20 de octubre de 2009

Visita virtual: NEFERTITI, la legendaria belleza de la reina del Nilo




BUSTO DE LA REINA NEFERTITI
Atribuido a Tutmose

1351-1327 a. C.
Piedra caliza y yeso policromado
Nuevo Neues Museum, Berlín
Escultura egipcia


    En el Neues Museum, reinaugurado el pasado 16 de octubre en la denominada Isla de los Museos de Berlín, después de un largo proceso de rehabilitación tras ser destruido por los bombardeos sobre el Tercer Reich durante la II Guerra Mundial, acaba de recuperar su protagonismo bajo la cúpula del ala norte del museo el célebre busto egipcio de Nefertiti, la Reina del Nilo, una escultura de 3.500 años de antigüedad que es una de las piezas más conocidas del arte egipcio y motivo de enconadas polémicas.

    Esta obra maestra fue elaborada por el escultor real Tutmose, activo durante el reinado del faraón Akhenatón, encuadrado en la dinastía XVIII de la época del Imperio Nuevo de Egipto y representa a la esposa de este faraón, Nefertiti, cuya legendaria belleza estuvo en consonancia con su papel político y religioso.

     El famoso busto, de medio metro de altura, tiene la disposición simétrica habitual en la escultura egipcia de bulto y presenta el rostro idealizado de la reina, con los ojos y labios maquillados, un estilizado cuello y luciendo parte de una túnica cerrada, decorada con bandas concéntricas a modo de collares polícromos y una corona real, austeramente ornamentada, cuyo tipo no es frecuente en otras representaciones. Uno de los elementos más atractivos es su fuerte naturalismo, realzado con la colocación de ojos de pasta vítrea (carece de uno de ellos), siendo considerado desde su descubrimiento como prototipo del ideal de belleza femenino en su época, con un trabajo de perfección académica poco habitual en el arte egipcio, ceñido a las obras producidas en el Valle de Amarna.



     La obra está tallada en piedra caliza y recubierta por capas de estuco de distinto grosor, con aplicación de color sobre la capa más superficial. Esto significa que la capa visible oculta en su interior el verdadero trabajo de escultura en piedra, hecho que ha motivado un primer análisis en 1992 y otro más completo en 2007, consistente en una tomografía axial computerizada (TAC) que realizada por miembros del Imaging Science Institute de Berlín, bajo la dirección del investigador Alexandre Huppertz, ha permitido conocer precisos detalles sobre su elaboración.

     Según estos análisis, el rostro original y oculto presentaba algunas diferencias respecto a su aspecto definitivo, con rasgos que habrían sido suavizados. La verdadera escultura muestra unas mejillas menos prominentes, una nariz más abultada y distintas arrugas junto a los labios y mejillas, siendo modificados estos detalles con estuco para adaptar su aspecto a los ideales de belleza imperantes en Egipto.

     Esta escultura responde al deseo de perpetuar la imagen como medio de supervivencia en la peregrinación al otro mundo y como referente al que realizar ofrendas. Su destino era la tumba, aunque también se realizaron con fines ornamentales para palacios. Estas figuras de los faraones gobernantes asentaban la iconografía del momento, siendo común su rigidez y estatismo, su ajuste a las leyes de frontalidad y simetría y su grado de geometrización. Normalmente están realizadas en granito, basalto o piedra caliza, siendo menos frecuentes, por su carácter perecedero, la talla en madera o marfil. Se suelen acompañar de escritura jeroglífica, que identifica la figura, y en la búsqueda de naturalismo la escultura en madera y caliza suelen presentar un acabado policromado, en ocasiones con materiales incrustados, como es el caso de los ojos en esta representación de Nefertiti.


NEFERTITI EN LA HISTORIA

     Fue una reina de mítica belleza inmortalizada en numerosos templos y monumentos. Tras su matrimonio con Akhenatón, cuando tenían unos 15 años, fue declarada “Esposa Divina”, lo que aumentaba su poder terrenal y espiritual, llegando a utilizar dos cartuchos reales como los faraones.
Durante su reinado, junto al faraón Akhenatón, que duró más de 17 años, son destacables dos decisiones importantes. Por un lado, la implantación del culto monoteísta a Atón, el Disco Solar, en contra de las creencias de los sacerdotes de Karnak. Desaparecieron entonces las representaciones de los dioses con cabeza de animal, siendo el faraón quien compuso los himnos al dios Atón. Por otro, el traslado por Akhenatón de la capitalidad de Tebas a otra ciudad que tomó su nombre, situada más al sur, en la región de Tell el-Amarna, lo que supuso el paso de 50.000 personas al Egipto Medio. Esta ciudad sería destruida años después por el faraón Ramsés II, que redujo a ruinas Akhenatón, la famosa “Ciudad de la Luz”, siendo un misterio la localización del enterramiento de este faraón.

     Akhenatón y Nefertiti tuvieron seis hijas: Merytaton, Meketaton, Akhesa o Ankhesenpaaton, Neferneferuaton Tasherit, Neferneferure y Setenpenre. Akhesa, la tercera, llegaría a ser la esposa de Tutankamón, el faraón niño.

     Durante su reinado se desarrolló un tipo de arte muy peculiar, distinto al tradicional egipcio, que recibe el apelativo de arte Amarna, caracterizado por el alargamiento de las figuras, grandes vientres, caderas y glúteos marcados y cráneos alargados.


HALLAZGO DE LA ESCULTURA

     La escultura estuvo sepultada durante tres mil quinientos años en la región egipcia de Tell el-Amarna, en la ribera oriental del Nilo, en el célebre enclave en que se levantó la ciudad de Akhenatón a mediados del siglo XIV antes de Cristo. Allí permaneció hasta que fue descubierta en 1912 por el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt. Se inicia entonces la historia de un expolio que todavía no ha concluido, pues el arqueólogo alemán, dispuesto a llevarse la pieza, declaró a las autoridades egipcias que se trataba de un yeso insignificante, lo que permitió sacarla del país.

     Según una reciente publicación en la edición digital de la cadena británica BBC, varios documentos del Instituto de la Alemania Oriental, que registran el encuentro entre Borchardt y un inspector de antigüedades egipcio para determinar un inventario de descubrimientos arqueológicos, según el acuerdo intergubernamental que permitía el reparto de los hallazgos en la excavaciones, ponen de manifiesto la actuación tramposa de Ludwig Borchardt ante el funcionario, que anotó la pieza como carente de valor, presentando una fotografía de mala calidad y ocultándola con facilidad, por su pequeño formato, hasta que la llevó a Alemania. Este hecho ha provocado la consideración de Egipto de un caso de expolio cultural de modo ilegal y la petición de su devolución a través de la mediación de la UNESCO, un caso similar al de la Piedra Rosetta del Museo Británico de Londres.

PERIPECIAS DE SU EXHIBICIÓN

     Una vez en Alemania, la pieza fue comprada por el empresario coleccionista James Simon, que finalmente la donó al Museo Egipcio de Berlín.
Hasta 1943 estuvo expuesta en el Neues Museum, donde su fama comenzó a atraer la atención de todo el mundo, siendo uno de sus máximos admiradores el Kaiser Guillermo II, que en 1918 se llevó una réplica a su exilio holandés.
     También fascinó a Adolfo Hitler, que negó su devolución a Egipto y se encargó de ocultarla en una mina de Turingia para ponerla a salvo de los bombardeos de Berlín en 1945, que dejaron el museo reducido a escombros.
     Las tropas estadounidenses la rescataron en Turingia, junto a toda una colección de obras de arte clásico, pasando a ser exhibida en distintos museos berlineses. Primero en las afueras de la ciudad, en el sector occidental del Muro, y a partir de 1967 en el Museo Egipcio localizado en el barrio de Charlottenburg.

     Tras la unificación alemana el busto de Nefertiti pasó al moderno edificio del Kulturforum y posteriormente al Altes Museum, en la Isla de los Museos, donde ha permanecido hasta la puesta a punto del Neues Museum por el arquitecto británico David Chipperfield, en cuyo edificio, recién inaugurado, ha mantenido los estragos de la guerra en la construcción original, junto a nuevas dependencias en las que ha utilizado el hormigón, la piedra natural y maderas escandinavas.

     La escultura ocupa un espacio de honor bajo la cúpula del museo que sobrevivió a los bombardeos, exponiéndose también en el mismo museo la escultura de su esposo, el faraón Akhenatón, junto a sarcófagos, relieves, joyas y papiros que ocupan las tres plantas recuperadas. Estos fondos, junto a los del Museo Egipcio, forman una colección de 35.000 piezas y 60.000 papiros.

Informe: J. M. Travieso.

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1 comentario:

  1. http://foroterraeantiqvae.ning.com/profiles/blog/show?id=2043782%3ABlogPost%3A42967

    Dicen por ahí que es más falsa que la peluca de la Duquesa de Alba...

    La famosa escultura de la reina egipcia Nefertiti, que se supone tiene 3.400 años de antigüedad, podría ser una falsificación, de acuerdo a un historiador de arte.
    Vía: BBC Mundo.co.uk,

    11 de mayo de 2009 Henri Stierlin, que ha estudiado el tema durante 25 años, alega que el busto de la belleza egipcia es una copia hecha en 1912.

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