SAN JERÓNIMO
PENITENTE
Juan
Bautista Vázquez, el Viejo (Pelayos, Salamanca, h. 1525 - Llerena, Badajoz,
1588)
Hacia 1588
Madera
policromada
Iglesia de
Nuestra Señora de la Granada, Llerena (Badajoz)
Escultura
renacentista española
La escuela sevillana de escultura alcanzaría en el
Barroco una cima insuperable con la obra de tan destacados maestros como Juan Martínez Montañés (1568-1649), su
discípulo Juan de Mesa (1583-1627) o
Andrés de Ocampo (1560-1623) y su
sobrino Francisco de Ocampo
(1579-1639), que tuvieron como continuadores a Pedro Roldán (1624-1699) y su amplio taller. Sin embargo, la
búsqueda del naturalismo del barroco sevillano tiene su origen en la obra de
varios escultores castellanos que llegaron a Sevilla en la segunda mitad del
siglo XVI, cuya estética renacentista fue evolucionando hacia la tensión del
Manierismo, consolidando las fórmulas para las futuras creaciones barrocas.
A mediados del siglo XVI ya había dejado su huella
Roque Balduque (1500-1561), escultor y retablista de origen flamenco que llegó
a Sevilla para trabajar en la catedral, pero sería el asentamiento en la ciudad
de Juan Bautista Vázquez "el Viejo"
(h. 1525-1588), de origen salmantino y formado en Ávila, de su discípulo Jerónimo Hernández (1540-1586), natural
de Ávila, y de Gaspar Núñez Delgado,
igualmente de origen abulense y discípulo de este último, quienes a partir de
la escultura castellana del momento renovaron la escultura sevillana en la
segunda mitad del siglo XVI para constituirse en el punto de partida de la
efervescencia barroca hispalense.
EL SAN JERÓNIMO PENITENTE DE LLERENA
La devoción a San Jerónimo de Estridón alcanzó un
fuerte auge en época medieval, especialmente después de que en el año 1295 el
papa Bonifacio VIII le declarase Doctor de la Iglesia, pero su inconfundible iconografía,
en su faceta de penitente en el desierto, tanto en pintura como en escultura
fue en el Renacimiento cuando conoció un intenso desarrollo.
En ella es habitual la desnudez del santo en alusión
a la renuncia de los bienes mundanos en su retiro al desierto de Calcis; el
cuerpo enflaquecido por la dureza de la vida de eremita, marcada por los ayunos
y duras penitencias —generalmente aparece sujetando una piedra con la que se
golpea el pecho—; la profusión de arrugas corporales y una larga barba alusiva
a su avanzada edad —murió a los 80 años—; normalmente acompañado de un
crucifijo al que mira fijamente, como rememoración ascética de la Pasión; el
capelo y vestiduras cardenalicias de color púrpura, pues aunque nunca fue
cardenal rememoran los servicios prestados al papa San Dámaso; un libro en
referencia a su faceta de traductor de la Biblia Vulgata; apareciendo en su
soledad en compañía de un león, que además de ser una alegoría del desierto y
del coraje de San Jerónimo, recrea una vieja leyenda medieval, recogida en la Leyenda Dorada, según la cual cerca del
río Jordán el santo liberó al animal de una espina clavada en una pata, que
agradecido permaneció junto a él el resto de su vida, llegando a morir de
hambre sobre la tumba de San Jerónimo.
Todos estos elementos plásticos aparecen recreados
en el grupo escultórico que se conserva en la iglesia de Nuestra Señora de la
Granada de Llerena, que a pesar de no constituir una obra innovadora en cuanto
a la temática, es un buen exponente del arte de Juan Bautista Vázquez "el
Viejo", un escultor de origen castellano emigrado a Sevilla, donde a
finales del siglo XVI contribuiría de forma decisiva a la formación de una
importante escuela escultórica sevillana que alcanzaría su cumbre años más
tarde con la maestría de Juan Martínez Montañés, escultor que repetiría esta
misma iconografía de San Jerónimo
penitente en las magistrales versiones que hiciera en 1604 y 1609, la
primera para el convento de la Madre de Dios, igualmente en Llerena (Badajoz),
y la segunda para el retablo mayor del monasterio de San Isidoro del Campo de
Santiponce (Sevilla).
Este interesante grupo escultórico, de tamaño
inferior al natural, fue atribuido por el historiador Antonio Carrasco García a
Juan Bautista Vázquez, uno de los escultores más interesantes del siglo XVI
español y el más italianizante de su generación. Como señala Margarita Estella,
para su composición Juan Bautista Vázquez tomó sin duda como referencia el San Jerónimo penitente que realizara el
florentino Pietro Torrigiano durante su estancia en Sevilla, una obra modelada
en terracota policromada —de extraordinaria morbidez— para el sevillano
monasterio de San Jerónimo de Buenavista, actualmente conservado en el Museo de
Bellas Artes de Sevilla, obra que igualmente inspiró las versiones de Jerónimo
Hernández (1566, catedral de Sevilla) y las de Martínez Montañés anteriormente
mencionadas.
El grupo, a
juzgar por la ambientación rocosa de la composición, fue concebido sin duda para
un encasillamiento del desaparecido retablo que ocupaba la Capilla del Prior de
la iglesia de Nuestra Señora de la Granada de Llerena, que fue la última obra
realizada por Juan Bautista Vázquez, pues en esta población le sorprendió la
muerte en 1588, siendo rematado el retablo por su hijo y discípulo Juan
Bautista Vázquez "el Mozo".
En el conjunto, que todavía evidencia cierta
impronta berruguetesca, destaca la figura del santo, que practica la penitencia
ofreciendo una anatomía enflaquecida, minuciosamente descrita, con el torso
girado hacia el espectador para mostrar el vientre hundido y con arrugas, el
esternón enrojecido por los golpes de la piedra que sujeta en su mano derecha y
los músculos de brazos y piernas en tensión, siguiendo toda la figura un sutil
movimiento helicoidal relacionado con el manierismo florentino.
Toda su emotividad y dramatismo se concentra en la
cabeza, con una expresión ensimismada y cargada de sentimiento mientras clava
su mirada en el crucifijo que sujetaba en su mano izquierda y que no se ha
conservado. Su caracterización responde a una edad avanzada, con larga barba
canosa de dos puntas simétricas y afiladas, pómulos muy marcados, cejas muy
arqueadas, ojos muy abiertos, nariz recta y boca entreabierta como si musitara
una oración, contribuyendo estos recursos expresivos a incrementar su
dramatismo.
En torno suyo se distribuyen a los lados sendas
formaciones rocosas en forma de picachos dispuestos en diagonal, apareciendo el
capelo y las vestiduras cardenalicias colgadas de la rama de un árbol cuyo
tronco se eleva a la derecha, junto al que las rocas forman una pequeña cueva
en la que reposa el preceptivo león, que aparece con la cabeza levantada y
mirando al espectador.
Es posible que esta obra no se encuentre a la altura
de otras geniales creaciones del escultor, pero es un testimonio de los últimos
días de este gran maestro, cuando sus gubias ya acusaban un agotamiento previo
a su muerte.
EN TORNO AL ESCULTOR JUAN BAUTISTA VÁZQUEZ EL VIEJO
Nacido hacia 1525 posiblemente en la villa
salmantina de Pelayos —dato meramente especulativo—, siendo niño se trasladó a Ávila con su familia, que fijó su residencia en la plaza del Mercado Grande.
Allí comenzó su formación en el entorno del escultor Vasco de la Zarza, existiendo
la posibilidad, pues no está documentado, de que siendo joven se trasladara a
Italia para completar su aprendizaje, posiblemente a Roma, pues a su vuelta a
España su obra refleja la elegante impronta de los grandes maestros italianos.
Tras su regreso a Ávila, contrae matrimonio con la
abulense Andrea Hernández, hermana del escultor Juan de Oviedo Hernández
"el Viejo", abriendo su propio obrador hacia 1550, en el que tres
años más tarde ingresa como aprendiz Jerónimo Hernández. A este periodo
corresponde la Piedad y las figuras
de putti que la acompañan, obra
realizada en mármol de Carrara que ocupa la capilla de Nuestra Señora la Blanca
de la catedral de Ávila y cuyo modelo, como ocurriera con las copias italianas
de Baggio di Biggio y Montorsoli, se inspira directamente en la célebre
creación de Miguel Ángel que actualmente permanece en la basílica de San Pedro
del Vaticano, poniendo de manifiesto la corrección técnica y el carácter
italianizante de la primera obra de Juan Bautista Vázquez.
Pietro Torrigiano. San Jerónimo penitente, 1525, terracota policromada, Museo de Bellas Artes, Sevilla |
En 1554, alcanzada la plena madurez profesional, se
traslada a Toledo, donde trabaja colaborando con Nicolás Vergara el Viejo,
reconocido escultor toledano. Allí realiza diversos encargos solicitados para la
catedral, como el medallón de San Gabriel
del interior de la Puerta del Reloj. En Toledo recibe la influencia de la obra
que allí realizaba Alonso Berruguete en la sillería del coro catedralicio tras
la muerte de Felipe Bigarny en 1543. Dicha influencia queda patente en algunos
relieves, como en el Abrazo en la Puerta
Dorada, del retablo de la Concepción, encargado ese mismo año de 1554 para
la iglesia de Almonacid de Zorita (Guadalajara), su primera obra documentada,
para el que también hizo una Virgen de la
Paz plenamente italianizante. De su estrecha relación con Alonso Berruguete,
está documentada su participación como tasador, nombrado por el maestro
palentino, para valorar el magnífico sepulcro del Cardenal Tavera del Hospital
de San Juan Bautista de Toledo.
Juan Bautista Vázquez. Piedad, h. 1559, Catedral de Ávila |
En 1560, cuando se encuentra alternando encargos en
piedra y en madera en su taller toledano, es requerido para rematar el retablo
mayor de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla, dejado inconcluso
por la muerte ese año de Isidro de Villoldo, discípulo y colaborador de Alonso
Berruguete. En 1561 Juan Bautista Vázquez, apoderado por Francisca Blázquez,
viuda de Isidro de Villoldo, se traslada a Sevilla para atender dicho encargo
con todos los colaboradores de su taller, entre ellos su cuñado Juan de Oviedo
el Viejo, Miguel de Adán, Gaspar del Águila y Jerónimo Hernández. Establecida
su residencia en Sevilla, ya nunca abandonaría esta pujante ciudad —puerta del
comercio con América y una de las ciudades más pobladas de Europa—, realizando
algunos desplazamientos temporales para atender peticiones de las diócesis de
Córdoba y Málaga.
En plena efervescencia de su taller sevillano, en
1570 contrae segundas nupcias en Sevilla con María de Bonilla, hija del pintor
Juan de Zamora, hecho que volvería a repetir en su tercer matrimonio con Isabel
de Valdés, que le sobreviviría a su muerte, al igual que su hijo Juan Bautista
Vázquez "el Mozo", continuador de su obra. Durante su larga estancia
en Sevilla residiría en distintos barrios —collaciones— de la ciudad,
recorriendo sucesivamente los de San Andrés, San Marcos, La Magdalena, San Juan
de la Palma, San Vicente, San Lorenzo y Santa María.
Juan Bautista Vázquez "el Viejo" inicia en
Sevilla una prolífica andadura de tres décadas en la que, tomando el relevo del
flamenco Roque Balduque y del palentino Isidro de Villoldo, contribuye a la
creación de la escuela sevillana de escultura, que alcanzaría su máximo
esplendor en las primeras décadas del siglo XVII.
Juan Bautista Vázquez. El Pecado Original, 1561, banco del retablo mayor Catedral de Sevilla |
En esta etapa sevillana, entre 1561 y 1562 participa
en la segunda fase del retablo mayor de la catedral de Sevilla, para el que realiza
algunas escenas del banco, entre ellas la Creación
del Hombre y el Pecado Original,
que incluyen desnudos de concepción renacentista, así como rematando diversos
relieves dejados inacabados por Roque Balduque. Dentro de su versatilidad, posteriormente
participaría en el equipamiento catedralicio trabajando en los bronces del
tenebrario, en 1565 en la bella imagen de la Virgen con el Niño del facistol del coro, en diversos relieves de la sala
del antecabildo y diseñando la colosal alegoría de la Fe en bronce que, con
función de veleta, corona la Giralda, una obra conocida popularmente como
"El Giraldillo".
En 1563 está documentada su elaboración del retablo
de la iglesia de Santa María de Carmona (Sevilla), en 1572 el retablo de la
iglesia de San Mateo de Lucena (Córdoba) y en 1575 el retablo mayor de la
iglesia de Santa María Coronada de Medina Sidonia, donde además atendió algunos
encargos para el palacio de los duques.
Juan Bautista Vázquez. Sepulcro del inquisidor Antonio del Corro, 1564 Iglesia de Sta. María de los Ángeles, San Vicente de la Barquera (Cantabria) |
Una obra excepcional es el Sepulcro de Antonio del Corro, situado en la capilla funeraria por él fundada en el iglesia de Santa María de los Ángeles de San Vicente de la
Barquera (Cantabria). Para este clérigo, humanista e inquisidor, nombrado
canónigo de la catedral de Sevilla en 1531 y fallecido en 1556, Juan Bautista
Vázquez realizó en 1564, en mármol de Génova, una de las obras funerarias más
importantes del Renacimiento español, donde sobre el lecho sepulcral,
plenamente italianizante, aparece la serena figura ataviada con indumentaria
clerical, recostada sobre cojines y leyendo un libro, recordando la disposición
del célebre Doncel de Sigüenza y el concepto humanista del triunfo sobre la
muerte.
Entre su iconografía más repetida se encuentra la de
la Virgen con el Niño, en las que la impronta berruguetesca se funde con un
marcado carácter italiano, siendo característico en estas madonnas sevillanas creadas por Juan
Bautista Vázquez el suave tratamiento de los pliegues de los paños, el fino contrapposto compositivo, la
presentación mayestática de las figuras, las manos gruesas, los rostros con
nariz recta y pequeños labios y la expresión cargada de melancolía, además de manifestarse como un gran creador de tipos infantiles de gran belleza y vivacidad.
Juan Bautista Vázquez. Virgen de la Paz, h. 1560. Iglesia de Santa María Magdalena, Torrelaguna (Madrid) |
A este
grupo pertenecen la Virgen con el Niño
realizada hacia 1560, hoy en una colección particular, y la Virgen de la Paz de la iglesia de Santa
María Magdalena de Torrelaguna (Madrid), donde la Virgen, entronizada, se
presenta como una matrona romana. Obras destacadas son la Virgen de las Fiebres de la iglesia de Santa María Magdalena de
Sevilla, elaborada alrededor de 1570, y la Virgen
de la Piña de la capilla de la Vela de la iglesia de Santa María de la
Oliva de Lebrija, obra de 1577.
Otra abundante iconografía fue la de Cristo
crucificado, siendo el más célebre de la serie el venerado Cristo de Burgos, tallado en 1573 para la iglesia sevillana de San
Pedro, que es la imagen documentada más antigua de la Semana Santa de Sevilla.
Otros ejemplares son el Cristo del Amor
de El Viso del Alcor (Sevilla), procedente de la iglesia sevillana de San Martín,
y los conservados en Hinojos (Huelva), Medina Sidonia (Cádiz) y en las
poblaciones sevillanas de Lebrija y Marchena. Asimismo, se atribuye a Juan
Bautista Vázquez el crucifijo de mármol del templete del humilladero de la Cruz
del Campo de Sevilla, labrado en 1571.
Por otra parte, su establecimiento en Sevilla le
facilitó atender encargos destinados a distintos lugares de América, como el Calvario realizado hacia 1583 para la
capilla de los Mancipe en la catedral de Tunja (Colombia), junto a retablos y
tallas exentas enviadas a Ayacucho (Perú), Quito (Ecuador) o Puebla de los Ángeles
(México).
No hay que olvidar la faceta de Juan Bautista
Vázquez como grabador, poco habitual en territorio hispano, y su faceta como
decorador en la galera real de don Juan de Austria.
Juan Bautista Vázquez. Virgen con el Niño, h. 1560, colección particular |
Según se desprende de un documento fechado en 1589,
relativo al litigio establecido entre su hijo Juan Bautista Vázquez "el
Joven" e Isabel de Valdés, su tercera esposa, en disputa por sus
propiedades, Juan Bautista Vázquez "el Viejo" debió de fallecer en
junio de 1588, cuando se encontraba en Llerena elaborando un retablo para la
Capilla del Prior de la iglesia de la Granada. Desaparecía el patriarca de la
escuela sevillana cuya obra sería el inmediato precedente de las creaciones
barrocas de Juan Martínez Montañés.
Informe y fotografías de la obra: J. M. Travieso.
Juan Bautista Vázquez. Virgen de las Fiebres, h. 1570 Iglesia de Santa María Magdalena, Sevilla |
BIBLIOGRAFÍA
CARRASCO GARCÍA, Antonio: Escultores,
pintores y plateros del bajo Renacimiento en Llerena, Institución
"Pedro de Valencia", Diputación Provincial de Badajoz, 1982,
pp.35-37.
ESTELLA MARCOS, Margarita: Juan
Bautista Vázquez el Viejo en Castilla y América. Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Madrid, 1990, pp. 97-98.
PALOMERO PÁRAMO, Jesús M.: El retablo
sevillano del Renacimiento. Análisis y evolución (1560-1629), Diputación de
Sevilla, Sevilla, 1981.
PORRES BENAVIDES, Jesús: Juan
Bautista Vázquez el Viejo, Ed. Universidad de Sevilla, 2019.
Juan Bautista Vázquez. Cristo de Burgos, 1573 Iglesia de San Pedro, Sevilla |
Diseño de Juan Bautista Vázquez. Alegoría de la Fe (El Giraldillo) Veleta-remate de la Giralda, Catedral de Sevilla |
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