Con motivo de cumplirse el primer aniversario de la presentación de la fachada restaurada.
El 26 de diciembre de 1246 contrajeron matrimonio en la Colegiata de Valladolid el rey Alfonso X el Sabio y doña Violante de Aragón y Hungría, hija de Jaime I el Conquistador, rey de Aragón, y doña Violante de Hungría. Treinta años después, en 1276, doña Violante funda un convento en la parte norte de Valladolid, en un solar cedido por el Consejo, que entrega a la orden húngara de San Pablo, fundada en 1250 por el beato Eusebio de Hungría. Las obras comenzaron diez años después bajo la tutela de María de Molina, que levantó una sencilla iglesia de tipo mendicante con cubierta de madera.
Aquella iglesia sería remplazada entre 1445 y 1468 por un nuevo y espacioso templo gótico sufragado por el cardenal Fray Juan de Torquemada, tío del inquisidor general Tomás de Torquemada. A la muerte de éste, según consta en el libro Becerro del convento, continuó el mecenazgo Fray Alonso de Burgos, confesor de Isabel la Católica y obispo de Palencia, diócesis a la que pertenecía Valladolid en ese momento, que levantó el claustro (1490), el refectorio, la sala capitular, la librería, una amplia capilla anexa destinada a ser su lugar de enterramiento sobre la anterior capilla del Crucifijo, dos espléndidas puertas a los lados del transepto y la espectacular fachada, obras que se hicieron mientras se construía el Colegio de San Gregorio, edificio anexo al convento concebido como centro de estudios de Teología y también patrocinado por este mismo prelado.
En 1550 fue añadida una gran sacristía, cubierta con una bóveda estrellada, por iniciativa del cardenal García de Loaisa, confesor de Carlos I. El recinto sigue la modalidad de los templos de predicadores, con planta de cruz latina definida por una sola y diáfana nave, un amplio transepto, capillas entre contrafuertes comunicadas por atajos y un ábside ochavado cubierto por bóvedas de crucería.
El elemento más destacado del edificio era la fachada, realizada entre 1497 y 1500 por el arquitecto burgalés Simón de Colonia, que adopta la forma de un retablo de piedra decorado por un abigarrado programa iconográfico que se ajusta a las formas del gótico hispano-flamenco, también conocido como gótico isabelino, con una ornamentación que siguiendo el gusto por el horror vacui de reminiscencia mudéjar recubre la totalidad de los paramentos.
LA PRIMITIVA FACHADA
El aspecto actual de la fachada no se corresponde con el estado original que pudo admirar Lorenzo Vital en 1517, cuando relataba los lugares visitados por Carlos V durante su primer viaje a España, o cuando en 1527 fue bautizado en la iglesia el futuro rey Felipe II. Por entonces la fachada alcanzaba solamente la altura de la imposta situada sobre el rosetón central, en la que se aprecian dos gárgolas y sobre la que descansaba el frontón superior, en cuyo frontispicio figura el emblema de los Reyes Católicos sujetado por dos leones rampantes. A los lados quedaba acotada por dos pilares, en forma de altos pináculos escalonados que aún permanecen en su emplazamiento, decorados con numerosas esculturas bajo doseletes. Se acompañaba de una discreta torre campanario, cuyo aspecto se desconoce, pero que bien pudo tener un aspecto similar al de la torre de la iglesia de San Lorenzo (recreación en ilustración 2). Esta desapareció en la reforma realizada por el Duque de Lerma a principios del siglo XVII.
La primitiva fachada se articula en dos grandes cuerpos separados por impostas, uno inferior con la puerta de acceso en forma de arco conopial abocinado, cobijada bajo un amplio arco carpanel, y otro superior reticulado en cuyo centro se abre un rosetón. Los elementos ornamentales muestran un típico repertorio tardogótico: tracerías geométricas, retículas romboidales, arcos lobulados y conopiales, rosetas, escamas, orlas vegetales caladas, doseletes y cresterías, con infinidad de esculturas entre ellos. Sobre este conjunto se colocaría el frontón que hoy corona la fachada, a una altura inferior de como aparece en la actualidad. Todo ello planteado como una exaltación de la orden dominica y de la monarquía de los Reyes Católicos.
La primitiva fachada se articula en dos grandes cuerpos separados por impostas, uno inferior con la puerta de acceso en forma de arco conopial abocinado, cobijada bajo un amplio arco carpanel, y otro superior reticulado en cuyo centro se abre un rosetón. Los elementos ornamentales muestran un típico repertorio tardogótico: tracerías geométricas, retículas romboidales, arcos lobulados y conopiales, rosetas, escamas, orlas vegetales caladas, doseletes y cresterías, con infinidad de esculturas entre ellos. Sobre este conjunto se colocaría el frontón que hoy corona la fachada, a una altura inferior de como aparece en la actualidad. Todo ello planteado como una exaltación de la orden dominica y de la monarquía de los Reyes Católicos.
LA COMPLEJA ICONOGRAFÍA
Portada
La decoración se concentra en las jambas y en tres bandas colocadas entre las molduras de las arquivoltas de trazado conopial, siendo un espacio reservado para las santas relacionadas con la orden dominica. En las jambas aparecen, de izquierda a derecha, las figuras de Santa Margarita con un dragón a sus pies, María Magdalena portando un tarro de perfumes, Santa Catalina victoriosa sobre el emperador romano y una santa dominica que podría tratarse de Santa Catalina de Siena, todas ellas bastante mutiladas. La banda interior presenta motivos vegetales calados a trépano, la intermedia figuras de santas dominicas, tres sin identificar que portan la palma de martirio y un rosario, y una con corona y un libro que se interpreta como Santa Isabel de Hungría, en alusión al origen de la comunidad. En la banda exterior niños juguetones y animales fantásticos se mezclan con una hojarasca vegetal, mientras que en el trasdós del arco aparecen seis ángeles músicos colocados de rodillas.
Arco carpanel
Todo este ámbito está reservado a los santos dominicos y escenas de gloria. Sobre la puerta, a modo de tímpano, aparece bajo un gran dosel la escena de la Coronación de la Virgen por la Santísima Trinidad, compuesto con figuras a distintas escalas. A los lados de la Virgen aparecen el Padre y el Hijo sujetando una corona sobre la que se coloca el Espíritu Santo en forma de paloma; al fondo y a los lados un coro de nueve ángeles músicos; a la izquierda aparece Fray Alonso de Burgos como donante, revestido de pontifical, de rodillas, rezando y amparado por San Juan Evangelista, que sujeta como atributo la copa emponzoñada; en el lado opuesto se halla San Juan Bautista, identificado por su aspecto de asceta y por portar el cordero que prefigura a Cristo; en ambos lados ángeles tenantes muestran escudos en los que originariamente aparecía la flor de lis, emblemas de Fray Alonso de Burgos que serían reconvertidos según se verá más tarde.
Todo este ámbito está reservado a los santos dominicos y escenas de gloria. Sobre la puerta, a modo de tímpano, aparece bajo un gran dosel la escena de la Coronación de la Virgen por la Santísima Trinidad, compuesto con figuras a distintas escalas. A los lados de la Virgen aparecen el Padre y el Hijo sujetando una corona sobre la que se coloca el Espíritu Santo en forma de paloma; al fondo y a los lados un coro de nueve ángeles músicos; a la izquierda aparece Fray Alonso de Burgos como donante, revestido de pontifical, de rodillas, rezando y amparado por San Juan Evangelista, que sujeta como atributo la copa emponzoñada; en el lado opuesto se halla San Juan Bautista, identificado por su aspecto de asceta y por portar el cordero que prefigura a Cristo; en ambos lados ángeles tenantes muestran escudos en los que originariamente aparecía la flor de lis, emblemas de Fray Alonso de Burgos que serían reconvertidos según se verá más tarde.
A los lados de la puerta, sobre pilares compuestos y columnas adosadas, se apoyan figuras de santos de gran tamaño y santas de pequeño formato. A la izquierda se aprecian a San Pedro Mártir, sujetando la palma de martirio con las tres coronas a las que renunció y un machete clavado en la cabeza, Santo Domingo de Guzmán con una antorcha y un libro en sus manos y un perro a los pies, junto a tres santas sin identificar de menor tamaño. El esquema se repite a la derecha, con las figuras de Santo Tomás de Aquino, con la maqueta de una iglesia en la mano, San Vicente Ferrer en su condición de prestigioso predicador, y otras tres santas mutiladas que impiden su interpretación (una de ellas desaparecida).
En la arquivolta interior del arco carpanel aparecen colocados doce santos dominicos que sujetan libros, arquillos rematados por grupos de tres granadas en la intermedia y niños y animales entre hojarasca en la exterior, sobresaliendo de la moldura y proyectadas al exterior cuatro figuras de ángeles con aspecto de gárgolas. De nuevo en las enjutas dos parejas de ángeles sujetan escudos.
En torno al rosetón
Presenta menor densidad de esculturas, con los muros tapizados por distintos tipos de tracerías. Una cornisa con dos tipos de motivos, hojarasca y arquillos, separan este cuerpo del inferior. Colocadas bajo doseletes aparecen en el centro tres figuras sedentes que corresponden a Dios Padre y a los lados San Pedro y San Pablo, con las llaves y la espada respectivamente. Bajo las arquerías lobuladas se ubican los Cuatro Evangelistas sentados ante sus pupitres y acompañados de los símbolos del Tetramorfos. Más arriba, a los lados del rosetón y bajo arcos conopiales se hallan parejas de ángeles tenantes de gran formato. Coronando el arco sobre el rosetón está una figura no identificada con barba, turbante y una filactería que se ha interpretado como un profeta.
Presenta menor densidad de esculturas, con los muros tapizados por distintos tipos de tracerías. Una cornisa con dos tipos de motivos, hojarasca y arquillos, separan este cuerpo del inferior. Colocadas bajo doseletes aparecen en el centro tres figuras sedentes que corresponden a Dios Padre y a los lados San Pedro y San Pablo, con las llaves y la espada respectivamente. Bajo las arquerías lobuladas se ubican los Cuatro Evangelistas sentados ante sus pupitres y acompañados de los símbolos del Tetramorfos. Más arriba, a los lados del rosetón y bajo arcos conopiales se hallan parejas de ángeles tenantes de gran formato. Coronando el arco sobre el rosetón está una figura no identificada con barba, turbante y una filactería que se ha interpretado como un profeta.
Pináculos laterales
Colocados en orden decreciente, aparecen bajo doseles cinco niveles de esculturas que representan virtudes, santas, profetas, doctores y padres de la Iglesia, reservándose el inferior para un apostolado con figuras de gran tamaño.
Colocados en orden decreciente, aparecen bajo doseles cinco niveles de esculturas que representan virtudes, santas, profetas, doctores y padres de la Iglesia, reservándose el inferior para un apostolado con figuras de gran tamaño.
En el pináculo izquierdo se hallan los apóstoles Santiago Alfeo, Santiago el Mayor y otro difícil de determinar. Sobre ellos otros dos apóstoles indeterminados acompañados de cuatro figuras menores que corresponden a Santa Catalina y tres profetas. En el nivel siguiente son visibles La Caridad, otra virtud y el rey David. Sobre ellos alegorías de la Religión y de la Fe y en la cúspide una santa y un profeta.
En el pináculo derecho aparecen un apóstol no identificable, San Bartolomé, con el diablo encadenado a sus pies, y San Andrés sujetando su cruz. Encima Santo Tomás con la escuadra y otro apóstol junto a cuatro figuras de santas más pequeñas. En la siguiente altura San Jerónimo con el león a sus pies, San Mateo, San Marcos y una santa. En el cuarto nivel San Lucas y San Juan y en el remate superior San Gregorio, San Agustín y San Ambrosio.
Frontón
Totalmente recubierto por un tapiz de escamas, constituye un motivo de exaltación y propaganda política. Está presidido por un enorme emblema de los Reyes Católicos, sujeto por leones que en sus patas también sostienen el yugo y las flechas y sobre cuya corona se alza el águila de San Juan. La aparición de la granada en el escudo nacional data su ejecución en fecha posterior a 1492. Una veleta y una cruz de forja ocupan el vértice superior del frontón triangular.
Totalmente recubierto por un tapiz de escamas, constituye un motivo de exaltación y propaganda política. Está presidido por un enorme emblema de los Reyes Católicos, sujeto por leones que en sus patas también sostienen el yugo y las flechas y sobre cuya corona se alza el águila de San Juan. La aparición de la granada en el escudo nacional data su ejecución en fecha posterior a 1492. Una veleta y una cruz de forja ocupan el vértice superior del frontón triangular.
REMODELACIÓN DE LA FACHADA
En diciembre de 1600 se hizo con el patronato de la capilla mayor don Francisco de Rojas y Sandoval, el poderoso Duque de Lerma, que al año siguiente acometió importantes obras en el templo dominico. Su fin era convertir la iglesia en el centro religioso de un conjunto palaciego que acogería la corte en Valladolid, hecho que se consumó en 1601 y se prolongó hasta 1606.
Los trabajos más destacados fueron la elevación de las bóvedas de la nave, colocándolas a la misma altura que las del crucero y el presbiterio, la preparación en la capilla mayor de tribunas y lucillos funerarios para colocar sus efigies de bronce a imitación del modelo de El Escorial, la construcción de un coro alto sobre la entrada y, fundamentalmente, la remodelación de la fachada, a la que se realizó una limpieza y se aumentó considerablemente en altura con un añadido superior en forma de tres cuerpos de trazado reticular, lo que hizo necesaria la colocación de dos potentes contrafuertes laterales que simulan torres al estar rematadas por espadañas con función de campanarios. Además mandó eliminar todos los emblemas de Fray Alonso de Burgos de la fachada y sustituirlos por los suyos propios, añadiendo otros dos enormes en las torres, acompañados de lápidas conmemorativas, y otros doce sujetados por leones colocados sobre pilares que acotan el ámbito de la entrada, todo ello con fines propagandísticos, al tiempo que en el centro de la plaza mandó colocar un crucero procedente de la iglesia de Santiago.
Con estas obras el primitivo aspecto de la fachada quedó trastocado por completo, aunque en honor a la verdad, hay que reconocer que ganó en majestuosidad y riqueza. Esta ampliación explica la repetición en la fachada de la iconografía del santoral, como los principales santos dominicos, que aparecen por duplicado, y los evangelistas, que se repiten hasta tres veces.
Cuerpo alto de la fachada
Cuerpo alto de la fachada
Su ordenación rompe con el goticismo de los cuerpos inferiores y responde al gusto clasicista imperante en los inicios del siglo XVII, a pesar de lo cual es evidente que se procuró mantener un sentido unitario en la estética del conjunto, para lo cual se reaprovecharon altorrelieves góticos de procedencia desconocida y se hicieron nuevas esculturas por destacados maestros del momento (para consultar la iconografía del cuerpo alto pulsar sobre ilustración 9).
Se estructura en tres cuerpos divididos en cinco calles, con un fondo unitario tapizado de estrellas, resaltadas y rehundidas alternativamente, elementos que aluden al emblema familiar del Duque de Lerma. La ordenación iconográfica responde a un criterio bien estudiado, reservando los dos cuerpos inferiores a Cristo y el superior a las glorias dominicas y la Virgen.
En las tres calles centrales de los cuerpos inferiores aparecen colocados bajo doseles seis altorrelieves góticos relacionados con el triunfo de Cristo que presentan las escenas de Las Marías ante el sepulcro, la Resurrección, el Encuentro camino de Emaús, la Aparición a los discípulos, San Juan y San Pedro ante el sepulcro y la Duda de Santo Tomás. En las calles laterales inmediatas aparecen las figuras del rey David, Salomón y dos profetas, los cuatro atribuidos a Francisco de Rincón, y en los extremos los Cuatro Evangelistas dentro de nichos, iconografía que se repite por tercera vez a lo largo de la fachada.
En el cuerpo superior y separados por bandas góticas reaprovechadas, talladas con hojarasca, niños y animales, aparecen en el centro la Virgen con el Niño, Santo Domingo de Guzmán y Santo Tomás de Aquino dentro de hornacinas. A su lado dos grandes escudos de armas del Duque de Lerma rodeados de guirnaldas y en los extremos otras dos hornacinas con San Pedro de Verona y San Vicente Ferrer. Los cuatro santos dominicos situados en este cuerpo, todos ellos realizados en el momento de la ampliación, repiten su presencia en la fachada, pues son los mismos que aparecen en gran tamaño a los lados de la puerta.
El estilo del conjunto deriva de los modelos hispano-flamencos desarrollados en la escuela burgalesa, siendo su carácter polimórfico objeto de numerosas hipótesis acerca de los escultores participantes, señalándose la posible intervención, junto a Simón de Colonia, autor de la traza general, de su hijo Francisco de Colonia y de un grupo de discípulos de Gil de Siloé, teorías basadas en las similitudes con los modelos burgaleses que aparecen en la Capilla del Condestable, en la iglesia de San Nicolás y en la Cartuja de Miraflores.
La fachada fue objeto de una limpieza en 1985 y de su restauración integral entre 2004 y 2009, siendo descubierta en septiembre de este último año con el mismo aspecto que conociera el Duque de Lerma, hecho que fue celebrado con grandes festejos en la ciudad.
Para finalizar diremos que el Duque de Lerma dotó a la iglesia de notables obras artísticas, entre ellas los imponentes sepulcros en bronce realizados por Pompeo Leoni y Juan de Arfe, hoy en la capilla del Museo Nacional Colegio de San Gregorio, y un Cristo Yacente de la primera época de Gregorio Fernández (1610). La iglesia también conserva de este escultor una airosa imagen de Santo Domingo de Guzmán (1624) y cuatro santos dominicos (1624), en su día destinados al retablo mayor, que representan a San Pedro de Verona, San Vicente Ferrer, Santa Catalina de Siena y Santa Inés de Montepulciano, los cuatro mutilados parcialmente por el hundimiento de la bóveda del templo en 1967.
Tanto el patrimonio de la iglesia como las dependencias del convento sufrieron el salvaje expolio durante su ocupación por las tropas francesas durante la estancia de Napoleón en Valladolid, cuando tras ser convertidas en acuartelamiento fueron víctimas de la profanación y las represalias que causaron su ruina progresiva. Años después, en 1835, la Desamortización favoreció el derribo de las dependencias conventuales, conservándose tan sólo la iglesia y la portada de acceso a la huerta (actualmente junto a las viviendas de La Rondilla) de aquel afamado complejo, sobre cuyas ruinas se levantó el Instituto José Zorrilla, cuya andadura se inició el 30 de septiembre de 1907.
Informe, recreación virtual y fotografías: J. M. Travieso.
Registro Propiedad Intelectual - Código: 1104108944231
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Registro Propiedad Intelectual - Código: 1104108944231
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¡Hola!
ResponderEliminar¡Enhorabuena por el blog!
Me gusta mucho la reconstrucción de la fachada, ¿la has hecho tú? Me gustaría citarte, y si me pudieras pasar el archivo, estaría genial.
Muchas gracias!
OK
ResponderEliminarMuy buena descripción
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