VIRGEN CON
EL NIÑO Y SAN JUANITO
Bartolomé
Ordóñez (Burgos, hacia 1490 - Carrara, 1520)
Hacia 1520
Mármol
blanco de Carrara, parcialmente policromado
Museo Catedralicio,
Zamora
Escultura
renacentista española
Bartolomé Ordóñez fue uno de los mejores escultores del renacimiento español, situándose a la cabeza, junto a Diego de
Siloé, de la escuela burgalesa que desarrolló su actividad en las primeras
décadas del siglo XVI, compartiendo ambos escultores un viaje a Italia para
completar su formación.
Nacido en Burgos entre los años 1485 y 1490, era
hijo del escudero hidalgo Diego Ordóñez y de Elvira López de Porres. Debió
comenzar su aprendizaje en alguno de los múltiples talleres asentados en la
ciudad (Felipe Vigarny, Andrés de Nájera, ...) para suministrar obras a la
catedral y los numerosos centros religiosos en construcción, aunque también
podría haber realizado una posible formación junto a Domenico Fancelli,
escultor florentino establecido en España para atender encargos de los monarcas
y altos eclesiásticos, pues al cabo del tiempo sería el continuador de algunas de
sus obras, dejadas inacabadas a la muerte del italiano. De su vida en Castilla
se conocen pocas noticias, apareciendo su rastro en 1515, cuando,
aproximadamente con veinte años, inicia su actividad en el taller que instalara
en Barcelona, ciudad a la que quedaría vinculado durante toda su vida.
En la Ciudad Condal recibe el encargo de trazar el
coro y el muro del trascoro de la catedral, obra de gran envergadura en la que
cuenta con la colaboración de Vitorio Cogono, procedente de Florencia, Simón de
Bellana, llegado de Mantua, el francés Dominico y el alemán Juan Petit Monet,
apuntándose la posible participación de su paisano Diego de Siloé. Sin embargo,
cuando en 1515 participa de este proyecto emprende un viaje a Italia, junto a
Diego de Siloé, para conocer de cerca las técnicas y modelos de los maestros
italianos.
Tras pasar por el obrador de Domenico Fancelli en
Génova, de estudiar en Florencia junto a Andrea Sansovino y de ponerse en
contacto con la obra de Donatello y del joven Miguel Ángel, se traslada a
Nápoles junto a Diego de Siloé, donde en 1516 comienzan a trabajar asociados
para Galeazzo Caracciolo, señor de Vico, que había estado al servicio de
Ferrante II, rey de Nápoles. Para este realizan un retablo destinado a la
capilla familiar en la iglesia de San Giovanni a Carbonara. De dicho retablo
Bartolomé Ordóñez se encarga del relieve central dedicado a la Epifanía, donde pone en práctica el schiacciato tomado de Donatello.
Este encargo le mantiene ocupado hasta 1518, año en que
también elabora en mármol el formidable sepulcro de Andrea Bonifacio Cicaro, que sería colocado en la iglesia
napolitana de Santi Severino e Sossio. Durante su estancia en Nápoles, tiene un
hijo natural al que llamó Diego en recuerdo de su padre.
En 1518 es reclamada su presencia en Barcelona con
motivo de las obras de embellecimiento de la catedral, donde en marzo de 1519
estaba prevista la celebración del Capítulo del Toisón de Oro, que sería
presidido por el emperador Carlos. Con el Cabildo de la catedral catalana el 7
de mayo de 1517 había contratado la sillería del coro, para la que en 1518 inicia
la talla algunos elementos de los sitiales, destacando los trabajos en los testeros
de la sillería, para los que realiza vigorosos relieves que evidencian la
influencia de Miguel Ángel, con escenas del Antiguo Testamento colocadas en
paralelo a otras referidas al Nuevo. En ellas, Bartolomé Ordóñez aporta una
novedosa iconografía siguiendo la técnica y las formas derivadas de la
escultura italiana, lo que le convierte en uno de los introductores del arte
renacentista en el territorio hispano.
Donde va a realizar una obra sorprendente será en el
muro del trascoro de la catedral de Barcelona, que labrado en mármol de Carrara
se articula con cuatro altorrelieves y cuatro hornacinas sobre un basamento y separados
por columnas dórico-romanas con decoración en el tercio inferior, todo él dedicado
a Santa Eulalia, por entonces patrona de la ciudad. Dos de los grandes
altorrelieves, que representan a Santa
Eulalia declarando ante el tribunal y el Martirio en la hoguera son obra personal de Bartolomé Ordóñez —con
evidentes influencias miguelangelescas—, así como las figuras exentas de Santa Eulalia y San Severo que aparecen en las hornacinas, junto a tres de los paños
decorados con grutescos del zócalo. En el resto del trascoro, que fue rematado
en 1519, intervinieron sus colaboradores italianos Vitorio Cagono y Simón de
Bellana.
El 22 de febrero de 1519 contrae matrimonio en la
Ciudal Condal con la barcelonesa Catalina Calaf i Serra, hija de un comerciante
de coral, de la que nacería su hijo Jorge Benito.
Durante esta etapa barcelonesa también realiza un
grupo del Santo Entierro, en el que
colaboró el escultor alemán Juan Petit Monet, destinado al Hospital de Santa
Cruz, obra que no se ha conservado. Igualmente, se le atribuye el sepulcro de Bernat de Vilamarí, almirante y
lugarteniente de Fernando el Católico, muerto en Nápoles en 1516. Encargado por
su viuda, que recibió los restos del almirante en 1519, estuvo destinado a la
capilla de Todos los Santos de la vieja iglesia del monasterio de Montserrat, conservándose
actualmente, de forma fragmentaria, en el pórtico del monasterio.
Ese mismo año de 1519 muere el escultor Domenico
Fancelli dejando inacabado el magno proyecto funerario de la Capilla Real de
Granada, para la que en 1517 había rematado el sepulcro de los Reyes Católicos.
Para dar continuidad a esta obra y representando los deseos del emperador
Carlos de honrar en ese espacio no sólo a sus abuelos, sino también a sus
padres, ese mismo año don Antonio de Fonseca, Contador Mayor de Castilla,
solicita a Bartolomé Ordóñez la realización del sepulcro de la reina Juana de Castilla y Felipe el Hermoso,
obra que debía seguir la traza dada por Fancelli. Aceptando tan importante
reto, Bartolomé Ordóñez viaja de nuevo a Italia en 1519 y se establece en
Carrara para dirigir personalmente la elección de los mármoles.
Este sepulcro sigue de cerca la tipología y el
estilo de Fancelli, siendo realizado en muy poco tiempo. Está compuesto por un
túmulo con paredes verticales y esfinges en los ángulos, con cuatro frentes que
presentan medallones en el centro, con escenas de la vida de Cristo, y santos
en hornacinas a los lados. En los ángulos de la plataforma se colocan las
figuras sedentes de los Padres de la Iglesia y varios santos de actitud muy
dinámica, con ángeles recostados que sujetan tarjetas con inscripciones.
En el
centro y sobre una cama alta aparecen las figuras yacentes de los monarcas, en
actitud orante y con las cabezas inclinadas hacia los lados. En conjunto,
Bartolomé Ordóñez consigue una obra más dinámica y monumental que la de
Fancelli, cargada de ímpetu miguelangelesco y siguiendo las innovaciones del
renacimiento italiano del siglo XVI.
Durante un desplazamiento que realiza a Barcelona
ese año de 1519, se le pide que se ocupe del sepulcro del Cardenal Cisneros, igualmente esbozado por Domenico Fancelli. El
sepulcro fue labrado por Ordóñez en Italia en mármol de Carrara, rematado por su discípulo Pietro de Carona y trasladado en
1521 a su emplazamiento de la capilla de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá de Henares.
El sepulcro del cardenal, que refleja en mármol la
fuerza y el poder de uno de los hombres más importantes en la España de la
época, también sigue el modelo de túmulo exento, con las paredes verticales
decoradas con medallones y nichos con esculturas y dragones en los ángulos.
Encima se coloca un basamento con las superficies en talud sobre el que se
apoyan putti que sujetan guirnaldas y
tarjetas, ocupando los ángulos las figuras de los cuatro Padres de la Iglesia.
Sobre el conjunto se halla la imagen yacente del cardenal revestido de
pontifical, con la cabeza apoyada sobre dos cojines, las manos levantadas en
actitud orante y el rostro tratado como auténtico retrato, alejado de la
idealización propia del Cinquecento.
Estas obras Bartolomé Ordóñez alcanza la cumbre del arte funerario en el
renacimiento español.
Don Antonio de Fonseca, que le había elegido para
culminar el proyecto granadino, le hace un nuevo encargo que también había
dejado inacabado a su muerte el florentino Domenico Fancelli. Se trata de los sepulcros de la familia Fonseca,
destinados a la iglesia de Santa María la Mayor de Coca (Segovia) en la que
ejercían su patronazgo.
Son cuatro sepulcros realizados en mármol de
Carrara, dos de los cuales serían colocados en los extremos del crucero y otros
dos a los lados del altar mayor. Los que se hallan colocados en el crucero son
obra personal de Fancelli y Ordóñez.
Los túmulos están dispuestos bajo arcosolios con forma de arcos de triunfo
que presentan bellas labores arquitectónicas, evidenciando el estilo
diferenciado de los dos autores, con la peculiaridad de que los sepulcros y los
arcos correspondientes a cada escultor están cambiados, sin que se conozca que
extrañas circunstancias motivaron esta alteración. En los que están colocados
junto al altar mayor intervinieron discípulos y otros artistas italianos, como
Jerónimo Santacroce, Raffaello da Montelupo y Giacomo de Brixia, ofreciendo una
calidad evidentemente inferior a la de ambos maestros.
En relación con este proyecto funerario de los
Fonseca, realiza en mármol una Virgen con
el Niño y San Juanito que quedó en su taller de Carrara y que finalmente
fue destinada al monasterio zamorano de San Jerónimo, hoy conservada en el Museo
Catedralicio de Zamora, una elegante escultura que pone de manifiesto la
madurez artística del escultor.
La febril actividad desarrollada en Carrara durante
casi un año le produce graves problemas de salud, encontrando la muerte al día
siguiente de haber otorgado testamento el 5 de diciembre de 1520 (en el que se
declara burgalés e hidalgo), cuando tan sólo contaba treinta y cinco años. En ese
momento su hermana Marina seguía residiendo en Burgos y para ella dispone en su
testamento algunas mandas, entre otras el ser enterrado en Barcelona junto a su
esposa, siendo encomendada a Mosén Serra la custodia de sus hijos Jorge Benito,
su heredero, y Diego, hijo natural que no alcanzaba los veinte años.
Con la muerte prematura de este gran talento, se
truncó una de las trayectorias más importantes de la escultura renacentista
española, que dejó en territorio español un extraordinario legado artístico que
supone la vanguardia artística de su época, realizado en un periodo no
superior a cinco años.
EL GRUPO MARMÓREO DE LA VIRGEN CON EL NIÑO Y SAN JUANITO
La Virgen con
el Niño y San Juan, procedente del monasterio de San Jerónimo de Zamora,
hoy en la catedral, fue atribuida por Manuel Gómez Moreno al escultor burgalés
Bartolomé Ordóñez, llegándola a identificar con una Virgen con el Niño que es
citada en el inventario realizado en Carrara el 10 de diciembre de 1520, tras
la muerte del escultor, y que estaba destinada a componer el sepulcro de don
Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Burgos (fallecido en 1524), uno de los
cuatro monumentos funerarios encargados por la familia Fonseca y destinados a
la iglesia de Santa María la Mayor de Coca (Segovia).
El grupo, realizado en mármol de Carrara, presenta
ciertas peculiaridades iconográficas ideadas por el creativo Bartolomé Ordóñez. La Virgen,
de pie, sostiene al Niño en su brazo izquierdo. La figura infantil aparece
desnuda, con gesto melancólico, la mirada dirigida a lo alto y portando en sus
manos una rama de cerezas. Junto al costado derecho de la Virgen, se coloca la
figura de San Juanito en actitud de caminar, portando en sus manos un pequeño
pájaro, sujeto por el Niño Jesús con un cordel rojo —parcialmente mutilado—, y
vestido con una minúscula túnica elaborada con pieles. En la base, a los pies
de la Virgen, aparece la cabeza de un querubín alado con gesto sonriente que
certifica la divinidad de los personajes representados.
Bartolomé Ordóñez. San Mateo, 1515-1516, Iglesia de San Pietro Martire, Nápoles |
El modelo femenino de la Virgen, joven, de piel
tersa y rostro ovalado, fue repetido por el escultor en el medallón de la Natividad que forma parte del sepulcro
de la reina Juana de Castilla y Felipe el Hermoso en la Capilla Real de
Granada. Por otra parte, la incorporación al grupo de la figura San Juan
Bautista niño claramente responde a ser el patrón del prelado titular del
sepulcro al que estaba destinada, aunque por motivos desconocidos acabara
siendo recogida en el monasterio jerónimo zamorano.
En su conjunto, la escultura representa la
maternidad de María, pero con un carácter intimista y lúdico que viene
determinado por la actividad de las figuras infantiles, especialmente por el
semblante pesaroso del Niño Jesús, porque su primo, el pequeño Juan, ha tomado
el pajarito y lo oculta a su mirada. A la desnudez de los infantes se
contrapone la airosa indumentaria de la Virgen, compuesta por una túnica ceñida
que forma pliegues verticales, un manto que se desliza desde los hombros y se
cruza al frente siguiendo líneas diagonales y una toca que le cubre
parcialmente la cabeza y se sujeta mediante un nudo colocado sobre el hombro
izquierdo. A pesar de estar concebida para su visión frontal, la posición
escorzada de los niños hace necesario su visión desde distintos ángulos para
apreciar la totalidad de sus matices narrativos.
La escultura está labrada íntegramente en bulto
redondo y debidamente pulimentada, a excepción de la parte posterior, lo que
indica que fue concebida para ser colocada adosada junto a un muro. Elaborada
con una técnica impecable, que demuestra la destreza en el oficio del escultor,
las figuras se mueven con una gran naturalidad y elegancia a través de un
estilo plenamente italianizante, recordando en este sentido los plegados de las
obras de Jacopo della Quercia y acusando la influencia del conjunto de madonnas del Cinquecento, tanto en los
cuerpos infantiles como en la dulzura del rostro de María.
En su acabado, aún presenta restos de una selectiva
policromía que resalta tanto algunas partes corporales —ojos, labios y
cabellos— como los frutos y la ornamentación de la toca de la Virgen y los
bordes del manto.
Informe y fotografías de la obra: J. M. Travieso.
Bartolomé Ordóñez. Santa Eulalia ante el tribunal, 1518-1519 Trascoro de la catedral de Barcelona |
Bartolomé Ordóñez. Izda: Sepulcro de Juana de Castilla y Felipe el Hermoso, 1519, Capilla Real, Granada. Dcha: Detalle del medallón del Nacimiento de este sepulcro. |
Bartolomé Ordóñez. Sepulcro del Cardenal Cisneros, 1519 Capilla universitaria, Alcalá de Henares. |
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