26 de diciembre de 2009

Historias de Valladolid: LA CONTROVERSIA DE VALLADOLID, un debate pionero sobre los derechos humanos


ANTECEDENTES HISTÓRICOS, REINADO DE LOS REYES CATÓLICOS

Ocho años después del descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492 por Cristóbal Colón, la Corona de Castilla declaraba vasallos libres a todos los indígenas de aquellas tierras recién conquistadas. Sin embargo, en 1503 se establecieron las "Encomiendas", una especie de institución que se ocupaba de distribuir la población nativa entre los españoles establecidos en territorio americano para que esta trabajase para ellos a cambio de ser instruida en la fe cristiana, lo que produjo en muchos territorios una relación cercana a la esclavitud. Como consecuencia, en apenas veinte años, la población nativa mermó en un 85%, tanto por las enfermedades que aportaron los colonizadores como por los duros trabajos en las minas y el alto índice de suicidios.

Este fue el panorama que encontró en isla La Española el dominico fray Antón de Montesinos, que junto a otros miembros de su comunidad pronto se identificó con aquellos explotados y comenzó a denunciar los abusos de los encomenderos que provocaban en los nativos unas miserables condiciones de vida. Una especial trascendencia tuvo el sermón que pronunciara el 21 de diciembre de 1511 en la iglesia de Santo Domingo en presencia del virrey Diego Colón, hijo primogénito del Almirante, y otras autoridades de la isla, donde entre otras cosas cuestionó: “¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? (...) En el estado en el que estáis, no os podéis más salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo”.
La dureza de aquellas palabras sorprendieron a todos, incluido el prior de la orden fray Pedro de Córdoba, que aunque compartía la misma opinión se apresuró a asegurar a las autoridades que Montesinos se retractaría, hecho que no sólo no hizo, sino que adoptó una postura mucho más radical, lo que le llevaría a rendir cuentas en España ante el rey Fernando el Católico, al que expuso con claridad y vehemencia sus ideas. Su defensa de los indígenas, a los que consideraba nuevos vasallos y ciudadanos, frente a la postura contraria manifestada en La Española por el franciscano fray Alonso de Espinal, daría lugar, unos años después, a un debate que se convertiría en un hito en la historia de los derechos humanos.

Como consecuencia de la exposición de Montesinos ante el monarca, en 1512 se promulgaron las Leyes de Burgos, también llamadas Leyes Nuevas, orientadas a un gobierno más justo de la población indígena. En estas se asentaban jurídicamente los derechos de los reyes a hacer la guerra a los que se resistieran a la evangelización y, aunque no se prohibieron las encomiendas, se regularon las condiciones de trabajo de los indios sobre la base de los buenos tratos y su protección. En la realidad, la aplicación de estas leyes fue un fracaso, pero sirvieron para establecer un debate, inconcebible en aquella época en otros países, que alcanzaría su punto álgido en Valladolid treinta años después. En él se sentaron las bases de lo que posteriormente sería la Legislación de Indias, conjunto de leyes consideradas como el germen del Derecho Internacional y de la futura Declaración de los Derechos Humanos.

DEFENSA DE LOS INDÍGENAS DURANTE EL REINADO DE CARLOS I

Tras la muerte del rey Fernando, de las regencias del cardenal Cisneros en Castilla y del arzobispo Alonso en Aragón, y tras la autoproclamación de Carlos I como rey de España en 1516, el testigo de Montesinos fue recogido por el también dominico fray Bartolomé de las Casas, que se proclamó partidario de una evangelización pacífica y del respeto a los derechos indianos, consiguiendo exponer sus ideas, cargadas de humanismo cristiano, ante el mismísimo emperador, que en 1542 aprobó las Nuevas Leyes de las Indias. Un año después fray Bartolomé de las Casas sería nombrado en México obispo de la provincia de Chiapas, cuya capital, San Cristóbal de las Casas, fue una de las primeras ciudades de Nueva España, llegando a ser conocido como "procurador o protector universal de todos los indios de las Indias".

Pero todos estos logros legales conseguidos por el dominico tuvieron sus detractores entre algunas familias asentadas en territorios americanos, especialmente en Perú y zonas de centroamérica, que encontraron su apoyo en las tesis contrarias a los derechos de los nativos proclamadas por el jurista Juan Ginés de Sepúlveda. Esta insurrección por parte de algunos colonizadores llevaría a Carlos I a tomar cartas personales en el asunto.

Habiendo sido informado el emperador de que algunos españoles imponían su tiranía sobre la servidumbre indígena en los territorios de Indias y que ejercían la violencia sobre la población nativa, ocasionando la muerte y daños terribles a los habitantes, y con el fin de frenar estos hechos, el monarca mandó realizar una investigación sobre la veracidad de las atrocidades realizadas al otro lado del océano, al tiempo que convocó una reunión de expertos, elegidos entre los consejos más sabios y sobresalientes del reino, que devino en la célebre Controversia de Valladolid.
Con este hecho sin precedentes se intentaban analizar, desde un punto de vista jurídico, los aspectos justos e injustos de las campañas españolas en la conquista del Nuevo Mundo, lo que supuso el inconcebible debate público de una cuestión de estado a mediados del siglo XVI, además con una sorprendente tolerancia y libertad de expresión, algo infrecuente entre los gobernantes e instituciones de aquella época en Europa.

LA CONTROVERSIA EN EL COLEGIO VALLISOLETANO

El lugar elegido para el debate fue el Colegio de San Gregorio de Valladolid, regido por la orden dominica, que controlaba en España las universidades a través de cátedras y colegios. Las sesiones de la Junta celebraron un primer debate, llevado a cabo en los meses de agosto y septiembre de 1550, que quedó inconcluso y provocó una segunda convocatoria en abril de 1551. Los debates contaron con la asistencia de destacados ideólogos de la orden de predicadores, entre ellos los clérigos que sostuvieron el principal enfrentamiento de posturas: Juan Ginés de Sepúlveda, encabezando el grupo partidario de acabar con las costumbres bárbaras de los indios, y fray Bartolomé de las Casas, defensor de los derechos indígenas. Respaldando a este último también intervinieron Bartolomé de Carranza, enseñante en Valladolid, Domingo de Soto y Melchor Cano, ambos discípulos en Salamanca de Francisco de Vitoria, que había muerto en 1546 encabezando la denominada "Escuela de Salamanca". Melchor Cano, que tuvo que ausentarse de la ciudad para participar en el Concilio de Trento, sería sustituido en la segunda parte del debate por el abulense Pedro de Lagasca, que durante cuatro años había ocupado el cargo de presidente de la Real Audiencia de Lima.

LAS TESIS DE JUAN GINÉS DE SEPÚLVEDA

Juan Ginés de Sepúlveda (Pozoblanco, Córdoba 1490-1573). Prestigioso jurista que después de estudiar humanidades en Córdoba y filosofía en Alcalá de Henares se doctoró en artes y teología en Bolonia, llegando a ocupar los cargos de capellán y cronista oficial de Carlos V, así como de preceptor del Príncipe (futuro rey Felipe II), siendo un erudito antierasmista y experto en la obra de Aristóteles, del que en 1548 había traducido y editado en París su Política. A su regreso a España fue calificador del Santo Oficio en Córdoba y Valladolid y autor de más de veinte publicaciones de temas muy variados.

Este comenzó su exposición manifestando su oposición a las Nuevas Leyes de Indias de 1542, proponiendo en su tesis "De justis belli causis apud indios" el sometimiento forzoso de los aborígenes y su conversión a la fe cristiana, recurriendo para ello, si fuera necesario, al uso de la fuerza. Los razonamientos del jurista, que fueron recogidos en un trabajo titulado "Democrates secundus" (o causas justas de la guerra contra los indios), partían de la consideración de los indígenas como seres inferiores, salvajes que debían ser domesticados, basando su teoría en las costumbres de canibalismo y las ofrendas idólatras de sacrificios humanos en algunas tribus.

En su exposición se basó en teorías humanistas y aristotélicas, tomadas de Palacios Rubios y Poliziano, para sostener que los aborígenes eran esclavos por naturaleza, siendo un derecho de los conquistadores españoles el someterlos mediante la guerra justa e imponer su autoridad para erradicar tan aberrantes costumbres. Incluso comparó su modo de vida social con la organización animal de las abejas.

Como conclusión Sepúlveda propuso cuatro "Títulos Justos", argumentados sobre la razón, el derecho natural y la Teología, para justificar la conquista de los territorios americanos: 1 El derecho de tutela implica la servidumbre o esclavitud natural de los indígenas, ya que son incapaces de gobernarse por sí mismos; 2 Recurrir a la fuerza, si fuera preciso, para impedir las prácticas de canibalismo y otras conductas antinaturales; 3 Obligación de salvar a las víctimas inocentes sacrificadas a los falsos dioses; 4 Cumplir el mandato evangelizador que diera Cristo a los apóstoles y el papa al rey Fernando el Católico.

LAS TESIS DE BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

Bartolomé de las Casas (Sevilla, 1484-Madrid, 1566). Fraile dominico cuya vida estaba marcada por los múltiples viajes al continente americano y que había regresado a España después de ocupar el puesto de obispo de Chiapas. Era hijo de un mercader de Tarifa, Pedro de las Casas, que en 1493 había embarcado en el segundo viaje de Colón. Al igual que su padre embarcó hacia La Española en 1500, ejerciendo allí de minero y encomendero, llegando a participar en las guerras de Jaraguá y del Higüey. Tras regresar a España en 1507 recibió las órdenes sacerdotales en Roma, actuando como capellán de los conquistadores en la guerra de Cuba, por lo que recibió una encomienda que mantuvo hasta 1514, año en el que cambia su visión de los pueblos indígenas y pasa a convertirse en su defensor, misión para la que declaró sentirse predestinado.

Tras su traslado a Santo Domingo entabló contacto con los dominicos, iniciando, junto a fray Antón de Montesinos, la denuncia de los abusos de los encomenderos. Sus ideas serían escuchadas en España por el cardenal Jiménez de Cisneros y el cardenal Adriano, siendo nombrado "procurador o protector universal de todos los indios de las Indias".

De nuevo en América, sus ideas entraron en conflicto con los jerónimos y dominicos, lo que provocó su nuevo regreso a España. Tras obtener en 1520 una capitulación para la colonización pacífica de la costa de Paria, actual Venezuela, recorrió Puerto Rico y Santo Domingo, donde ingresó en la Orden dominica de Predicadores y comenzó su producción literaria. A fines de 1534 pudo recorrer Panamá, Nicaragua, México y Guatemala, donde aplicó las teorías recogidas en sus escritos sobre la conversión de los indígenas, predicando que el único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión era a través del diálogo y la persuasión.

Durante su estancia en España en 1540 escribió su célebre Brevísima o relación de la destrucción de las Indias, publicada en 1552, y Los dieciséis remedios para la reformación de las Indias, aprovechando su residencia en Valladolid para entablar contacto con Carlos V, tras lo cual se aprobaron en 1542 las llamadas Leyes Nuevas, en las que se prohibía la esclavitud y la actividad de los encomenderos. En 1543 fue nombrado por el papa obispo de Chiapas a propuesta del emperador Carlos, donde tuvo de nuevo enfrentamientos con los encomenderos, a muchos de los cuales terminó excomulgando.
En 1550 fue el promotor de la junta de teólogos, expertos en derecho canónico y miembros de los consejos de Castilla y las Indias convocada en el Colegio de San Gregorio.

Durante el debate de Valladolid, aunque no tenía la misma formación académica, replicó a Juan Ginés de Sepúlveda esgrimiendo una convincente apología a través de "Treinta Proposiciones", un trabajo con contenido jurídico de gran calado que se convirtió en el texto clave de las discusiones.

En sus propuestas atacaba con vehemencia el uso de la guerra como medio para la difusión de la gloria de Cristo, condenando tanto los expolios realizados como las matanzas impías y proponiendo una posible reparación de las injusticias sufridas por los indios a través de la garantía de sus derechos y libertades, para lo cual era necesario contar con el respaldo de las mayores instituciones de la época: la Iglesia y la Corona. También rebatió la consideración de Sepúlveda de los indígenas como salvajes, como seres humanos de rango similar a los animales, aduciendo que entonces no podrían pecar y no podrían ser evangelizados, proponiendo que como seres humanos, con iguales derechos, aunque con una cultura distinta a la europea, los españoles estaban obligados a su tutela.

Bartolomé de las Casas apoyó sus argumentos en las lecciones impartidas por Francisco de Vitoria en la Universidad de Salamanca y en su obra "Relectio de Indis", publicada en 1539, que cuestionando si era lícita la conquista americana exponía que los aborígenes eran hombres libres y dueños de sus tierras y que lo que los españoles consideraban incultura no era una razón para desposeerlos de sus bienes, comparando la crueldad de algunas costumbres con las que se habían practicado en lugares de Europa y en el pasado en España. Como consecuencia, a los ojos del dominico los indios tenían el derecho a la libertad y la propiedad, pero también a ser convertidos al cristianismo tras una predicación pacífica, postura reforzada por la intervención de Domingo de Soto.

FINAL DEL DEBATE

Tras la enconada discusión de las dos partes, la Junta que debía resolver el conflicto no estableció una resolución final a favor de ninguna de las teorías, por lo que ante la falta de un veredicto los dos bandos se consideraron vencedores, aunque con el tiempo acabarían prevaleciendo las ideas "lascasistas".

Esta falta de resolución pone de manifiesto que el trasfondo del debate no respondía a la mala conciencia de unos monarcas a los que una serie de clérigos con buenas intenciones exponían su visión, sino al deseo del rey de justificar ante las monarquías europeas la verdadera colonización de América. Es cierto que tras la Controversia de Valladolid se produjeron en algunos territorios las llamadas "pacificaciones" y que se pararon las conquistas, pero en ese momento las importantes civilizaciones precolombinas de México y Perú ya habían sido conquistadas y se habían consumado los oscuros sucesos por parte de algunos conquistadores.

No obstante, un hecho muy destacable fue la celebración de la controversia en sí misma, puesto que supuso un debate público sobre el sometimiento de pueblos en otras latitudes por parte de los colonizadores. Un hecho muy importante, sobre todo para un país como España, que después sería tan defenestrado por la leyenda negra. En definitiva, un debate pionero sobre derechos humanos que nunca se produjo en otros países colonizadores, tales como Francia, Holanda o Inglaterra, del que la ciudad de Valladolid fue testigo y escenario en la histórica controversia que con el tiempo ha sido recreada en el cine y el teatro.

Ilustraciones: 1 Patio del Colegio de San Gregorio de Valladolid. 2 Cabeza azteca, Museo de Antropología de México. 3 Fray Bartolomé de las Casas. 4 Escrito autógrafo de Bartolomé de las Casas. 5 Patio de San Gregorio, Valladolid. 6 Pinturas murales mayas de los templos de Bonampak, Chiapas, México. 7 Calendario azteca, Museo de Arqueología, Ciudad de México. 8 Patio de Escuelas del Colegio de San Gregorio, Valladolid.

Informe y fotografías 1,3,5 y 8: J. M. Travieso.
Registro Propiedad Intelectual - Código: 1104108944668


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2 comentarios:

  1. Hola, he visto este artículo y junto al título de las Tesis de Fray Bartolomé de las Casas hay una fotografía de una escultura en madera con barba larga. Necesito saber de qué autor es. Mi nombre es Antoniojosé y mi correo es ajkalas@hotmail.com

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  2. La fotografía es un montaje virtual. La escultura es un santo franciscano del escultor Pompeo Leoni que se conserva en el Museo Nacional de Escultura. Está superpuesta a una vista de la galería superior del patio del Colegio de San Gregorio de Valladolid, hoy sede del Museo Nacional de Escultura.

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