lo que quedó anulada la opción del exilio y establecida la conversión forzosa al cristianismo. Aunque siguieron viviendo y trabajando en el mismo barrio, se decretó el derribo de su almají y se les obligó a cristianizar su nombre como parroquianos de la iglesia de Santiago, condiciones que aceptaron, pero que provocaron reticencias entre la población vallisoletana por no ser católicos practicantes muchos de ellos. En el verano de 1506 era demolida la mezquita mudéjar donde habían realizado sus cultos.

Mujeres moriscas. Dibujo de Christoph Weiditz, 1529
Germanisches Nationalmuseum, Nuremberg
En el censo de 1538 se recogen los datos personales de la comunidad morisca, permitiendo conocer su nombre, su oficio y sus propiedades. Por este documento se sabe que la morería estaba integrada por cerca de ciento cincuenta casas edificadas, que tenía una única entrada por la calle del Mercado (calle del Verdugo en el plano de Ventura Seco de 1738) y que estaba recorrida por las calles de la Carpintería, de la Carnicería (después Arcallería) y de la Ronda, a las que cruzaban las callejas de Buenaño, Barriga, Carrión, Almají y Corrillo. La morería contaba con los mesones del Arco, de la Rua y del Tresillo, así como una carnicería junto a la demolida mezquita. Entre los oficios desempeñados predominaban los carpinteros y alcalleres o alfareros, siendo muy activa la actividad de estos últimos, prácticamente como un monopolio morisco, desde finales del siglo XV hasta su expulsión definitiva de España en 1611.

De esta actividad alfarera de los alcalleres moriscos quedan algunos vestigios de vajillas de mesa, platos y escudillas esmaltadas en blanco elaboradas en el siglo XVI, así como piezas de azulejería, primero de arista y más tarde piezas planas pintadas, saliendo de los alfares de Juan Rodríguez, Juan Lorenzo, Francisco de Alba o la familia Alcalde los azulejos que decoraron zócalos y pavimentos de palacios, iglesias, conventos de Valladolid, extendiéndose la demanda por algunas poblaciones de la cuenca del Duero.

Danza morisca. Dibujo de Christoph Weiditz, 1529
Germanisches Nationalmuseum, Nuremberg
Hace unos meses, en las obras de rehabilitación del edificio situado en el número 5 de la calle Claudio Moyano, en el espacio de la cimentación han aparecido los restos de la antigua mezquita mudéjar, algunos fragmentos de la muralla medieval levantada entre los siglos XIII y XIV, restos de diversos hornos y fragmentos de piezas de alfarería de los talleres que estuvieron activos en el siglo XVI, cuya memoria pervivió en las denominaciones de las calles Olleros y Alcalleres.

Entre los restos de la antigua mezquita, que fue construida entre 1411 y 1415 y estuvo en activo hasta su derribo en 1506, se han identificado la sala de oración —integra— y parte del patio del complejo religioso, hallazgo que ha sido calificado por la arqueóloga Olatz Villanueva (Universidad de Valladolid) como algo excepcional, ya que se trata de los restos de la primera y única mezquita mudéjar, con características propias, descubierta fuera de Al-Andalus en el norte de España.

El representante de la empresa constructora de las nuevas viviendas ha manifestado que el hallazgo no alterará el proyecto constructivo, así como su compromiso por respetar tan importante patrimonio arqueológico. En estos momentos la Comisión Territorial de Patrimonio Cultural, tras la fase de documentación arqueológica, estudia la fórmula para que dichos restos, además de ser conservados y puestos en valor, puedan ser visitados por el público, una iniciativa que produce alegría entre los vallisoletanos por suponer un cambio de sensibilidad respecto a nuestro patrimonio, tan ultrajado en tiempos no muy lejanos.

Aguador morisco. Dibujo de Christoph Weiditz, 1529
Germanisches Nationalmuseum, Nuremberg


Apunte bibliográfico:
La mayor parte de esta información está tomada del trabajo Los alcalleres moriscos vecinos de Valladolid, del que son autores Manuel Moratinos García y Olatz Villanueva Zubizarreta.









Vídeo de Sebastián Rodríguez (YouTube)

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