5 de julio de 2021

Theatrum: CÚPULA CON YESERÍAS FIGURATIVAS, una reafirmación de la devoción hispánica a la Inmaculada


 





CÚPULA CON YESERÍAS DE LA INMACULADA Y LOS APÓSTOLES

Atribuida a Juan Tejedor Lozano (activo en Valladolid 1665-1697)

Hacia 1696

Yeserías policromadas

Capilla de Gaspar de Vallejo en la iglesia de San Martín, Valladolid

Yeserías barrocas

 

 






     La iglesia de San Martín de Valladolid tiene su origen en una ermita que ya existía en el año 1148. En el mismo siglo XII, sobre ella se levantaría un primitivo templo que se convertiría en epicentro de un populoso barrio. De ello permanece como testimonio una sobria y airosa torre románica que emulaba a la no muy lejana torre de la iglesia de Santa María la Antigua. Así permaneció hasta 1588, año en que se decide su demolición para reemplazarla por una nueva iglesia de una sola nave según las trazas del arquitecto Diego de Praves, que afortunadamente conservó la torre campanario, bajo la cual se ubicó la sacristía. En 1596 Gaspar Guisado construía las bóvedas y el alarife Juan de Ballesteros remataba los tejados, aunque las obras quedarían paralizadas desde 1601 a 1610. Las naves y la portada eran culminadas en 1621, según se deduce de una inscripción desaparecida que además especificaba que el templo había sido levantado por el arquitecto Francisco de Praves, hijo de Diego. 

     Abiertas en el lado del evangelio de la única nave se levantaron dos espaciosas capillas, una dedicada a San Juan Bautista, cuyo patrón pasaría a ser don Salvador Felipe de Lemos, muerto en 1717, y otra dedicada a San Juan de Sahagún que fue fundada por don Gaspar de Vallejo, Caballero de Santiago y miembro del Consejo Supremo de Castilla, que tenía sus casas principales próximas a la iglesia aunque residía en Madrid, donde en unión de su esposa, doña Aldonza Beltrán de la Cueva, en 1623 otorgó testamento instituyendo una memoria y capellanías que dotó con suficiencia. 

Sin embargo, las obras de construcción de esta capilla se retrasarían hasta 1693, año en que fue comprado el terreno y se adjudicaron los trabajos a los maestros de obras vallisoletanos Pablos Mínguez y Manuel Izquierdo, que recibieron 33.000 reales por la mano de obra y los materiales. En septiembre de 1697 se terminaba la capilla y en octubre los maestros cobraban el finiquito de las mejoras realizadas sobre la marcha, entre ellas la planta establecida y la decoración con yeserías de la cúpula según los diseños de Juan Tejedor Lozano, que veinte años antes ya había sido autor de las trazas de la capilla de los Gaitán en la iglesia de San Pedro de Tordesillas, construida en 1674 y cuya cúpula aparece ornamentada igualmente con yeserías, en este caso con escudos en las pechinas y ramilletes policromados dentro de campos geométricos en los gallones. 

     Pero a diferencia de aquella, la cúpula de la capilla de Gaspar de Vallejo presenta como singularidad en el arte hispano barroco la inclusión de yeserías con figuras humanas policromadas que alternan con puntas de diamante, motivo que junto a formas rectangulares encadenadas cubren los arcos y la bóveda del resto de la capilla. La cúpula se apea sobre pechinas igualmente ornamentadas con yeserías en relieve policromadas, con un mascarón con apariencia de planta del que arrancan follajes de zarcillos de acanto que dejan en el centro un espacio ovalado en el que se insertan un jarrón con flores, una palma, un ciprés y un espejo como atributos de la Virgen, cuya figura preside la composición. 

La cúpula arranca con un tambor recorrido por ménsulas a dos niveles, con forma de volutas en el inferior y planas en el superior, que soportan una cornisa que recorre el perímetro. Sobre esta se disponen ocho ventanales de los cuales sólo es real uno de ellos que proporciona luminosidad a la cúpula, mientras el resto están fingidos mediante pinturas. Estas ventanas se enmarcan en un espacio triangular que forman las nervaduras y están coronadas por puntas de diamante igualmente triangulares. Estos espacios se alternan con ocho pedestales que aparecen decorados al frente con motivos vegetales y frutas ensartadas. Sobre ellos se colocan las figuras en relieve de ocho apóstoles entre los que se reconoce a San Pedro, San Pablo, San Andrés, San Juan, San Felipe, Santo Tomás, San Mateo y Santiago el Mayor, todos ellos en posición frontal, con abultados ropajes, policromados, portando sus tradicionales atributos y recortándose sobre un fondo gris verdoso muy claro. 

Detalle de San Pedro y San Pablo

     Por encima de sus cabezas se coloca un casquete que alberga en su interior dos motivos sobre fondo blanco. Por un lado, la moldura de un marco rectangular y fondo rojo, con grandes orejeras en los ángulos, en cuyo interior aparece en relieve la figura policromada de la Virgen en su condición de Tota Pulchra o Inmaculada Concepción, representada joven, con las manos juntas en actitud orante a la altura del pecho, con los pies sobre la media luna y unas pequeñas nubes entre las que asoman tres cabezas de querubines. Su indumentaria se ajusta a un convencionalismo imperante en su época de procedencia sevillana: túnica blanca y un manto azul agitado por una brisa mística. Alrededor de ella, formando una corona, se disponen ocho figuras femeninas sin policromar muy peculiares, pues presentan delicados rostros dirigidos al frente, una voluminosa melena, los torsos sin brazos y de la cintura hacia abajo una conversión del vestido en formas vegetales dispuestas simétricamente, a modo de una recreación de los grutescos con formas híbridas de carácter italianizante, como también lo son las guirnaldas de flores y frutas que las enlazan en sustitución de los brazos. 

Juan Tejedor Lozano. Cúpula de la capilla de los Gaitán, 1674
Iglesia de San Pedro, Tordesillas (Valladolid)
(Foto blog artevalladolid)

     Estilísticamente, la cúpula presenta fuertes contrastes entre las figuras que la integran. De todas ellas, el relieve más depurado, de mayor calidad y con mayor movimiento corresponde a la figura de la Inmaculada, muy diferente a la sequedad compositiva y arcaizante del apostolado, de talla un tanto tosca y una inexpresividad gestual que no consigue emocionar, repitiendo algunos de ellos, como San Pedro y San Pablo, formas propias de principios de siglo, siguiendo modelos que emulan a los creados por Francisco de Rincón, aunque con un resultado muy alejado de los logros de este gran maestro, como apunta María Antonia Fernández del Hoyo. 

Por su parte, el motivo del torso humano mezclado con formas vegetales deriva del grutesco, motivo muy difundido desde el renacimiento a través de grabados y orlas de libros, que realizado en piedra, madera, metal o estuco aparecen en recubrimientos de fachadas, en la mazonería de algunos retablos y decorando bóvedas tanto en territorio español como americano, ofreciendo variadas figuras con un tratamiento que oscila desde las formas abultadas de Andalucía a la talla a bisel del barroco andino, como ocurre en la cúpula de la iglesia de Santiago de Pomata (Perú). 

Felipe Berrojo. Bóvedas de la iglesia de Santiago, 1672-1673
Medina de Rioseco

      No obstante, toda la decoración figurada y geométrica de esta cúpula, voluminosa y espaciada, viene a resaltar las líneas arquitectónicas del conjunto sin que estas queden enmascaradas, como ocurre en la abigarrada ornamentación de las cúpulas que en la misma época se aplicaba en tierras andaluzas o en el barroco mexicano. Hay que recordar que, durante el barroco, las yeserías de las bóvedas de la catedral de Córdoba fueron el punto de partida del enorme desarrollo del estuco figurado polícromo por distintas poblaciones andaluzas, decoración que alcanza el paroxismo en casos como el de la cúpula de 1720 en la iglesia de San Francisco de Vélez Málaga. 

Por su parte, el programa iconográfico responde a una idea muy clara: la exaltación de la veneración inmaculista que dominó en España y posesiones de ultramar durante todo el siglo XVII y que llegó sin dificultad hasta las primeras décadas del siglo XVIII, un verdadero fenómeno de devoción popular que alentó a teólogos, obispos, cabildos, conventos, cofradías, universidades, concejos y corporaciones a apoyar el que fuera postulada ante el Romano Pontífice la declaración dogmática del misterio, siendo abundante por todo el territorio español la creación o reactivación de cofradías dedicadas a la Inmaculada. 

Yeserías atribuidas a Matías Machuca
Cúpula de la iglesia de las Comendadoras de Santa Cruz, 1734 
"Las Francesas", Valladolid

       Los trabajos decorativos en estuco, de fuerte tradición mudéjar, dada la baratura y ductilidad del material permitió una exuberante decoración tanto en arquitecturas relevantes como en otras más modestas. El precedente renacentista castellano a esta singular cúpula de la iglesia de San Martín y la inclusión de figuras en relieve podemos encontrarlo en la cúpula de la capilla de los Benavente de la iglesia de Santa María de Mediavilla de Medina de Rioseco, donde Jerónimo del Corral desplegó en 1554 un espectacular conjunto en relieve de ocho profetas del Antiguo Testamento, ocho virtudes y ocho carros triunfantes con alegorías astrológicas personificadas. Asimismo, este mismo autor se anticipa en la inclusión de grutescos en el repertorio decorativo de la bóveda de la capilla de los Reyes Magos de la catedral de Palencia, realizada entre 1548 y 1552. 

Dentro del ámbito vallisoletano, son destacables distintas cúpulas barrocas de los siglos XVII y XVIII. El caso más espectacular es el de las bóvedas de la iglesia de Santiago de Medina de Rioseco, todo un alarde de suntuosidad realizado por el arquitecto Felipe Berrojo entre 1672 y 1673. Mientras que las naves laterales se cubren con bóvedas de arista decoradas con yeserías, los tramos de la nave central lo hacen con cúpulas elípticas, a excepción del primer tramo, sobre el coro, y el del falso crucero, que presentan cúpulas semiesféricas con gallones, todas ellas sobre pechinas. En su decoración se abandona el repertorio de yeserías vigente hasta mediados del siglo XVII, limitado a formas exclusivamente geométricas y abstractas, para enriquecerse con nuevos motivos, en este caso con tarjetas vegetales, escudos e incluso figuraciones con motivos santiaguistas —la concha de peregrino, la cruz de Santiago, etc.—, incluyendo la figura en relieve del santo a caballo. 

Detalle de las alegorías de la  Justicia y la Fortaleza en las pechinas de la cúpula de la iglesia
de las Comendadoras de Santa Cruz, "Las Francesas", Valladolid

     En la ciudad de Valladolid se encuentra otro magnífico ejemplo en el antiguo convento de Comendadoras de Santa Cruz, actualmente reconvertido en sala de exposiciones municipal Las Francesas, cuya iglesia fue reedificada en el siglo XVII bajo el patrocinio de doña María Ana Ladrón de Guevara, hija de los condes de Oñate, que al enviudar de don Pedro Pimentel, marqués de Viana, se recogió en dicho convento. Según Canesi, las obras de la iglesia se culminaron en 1734 con bóvedas repletas de ornamentación, destacando la cúpula con linterna decorada con yeserías atribuidas a Matías Machuca, que establece ocho secciones decoradas con relieves de follaje en los que se alternan emblemas y figuras de niños, mientras que en las pechinas se colocan en medallones almendrados las alegorías sedentes de cuatro virtudes: la Justicia, la Fortaleza, la Prudencia y la Templanza.

Juan Castander Uceta (atrib.), 1746 
Cúpula de la capilla de las Angustias de la colegiata de
San Antolín, Medina del Campo
(Foto blog maravillasdeespaña)

     Más compleja es la cúpula con linterna y decorada con yeserías barrocas de la capilla de la Virgen de las Angustias de la colegiata de San Antolín de Medina del Campo, rematada en 1746 y atribuida al medinense Juan Castander Uceta, que incluye, junto a un repertorio de tallos y flores de talla menuda, bustos de carecen de brazos similares a la cúpula de la iglesia de San Martín. No faltan ejemplos de decoración profusa en cúpulas de edificios más modestos, como es el caso de la ermita de la Virgen del Carmen de Torrecilla de la Orden y de la ermita de la Virgen de Tiedra Vieja de Tiedra, esta última relacionada con la exuberancia y la sensibilidad andaluza. 

Todas estas realizaciones vienen a demostrar el carácter excepcional de la cúpula de la capilla de Gaspar de Vallejo de la vallisoletana iglesia de San Martín, tanto por la inclusión de figuraciones humanas con un apostolado —nada común en el resto de cúpulas barrocas— como por el planteamiento iconográfico del conjunto, de significación y exaltación inmaculista.  


Izda: Cúpula de la ermita de la Virgen del Carmen, Torrecilla de la Orden (Valladolid)
Dcha: Cúpula de la ermita de Nuestra Señora de Tiedra Vieja, Tiedra (Valladolid)
  Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 

 







Cúpula barroca de la iglesia de San Francisco, 1720, Vélez-Málaga
(Foto blog amorcaridadvelez)
Bibliografía 

BUSTAMANTE GARCÍA, Agustín: La arquitectura clasicista del foco vallisoletano (1561-1640), Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1983. 

FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia: Las yeserías figurativas: apuntes para su estudio. Actas del V Simposio hispano-portugués de historia del arte, Valladolid, 1990, pp. 113-117. 

MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Arquitectura barroca vallisoletana, Valladolid, 1967. 

MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: La capilla de los Gaitán, en Tordesillas. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Tomo 39, Universidad de Valladolid, 1973, pp. 225-244. 

MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y DE LA PLAZA SANTIAGO, Francisco Javier: Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid II, Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid, Valladolid, 1987. 

MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y URREA, Jesús: Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid I, Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid, Valladolid, 1985. 

SEBASTIÁN, Santiago: Contrareforma y Barroco: lecturas iconográficas e iconológicas, Alianza Editorial, Madrid, 1981. 

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