18 de septiembre de 2023

Theatrum: NIÑO JESÚS TRIUNFANTE, la elegancia formal de una figura infantil







NIÑO JESÚS TRIUNFANTE

Felipe de Ribas (Córdoba, 1609 – Sevilla, 1648)

Segundo cuarto siglo XVII

Madera policromada

Santuario del Carmen Extramuros, Valladolid

Escultura barroca. Escuela sevillana

 

 







     Una representación iconográfica tan empática, como es la de Cristo como tierno infante, adquirió un notable desarrollo a consecuencia del concilio de Trento, cuya doctrina exigía a los artistas que reprodujeran imágenes sagradas, particularmente esculturas, intentando lograr el más alto nivel de verismo posible y una expresión convincente que incitara a la piedad. De acuerdo a estos postulados, comenzaron a difundirse unas representaciones de Cristo y San Juan Bautista que, en lugar de aparecer como hombres adultos, eran presentados en su condición de niños para realzar su frágil naturaleza humana, aprovechando al tiempo el atractivo físico y emocional inherente al mundo infantil. Estas sugestivas imágenes, necesariamente ajustadas a los ideales tridentinos, sin recurrir a lo literal o lo didáctico lograrían una profunda aceptación por parte de los fieles.

Aunque fue un fenómeno generalizado, en España este tipo de representaciones fueron especialmente populares en territorio andaluz, donde los escultores comenzaron a realizar de forma masiva la singular iconografía del sagrado niño, siendo el jienense Juan Martínez Montañés el que consiguió establecer en Sevilla los modelos de mayor calidad, basados en el perfeccionismo formal y la energía infantil, creando modelos con atractivos rasgos faciales y un personal tratamiento de los cabellos, destacando el Niño Jesús Triunfante tallado en 1606 para la parroquia del Sagrario de Sevilla.

     No obstante, el principal difusor de esta tipología fue José de Arce (Jodocus Aaerts), un escultor de origen flamenco establecido en Sevilla desde 1635 que, sobre el modelo montañesino, aunque menos perfeccionista, aportó una interpretación más suave de las formas y un apreciable dinamismo, incluyendo un tratamiento específico del cabello con un fuerte sentido del claroscuro. Sirva de ejemplo el Niño Jesús que se conserva en el Museo del Santo Ángel de Sevilla.

En el panorama sevillano de la primera mitad del siglo XVII, una síntesis estilística de los modelos de Martínez Montañés y Juan de Arce caracterizaría el modelo aportado por el cordobés Felipe de Ribas, al que corresponde este Niño Jesús del santuario del Carmen Extramuros de Valladolid, cuyas rasgos formales se repiten miméticamente en el magnífico ejemplar que guarda el Museo Nacional de Escultura de Valladolid —de procedencia desconocida—, en el conservado en la iglesia de San Pedro de Montijo (Badajoz) o en el de la Hermandad del Valle con sede en la iglesia de la Anunciación de Sevilla, siguiendo un modelo que parece directamente inspirado en el Dulce Nombre de Jesús, escultura realizada por Jerónimo Hernández hacia 1582 para la capilla de la misma advocación, alumbrada por la Cofradía de la Quinta Angustia en la parroquia de Santa María Magdalena de Sevilla.

     El modelo de Niño Jesús Triunfante de Felipe de Ribas se caracteriza por presentar la figura infantil en plena desnudez y con un elegante movimiento cadencial y sinuoso basado en el contraposto clásico, destacando la minuciosa descripción anatómica, con la pierna izquierda adelantada, los brazos levantados, la mano derecha en actitud de bendecir, la izquierda a ademán de sujetar una cruz o un estandarte (elementos habituales en los modelos andaluces como clara alusión a la Resurrección).

La cabeza se coloca ligeramente ladeada, con frente despejada, boca pequeña y barbilla poco pronunciada. Un recurso característico en el escultor son los dedos largos y delicados, así como un cabello voluminoso que cae en forma de gruesos mechones que producen pronunciados bucles junto a las orejas, con una expresión facial ensimismada y una mirada melancólica que prefiguran los futuros sufrimientos de la Pasión, en cuyo desenlace triunfará sobre la muerte, lo que convierte a la elegante figura infantil en una alusión directa a la celebración de la Resurrección. 

EN TORNO AL ESCULTOR FELIPE DE RIBAS 

Nacido en Córdoba en 1609, Felipe de Ribas fue uno de los grandes renovadores de la escultura y la traza de retablos en Sevilla y Córdoba a partir de la segunda década del siglo XVII.

Desplazado a Sevilla, centro neurálgico andaluz en aquel tiempo, entre 1621 y 1625 realizó su formación junto a Juan de Mesa. Tras regresar a Córdoba por un periodo de cinco años para hacer frente a una crisis familiar, se trasladó de nuevo a Sevilla para trabajar en el estudio de Alonso Cano al comenzar la década de 1630. Juan de Mesa había muerto en 1627 y Martínez Montañés, ya anciano, culminaba el proceso de evolución estilística desde el manierismo al naturalismo barroco, proceso compartido por el escultor Francisco de Ocampo. Un hecho decisivo fue la llegada a Sevilla en 1636 del escultor flamenco José de Arce, que con una obra directamente inspirada en Bernini y Rubens y recogiendo el refinamiento emocional del escultor flamenco François Duquesnoy, supuso la penetración en Sevilla de las fórmulas del barroquismo pleno, por entonces contrapuesto al estilo de Alonso Cano.

     La influencia de Juan de Arce en el panorama sevillano se dejó notar en los discípulos de Alonso Cano. Tanto Jacinto Pimentel, Martín de Andújar, Gaspar Ginés y Juan Remesal —que abandonarían Sevilla para trabajar en Cádiz, Tenerife e incluso en América—, como el propio Felipe de Ribas, comenzaron a adoptar el nuevo estilo suave, con composiciones cada vez más dinámicas.

Para la realización de sus contratos, Felipe de Ribas, arquitecto de retablos y escultor, trabajó con frecuencia en colaboración con sus dos hermanos:  el ensamblador y también escultor Francisco Dionisio de Ribas, igualmente autor de una buena serie de imágenes del Niño Jesús que siguen unos estilemas similares, y Gaspar de Ribas, pintor y maestro dorador.

Felipe de Ribas fue autor de una copiosa obra distribuida por Sevilla y su zona de influencia. Entre su producción se encuentra el retablo dedicado a San Juan Bautista en el monasterio sevillano de Santa Paula, realizado en 1637 y en cuya hornacina central se encuentra la imagen de San Juan Bautista salida de las gubias de Martínez Montañés, sobre la que aparece un fantástico relieve del Bautismo de Cristo elaborado por Felipe de Ribas. Para la misma iglesia hizo el retablo del Santo Cristo, cuya imagen titular se atribuye a Pedro Millán. 

Felipe de Ribas. Niño Jesús, 2º cuarto s. XVII
Museo Nacional de Escultura, Valladolid

     Ese mismo año de 1637 comenzaba el monumental retablo del monasterio de San Clemente de Sevilla, del que se ocupó de la arquitectura y la escultura, mientras su hermano Gaspar fue el autor del dorado y la policromía, obra que fue concluida en 1649. Monumental es igualmente el retablo mayor de la parroquia de San Pedro de Sevilla, realizado entre 1641 y 1657 contando con la colaboración de su hermano Francisco Dionisio. Estos retablos presentan como elementos comunes la imagen sedente del santo titular presidiendo el primer cuerpo, la colocación de la Inmaculada en el segundo cuerpo y el ático presidido por una imagen aislada de Cristo crucificado, prescindiendo de la representación del Calvario. Otro importante retablo es el del monasterio de Santa Clara de Carmona, elaborado en 1645.

En cuanto a las imágenes aisladas, es destacable el Nazareno de la Misericordia, tallado en 1641 y convertido en la imagen titular de la Hermandad de las Siete Palabras de Sevilla, con sede en la iglesia de San Vicente Mártir. Felipe de Ribas también fue autor del Nazareno de la Salud, perteneciente a la Hermandad Sacramental de San Pedro de Sevilla, siéndole atribuido el magnífico Ecce Homo que se conserva en la capilla del Cristo de la Buena Muerte de la Real Colegiata de San Hipólito de Córdoba.

Felipe de Ribas. Niño Jesús, 2º cuarto s. XVII
Iglesia de San Pedro, Montijo (Badajoz)
     Tras su muerte prematura, acaecida en Sevilla en 1648, fue su hermano Francisco Dionisio quien tomó las riendas del taller familiar. Ambos serían reconocidos como innovadores en los nuevos rumbos de la escultura sevillana, siendo muy estimadas las reiteradas imágenes del Niño Jesús Triunfante, cuyo atractivo motivó pedidos desde los más variados lugares para ocupar oratorios y espacios conventuales. 

 

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 








Felipe de Ribas. Niño Jesús, 2º cuarto s. XVII
Hermandad del Valle, iglesia de la Anunciación, Sevilla














Jerónimo Hernández. Niño Jesús, 1582
Iglesia de Santa María Magdalena, Sevilla











José de Arce. Niño Jesús
Museo del Santo Ángel, Sevilla














Felipe de Ribas. Anunciación, 1638
Procedente del Convento de la Concepción, Lebrija
Actualmente en colección particular

ALGUNAS OBRAS DE FELIPE DE RIBAS













Felipe de Ribas
Izda: Retablo del monasterio de San Clemente, 1639-1657, Sevilla
Dcha: Retablo de la iglesia de San Pedro, 1641-1647, Sevilla











Felipe de Ribas. Cristo de la Divina Misericordia
Hermandad de las Siete Palabras, iglesia de San Vicente Mártir, Sevilla










Felipe de Ribas. Jesús de la Salud
Hermandad Sacramental de San Pedro, Sevilla
(Foto Daniel Salvador)











Felipe de Ribas (Atribución). Ecce Homo
Real Colegiata de San Hipólito, Córdoba














Francisco Dionisio de Ribas. Imágenes del Niño Jesús
Izda: Hacia 1645, Hispanic Society of America, Nueva York
Centro: Mercado del arte / Dcha: Hacia 1650, Museo de Bellas Artes de Sevilla







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