15 de marzo de 2013

Theatrum: LA ORACIÓN DEL HUERTO, el temblor sudoroso de la madera







PASO PROCESIONAL DE LA ORACIÓN DEL HUERTO
Andrés Solanes (Valladolid 1595 - Vitoria 1635)
1628-1630
Madera policromada
Cristo y el ángel en la iglesia penitencial de la Santa Vera Cruz, Valladolid
Judas y dos sayones en Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura barroca española. Escuela castellana



EL IMAGINERO ANDRÉS SOLANES

Andrés Solanes fue uno de los imagineros que realizaron su aprendizaje en Valladolid como discípulo del genial Gregorio Fernández. De él absorbió como una esponja los modos y técnicas de trabajo hasta llegar a repetir miméticamente aquellos modelos tanto éxito tuvieron en el primer tercio del siglo XVII.
Hemos de constatar que como escultor capaz de impregnar un sello propio a su obra ha sido revitalizado en tiempos muy recientes, por lo que el catálogo de su producción aún no es demasiado extenso e ilustrativo, especialmente por haber permanecido su figura ensombrecida por quien fuera la cabeza visible de la importante escuela de escultura castellana, de la que fue fiel imitador.

Andrés Solanes nació el año 1595 seguramente en Valladolid, por ser hijo de un ensamblador del mismo nombre que había trabajado para el Duque de Lerma, contando con otro hermano, Francisco, que ejerció el mismo oficio del padre. Andrés realizó su aprendizaje y oficialía en el obrador que Gregorio Fernández tenía instalado en la calle del Sacramento (actual Paulina Harriet), donde pudo ejercitarse en el sólido academicismo implantado por el maestro gallego en su prolífico taller de escultura.

Hoy sabemos que en 1622 contrajo matrimonio con Catalina de Zuazu Guevara, con la que tuvo al menos dos hijos, Francisco y Andrés, y que en 1626, año en que como "maestro de escultoría" firma la escultura del desaparecido retablo mayor del convento de San Pablo, ya disponía de su propio taller, primero en las proximidades de San Miguel, en un local alquilado por su hermano Francisco, después en la acera del Sancti Spiritus, en un aposento propiedad de Estefanía Juni, y desde 1630 localizado en la placeta de los Orates (actual Cánovas del Castillo), donde trabajaron como mancebo Pedro García de Zaroa y como aprendices Juan Bautista Vázquez  y Juan Rodríguez.

Andrés Solanes formaba parte del grupo de escultores asociados a Gregorio Fernández que realizaban los encargos que el gran maestro no podía atender por exceso de trabajo, en casi todas ocasiones repitiendo con gran fidelidad los prototipos fernandinos, como es el caso del retablo de la capilla de los patronos del monasterio vallisoletano de la Santa Espina, obra culminada en 1635 y hoy con algunas figuras diseminadas por la provincia, como el Cristo atado a la columna de la iglesia de Urueña, el Ecce Homo de la iglesia de Santa María de Villabrágima y el Cristo yacente de la iglesia de San Cebrián de Mazote.

En su producción más personal, las imágenes de Andrés Solanes no logran la esbeltez del canon de su maestro. No obstante, en su obra es apreciable la misma precisión en el tallado de los cabellos y la expresividad de los rostros, siempre con grandes ojos, así como una forma de trabajar los pliegues de las telas de forma ampulosa y aspecto metálico, situándose en este sentido muy próximo a la habilidad del escultor vallisoletano Francisco Alonso de los Ríos. En ocasiones deja su impronta creativa en figuras altamente expresivas, como es el caso de este paso procesional de la Oración del Huerto.

Una muerte prematura, cuando rondaba los 40 años, truncó una carrera que le hubiera colocado entre lo más granado de la escuela escultórica castellana. El óbito se produjo en noviembre de 1635 en la casa que su amigo el pintor Diego Pérez Cisneros tenía en Vitoria, cuando allí se hallaba desplazado para asentar un retablo de Gregorio Fernández, que apenas le sobrevivió dos meses, y algunos retablos suyos que había realizado con el ensamblador Juan Velázquez y el pintor Mateo de Prado para el monasterio franciscano de Nuestra Señora de Aránzazu. El día 20 de diciembre de 1635 era enterrado en la iglesia de San Vicente de la ciudad alavesa.


EL PASO PROCESIONAL DE LA ORACIÓN DEL HUERTO

El año 1623 culminaba Gregorio Fernández el paso del Descendimiento encargado por la cofradía de la Santa Vera Cruz de Valladolid, que no cumplió con los pagos acordados con el artista, lo que motivó una reclamación judicial que enfrió las relaciones entre el escultor y la cofradía. Posiblemente este fuera el motivo por el que en 1628, cuando la cofradía de la Vera Cruz decidió encargar un nuevo paso de la Oración del Huerto, que vendría a sustituir a la anterior versión en papelón citada por Tomé Pinheiro da Veiga en su Fastiginia, tuviera que recurrir a su discípulo Andrés Solanes, que por entonces ya disponía de propio taller y era capaz de ajustarse como nadie a la estética del maestro. También es posible que esta fuera la causa de la mala relación de Andrés Solanes con María Pérez y Damiana, esposa e hija de Gregorio Fernández respectivamente, a las que otorgaba perdón en su testamento por la difusión de comentarios que él consideraba injuriosos.

El escultor, que estuvo dedicado a componer esta obra entre 1628 y 1630, según consta en diferentes cartas de pago, no defraudó las expectativas de la cofradía, que recibió un conjunto de cinco figuras que fusionaba dos escenas simultáneas: la Oración del Huerto y el Prendimiento. Las figuras, dispuestas sobre una larga plataforma pintada por Gregorio Guijelmo en 1628, configuraban una escena con los mismos aires de teatralidad que había conseguido Gregorio Fernández en los pasos del Camino del Calvario, la Crucifixión (Sed tengo), el Descendimiento y la Sexta Angustia, en este caso con dos grupos bien diferenciados para narrar el pasaje evangélico, por un lado un Cristo suplicante en el huerto de Getsemaní ante un ángel que le ofrece el cáliz y por otro Judas indicando a dos soldados a quien deben apresar. El paso procesional desfiló por primera vez el Jueves Santo de 1630 a hombros de sesenta costaleros.

En la elaboración del conjunto intervinieron, bajo las directrices de Andrés Solanes, los colaboradores Jacinto Rodríguez, Martín López de Vallejo y Pedro Carrillo, ocupándose Francisco García de la policromía del ángel y Gregorio Guijelmo, pintor de la plataforma como ya se ha dicho, del "peñasco" sobre el que iba asentado.
 Tradicionalmente se ha incorporado a la escena un tronco o ramas de un olivo real que serviría para separar los dos ambientes: por un lado Cristo postrado ante el peñasco y por otro Judas casi embozado consumando su traición. En 1769 ambos grupos fueron separados y en tiempos de la Desamortización las figuras de Judas y los dos sayones ingresaron en los fondos del Museo Provincial de Bellas Artes (futuro Museo Nacional de Escultura), donde permanecieron olvidados en la oscuridad de los almacenes hasta la recuperación promovida por Luis Luna Moreno en 1986. Afortunadamente, las imágenes principales de Cristo y el Ángel fueron preservadas en un pequeño retablo colocado en la nave del lado del Evangelio de la iglesia de la Santa Vera Cruz, siendo esta escena la que viene desfilando (que horrible el verbo procesionar) desde entonces hasta nuestros días.

Cristo
Iglesia de la Vera Cruz, Valladolid            
Formalmente representa a Cristo arrodillado y extendiendo vacilante su mano derecha hacia el cáliz que le ofrece el ángel, con un tamaño que supera ampliamente el natural. Está recubierto por una túnica larga, que produce un característico pliegue al cuello, y un manto que discurre por la espalda y remonta el hombro derecho, una indumentaria con una acabado pintado en color verde azulado y un discreto ribete dorado. Sin duda el mejor trabajo se concentra en la cabeza, con el rostro al frente y la mirada a lo alto, la boca entreabierta insinuando un susurro, ojos postizos de cristal y los cabellos y barbas minuciosamente tallados. Una personalísima obra de Solanes llena de vida interior que muestra un gesto entre sudoroso y dubitativo, siendo posiblemente la cabeza de un Cristo vivo más patética y rotunda de cuantas ofrece el barroco vallisoletano.

Andrés Solanes, siguiendo a Gregorio Fernández, utiliza el expresivo lenguaje de las manos y recubre la anatomía con abultados drapeados que ofrecen los característicos pliegues de aspecto metálico. Su configuración sirvió de inspiración a otros escultores que copiaron este modelo cuando fue solicitado por cofradías de Medina del Campo, Nava del Rey, Tordesillas o Medina de Rioseco.

El Ángel
Iglesia de la Vera Cruz, Valladolid           
Tradicionalmente denostado por los críticos -sin duda no tiene la misma fuerza que la figura de Cristo- es una figura secundaria llena de movimiento que responde a una tipología angélica muy difundida en Valladolid, con los cabellos ensortijados y el cuerpo recubierto por una túnica interior larga, abierta a los lados y pintada con motivos vegetales sobre fondo marfil, y una sobretúnica exterior corta, con numerosos pliegues, motivos vegetales sobre fondo rojo y ajustada a la cintura por un cíngulo. Sus ojos se clavan en Cristo, mientras en su mano izquierda sujeta el simbólico cáliz de la amargura que le ofrece y en la izquierda enarbola una cruz que prefigura el sacrificio que se le exige.

La figura adolece del canon poco esbelto que caracteriza la obra de Solanes, aunque mantiene la finura en el tallado de los cabellos y los pliegues de las túnicas, que aparecen ligeramente agitadas por una suave brisa insinuando su procedencia etérea. En 1787 el Diario Pinciano criticaba cierta desfiguración de la escultura con motivo de su repintado, aunque recientemente ha sido objeto de una restauración que le ha devuelto la policromía original.

Judas
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Esta escultura permaneció durante muchos años abandonada en los almacenes del Museo Nacional de Escultura sin adjudicación de autoría, hasta que fuera puesta en relación con las imágenes de la Oración del Huerto por Luis Luna Moreno en 1986, aunque no aventuraba el posible nombre de su autor, dato posteriormente confirmado por Jesús Urrea como obra de Andrés Solanes.

La tipología del apóstol traidor presenta gran similitud con la de Cristo, especialmente la cabeza, en este caso con melena de tono pelirrojo, aunque su trabajo no ofrece la rotundidad de aquella. Judas aparece de pie, con la pierna derecha adelantada insinuando el paso y con el torso ligeramente inclinado para señalar con gesto acusador con su mano izquierda la figura de Jesús. Viste una túnica roja con botonadura en el pecho, cuello y puños vueltos en blanco y ajustada a la cintura mediante un cíngulo. La voluminosa figura se recubre con un grueso manto que cae desde el hombro izquierdo y se recoge por la derecha a la altura de la cintura, todo decorado con motivos vegetales rojizos sobre fondo ocre. De nuevo la textura de las telas es sumamente rígida, aunque en la composición de la figura predomina el dinamismo, el gesto decidido y el dominio del espacio envolvente, cumpliendo a la perfección su papel en la narración teatralizada.

Su restauración por el Museo Nacional de Escultura, realizada no hace muchos años, ha devuelto a la figura todos sus valores plásticos, motivo por el que fue seleccionada en 2009 para ser presentada en el Victoria & Albert Museum de Londres con motivo de la exposición "El Barroco 1620-1800: El Estilo en la Era de la Magnificencia".

Los dos sayones
Museo Nacional de Escultura, Valladolid

Dos de los sayones conservados en los almacenes del Museo Nacional de Escultura, restaurados y limpiados en tiempos recientes, han sido identificados como soldados integrantes del paso original de la Oración del Huerto, ambos sujetando sendas lanzas en su mano derecha. Aunque en estas figuras baja el nivel de calidad de las tallas precedentes, ofrecen una coherencia estilística que permite aceptar la atribución, si bien en ambos trabajos participarían los oficiales del taller.

Uno de los soldados, con postura un tanto estática, viste un jubón con listas negras sobre fondo blanco que le proporciona un aire de coraza. Un faldellín floreado deja al descubierto parte de las calzas, con listas azules sobre fondo rojo lo mismo que las mangas. Lleva medias rojas y botas de cuero hasta la rodilla. Muy original es el gorro cónico de cuero haciendo juego con el jubón. Su gesto adusto y su rostro con bigote, perilla y nariz aguileña, roza la caricatura para presentarle ante el pueblo como un personaje despreciable, siguiendo la tipología de los sayones implantados por Gregorio Fernández.

El otro aparece igualmente vestido de forma anacrónica con una indumentaria más propia de la época en que se hace la escultura que de los tiempos romanos. Viste un jubón de fantasía, con faldellín y tímidas mangas, cuya policromía recrea una cota de malla, mientras que las mangas de la camisa y las calzas reproducen el recurso de los acuchillados tan de moda en la época. Más original es su casco, cuya visera sugiere la cabeza de un león. La figura presenta un peculiar movimiento, al disponer las piernas ligeramente arqueadas y colocadas en distintos planos, lo mismo que su brazo izquierdo con la mano al frente, en la que originariamente portaba un fanal, según la descripción realizada en 1675 por Moreno de la Torre. En el rostro, con facciones populares, destaca un enorme mostacho que casi le cubre la boca.  

Estas esculturas, tan peculiares sacadas de contexto, adquirían sus verdaderos valores plásticos y escénicos cuando desfilaban por la calle, al ritmo de los costaleros y a la luz de las velas, especialmente en esta escena nocturna, integrando un pasaje suficientemente conocido por las masas.   
  
El paso de la Oración del Huerto desfila en la Semana Santa vallisoletana alumbrado por la Cofradía Penitencial de la Oración del Huerto y San Pascual Bailón, fundada en 1939 por un grupo de hortelanos y jardineros. Una recomposición integral del conjunto se hizo durante el pregón de la Semana Santa de 1993, aunque es difícil que llegue a desfilar de nuevo con los mismos valores escenográficos concebidos y materializados en el taller de Andrés Solanes.


Informe: J. M. Travieso.

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Reconstrucción del paso de la Oración del Huerto














Andrés Solanes. Cabeza de Cristo de la Oración del Huerto

















Andrés Solanes. Cristo atado a la columna. Iglesia de Urueña (Valladolid)





3 comentarios:

  1. ¿Y porqué va a ser difícil desfilar de nuevo el paso completo?
    M.A.Alonso

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  2. Es difícil, no imposible, por los siguientes motivos:
    1.- Las imágenes de Cristo y el ángel son propiedad de la Cofradía de la Vera Cruz, que realiza la cesión anual a la Cofradía de la Oración del Huerto, debiendo asumir ésta el preceptivo seguro de riesgo de manipulación (se trata de obras de arte). A esto habría que añadir los seguros necesarios para tomar prestadas tres tallas del Museo Nacional de Escultura y los gastos de una nueva carroza. Por lo que se ve, la Cofradía de la Oración del Huerto está más interesada en disponer de su propio paso, ya elaborado y modificado por Miguel Ángel Tapia, del que nos reservamos hacer juicios de valor.
    2.- Más lógico podría ser que la Cofradía de la Vera Cruz, propietaria, tomara la iniciativa de hacer la recomposición, pero de momento no lo ha manifestado, como tampoco lo ha hecho con la escena de la Coronación de Espinas y el Azotamiento, cuyos sayones también se encuentran en el Museo. De momento, la plenitud de las tallas titulares no necesitan acompañamiento (de calidad inferior) y sólo se hacen recomposiciones ocasionales. En el fondo todo se reduce a problemas económicos, tal vez cuando soplen otros aires...No perdamos la esperanza.

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  3. Es evidente que los gastos, y más en los tiempos actuales, de una nueva carroza pueden ser importantes; no obstante hay que tener en cuenta que en un plazo muy corto de tiempo será necesario acometer la realización de una nueva que sustituya a la actual debido a su estado de conservación. Puede ser justo en ese momento cuando se plantee la recuperación, que no modificación, del montaje original.
    Un saludo

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