Durante mucho tiempo el Museo del Prado ha expuesto una copia de La Gioconda que ya aparecía en el inventario realizado en 1666 en el Alcázar de Madrid. La gran similitud con el original quedaba desvirtuada por el fondo negro de unos repintes, posiblemente aplicados en el siglo XVIII, que no permitían apreciar el paisaje del fondo.
Tras una rigurosa limpieza iniciada hace dos años, en la que se han eliminado todos los repintes, la figura ha recobrado detalles de gran nitidez en la figura y su indumentaria y el paisaje del fondo por completo, idéntico al original, como puede apreciarse en las fotografías. Este descubrimiento ha causado un gran revuelo internacional, pues la pintura se revela contemporánea a la obra de Leonardo, apuntándose que la obra se hiciese simultáneamente a la conservada en el Louvre, en el taller del gran genio, entre 1503 y 1506.
En opinión de Bruno Mottin, conservador jefe del centro de Investigación y Restauración de los Museos de Francia, la obra pudo ser realizada por un discípulo de Leonardo, como Andrea Salai o Francesco Melzi. La fama del retrato ha disparado la especulación acerca de la autoría, pues la obra madrileña incluso muestra ahora ciertos detalles que se ajustan con más precisión a la descripción que de ella hiciera Giorgio Vasari, que también desveló la identidad de la dama como Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo.
Tras ser presentados los hallazgos por Ana González Mozo, del Museo del Prado, en un simposio celebrado en la National Gallery de Londres y de la reciente presentación a la prensa, la noticia ha causado un gran revuelo en Italia, desatando toda serie de hipótesis, como la de Alessandro Vezzosi, presidente del Museo Ideale di Vinci, que apunta la posibilidad de que sea obra de un discípulo de Leonardo conocido como Ferrando Spagnolo, unas veces identificado como Fernando Yáñez de la Almedina y otras como Fernando Llanos, una opinión que también es compartida por Pietro Marani. Otras opiniones son más reticentes, como la de Caterina Bon Valsassina, superintendente de Bienes Culturales, que encuentra en la pintura matices rafaelescos, o el historiador Tomaso Montanari, que no encuentra la obra a la altura de Leonardo.
Sin duda esta pintura, al igual que el original, seguirá generando ríos de tinta, especialmente después de su viaje a París, donde será presentada, completamente restaurada, junto al mítico icono.
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