NUESTRA
SEÑORA DEL MILAGRO
Iglesia de
Nuestra Señora del Milagro
Valdestillas
(Valladolid)
A poco más de veinte kilómetros de Valladolid, en la
comarca de Tierra de Pinares, se encuentra Valdestillas, una población sobre
cuyo caserío destaca la iglesia de Nuestra Señora del Milagro, un edificio
levantado en el siglo XVIII que aún conserva restos de la primitiva fábrica del
siglo XVI, como su ábside poligonal. Su única nave, que se cubre con bóvedas de
arista decoradas con yeserías barrocas, mantiene como referencia visual un
abigarrado retablo dieciochesco que contiene esculturas de Pedro de Correas
(1689-1752), si bien mantiene en su hornacina central a la patrona del
municipio: Nuestra Señora del Milagro,
que recibe su advocación de un suceso que el fervor popular de los
valdestillanos todavía conserva en el recuerdo y que celebra anualmente.
Como el nombre indica, la imagen se incluye en el
repertorio milagrero de la provincia de Valladolid, cuyo mayor prodigio fue
obrado el 10 de mayo de 1602, según cuentan las crónicas. Para comprender el
contexto histórico en que se produjo, es necesario retrotraerse a una época en
que la Corte española de Felipe III estaba asentada en Valladolid, después de
que este monarca fuese seducido por el Duque de Lerma, al que el joven y abúlico
rey había delegado las tareas de gobierno, especialmente las relacionadas con
la Hacienda Real, en quiebra desde 1575 y agravada por las guerras contra
Francia, Inglaterra, las intervenciones contra los otomanos en el Mediterráneo
y la Guerra de Flandes contra las provincias rebeldes de los Países Bajos.
Por entonces, había regresado a España una compañía
de soldados, al mando del capitán Juan de Viamonte, que había defendido en
Flandes los intereses españoles. Es posible que formaran parte de los tercios
que al mando del archiduque Alberto de Austria sitiaron la villa de Ostende el
5 de julio de 1601, un asedio que duraría más de tres años y que sería uno de
los más cruentos de la historia, superando los 100.000 caídos en combate. Cuando
aquella compañía, tras recalar en el ámbito cortesano de Valladolid, se
encontraba en Valdestillas, se procedió a repartir las boletas de acampada a
las puertas de la iglesia parroquial, en cuyo interior era venerada la imagen
de la Virgen del Rosario, que protagonizaría un prodigio que nadie esperaba.
Fue entonces cuando Juan Romero, Juan Gómez,
Sebastián Carloe, Cristóbal Franco y otros soldados, decidieron entrar a orar
al interior de la iglesia, llamándoles la atención la imagen de la Virgen del
Rosario, en cuyas manos sujetaba la pequeña figura del Niño, con la mirada
dirigida hacia su Madre, y una rosa. Tras
dirigirse Juan Romero a sus compañeros, afirmando el gran parecido que encontraba
entre aquella Virgen y otra imagen mariana que habían conocido en Flandes,
algunos soldados se acercaron curiosos al altar para contemplarla de cerca. Fue
entonces cuando vieron que la figura del Niño comenzó a inclinarse y a
deslizarse de las manos de la Virgen hasta caer de cabeza al suelo. Sobresaltados
y dando voces de aviso, algunos soldados intentaron recogerle en la caída, pero
quedaron estupefactos cuando vieron que la propia Virgen abrió los brazos,
cayendo también la rosa, y se inclinó para recoger al Niño, que al ser
levantado quedó entre sus manos en posición frontal, bendiciendo a los fieles.
Después repetiría el cadencioso movimiento para recoger la rosa, mientras se oía
el ruido que producía el movimiento de sus vestiduras.
Ante el portento, los soldados quedaron
momentáneamente aturdidos, pero enseguida salieron gozosos de la iglesia
gritando al resto de los soldados el milagro del que habían sido testigos. Tras
realizarse análisis pormenorizados, los testimonios del nutrido grupo de
soldados hicieron que el hecho fuese calificado y confirmado como milagro por
Enrique Pimentel, arzobispo de Valladolid, el 18 de julio de 1620.
Desde entonces se acrecentó la devoción por la ya
venerada imagen, que bajo la nueva advocación de Nuestra Señora del Milagro se convertiría en el icono religioso
vasdestillano por excelencia, siendo numerosos los milagros de todo tipo que se
le han atribuido al cabo del tiempo, siendo divulgado en tiempos recientes el
referido al incendio que la iglesia sufrió el 11 de mayo de 1976, cuando la
imagen, envueltas en llamas, no se quemó a pesar de arder parte del manto.
Aunque a la iglesia acuden los fieles del pueblo a pedir todo tipo de favores, Nuestra Señora del Milagro fue el
referente en tiempos de severas sequías, dando lugar, antes de que estos
rituales decayeran, a letrillas bien conocidas por todos, como las que
comienzan diciendo:
Dadnos el agua, Señora, aunque no lo merezcamos,
que si por merecer fuera ni la tierra que pisamos.
Virgen santa del Milagro, todo lo podéis hacer:
aplacar los aires cierzos, y comenzar a llover.
El milagro de la patrona de Valdestillas, del que
fueron testigos algunos soldados de los Tercios de Flandes, fue recogido en la publicación
Ramillete de Flores Historiales, escrita
por el jesuita Juan Bussières, traducida por Lorenzo Matheu y Sanz y editada en
Madrid en 1666. A esta obra corresponde el siguiente texto:
"Cuando
estaban dando las boletas de acampada en el pórtico de la iglesia parroquial
del pueblo, como era costumbre, y habiendo entrado a hacer oración en dicha
iglesia Juan Romero, Juan Gómez, Sebastián Carloe, Cristóbal Franco y otros
muchos, todos ellos soldados de la compañía, descubrieron la imagen de Nuestra
Señora del Rosario que está en el colateral a la parte del Evangelio, y
reparando en ella dijo el dicho Juan Romero a sus compañeros: ¿No os parece que
esta imagen se
parece mucho a la que vimos en Flandes en la villa de Aó, junto
a Bruselas, que es muy milagrosa? Respondieron que sí; y que no habían visto
imagen que se pareciese a la referida de Aó, sino ésta, ni que fuese tan
milagrosa, con cuyas palabras se fueron acercando a dicho altar y al llegar
junto a él vieron que un niño que tenía esta soberana Señora en sus divinos
brazos se le caía de ellos tanto, que viéndose inclinada la cabeza hacia el
suelo, vocearon diciendo: ¡Que se cae, que se cae el niño; y arrojándose los
que pudieron a cogerle vieron que dicha imagen de Nuestra Señora abrió los
brazos y se inclinó hacia el suelo para recoger al niño, y recogido volvió esta
milagrosísima Señora a bajarse por la rosa, que al tiempo que abrió los brazos,
se le cayó de las manos. Quedáronse los referidos soldados tan aturdidos de ver
el prodigio y oír el ruido que los vestidos de dicha imagen hicieron, que en
mucho rato no hicieron más que mirarse unos a otros pasmados, y volviendo a
cobrar aliento, llenos de gozo y alegría, vocearon diciendo: Milagro, milagro,
a cuyas voces acudieron los demás soldados y vecinos de dicha villa, y con lo
que aquellos dijeron y éstos vieron (que fue que el niño no estaba como antes,
pues estaba vuelto el rostro al pueblo y echando la bendición, y antes de este
Iglesia de Nuestra Señora del Milagro, Valdestillas (Valladolid) |
Por último, reseñar que Nuestra Señora del Milagro, actualmente presentada como imagen de
vestir, cuenta en su vestidor con más de una veintena de diferentes atuendos ricamente
bordados que los fieles le han donado a modo de exvotos, al igual que valiosos
anillos y el rostrillo y la corona que luce de forma permanente. La fiesta en su
honor, entre el 9 y el 11 de mayo, es la principal de cuantas se celebran en
Valdestillas, incluyendo una concurrida procesión. Actualmente está asociada a
la que se celebra, cada 15 de mayo, en honor de San Isidro Labrador.
Informe: J. M. Travieso.
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