Pedro de Mena y Medrano (Granada, 1628 - Málaga, 1688)
Entre 1652 y 1658
Madera policromada y postizos
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura barroca española. Escuela andaluza
Durante la década de 1650 la colaboración entre ambos artistas en Granada fue fructífera, figurando Pedro de Mena en ese momento al frente del prestigioso taller heredado de su padre Alonso, donde no pudo evitar la influencia de la creatividad de Alonso Cano, auténtico renovador de la pintura y escultura granadina. Según está documentado, entre 1653 y 1657 ambos artistas colaboraron en un grupo de cuatro esculturas monumentales realizadas para cuatro hornacinas del crucero de la iglesia del desaparecido convento de franciscanas del Ángel Custodio1, que incluía imágenes diseñadas por Alonso Cano de los santos franciscanos san Antonio de Padua, san Diego de Alcalá y san Pedro de Alcántara, a las que se sumaba, por imposición de la patrocinadora de la fundación, una imagen de San José con el Niño. Todas ellas hoy se conservan en el Museo de Bellas Artes de Granada.
En esta modalidad de personaje independiente en España se configurarían dos tipos2: uno como San José itinerante, en pie, en actitud de marcha y sujetando al Niño de la mano con gesto protector, con buenos ejemplos en el arquetipo creado en Castilla por Gregorio Fernández, que le presenta caracterizado como un sobrio labriego castellano y dotado de un armonioso y cadencioso movimiento. El segundo tipo es el de San José cristóforo, que al igual que las tradicionales imágenes de la Virgen con el Niño presenta al santo con el Divino Infante entre sus brazos, acentuando la expresión de ternura. Al asentamiento de esta tipología en la escultura barroca andaluza contribuyeron decisivamente las obras realizadas en Granada, en el segundo tercio del siglo XVII, por Alonso Cano (1601-1677) y Pedro de Mena (1628-1688), siendo un buen ejemplo la escultura objeto de este comentario.
El precedente iconográfico de San José cristóforo, como señala Isabel Mateo3, podría encontrarse en la escultura de Sileno con Baco niño en sus brazos para protegerle de la cólera de Hera, copia romana en mármol del original helenístico en bronce —perdido—, realizado por Lisipo a finales del siglo IV a.C., que fue descubierta en los jardines de Salustio de Roma en 1519 e incorporada a la colección Borghese hacia 1613, una escultura que, gozando de una enorme admiración, fue difundida por múltiples copias realizadas en bronce, mármol y yeso4, así como reproducida en grabados que recalaron en los talleres de escultura. Actualmente dicha escultura se conserva en el Museo del Louvre, aunque también se conservan excelentes copias romanas del original de Lisipo, entre otros, en los Museos Vaticanos y en la Gliptoteca de Múnich.
San José aparece erguido, con un ligero contrapposto sugerido por el giro del cuerpo, con la pierna derecha adelantada y sujetando entre sus brazos la figura del Niño a la altura del pecho, siguiendo la misma disposición que la escultura mencionada de Sileno con Baco niño. Viste una túnica talar de anchas mangas, ceñida en la cintura y cerrada al cuello con una sencilla abertura, dejando asomar al frente las puntas de los zapatos. Recubre el cuerpo un manto que le rodea por completo y que se apoya sobre el hombro izquierdo dejando libre el derecho, deslizándose, tanto por el frente como por la espalda, formando abundantes pliegues dispuestos en diagonal y alcanzando su mayor volumen a la altura de la cintura, lo que proporciona a la figura una característica forma de huso que fue común en sus representaciones de la Inmaculada. Como es habitual en su obra, el escultor se esmera en reducir los bordes de los paños a finísimas láminas en las que la madera queda desnaturalizada para simular paños reales.
Detalle de la policromía |
La exuberancia de los pliegues del manto de San José, tratados con un marcado sentido pictórico, contrasta con la tersura y la pálida desnudez de la figura exenta del Niño Jesús que sujeta entre sus manos, efecto que con sutileza acentúa la idea de su fragilidad humana y justifica la ternura con que es tratado por su padre putativo, sobre cuyo pecho apoya su mano izquierda y con el que se produce un expresivo cruce de miradas. La figura del Niño posiblemente fue tallada independientemente para facilitar el ser vestida, como indican los restos de arañazos producidos por alfileres6.
Alonso Cano. San José con el Niño, 1653-1657 |
La pequeña escultura, reflejo del personal enfoque de Pedro de Mena, como resultado de la observación de la realidad para conseguir el mayor naturalismo, ofrece en su conjunto un tono intimista y complaciente dominado por la suavidad de los ademanes y la delicadeza de la expresión, huyendo de cualquier tipo de dramatismo para recrearse en una imagen amable y sentimental capaz de producir fascinación en el espectador, pues, de forma evidente, la escultura está asociada al cambio producido en el culto a San José durante el siglo XVII, mostrando la visión del mundo espiritual desde la gracilidad de las tierras del sur.
Es conveniente recordar que San José en la época en que se hizo la escultura era el patrono de los niños huérfanos, un colectivo que en época de crisis social aumentaba de forma alarmante, siendo numerosos los orfelinatos puestos bajo su tutela. Asimismo, recordaremos que la conmemoración de San José adquirió relevancia a partir de 1621, cuando el Papa Sixto IV introdujo su festividad en el Breviario romano, y que San José, a instancias del rey Carlos II, en 1678 llegó a ser nombrado patrono de España por el Papa Inocencio XI, nombramiento que fue revocado en 1680.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel: San José con el Niño: una obra de Pedro de Mena sobre modelos de Alonso Cano en el Museo Nacional de Escultura; Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción (BRAC) nº 53, Valladolid, 2018, p. 72.
2 Ibíd., p. 72.
3 MATEO, Isabel: Temas paganos cristianizados; en AA. VV., VI Jornadas de Arte. La visión del mundo clásico en el arte español, Madrid, 1993, pp. 46-47.
4 Un vaciado en yeso del Sileno con Baco niño en brazos fue adquirido por Velázquez en Roma para al Alcázar madrileño, donde pudo ser conocido por escultores españoles que posiblemente reinterpretaron la imagen en la figura de San José para presentarle como un héroe clásico que, con gesto meditativo, sujeta con ternura al Niño entre sus brazos.
5 MARCOS VILLÁN, op. cit., p. 71.
Izda: Detalle de Sileno con Baco niño, Museos Vaticanos |
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