29 de mayo de 2020

Visita virtual: CRISTO ATADO A LA COLUMNA, ecos del genio de Miguel Ángel













CRISTO ATADO A LA COLUMNA
Michelangelo Naccherino (Florencia, 1550 - Nápoles, 1622)
Hacia 1616
Mármol
Museo Lázaro Galdiano, Madrid
Escultura barroca. Escuela italiana















       Entre las esculturas más notables que conserva el Museo Lázaro Galdiano de Madrid se encuentra un Cristo atado a la columna, una obra de tamaño superior al natural —1,99 m. de altura— concebida con un sentido monumental de marcado carácter miguelangelesco. Fue esculpida por Michelangelo Naccherino para el retablo de la iglesia de la Trinidad de Nápoles, donde formaba pareja con una escultura de la Virgen que actualmente se encuentra en la Fundación Selgas de Cudillero (Asturias). Con este mismo tema realizó otra versión para Cosme II de Medicis, en la que los brazos se cruzan por delante, que se conserva en la población florentina de Montelupo.

La escultura, esculpida en mármol, presenta la figura de Cristo en plena desnudez y colocada sobre un escueto pedestal. Con una posición de contrapposto clásico, Cristo aparece con la cabeza inclinada hacia la izquierda y con las manos amarradas a una columna de fuste bajo colocada en la parte trasera, elemento que como soporte evita que todo el peso de la figura recaiga sobre las piernas exentas, del mismo modo que en la estatuaria clásica. La ubicación de la columna obliga a adoptar la original disposición de los brazos cruzándose por la espalda y unidos por una soga anudada minuciosamente labrada. La mano derecha reposa sobre la columna, con la muñeca ensogada y apoyada sobre parte del voluminoso paño de pureza que forma abundante pliegues y que cae al frente en diagonal sujeto por una cinta ceñida a la cintura.

Es destacable el extraordinario estudio anatómico, con un cuerpo atlético que presenta vigorosos pectorales, costillas marcadas y el vientre hundido, recreando venas y tendones que afloran bajo la piel, que en el mármol pulimentado adquiere un brillo cerúleo de intenso naturalismo. El diseño corporal, de connotaciones clásicas, concentra sus valores emocionales en el sorprendente trabajo de la cabeza, con una voluminosa cabellera con raya al medio que cae sobre los hombros formando largos y ondulados mechones —magistralmente trabajados a trépano—, y un rostro de rictus sufriente configurado por ojos rasgados, nariz recta y boca entreabierta, con una barba bífida de rizos simétricos detalladamente descritos.

Esta imagen de Cristo sufriente se ajusta plenamente a los ideales contrarreformistas, concebida para hacer partícipe al espectador de los sufrimientos de la Pasión y suscitar la meditación sobre el sacrificio de Jesús. La escultura, convertida en testimonio de la fe cristiana, mantiene el decoro exigido por la Iglesia a pesar de ofrecer casi un desnudo integral, en este caso alejado de todo helenismo. En este sentido, sigue un tratamiento similar al experimentado por Miguel Ángel en el Cristo Redentor (1521) de la iglesia de Santa María sopra Minerva de Roma. La obra fue firmada por Michelangelo Naccherino en el pedestal, aunque actualmente la firma aparece parcialmente mutilada.

Esta escultura de Cristo atado a la columna fue regalada por Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, al rey Felipe III, que tras recibirla con agrado la donó al convento de los Trinitarios de Madrid, donde los monjes la colocaron en un altar de la sacristía. Allí fue conocida por Ponz, que la atribuyó a Gaspar Becerra, manteniendo la misma opinión Ceán Bermudez.
Cuando en el siglo XIX se produjo de desamortización y en el convento de la Trinidad se recogieron las pinturas desamortizadas, la escultura permanecía en su sitio. Tras el derribo del convento —posteriormente las pinturas pasaron el Museo del Prado— el Cristo atado a la columna permaneció varios días a la intemperie en la calle Atocha. Fue entonces cuando se borró parte de la firma del pedestal, siendo la escultura adquirida por un particular para aparecer después en el mercado del arte de París. Elías Tormo denunciaba la salida de España de una obra de Miguel Ángel Buonarroti, autoría que mantenían algunos historiadores. En París fue vista por el conde de las Almenas y comprada después por el coleccionista Lázaro Galdiano.

MICHELANGELO NACCHERINO   
      
Michelangelo Naccherino nació en Florencia en 1550, realizando su formación junto a Giambologna. En 1570, cuando tenía 20 años, está datada una escultura del Niño Jesús que se conserva en el Museo de Burgos. En 1573 se trasladaba desde el Gran Ducado de Toscana al reino de Nápoles, donde transcurriría gran parte de su fructífera carrera profesional y donde revitalizó la tradición de Giovanni da Nola con un sentido monumental inspirado en los modelos de Miguel Ángel.

Entre 1575 y 1577 residió en Sicilia, colaborando en Palermo con el escultor, arquitecto e ingeniero florentino Camillo Camilliani en la recomposición de la monumental Fuente Pretoria, que compuesta por 664 esculturas pétreas había sido encargada por Pedro Álvarez de Toledo para su jardín florentino y vendida por su hijo, Luis Álvarez de Toledo, al senado de Palermo. Entre las obras del conjunto al menos dos aparecen firmadas por Naccherino: la figura mitológica de un río y la de una nereida.

En Nápoles realizó destacados sepulcros de nobles, siempre con las figuras de los titulares en originales posturas, como el del personaje recostado y sujetando su cabeza con el brazo y con un niño doliente a los pies del Museo Provinciale Campano de Capua; el de Alonso Sánchez de Luna, realizado en 1588 en mármol y colocado en la iglesia de la Annunziata Maggiore, y el de Fabrizio Pignatelli, encargado en 1590 y asentado en la iglesia de Santa María Materdomini, que aparece presidido por la efigie en bronce del duque, que aparece arrodillado y con armadura de gala. Notables son también los monumentos funerarios de Ferdinando Maiorca y su esposa Porzia Coniglia, colocados a los lados del presbiterio de la iglesia de San Giacomo degli Spagnoli, con las efigies de los titulares recostadas, labradas en mármol y acompañadas respectivamente por el apóstol Santiago y la Virgen con el Niño, esculturas labradas en bulto y colocadas sobre peanas por encima de las urnas. En todos los casos diseñó una tipología funeraria muy personal y muy diferente a la desarrollada en Florencia y Roma, siempre impregnada de una sensibilidad mística acorde con el espíritu de la Contrarreforma.

Esto se patentiza también en sus obras religiosas, repartidas por las iglesias más importantes de Nápoles y encuadradas en la corriente manierista. Obra destacable en el Cristo crucificado esculpido en 1599 para la iglesia de San Carlo all'Arena, así como el elegante San Andrés realizado en mármol en 1600 para la iglesia de Gèsu Nuovo, año en que también realiza el magnífico bronce de San Mateo sedente de la cripta de la catedral de Salerno o el Cristo resucitado del monumento levantado en la Cartuja de San Martino.

Fructíferos para Michelangelo Naccherino fueron igualmente los primeros años del siglo XVII. En 1601 realizaba en mármol la Virgen con el Niño que se conserva en la iglesia de Sant'Agata di Castroreale, esculpiendo por ese tiempo la Virgen de la Salud de la iglesia dominica de Santa Maria della Sanità y colaboraba con Pietro Bernini en la composición de la Fuente de Neptuno, que sobre un diseño de Domenico Fontana fue levantada junto al Arsenal del puerto de Nápoles, aunque, después de varios traslados ordenados por el virrey, en 1638 fue colocada definitivamente en la céntrica Vía Medina. En 1604 realizaba en bronce la dinámica escultura de San Andrés que aparece colocada en un altar de la cripta de la catedral de Amalfi.

Tras desplazarse en 1612 a Capri para asentar varios sepulcros en la iglesia de Santo Stefano, en 1616 regresaba a Florencia, donde realizaba otra de sus obras maestras: el grupo escultórico de Adán y Eva, que aparecen acompañados por la serpiente con forma de una joven mujer. Esta obra fue regalada por el escultor al duque Cosme II de Médicis para ser colocada en una de las grutas del Jardín de Bóboli de Florencia, al que se accede desde el Palacio Pitti. Por esos años colaboró con otros escultores, entre ellos Pietro Bernini, en la elaboración de fuentes monumentales, como la Fuente de Santa Lucía y la Fuente de los Gigantes, en ambos casos con una estructura en forma de arco triunfal.

La relación del escultor con los virreyes españoles favoreció el envío a España de algunas de sus obras, como el admirable Cristo atado a la columna del Museo Lázaro Galdiano de Madrid, o el sepulcro en bronce del licenciado García de Barrionuevo, que tras ser encargado en 1607 por su hijo Bernardino de Barrionuevo, marqués de Cusano y residente en Nápoles como consejero del virrey, fue levantado en la capilla de la Soledad de la iglesia de San Ginés de Madrid.

Michelangelo Naccherino. Niño Jesús, 1570, Museo de Burgos
(Foto Museo de Burgos)
Tras producirse su muerte en Nápoles en 1622, dejaba una considerable pléyade de notables seguidores, como Giuliano Finelli, Francesco Cassano, Tommaso Montani, Angelo Landi y Mario Marasi.  


Informe y fotografías: J. M. Travieso.



BIBLIOGRAFÍA       

BARRIO MOYA, José Luis: Miguel Ángel Naccherino. El Cristo de la columna del Museo Lázaro Galdiano. Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, 1983, pp. 2-7.

BARRIO MOYA, José Luis: Miguel Ángel Naccherino. Nápoles; Revista Goya nº 175-176, Madrid.

FUNDACIÓN LÁZARO GALDIANO. Guía breve del Museo Lázaro Galdiano. Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, 2005, p. 34.

LÓPEZ REDONDO, A.: Hora y media en el Museo Lázaro Galdiano. Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, 1999. p. 25.




Michelangelo Naccherino. Fuente Pretoria, 1575-1577, Palermo
















Michelangelo Naccherino. Izda: Sepulcro de Fabrizio Pignatelli, 1590,
iglesia de de Santa Maria Materdomini, Nápoles / Dcha: Adán y Eva, 1616,
Jardín de Boboli, Florencia (Fotos tomadas de la red) 



















Michelangelo Naccherino. Cristo resucitado, Cartuja de San Martino,
Nápoles (Foto tomada de la red)























Michelangelo Naccherino. San Andrés, bronce 1604, cripta de la
catedral de Amalfi (Foto tomada de la red con el fondo eliminado)























Michelangelo Naccherino y Pietro Bernini. Fuente de Neptuno, 1601, Nápoles
(Foto tomada de la red)
















Michelangelo Naccherino y Pietro Bernini. Fuente de Santa Lucía, h. 1618, 
Nápoles (Foto tomada de la red)













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