28 de abril de 2021

Visita virtual: NERÓN Y SÉNECA, una recreación arqueológica de exquisita naturalidad


 





NERÓN Y SÉNECA
Eduardo Barrón González (Moraleja del Vino, Zamora, 1858 - Madrid, 1911)
1904
Escayola parcialmente policromada
Museo de Zamora (depósito del Museo del Prado), Zamora
Modernismo

 

 



(Foto Museo del Prado)

       Incomprensiblemente, en el arte español son muchos los escultores del siglo XIX desconocidos por el gran público. Sin embargo, la obra de algunos de ellos alcanza la excelencia, como ocurre en el caso del zamorano Eduardo Barrón (1858-1911). Tomamos como referencia el magnífico grupo escultórico de Nerón y Séneca que se expone en el Museo de Zamora —obra en depósito del Museo del Prado—, en la que el polifacético escultor alcanza la cima de su arte en una recreación arqueológica que, interpretada con extraordinaria naturalidad, aparece ante los ojos del espectador plena de grandiosidad, lo que explica que con esta obra el escultor recibiera la primera medalla del certamen Nacional de Bellas Artes celebrado en Madrid en 1904.

El grupo, que representa al emperador Nerón siendo instruido por el filósofo cordobés Séneca, su preceptor, muestra a través de estos personajes dos caracteres humanos contrapuestos, uno impulsivo, irracional y poderoso y el otro calmado, reflexivo, explicando desde un punto de vista racional un planteamiento ético en la búsqueda de la virtud. En la representación, pródiga en elementos clasicistas, Nerón aparece crispado y en tensión, casi desafiante, con la mirada torva, los puños apretados, las piernas retraídas y haciendo gala de su poder a través de ricas vestiduras y adornos personales, como un pectoral con un amuleto colgante, brazaletes en forma de serpientes, ricas botas y un amplio manto con los ribetes decorados por orlas. Aparece sentado sobre un cojín colocado sobre un trono recubierto por un voluminoso paño muy ornamentado y a su espalda se yergue una escultura de la diosa Minerva, identificada por la égida sobre su pecho como símbolo de invulnerabilidad.

     Muy diferente es la gestualidad de Séneca, sentado sobre un banco con las piernas cruzadas, el cuerpo abalanzado y sujetando sobre sus rodillas una filactería, con sus teorías personales escritas, que señala con su mano derecha. Su figura es más áspera en el tratamiento de las formas, con una cabeza que toma como modelo un supuesto retrato helenístico tenido en la época por auténtico y repitiendo el minucioso estudio del atuendo, que al igual que los distintos objetos y el mobiliario muestra un cuidadísimo modelado.

Con gran sutileza, mediante la contraposición dramática de los personajes queda insinuado el injusto final de Séneca, que llamado a Roma en el año 54 como preceptor del joven Nerón, se convertiría en uno de sus principales consejeros cuando éste sucedió a Claudio, aunque en el año 65 sería acusado de traición por participar en la conspiración de Pisón, siendo obligado por el propio Nerón a suicidarse, decisión que adoptó como liberación final de los sufrimientos de este mundo, de acuerdo al pensamiento estoico del que fue fundador, cuya expresión filosófica proclama que la única verdad de la existencia es la muerte: quotidie morimur (morimos a diario).      

     Eduardo Barrón hace en este grupo un alarde de todos sus conocimientos escultóricos, estableciendo un sólido volumen y un modelado como si se tratara de una obra de mármol. El grupo escultórico, realizado en escayola y parcialmente policromado, como todas las esculturas premiadas en la Exposiciones Nacionales debería pasarse a su material definitivo con la financiación del Estado, aunque en este caso esto no llegó a realizarse, lo que hace aún más interesante la conservación de este grupo original, de tamaño excepcional, que muestra el talento, la exquisita factura y el nivel de calidad técnica alcanzado por el escultor, que pone de manifiesto un minucioso conocimiento del lenguaje clásico aprendido durante su periplo de aprendizaje por Italia —Roma, Florencia, Pompeya— tras haber obtenido por oposición, en 1883, la pensión en la Academia Española de Bellas Artes de Roma.

Por la vinculación de Séneca con su tierra natal, el grupo estuvo depositado durante muchos años en el vestíbulo del Ayuntamiento de Córdoba, donde debido a  la fragilidad del material, su inadecuada exposición e inestables condiciones de conservación, el grupo sufrió algunos deterioros. El año 2011, con motivo del primer centenario del fallecimiento del escultor, el conjunto fue restaurado bajo el patrocinio de la Fundación Iberdrola —en un proceso que duró dos años— y exhibido temporalmente en el Museo del Prado, institución en la que Eduardo Barrón ejerció de conservador y restaurador entre 1892 y 1911 y donde en 1908 redactó el primer catálogo razonado de la colección de escultura del Museo del Prado, así como la restauración de obras de mármol y marfil.

     Asimismo, con motivo de esta misma conmemoración, en 2011 fueron realizadas otras acciones relacionadas con la obra de Eduardo Barrón.  En el Museo del Prado fue expuesta por primera vez una reducción en escayola inédita del grupo de Nerón y Séneca, que en 1907 el escultor regalara a Antonio Maura como agradecimiento a las gestiones que hiciera en el Ministerio para la edición del catálogo de escultura del Museo del Prado, obra magníficamente conservada que permite apreciar el extraordinario detallismo y el dominio técnico con el que realizó esta pieza que conserva la Fundación Antonio Maura. Otra reducción igualmente en escayola, con carácter de boceto, se guarda en el Museo de Zamora, mientras que dos reducciones en bronce se encuentran en el Museo del Romanticismo de Madrid y en la Fundición Codina Hermanos de Paracuellos del Jarama (Madrid).

Además, en 2010 se hizo una réplica del grupo en bronce, mediante la técnica del escaneado digital, que fue destinada al Ayuntamiento de Córdoba, donde antaño estuvo depositado el original, que decidió colocarla en la Glorieta del Pretorio de la ciudad andaluza.

     Al mismo tiempo e igualmente patrocinada por la Fundación Iberdrola, en 2011 se realizó la restauración del magnífico altorrelieve de Santa Eulalia ante el prefecto Daciano, obra que realizada por Eduardo Barrón en Roma, entre 1885 y 1886, se conserva en la basílica de San Francisco el Grande de Madrid y que durante un siglo había permanecido oculta al público en una escalera interior del edificio. Esta obra, que narra un pasaje de la historia de la santa previo a su martirio, está igualmente realizada en escayola, en este caso con un acabado que simula bronce. Su composición también adquiere un carácter de recreación arqueológica e historicista, con personajes, mobiliario y objetos minuciosamente detallados y ajustados a la estética clásica, como ocurre en el grupo de Nerón y Séneca.

 

LA ESTELA DE ADUARDO BARRÓN    

Eduardo Barrón nació en 1858 en Moraleja del Vino (Zamora), en el seno de una familia humilde, hijo de un modesto zapatero. Después de mostrar desde muy joven su dotes artísticas, en 1875, cuando contaba 17 años, ayudado por el banquero Anastasio de la Cuesta, también natural de Moraleja, comenzó su formación en la capital zamorana junto al escultor imaginero Ramón Álvarez, en cuyo taller permaneció dos años, pues en 1877 obtenía una beca de la Diputación Provincial de Zamora para cursar estudios en la Escuela Especial de Pintura y Escultura de Madrid, donde tuvo como maestros a Ricardo Bellver y Elías Martín Riesco.

En 1881 obtenía igualmente de la Diputación Provincial de Zamora una beca para estudiar en Roma, donde en 1883 realizó la escultura de Viriato, terror romanorum, cuyo modelo en arcilla obtuvo la acogida favorable de la crítica romana. Esta obra fue presentada a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1884, donde tras obtener la segunda medalla pasó a ser propiedad del Museo del Prado, que la depositó en el Ayuntamiento de Zamora. En la actualidad preside una plaza convertida en uno de los monumentos públicos más emblemáticos de la ciudad, con un enorme ariete en la base con forma de cabeza de carnero. Como agradecimiento a la beca recibida, en 1881 el escultor realizaba los medallones colocados en las enjutas del arco de la puerta de la antigua Diputación de Zamora, así como el escudo que corona el edificio.

     Igualmente, como agradecimiento al político Federico Requejo y Avedillo, que le prestó ayuda para presentar la estatua de Viriato en la Exposición Nacional, realizó una placa a él dedicada que se encuentra pasado el Puente de Piedra de Zamora.

En 1884, Eduardo Barrón obtenía por oposición, junto con Agustín Querol, la pensión de número en la Real Academia de España en Roma, donde permaneció hasta 1889. Durante esta estancia tuvo la oportunidad de viajar por Italia, estudiando a Miguel Ángel en Florencia y la antigüedad clásica en Pompeya y Herculano, cuyo sustrato aflora claramente en sus obras. Su estancia italiana fue fructífera. En 1885 realizaba Adán después del pecado, obra cuyo modelado en yeso, cubierto de una pátina negra, se conserva en el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y que fundida en bronce, con una altura superior a los dos metros, preside la plaza de Sagasta de Zamora, después de que el Ayuntamiento consiguiera la cesión de la escultura de la Fundación Obra Social de Castilla y León (vinculada a Caja España). Eduardo Barrón fue autor del retrato en mármol de Tomás Belesta y Cambeses, rector de la Universidad de Salamanca y obispo de Zamora de 1881 a 1892, que se conserva en la Diputación Provincial de Zamora. Otro retrato, dedicado a Félix de Galarza y realizado en yeso en 1885 permanece en una colección privada.

Eduardo Barrón. Nerón y Séneca, reducción en yeso patinado
Museo de Zamora

     En Roma también realizaba el ya citado altorrelieve de Santa Eulalia ante el prefecto Daciano (1885-1886), enviado a la basílica de San Francisco el Grande de Madrid, así como un desaparecido grupo de Roncesvalles (1887-1888). Junto a estas obras enviadas a España, otras quedaron en Italia, como el San José entronizado con el Niño (1888-1889) que preside el altar de la Capilla Española en la basílica o Casa Santa de Loreto.

A su regreso a España instaló su taller en Madrid, primero en la Glorieta de Atocha y después en la calle Ferraz, vinculándose en 1892 al Museo del Prado, donde ejerció como conservador y restaurador de la colección de escultura. Durante un año, de 1894 a 1895, también fue conservador-restaurador del nuevo Museo de Arte Contemporáneo, llamado Museo de Arte Moderno desde 1895 y creado para exhibir los fondos del siglo XIX. En 1898 contrajo matrimonio con María Casanova, con quien tuvo dos hijos: María Concepción y Eduardo Vicente.


Eduardo Barrón. Viriato, 1881, Museo de Zamora

     Simultaneando sus funciones en el Museo del Prado, realizó varias esculturas destinadas a monumentos públicos, como el de Hernán Cortés (1889) en Medellín (Badajoz), el de Cristóbal Colón (1893) en Salamanca o el de Emilio Castelar (1905) en Cádiz, siendo el autor del relieve dedicado a La Minería y la Industria (1895) que se conserva en la Escuela de Ingenieros de Madrid y de La tentación de un santo (1898), boceto en yeso patinado que guarda el Museo de Zamora.

Tras realizar dos bocetos en 1902 para un monumento dedicado a Arias Gonzalo en Zamora, que nunca se llevó a cabo, y de realizar el Tríptico de metales de Santa Benigna, con el que consiguió la medalla de plata de la Exposición Nacional de Artes Decorativas de 1904, ese mismo año modelaba el grupo de Nerón y Séneca, con el que recibió la primera medalla del certamen Nacional de Bellas Artes celebrado en Madrid.

En 1908 publicó el primer Catálogo de la Escultura del Museo del Prado realizada hasta el siglo XVIII y en 1910 fue nombrado académico electo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, cuyo discurso de ingreso dedicó a la "Conservación de esculturas antiguas". También fue miembro de la Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes de Cádiz.

Eduardo Barrón. Viriato, 1881, Plaza de Viriato, Zamora

     Su última obra, realizada en 1910, fue el Mural dedicado a los médicos militares muertos en campaña que se halla en el Hospital Gómez Ulla de Madrid, del que existe un boceto en yeso en el Museo de Zamora.

Antonio Barrón moría prematuramente en Madrid en 1911, víctima de un derrame cerebral, cuando tan sólo contaba 53 años. En el Museo de Zamora se conserva un buen número de obras suyas donadas por su hijo en 1963 y por sus nietos en 2004, entre ellas modelos de escayola de algunas de sus obras, once esculturas y seis pinturas, entre las que se incluyen un boceto de medallón, titulado Mater amabilis, que sería colocado en el panteón de los Groizard en el madrileño cementerio de San Isidro, dos autorretratos y un retrato inacabado que le hiciera el pintor José Villegas.

 

 

Ariete con forma de cabeza de carnero en la base del
Monumento a Viriato, Plaza de Viriato, Zamora
Informe: J. M. Travieso.

Fotografías de Nerón y Séneca y Viriato: J. M. Travieso.







 



Eduardo Barrón. Adán después del pecado, 1885
Plaza de Sagasta, Zamora














Eduardo Barrón. Santa Eulalia ante Daciano, 1885-1886
Basílica de San Francisco el Grande, Madrid










Eduardo Barrón. Retrato de Tomás Belesta, obispo de Zamora, h. 1885
Diputación Provincial de Zamora














Eduardo Barrón. San José con el Niño, 1888-1889
Capilla Española, Basílica de Loreto (Italia)










Eduardo Barrón. Monumento a Hernán Cortés, 1890
Medellín (Badajoz)














Eduardo Barrón. La Tentación de un santo, 1898
Museo de Zamora














Eduardo Barrón en su estudio de Roma









* * * * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario